Con 56 poemas cortos este título es como una daga bien afilada. La herida es causada con rapidez; la herida es apenas perceptible al inicio, pero el dolor sigue ahí, aunque haya sanado la cicatriz.
¿Qué dolor parte en pedazos a Idea Vilariño? ¿De dónde viene tanta sensación de despojo? ¿Tiene el corazón en llamas y su voz se hunde en el amor? ¿O es la figura mancillada de cualquier mujer que deja todo por alguien hasta quedar vacía? ¿Por qué sus palabras son un espejo roto en el cual me es fácil verme reflejada?
Lo pregunto en presente porque, a pesar de su muerte en 2009, la obra de la uruguaya está viva y quema con un ardor a la vez familiar y extraño. Lo pregunto aquí porque al ser la primera vez que me encuentro con esta poeta me ha hecho sentir identificada, confundida y adolorida.
El culpable de esto es su libro Poemas de amor, publicado originalmente en 1957 y reeditado después en 1979 por Acali (ahora puede encontrarse en la edición que hizo Lumen de su poesía completa). Pero dejarse llevar solamente por el nombre, si no se conoce la obra de esta autora, traerá una sorpresa. Amarga, supongo, para la mayoría, reconfortante, por ejemplo, para mí.
Vilariño es la voz de una latinoamericana hablando descarnadamente del desamor, la angustia y la espera.
No sé si todas las mujeres se han sentido así, pero yo sí. He estado atravesada por el amor y la melancolía; atravesada por la dedicación romántica hacia el ser amado y deprimida al mismo tiempo por la espera. En ocasiones he sentido que odio el amor.
Con 56 poemas cortos este título es como una daga bien afilada. La herida es causada con rapidez; la herida es apenas perceptible al inicio, pero el dolor sigue ahí, aunque haya sanado la cicatriz.
Lo más extraño es que el dolor de Vilariño contenido en su escritura, si bien se siente inmenso, no está desbordado. Entre cada melancolía hay una pausa, un pensamiento, una crítica. Como si la razón se le atravesara, como si fuera un mecanismo para impedir sentir demasiado.
No sé si todas las mujeres se han sentido así, pero yo sí. He estado atravesada por el amor y la melancolía; atravesada por la dedicación romántica hacia el ser amado y deprimida al mismo tiempo por la espera. En ocasiones he sentido que odio el amor. Justo como creo que Vilariño lo odia también.
La poeta, perteneciente a la generación del 45, dedicó sus versos a Juan Carlos Onetti. Pero no a manera de idolatría. Las ideas abordan la espera, la angustia por la ausencia. La lectura me pareció incongruente en algunas partes, porque deja entrever que a la par del sufrimiento el amante está sólo de paso.
Varios poemas llevan los mismos títulos. Y esa repetición me da la impresión de que sus emociones titubean, como si la autora intentara convencerse, a la fuerza, de lo que dice.
Mi poema favorito es “Te estoy llamando”. A pesar del dolor, de la añoranza y de la ausencia, Idea considera el amor como un tema vital. La poeta es profunda y escribe desde las heridas, pero al mismo tiempo el amor le da sentido a su destino, le da paz, le da sueños, tal como lo hace conmigo.
La obra de Idea Vilariño ha envejecido bien. Porque sigue vigente, me parece, al no inclinarse al amor romántico que hoy en día está en entredicho. Considero que las mujeres de hoy pueden identificarse, como yo, con este libro que a veces se confunde con un monólogo, una confesión, una conversación interna. ®