¿Por qué un concierto de un extraordinario músico inglés tiene que estar precedido por el discurso de un secretario de Cultura? Aquí, una crónica apresurada y olorosa a mezcal del concierto con que Nyman culmina su gira de mayo por el país.
Voy corriendo a la velocidad que mis pulmones de fumador me permiten. Comienzo a sudar. “No debí tomarme ese último mezcal”, pienso mientras esquivo a las personas frente al Palacio de Bellas Artes. “Ojalá no llegue tarde, es Nyman, carajo…”, digo para mis adentros cuando, al dar un salto, un caballito de plástico sale volando de mi maletín. Comienzo a reír: “This is pure gonzo!” Ya no puedo más, decido caminar y, cómo no, encender un cigarrillo…
Vislumbro el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris. He llegado diez minutos tarde y rezo porque aún me dejen pasar. Por suerte, el concierto aún no comienza. Se trata de Nyman Sinfónico, que es parte de las actividades del año de intercambio cultural entre México y el Reino Unido. Con el apoyo de The British Council y The Anglo Mexican Foundation la Michael Nyman Band estuvo de gira en México durante mayo del 2015, presentando el repertorio más clásico e icónico del compositor británico, que viene de tocar dos fechas en Guadalajara, en el hermoso Teatro Degollado y en el Auditorio Blackberry, donde estrenó nacionalmente “War Work: 8 Songs with Film”y su programa Baroque.
La clausura de la gira en la Ciudad de México el sábado 23 de mayo es por demás especial: Nyman Filarmónico. Michael Nyman Band y la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México prometía ser una colaboración sin igual, ya que el programa estaba compuesto por obras como “MGV” (“Musique á Grande Vitesse o Música a gran velocidad”), “Water Dances” y Sinfonía No. 2. “Distinto amanecer”, entre otras piezas.
Una vez en mi palco, con la frente humedecida por el sudor, una hermosa chica se sienta a mi lado. Tiene ojos ambarinos, el talle esbelto y cabello lacio en el cual deseo perderme. Salgo de mis ensoñaciones pues el secretario de Cultura de la CDMX, Eduardo Vázquez Martín, procede a dar el discurso oficialista, pues ese día se celebra el aniversario 97 de unos de los recintos más emblemáticos de la ciudad.
Algunas personas comienzan a silbar y abuchear. Alguien se pone de pie y exclama airado: “Señor secretario, venimos a escuchar a Michael Nyman y no a usted, están comenzando veinte minutos tarde y ya nos cansamos de esperar”. Más rechiflas le siguen al comentario mientras Vázquez y David Elliott, director de UK/México y representante del British Council, escuchan atónitos. Otro espontáneo se levanta y calla al primero: “Haga silencio, por favor, nos estamos retrasando más pero por favor cállese, no estamos en un partido de fútbol”. Parte de la concurrencia le aplaude también. Pronto el secretario de Cultura se excusa: “Prometo ser breve en mi mensaje”. Al finalizar señala algunos cambios en el programa, que comienza por la segunda parte y terminará por la primera.
Tres saxofones, trompeta, trombón bajo, viola, violines, chelo, corno francés y bajo eléctrico asumen posiciones. Nyman toma lugar al piano para completar el ensamble. Arrancan con la magnífica y alegre “Chasing sheep is best left to sheperds”. Le siguen “An eye for optical theory”, “Prawn watching”, “Time lapse” y “City of Turin”, composiciones de algunas de sus famosas bandas sonoras en colaboración con el director Peter Greenaway, como The draughtsman’s contract, A zed and two noughts y The coldest place on earth.
Posteriormente, la Michael Nyman Band se retira y da paso a la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, dirigida por José Areán, que interpreta una composición original de Nyman, británico avecindado en México y cuya residencia le inspiró la sinfonía no. 2 “Distinto amanecer”.
Macario, Ensayo de un crimen, El esqueleto de la señora Morales, Enamorada, El rey del barrio, Ahí está el detalle, Nosotros los pobres, Amores perros, Redes, Y tu mamá también, Tívoli, Salón México, Modisto de señoras y Los olvidados son algunas de las películas cuyos fragmentos se proyectan en un montaje seleccionado por el propio Nyman. Mientras las imágenes se suceden al ritmo de la música llena de cadencias latinas y mexicanas uno casi puede bailar sobre el asiento ante lo emotivo de lo que se ve y escucha. Es uno de los momentos cumbre de la velada.
En la segunda parte tanto la orquesta como la banda se complementan para brindar Música a gran velocidad, cuya partitura nos haco perdernos en un viaje introspectivo con pasajes minimalistas lleno de matices inscritos en las vanguardias del serialismo musical del siglo XX, fiel a la tradición de la cual el británico abreva e incorpora en su impronta auditiva.
London City Sinfonia, colofón del fin de semana
Por si fuera poco, al día siguiente, domingo 24 de mayo, las actividades del año dual continuaron con el concierto didáctico y familiar de la orquesta London City Sinfonia titulado La profesora loca y el oboe perdido, una historia en la que el oboísta Daniel Bates perdió su instrumento durante el viaje del Reino Unido a México y que nos llevó de la mano por composiciones de Ralph Vaughan Williams, Holst y Warlock, al tiempo que va describiendo los distintos instrumentos y las diferentes características sonoras de cada uno, incluyendo la participación del público.
Me sorprende que aunque el recital de ese día —también tocaron el sábado 23— en Bellas Artes dirigido por Stephen Layton estaba orientado al público infantil, los más emocionados y participativos parecían ser los adultos, que atiborraron el recinto hasta llenarlo de aplausos y risas. Un perfecto colofón para un fin de semana que, en mi caso, fue pletórico de alegría, música y mucho, mucho mezcal. ®