¿Por qué habría de sorprender que un gobierno que ha demostrado poco interés por la ciencia, la educación y el progreso mantenga instituciones de salud en las que se practica una medicina no científica?
Un charlatán a la dirección del ISSSTE
La noche del 30 de noviembre, en una inusual ceremonia, el secretario de Gobernación anunció el nombramiento del nuevo director del ISSSTE, Pedro Zenteno Santaella, egresado de la carrera de Médico Cirujano y Homeópata del IPN. Esta carrera está fundamentada en ideas obsoletas del siglo XVIII, que carecen de utilidad médica y de evidencia científica.
La homeopatía es una práctica pseudomédica que desde hace décadas es avalada por el Estado mexicano. Sin embargo, ésta es la primera vez que alguien formado en esta rama de las pseudomedicinas es nombrado en un cargo público de esta importancia en el área de Salud. Resulta preocupante este nuevo aval a la charlatanería, cuando el mundo atraviesa los efectos de la pandemia de covid–19.
Iztapalapa, 480 pesos por un litro de agua “mágica”
El nombramiento del Zenteno Santaella no es la un hecho aislado, pues múltiples gobiernos locales y el gobierno federal han avalado este tipo de prácticas inútiles. El pasado 12 de febrero la alcaldesa de Iztapalapa anunció la distribución de 80 mil kits con productos homeopáticos en esa demarcación de la Ciudad de México, con el objetivo de “fortalecer el sistema inmunológico y prevenir enfermedades respiratorias”. También señaló que no se trata de una cura para el covid–19 sino un elemento para “ayudar a detener la velocidad de contagios”.
Estas acciones enmarcadas en un programa llamado Patli, de esa alcaldía, implicaron pagos de 130,848 pesos por 840 kilos de glóbulos sublinguales y 18 litros de “extractos homeopáticos”, así consta en el contrato IZTP/DGA/AD/281/2020. Para entender estos datos consultamos al divulgador científico y editor de la página web Verificiencia, Javier Delgado.
—¿Cómo podemos explicar brevemente al lector qué es la homeopatía?
—La homeopatía fue una idea que tuvo un médico del siglo XVIII llamado Christian Friedrich Samuel Hahnemann. En esa época la medicina funcionaba con bases no científicas, sino basada en la teoría de los cuatro humores de los griegos, que veía a la enfermedad como un desbalance interno producido por intoxicaciones.
Hahnemann pensaba que los síntomas de las enfermedades eran la forma en la que el cuerpo lucha contra la enfermedad, así que pensó que si usaba medicamentos que produjeran el mismo síntoma el paciente mejoraría. Pero eso no tuvo éxito, así que pensó que tal vez debería diluir más los medicamentos.
Para intentar curar ese desbalance se creía que era necesario desintoxicar al cuerpo y se usaban medidas extremas como sangrías, vomitivos, sudoraciones, lavativas, etc. Además se usaban sustancias que hoy sabemos que son tóxicas.
Hahnemann pensaba que los síntomas de las enfermedades eran la forma en la que el cuerpo lucha contra la enfermedad, así que pensó que si usaba medicamentos que produjeran el mismo síntoma el paciente mejoraría. Pero eso no tuvo éxito, así que pensó que tal vez debería diluir más los medicamentos. Lo que observó es que muchos de sus pacientes mejoraron. Al final rebajó tanto los medicamentos que era casi lo mismo que agua pura.
Lo que pasó, y es algo que muchos médicos del siglo XIX descubrieron, es que los tratamientos de la época eran muy perjudiciales y causaban grandes daños. El dar prácticamente agua y confortar a los pacientes resultaba mejor que la medicina del siglo XVIII, a la que hoy se le llama “medicina heroica” por los métodos extremos que usaban; es la medicina a la que Hanneman llamó “alopatía”.
Pero en el siglo XIX se comenzó a aplicar la ciencia a la medicina, y todos esos métodos dañinos fueron eliminados, casi toda la herbolaria, pociones, sangrías, lavativas, sustancias venenosas, etc., fueron relegadas de la medicina y poco a poco se fueron introduciendo medicinas que sí funcionaban… pero los seguidores de Hanneman se quedaron en el pasado. La medicina que él llamó alópata en realidad desapareció en el siglo XIX.
La homeopatía funciona dejando al cuerpo que se cure solo y se hace sentir bien al paciente. Eso es bueno para enfermedades sencillas, que se curan por sí solas, pero es completamente inútil para enfermedades más serias.
—La alcaldía Iztapalapa comenzó en febrero pasado a repartir kits de productos homeopáticos con el objetivo de “fortalecer el sistema inmunológico y prevenir enfermedades respiratorias”. Según el contrato se adquirieron 840 kilos de glóbulos sublinguales y 18 litros de tres “extractos homeopáticos” que están descritos como Arsenicum album, Bryonia alba e Influenzinum en “concentraciones 30C”. ¿Cómo podemos entender que es lo que adquirió la alcaldía?
—En este momento no existe ningún tratamiento específico para covid–19, y la homeopatía hasta ahora nunca ha mostrado que sirva para tratar ninguna situación. El Arsenicum album es un veneno conocido como trióxido de arsénico. Afortunadamente está tan diluido que difícilmente podría tener algún efecto.
—La alcaldía pagó 480 pesos por cada litro de estos “extractos” y 124 pesos por cada kilo de estos glóbulos. ¿Podemos afirmar que realizó un pago por agua?
—Una dilución de 30C significa que la sustancia ha sido diluida en 1 parte en 1,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,00,000,000,000,000,000,000,000 partes de agua. De manera que prácticamente no contienen nada de la sustancia original. Los glóbulos sublinguales están hechos usualmente de lactosa o sacarosa, que son muy baratas y no tienen ninguna propiedad curativa. Podríamos decir que es azúcar o leche en polvo a muchas veces su precio.
Una dilución de 30C significa que la sustancia ha sido diluida en 1 parte en 1,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000,00,000,000,000,000,000,000,000 partes de agua. De manera que prácticamente no contienen nada de la sustancia original.
—¿Existe alguna evidencia de que la homeopatía funcione?
—Se han realizado unos mil estudios sobre la homeopatía, algunos de ellos realizados por homeópatas. Podemos concluir que no hay evidencia de que funcione mejor que un placebo. Muchos médicos homeópatas dedican tiempo a escuchar a sus pacientes, muchas veces eso basta para que el paciente se sienta mejor, pero no es medicina.
—¿Hay riesgos a la salud vinculados al consumo de productos homeopáticos?
—Aunque usualmente las diluciones son tan bajas que no hay posibilidad de que tengan algún efecto, los procesos de fabricación de éstos no son revisados por las autoridades, por lo que se han dado casos de contaminación con otros productos.
—Además de estas acciones en la alcaldía Iztapalapa, la de Azcapotzalco ofrece consultas de homeopatía y el gobierno de la Ciudad de México mantiene un centro denominado Centro de Medicina Integrativa (CEMI) que ofrece consultas de fitoterapia, acupuntura y homeopatía. ¿Podemos considerar que hay una desconexión con la ciencia por parte de la administración local?
—Desgraciadamente muy poco de la llamada “medicina alternativa” ha sido verificada y la que es verificada no ha mostrado funcionar. Si realmente funcionaran estos métodos ya habrían sido adoptados por la medicina basada en la ciencia.
Tan sólo en Estados Unidos la medicina alternativa es un negocio de más de 50 mil millones de dólares, basados en una creencia de que “lo natural es sano”. Lo cual es un error. Es más fácil terminar con el hígado dañado por consumir medicamentos herbolarios que por consumir medicamentos farmacéuticos.
Contra lo que afirman sus promotores, la medicina alternativa es un negocio, un negocio que se aprovecha de que no se hacen investigaciones para probar que funciona, o que es inocua. Eso les permite hacer afirmaciones fantásticas sobre la efectividad de sus productos. Tan sólo en Estados Unidos la medicina alternativa es un negocio de más de 50 mil millones de dólares, basados en una creencia de que “lo natural es sano”. Lo cual es un error. Es más fácil terminar con el hígado dañado por consumir medicamentos herbolarios que por consumir medicamentos farmacéuticos. Y no es que la industria farmacéutica sea unas hermanas de la caridad. Son un negocio bien regulado y existen muchas agencias de distintos gobiernos del mundo que vigilan lo que investigan y lo que prometen.
La industria de la medicina alternativa está lejos de tener regulaciones que garanticen lo que promete.
Los extractos homeopáticos por los que la alcaldía pagó 8,640 pesos son sólo 18 litros de agua que no contienen ningún principio activo.
Los glóbulos sublinguales homeopáticos son comprimidos de azúcar o leche en polvo, el gobierno de Iztapalapa pagó 124 pesos por kilo.
El contrato de la alcaldía Iztapalapa revela además que la persona física que obtuvo el contrato para esa compra no se dedica a la comercialización de medicamentos o insumos para la salud, pues según su ficha de Compranet se dedica a la venta de material de ferretería y construcción.
La alcaldesa Clara Brugada reveló que los kits que distribuye su gobierno se “produjeron” en seis de los centros llamados “Utopías” que administra la alcaldía. Pudimos confirmar que el proceso de impregnación y envasado se realizó por personal que participa en las actividades de estos centros, ya que se publicaron fotos y datos del proceso dentro de las instalaciones —lo que pone en duda la higiene y el control del proceso—. Dado que las actividades deportivas están suspendidas por la contingencia, el personal de albercas y otras áreas participó envasando estos productos como “apoyo” al programa Patli.
Esto implica que además del pago por las sustancias referidas en el contrato citado se debieron comprar frascos, etiquetas, bolsas y otros insumos para envasar estos productos, así como destinar recursos al pago de las personas que realizan el envasado.
Problema nacional
Esta acción se integra en un conjunto de prácticas pseudomédicas promovidas por diferentes partidos y administraciones en México. Si bien ya desde los tiempos de Juárez se autorizó la práctica de la homeopatía en México, es un hecho que todos los gobiernos posteriores avalaron estas prácticas pseudomédicas a pesar de la modernización del país posterior a la revolución.
Tras la creación del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en 1936, esta nueva institución absorbió la Escuela Nacional de Medicina Homeopática que se había fundado en el Porfiriato. Desde entonces ha operado con diferentes sedes. Actualmente, con el nombre de Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía, se encuentra en el campus Zacatenco del IPN. Sólo en 2021 el presupuesto asignado a esta “escuela” fue de 4,968,149 pesos.
Durante el gobierno de Ernesto Zedillo se reglamentaron los preparados homeopáticos en el artículo 28 del Reglamento de insumos para la salud, aunque ya desde la Ley General de Salud emitida en 1984 por el gobierno de Miguel de la Madrid (vigente) se avaló la homeopatía. En su artículo 224 se señala:
Artículo 224.— Los medicamentos se clasifican: (…) B. Por su naturaleza: I. Alopáticos: Toda substancia o mezcla de substancias de origen natural o sintético que tenga efecto terapéutico, preventivo o rehabilitatorio, que se presente en forma farmacéutica y se identifique como tal por su actividad farmacológica, características físicas, químicas y biológicas, y se encuentre registrado en la Farmacopea de los Estados Unidos Mexicanos para medicamentos alopáticos.
II. Homeopáticos: Toda sustancia o mezcla de sustancias de origen natural o sintético que tenga efecto terapéutico, preventivo o rehabilitatorio y que sea elaborado de acuerdo con los procedimientos de fabricación descritos en la Farmacopea Homeopática de los Estados Unidos Mexicanos, en las de otros países u otras fuentes de información científica nacional e internacional.
Debe destacarse que se usa la expresión “alopatía” para referirse despectivamente a los medicamentos basados en principios activos. Este término fue acuñado en 1848 por el fundador de la homeopatía, Samuel Hahnemann, como ya vimos, y se usa por los charlatanes homeópatas para referirse a la medicina basada en evidencia que se usa actualmente.
La última reforma a la Ley General de Salud que dio origen al Insabi mantiene y reconoce la homeopatía. Actualmente el gobierno federal autoriza el uso de homeopatía y la regula a través del Compendio Nacional de Insumos para la Salud.
Presencia de charlatanería en las universidades públicas
No solamente el IPN cobija esta charlatanería. Otras universidades públicas mantienen proyectos y oficinas dedicadas a darle validez. La Universidad Autónoma de Chapingo inauguró en 2018 el Centro Nacional de Investigación en Agrohomeopatía y Transdisciplina. En 2020 esta oficina organizó elXVII Foro Interinstitucional de Homeopatía 2020. El evento se iba a realizar de manera presencial, pero debido a la contingencia se desarrolló de manera virtual y fue inaugurado por el rector de la UACh, José Luis Ramírez.
El comité organizador que lleva algunos años dirigiendo este foro incluye tanto a representantes del IPN como de la UNAM y la UACM. Participa la química bióloga Lilián Morfín Loyden de la FES Cuautitlán, quien dirige el laboratorio de bromatología de ese campus. Morfín, junto a su socia, la doctora Deneb Camacho Morfín (también parte del comité) ha publicado trabajos como “Experiencias en la FES–C, UNAM, en investigación de homeopatía aplicada a los animales domésticos”.
Otra integrante del comité organizador es la geógrafa Verónica Durán Carmona, de la UACM, y el doctor Santiago Aja Guardiola, quien imparte clases de anatomía veterinaria en la FMVZ de la UNAM. En la edición 2017 de ese foro que se desarrolló en la UACM este personaje presentó la ponencia: “Tratamiento homeopático veterinario en procesos abscesantes y abscesos en rumiantes y los équidos”. En 2018 el mismo evento se desarrolló en el campus 4 de la FES Cuautitlán.
Además de estas personas e instituciones, otros espacios de educación pública como la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) también imparten pseudociencias; en su campus Iztapalapa imparte la Especialización en Acupuntura y Fitoterapia. Aunque la fitoterapia está reconocida como un campo real del conocimiento médico, la acupuntura carece de evidencia científica sobre su funcionamiento y tiene como origen mitos de la China antigua. Parte de la creencia de que existen “canales de energía” en el cuerpo, que transportan una energía llamada “qi” o “chi”. Ni los canales ni la supuesta energía se han encontrado nunca.
Estas prácticas dentro de las universidades del país no solamente ponen en riesgo la vida de las personas que recurren a este fraude. También contraviene el artículo 3o. de la Constitución, que en su fracción II señala: “El criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios”.
Inversión federal, estatal y local en charlatanería y prácticas pseudomédicas
Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto se reinauguró el Hospital Nacional Homeopático, que se encontraba dañado desde los sismos de 1985, y durante el sexenio de Felipe Calderón se evaluó su reconstrucción. La obra se concluyó en 2015 y representó un gasto público de 761 millones de pesos. En 2020 este centro ejerció un presupuesto anual de 104,013,807 pesos. A pesar de este enorme presupuesto, según sus propios datos, el gasto anual en insumos homeopáticos fue de sólo 77,719 pesos. Esta desproporción se explica porque estos preparados sin utilidad terapéutica sólo se recetan incidentalmente como placebos.
Actualmente el Conacyt mantiene los estudios de posgrado en homeopatía como parte del Padrón del Programa Nacional de Posgrados de Calidad, esto significa que el gobierno mexicano financia desde sus programas de ciencia la charlatanería.
Por su parte, los gobiernos de la Ciudad de México, desde la administración de Marcelo Ebrard en adelante, han promovido proyectos públicos de tipo pseudomédico. Es el caso de los llamados CEMI. En 2011 el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal puso en marcha el CEMI en la colonia San Rafael, el cual ofrece servicios de herbolaria, homeopatía y acupuntura pagados por el erario público. Además el CEMI administra consultas del mismo tipo en cuatro unidades más dentro de los centros de salud de la Ciudad de México: en el Centro de Salud Dr. José María Rodríguez, en la alcaldía Cuauhtémoc; en el Centro San Andrés Totoltepec, en Tlalpan; en el Centro Santa Catarina Yecahuizotl, en Tláhuac, y en el de Santa Ana Tlacotenco, de la alcaldía Milpa Alta.
Durante la administración de Miguel Mancera, el CEMI envió a un grupo de su personal a Shanxi, China, a tomar cursos de acupuntura y terapia de ventosas durante dos meses. Ambas prácticas, reconocidas como pseudociencias, se ofrecieron posteriormente como parte de los servicios del programa “Médico en tu Casa”.
En 2017, durante la administración de Miguel Mancera, el CEMI envió a un grupo de su personal a Shanxi, China, a tomar cursos de acupuntura y terapia de ventosas durante dos meses. Ambas prácticas, reconocidas como pseudociencias, se ofrecieron posteriormente como parte de los servicios del programa “Médico en tu Casa” de la capital.
En 2020 la administración de Claudia Sheinbaum lanzó la Licitación Pública Nacional núm. 909005989–DGCOP–L–022–2020 para la construcción de un nuevo centro de este tipo en la alcaldía Miguel Hidalgo; esta obra tiene un presupuesto de 18 millones de pesos y se encuentra en fase de construcción. Esta decisión derrumba las afirmaciones de campaña de Sheinbaum sobre su perspectiva científica del ejercicio de gobierno.
Fue el CEMI la entidad que avaló y supervisó la decisión de la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada (economista), para repartir kits de preparados homeopáticos.
Éstos no son los únicos espacios en la Ciudad de México donde se promueve y usa la homeopatía. Las alcaldías de la capital la han incluido dentro de sus programas públicos. Tenemos el caso de la alcaldía Azcapotzalco, que ofrece consultas de homeopatía con costo para el público en sus llamados centros generadores de recursos. En la Gaceta Oficial de la CDMX, núm. 533, del 13 de febrero de 2021, se establece que las consultas de homeopatía en la alcaldía tendrán un costo de 221 pesos en los Centros de Desarrollo Comunitario “Jardín Azpeitia”, “Josefa Ortiz de Dominguez”, “Petrolera”, “Calpulli Antonio Valeriano”, “San Antonio” y el “Módulo de Bienestar Providencia”.
A su vez, el gobierno de Sheinbaum ha promovido el Proyecto de Norma Ambiental para la Ciudad de México, que establece los Requisitos, Lineamientos y Especificaciones Técnicas para la producción agroecológica en el suelo de conservación de la Ciudad de México. Este proyecto, publicado en la edición 513 de la Gaceta Oficial de la CDMX, correspondiente al 13 de enero de 2021, incluye prácticas de homeopatía y agrohomeopatía como recursos válidos para lo que llaman producción “agroecológica”.
Experiencias internacionales
Consultamos al doctor en Biotecnología y divulgador científico J. M. Mulet, de la Universidad Politécnica de Valencia, para contrastar la situación nacional con experiencias internacionales en las que se ha debido lidiar con la charlatanería en instituciones públicas.
—En su opinión, ¿qué efecto puede tener el reparto de preparados homeopáticos con la supuesta intención de “fortalecer el sistema inmune”, desde un gobierno local?
—Tiene un efecto negativo muy pronunciado. El primero es que le están dando validez a algo que no lo tiene, cuando de un organismo público se espera información fiable. El segundo: que la gente que tome este preparado tendrá la falsa sensación de seguridad de que está protegida, y probablemente baje la guardia, con lo que aumentarán las probabilidades de contagio o de que transmita el virus. Un error absoluto.
—Tenemos un escenario en el que universidades públicas como el IPN, la UNAM, la UACh o la UAM mantienen cátedras, carreras o promotores de la homeopatía y otras prácticas pseudomédicas. ¿Qué perspectivas pueden esperarse en las universidades públicas mexicanas en relación con la existencia de estos espacios?
—No es muy diferente de la situación que había en España hace diez años. Por suerte, llegado un momento las propias universidades se dieron cuenta de que mantener esos grados y esa vinculación con prácticas desprovistas de base científica va en detrimento del propio prestigio de la institución. Además, ahora los colegios médicos y el Ministerio de Sanidad se han puesto serios en la protección al paciente, por lo que se ha limitado el espacio de impunidad en el que se movían. Espero que en México en algún momento llegue a una situación parecida.
No es muy diferente de la situación que había en España hace diez años. Por suerte, llegado un momento las propias universidades se dieron cuenta de que mantener esos grados y esa vinculación con prácticas desprovistas de base científica va en detrimento del propio prestigio de la institución.
—¿Podemos comparar el caso mexicano con otras experiencias internacionales que nos ayuden a superar la enseñanza de estas prácticas?
—Sí. La tendencia en Europa es que la homeopatía y la acupuntura van de retirada, porque es muy obvio que, por ejemplo ahora, con el covid–19, no han aportado nada. No puedes estar engañando a todos todo el tiempo.
—Si bien la constitución mexicana señala que el criterio que orientará las políticas públicas será el progreso científico, otras normas como la Ley General de Salud dan espacio a la homeopatía, y leyes como el Reglamento de Insumos para la Salud señalan que las recetas médicas pueden emitirse por homeópatas. El propio gobierno mexicano, a través de la Secretaría de Salud, mantiene un Hospital Nacional Homeopático. Este escenario implica muchos espacios en la ley nacional, que, aunque contradictorios, mantienen estas prácticas como metodologías aceptadas, financiadas y reguladas por el Estado. ¿Esta situación es común a otros países?
—No tan explícita, pero sí que es cierto que la redacción de ese párrafo (del art. 224 de la Ley General de Salud) deja clara la intervención de homeópatas, ya que utiliza su jerga. En la Unión Europa existe una ley que contiene algunas excepciones para los medicamentos homeopáticos, a la hora de demostrar su efectividad.
—¿Qué evolución podemos esperar comparando este caso con las experiencias internacionales?
—A lo largo de la historia la homeopatía y las pseudomedicinas han experimentado aumentos y descensos de la popularidad. Normalmente los descensos de la popularidad van parejos a situaciones sanitarias complejas, en las que la gente se da cuenta de qué es lo que funciona y qué no, por lo que se avecinan malos tiempos para la homeopatía.
—En la actual emergencia por la pandemia ¿podemos esperar un cambio en la relación de los Estados respecto a prácticas pseudomédicas?
—No es tanto una cuestión de Estados sino del público. La gente está haciendo colas —o saltándoselas— por las vacunas. ¿Alguien ha clamado por la homeopatía o por la acupuntura durante esta pandemia? De hecho, al principio el gobierno chino construyó dos hospitales en Wuhan, pero no construyó ningún centro de acupuntura o de medicina tradicional china. Con eso queda todo dicho. ®