Un objeto “tijuaneado” es un objeto maltratado, en malas condiciones, y una persona “tijuaneada” es una persona enferma por la inseguridad y el descuido en el que están abandonados muchos aspectos de la ciudad fronteriza.
Con la cita “La gran pregunta no es qué clase de ciudad queremos, sino qué clase de personas queremos ser. Las grandes transformaciones urbanas han cambiado quiénes somos, cómo somos y qué somos”, de David Harvey, comienza Tijuaneados Anónimos: Una lágrima, una sonrisa. El documental, realizado entre 2008 y 2009 como una iniciativa del grupo Bulbo y Galatea Audiovisual, y dirigido por Ana Paola Rodríguez y José Luis Figueroa, plantea la necesidad del compromiso y la participación ciudadanas para resolver el problema de ingobernabilidad que afecta a la ciudad fronteriza de Tijuana. Un objeto “tijuaneado” es un objeto maltratado, en malas condiciones, y una persona “tijuaneada” es una persona enferma por la inseguridad y el descuido en el que están abandonados muchos aspectos de la ciudad fronteriza. “Tijuaneado” se usa también para definir a lo improvisado, las cosas que en Tijuana están hechas sin planeación, “colgando de un hilito”, ya que es una ciudad de paso y sus habitantes viven con la idea de que no se van a quedar a vivir ahí.
Los integrantes del grupo siguen un programa de doce pasos para superar la enfermedad de lo “tijuaneado”, a la manera de los grupos de recuperación de Alcohólicos Anónimos. Aunque debido a la situación de descuido e inseguridad que vive toda la república mexicana el grupo podría funcionar en cualquier ciudad; Tijuana germina y crece gracias a la frontera, no como Ciudad Juárez o las ciudades fronterizas del estado de Tamaulipas, más antiguas, que no se crearon exclusivamente como un resultado de su localización cerca del borde. Tijuana está conformada casi exclusivamente de una población que no reconoce la ciudad como propia. Muchos de sus habitantes esperan pasar algún día al otro lado de la frontera o regresar a sus casas, por lo que se asientan con la idea de que será temporal, y aun al paso de los años niegan un sentido de pertenencia.
Lo novedoso del enfoque de Tijuaneados Anónimos es que no es un documental de denuncia. No se pretende denunciar a las autoridades por la inseguridad en la que se vive, sino que exhorta a sus habitantes a hacerse responsables de la situación que los rodea. Explica Daniel Salinas, un periodista, que “Tijuana está condenada por su geografía, los Estados Unidos tendrían que invadir México, o México tendría que invadir Estados Unidos y que se recorra la frontera para que Tijuana deje de ser la joya de la corona de cualquier negocio ilegal”. Tijuana no sólo es una gran entrada de drogas a los Estados Unidos sino hogar de muchas multinacionales, que utilizan la mano de obra barata mexicana para reducir sus costos de producción. La población se conforma entonces por personas que trabajan en la industria maquiladora, personas que viven del muy lucrativo negocio de las drogas y personas que con la esperanza de una mejor vida del otro lado de la frontera se han quedado ahí esperando cruzar. Con un ritmo de crecimiento de tres cuadras por semana en asentamientos no regularizados, dice Salinas, no se puede culpar al gobierno por los problemas de Tijuana, pues ningún gobierno en el mundo sería capaz de trabajar tan rápido para adaptarse a un ritmo tan acelerado de crecimiento urbano. Muchas familias se asientan en terrenos que no son apropiados para vivir e, incluso, al paso del tiempo exigen servicios de alcantarillado e iluminación al gobierno y les son otorgados, con lo que si antes no era oficial su permanencia en Tijuana, ahora se quedan aunque sigan añorando sus lugares de origen.
Debido a la incapacidad del gobierno de adaptarse a los rápidos cambios urbanos, se hacen necesarios nuevos espacios de participación ciudadana que funcionen en conjunto o al margen de las instituciones oficiales. “El hartazgo y la ineficacia son dos de las principales motivaciones que hacen que la ciudadanía pretenda autoempoderarse. La constitución de comités ciudadanos o bien de grupos de personas que busquen cambiar las condiciones de su entorno son dos de las formas típicas de asociativismo que se han convertido en las más características del proceso de empoderamiento”.1
Tijuana se nos plantea, como una vez dijo Néstor García Canclini, como “uno de los grandes laboratorios de la posmodernidad”, pues concentra las grandes contradicciones del mundo en la actualidad. Como laboratorio es una ciudad abierta, en la que no sólo se concentran violencia e ilegalidad, sino nuevas formas de ejercer la ciudadanía. Ahora sólo nos queda inventarlas.
Los grandes problemas que enfrenta la ciudad hace necesarias nuevas formas de entender el concepto de ciudadanía. Es conocida la ineficacia del gobierno mexicano y la falta de confianza de los mexicanos hacia sus gobiernos, pero algo que reconocen también los personajes de Tijuaneados Anónimos es la costumbre de echarle la culpa de todos los problemas al gobierno y la falta de
empatía de los tijuanenses hacia los problemas de los demás. “Si no me pasa a mí o a mi familia es como si no pasara nada”. Uno de los participantes del grupo lo justifica como una forma de sobrevivir en una realidad muy dura, la insensibilidad para no sufrir.
El programa de doce pasos, de la misma forma que el programa de Alcohólicos Anónimos, está destinado a reconocer que el tijuaneado tiene un problema —la enfermedad que aqueja a la ciudad los afecta—, pero también a reconocer que los problemas sociales vienen de los integrantes de ésta. El grupo reconoce que los tijuanenses tienen el gobierno que se merecen. Versa un dicho
que cada sociedad tiene el gobierno que se merece, la realidad es que en la interacción entre sociedad y gobierno ambos se van formando mutuamente, y si la sociedad tiene el gobierno que se merece, también las dinámicas gubernamentales son responsables de gobernar a una sociedad apática, desconfiada y violenta.
Como primera necesidad para resolver un problema hay que reconocerlo. Hay que reconocer que el problema viene de uno mismo, y que tal vez la única forma de resolver el problema de la ingobernabilidad en una sociedad compleja es empezar por uno mismo, es más fácil cambiar uno mismo que cambiar el entorno que nos rodea. Se recomienda sobre todo no recurrir a la autoconmiseración, sino actuar. Tijuaneados Anónimos, si bien deja una luz de esperanza sobre la influencia de la acción ciudadana sobre el entorno urbano, deja recaer toda la responsabilidad sobre los ciudadanos sin dejar de reconocer con cierta ironía cómo el gobierno no quiere reconocer los gravísimos problemas que la afectan. Esto queda claro cuando Daniel Salinas, el periodista que comparte sus impresiones sobre la situación tijuanense, participa en la inauguración del Museo del Ámbar en un ambiente completamente ajeno al que se muestra en el documental; varios hombres muy bien vestidos, en una carpa montada en un descampado, que luego reconocemos como el gobernador de Baja California, José G. Osuna Millán, quien habla sobre la necesidad de crear centros para “el cultivo del cuerpo”, “y el deporte y la cultura”, cómo “la cultura recrea el espíritu y el alma” y cómo están “tratando de construir en todo Baja California un camino para salvar a los jóvenes de la violencia”, mientras el periodista tiene que dictar por teléfono una nota de prensa sobre cuatro cuerpos de jóvenes menores de diecisiete años que aparecieron decapitados en alguna parte de la ciudad.
Tijuana se nos plantea, como una vez dijo Néstor García Canclini,2 como “uno de los grandes laboratorios de la posmodernidad”, pues concentra las grandes contradicciones del mundo en la actualidad. Como laboratorio es una ciudad abierta, en la que no sólo se concentran violencia e ilegalidad, sino nuevas formas de ejercer la ciudadanía. Ahora sólo nos queda inventarlas. ®
Notas
1 Flores, A., 2007, “Participación ciudadana y democracia participativa: buscando alternativas para la medición del empoderamiento ciudadano en México”, México, Mujeres y Punto, p. 31.
2 García Canclini, Néstor, Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, México: Grijalbo, 1989.