Hijo de la noche

Thanatos, de Alexis Aranda

Hijo de la noche, Thanatos es un joven alado, sensual y tenebroso, que, armado con una tea que se apaga y se prende intermitentemente, está destinado a matar personas de maneras pacíficas y hasta dulces. La trágica figura de este ser mitológico inspiró a Alexis Aranda su primer partitura para gran orquesta.

El resultado es una obra de ambientes oscuros y etéreos, donde las diferentes secciones proyectan misteriosas imágenes que van conformando una identidad fría y terrible que sólo es violentada por las trompetas, cuyo brillante sonido parece surgir de un lugar inexplicable, como si, en medio del inmundo pantano una mujer abriera un remoto balcón para ver flores. Thanatos se estrenó el 2 de abril en el Palacio de Bellas Artes con la Filarmónica de la Ciudad de México bajo la batuta de Carlos Miguel Prieto. Sofía estaba ahí, sentada en una butaca de los balcones laterales, guiada por una corazonada.

Alexis Aranda

I

Alexis Aranda (1974) tiene orejas muy grandes, como si se hubieran desarrollado para nunca perder un sonido del mundo, frente amplia, ojos intensos y juguetones color café muy oscuro y labios contrastantes, carnosos y fuertes, que primero te hacen pensar en travesuras sensuales y luego en obligaciones abstractas. Cuando habla nunca permanece quieto; todo en él se mueve de aquí para allá, muslos, dedos, cabello, como si por dentro vertiginosas emociones lo estuvieran recorriendo; además, todo lo que dice parece incompleto: no puede controlar el flujo de sus ideas con palabras, son demasiadas y demasiado complicadas; por ello, para expresar claramente las direcciones e intensidades de todo lo que piensa, aprendió a utilizar pentagramas.

II

Sin nada que buscar por haber destruido su historia, Sofía convirtió su cuerpo en un cuchillo y fue al amor buscando muertes, y así, muriendo y matando, pasó muchos años hasta que una madrugada, la de su cumpleaños treinta, al despertar en otra cama extraña, junto a cualquier hombre incapaz de ternura, sintió que se estaba evaporando; de pronto tuvo la impresión de que ése era el destino de su generación: convertirse en vapor; imaginó el corazón de un joven del siglo XXI errando frío y oscuro hasta desvanecerse, solo, en el dolor y la nada. Consternada por su descubrimiento, Sofía quiso pelear; decidió ir a contracorriente: recuperar su vida perdida, juntar sus pedazos rotos.

III

Cuando habla nunca permanece quieto; todo en él se mueve de aquí para allá, muslos, dedos, cabello, como si por dentro vertiginosas emociones lo estuvieran recorriendo; además, todo lo que dice parece incompleto: no puede controlar el flujo de sus ideas con palabras, son demasiadas y demasiado complicadas; por ello, para expresar claramente las direcciones e intensidades de todo lo que piensa, aprendió a utilizar pentagramas.

La música de Alexis se distingue por la claridad de sus lenguajes; a pesar de transitar por una diversidad de técnicas de composición, éstas siempre están al servicio de un idioma que persigue la transparencia. En el deseo de ser inteligible, no debe imaginarse a un artista decadente que regresa al sinfonismo romántico para hablar del pasado, sino al joven compositor emancipado de las escuelas ideológicas que a partir de una total libertad creativa se deja influir por todos los momentos de la historia de la música, desde las austeras posibilidades de la monodia hasta texturas sonoras robóticas elaboradas por computadoras, para así, pletórico de recursos, construir mensajes que expresen las verdades de su alma.

IV

¿Cómo hizo para salir de su interminable noche? La única luz Sofía la encontró en el arte. Al principio sólo quería un poco de paz y la encontró en Bach. Después, necesitó respuestas: ¿Por qué nos acercamos al amor buscando muertes?, como si fuésemos un ejército de fantasma antinatural, sin vida anterior que purgar ni consistencia que le permita buscar algo nuevo; los compositores muertos, congelados en sus remotas épocas, nada podían decirle sobre aquello; entonces volteó la cabeza hacia los compositores vivos.

V

El corazón de Alexis no tiene prisa para desbordarse; desestima el veleidoso hechizo de las nubes y hunde calientes y fibrosas raíces muy adentro en la tierra para irse desarrollando paciente y definidamente. Asentado en el suelo, con una dirección definida de crecimiento, la fuerza de la evolución no pone en riesgo la esencia de su naturaleza, y es así, llevando la vida de los árboles, que poco a poco su música ha florecido en una voz propia, de colores individuales.

VI

En Thanatos Sofía pudo verse a sí misma: un monstruo nacido para hacer el mal, cuya sangre parece encerrada en la muerte sin posible escapatoria; pero de pronto, un sonido inesperado abre una puerta que lleva a un lugar donde todo otra vez puede ser nuevo.

Cuando Alexis y Sofía chocaron muchas cosas nacieron. Ella estaba cansada de recorrer infructuosamente los exclusivos foros de música nueva, donde una y otra vez escuchaba compositores que se divertían planteando enigmas intelectuales que sólo confundían su mente; ¿mentiras?, ¿eso era todo lo que la música contemporánea podía ofrecerle?, ¿amaneramiento, panoramas áridos y laberintos cuando ella buscaba un enfrentamiento honesto contra la violenta sensación de que nunca antes en la historia del mundo existir había sido tan horrible?

VII

En Thanatos Sofía pudo verse a sí misma: un monstruo nacido para hacer el mal, cuya sangre parece encerrada en la muerte sin posible escapatoria; pero de pronto, un sonido inesperado abre una puerta que lleva a un lugar donde todo otra vez puede ser nuevo.

Alexis fue el primer compositor de su generación que de alma a alma le transmitió un mensaje de esperanza; en su música ha encontrado una fuente de ilusión y fuerza que cada día la rejuvenece en la brutal guerra que está librando para unirse por dentro y, siendo una mujer completa, rebelarse a su destino ascendiendo hacia la luz. ®

Para saber más sobre la carrera de Alexis Aranda.

Para escuchar la música de Alexis Aranda.

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Publicado en: Mayo 2011, Música

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