Dibujos, juguetes, escultura y pintura, la obra de Juan Bastardo aborda diversas técnicas y formas para aproximarse, en este caso, de vuelta a la niñez.
—¿Por qué Bastardo?
—Es un nombre que alguien me puso hace tiempo porque en realidad soy un hijo bastardo. Ya son más de doce años con este nombre, así que lo ilegítimo encarnó, es como en este tiempo en el que ya no sabemos qué es real o qué es simulacro.
—Habla de tus comienzos en el arte…
—Mis maestros me ubicaron en este medio, y sus enseñanzas se ven reflejadas en mi obra, pero también me ha impactado e influenciado el conocimiento de muchas de las vertientes del arte, y eso se ha traducido en el encuentro y la búsqueda de mi propio quehacer.
—¿Vives o sobrevives del arte?
—La cuestión de la supervivencia no es tan complicada; en mi caso también trabajo en diseño gráfico y diseño web como actividades paralelas, hay muchas otras líneas dentro de las artes con las cuales se puede obtener ingresos sin tener que dejar de hacer lo tuyo. Algunas veces esa visión deificada del artista lleva a las personas a una visión algo nublada, además de que ningún lugar es seguro para destacar en cualquier área. En este caso hay que trabajar mucho para realizar la obra, proponerla en sitios y provocar el impacto deseado.
—Empleas muchas expresiones distintas, como la fotografía, la escultura, el dibujo.
—Utilizo la que sea conveniente para sacar adelante mi proyecto, no soy arbitrario en el uso de estos recursos pero no desdeño lo que pueda ser útil para lograr lo que quiero.
—¿Cómo surge The Project, qué relación tiene con aquello de que nunca dejamos de ser niños y de que son precisamente los juguetes un ancla de esa etapa?
—Primero surge el cuestionamiento y la reflexión acerca de la necesidad de realizar éste y todos mis proyectos en general. ¿Es necesario que el proyecto exista, que se muestre en una galería, que circule en el circuito del arte? Con respecto a The Project, no aborda la situación de nunca dejar de ser niños, más bien plantea una situación modeladora de identidades a partir del juego y la función de estos objetos o nuevos objetos de poder para la inserción y fusión del individuo y cómo éstos pueden dar cuenta de la identidad impostada. Cómo estos juguetes nos muestran la capacidad de transformarse, de codificar y recodificar elementos formales con valores sociales o estéticos.
—Respecto a El Adversario, ¿qué pensaste al llevar tu obra a una arena de lucha libre? ¿Cuál fue la respuesta de la gente?
—El lugar puede ser atípico para una exposición de arte, pero no lo sentí como algo fuera de sitio pues la arena forma parte del lugar donde crecí y es parte de mi bagaje cultural. La respuesta de la gente fue un tanto dudosa porque no sabían qué diablos hacían esas piezas ahí, aunque después de unos momentos era muy interesante ver cómo el espectador de lucha libre se tomaba fotos con las piezas, como si éstas fueran una atracción más o un elemento típico para registrar en una imagen para el recuerdo.
—¿Qué planes existen a mediano plazo con tu obra?
—Siempre está la intención de llevar la difusión de la idea a donde sea posible, no hay un límite. Ahora me encuentro terminando un nuevo proyecto para exhibir en Guadalajara, solicité una beca en España y estoy concretando la exhibición de The Project en Los Ángeles. ®