Con gran despliegue televisivo se anunció hace unos meses que el gremio magisterial patrocinaría la educación de calidad a través de un programa de concursos en una televisora privada.
La presidenta del SNTE, Elba Esther Gordillo, y el presidente de Televisa, Emilio Azcárraga Jean, estrecharon muy sonrientes sus manos ante las cámaras para decir que durante un año se transmitiría el programa Todo el mundo cree que sabe, refrito del programa estadounidense ¿Eres más listo que un alumno de quinto grado?, que a su vez es un refrito del juego infantil El burro sabe más que tú. El magnate de los medios de comunicación quizá sonreía tanto porque daba un paso gigantesco en pro de la Alianza por la Calidad de la Educación, mientras que la Maestra quizá no cabía en sí de felicidad porque gracias al acuerdo aportaba a la televisora 200 millones de pesos procedentes de fondos públicos que la SEP le autorizó al organismo sindical.
Confieso que entonces me quedé paralizado de la emoción, con una mueca tan descompuesta como la que suele regalarnos la lideresa de los maestros. Definitivamente las ideas del gremio magisterial están tan avanzadas que a duras penas les seguimos el paso. Siempre sucede lo mismo: como uno se resiste a reconocer de buenas a primeras la genialidad, piensa torvamente que el cinismo ha rebasado los límites de lo obsceno, o bien se decanta por la hipótesis siempre persuasiva de la estupidez: lo que pasa es que son ineptos pero bienintencionados, lo que pasa es que su buena fe los lleva al despropósito de entregar recursos en las manos equivocadas.
Ahora que el programa ya está al aire (canal 2, sábados 9 pm) y convencido de que no tenía por qué suponer que algo huele muy mal en el reino de los maestros, quise ponerme a la altura en vez de prejuiciarme tanto, y mientras veía la emisión realicé un ejercicio de análisis para desentrañar los razonamientos que llevaron a los maestros a sellar su pacto con El Canal de las Estrellas.
Muchas escuelas del país no tienen baños, entonces que se aguanten las ganas hasta el corte comercial.
A la mayoría de profesores habría que inscribirlos de nuevo a la primaria, ergo, Plaza Sésamo en horario estelar.
Si los estudiantes hacen la tarea frente a la televisión, mutatis mutandis, que se les pida ver televisión como tarea.
El sistema educativo está en crisis, por lo tanto el sindicato de maestros paga un largo anuncio de una hora para mejorar su imagen.
Para todo aquel que no entendía por qué la vetusta asignatura de lógica ha estado al borde de desaparecer de los planes de estudio la respuesta no se hace esperar: de Aristóteles a Frege, los lógicos han permanecido muy a la zaga de las inferencias que nos guiarán hacia la excelencia académica. Pero más allá de las acrobacias silogísticas de los maestros, caí en la cuenta de que en realidad la iniciativa partía de una consigna pedagógica irreprochable: ¿Para qué confundir a los niños con aquello de que estudiar debe ser una actividad seria y obligatoria, cuando en realidad “uno se puede divertir educándose”? ¿Cómo no lo habíamos entendido antes? ¡Chabelo para secretario de educación! La raíz cuadrada de nueve o prefieres entrar a la catafixia.
¿Qué se pretende con esta nueva forma de enseñanza que hace de un set “el salón de clases más espectacular”? Además de poner en ridículo al antiguo régimen, que formó a licenciados con destrezas y conocimientos por debajo de cualquier mozalbete al que todavía no le cambia la voz, se conseguirá, entre otras cosas, que a) los niños se liberen de técnicas pavlovianas dirigidas a desarrollar un pensamiento propio y enfoquen sus esfuerzos a la obtención de premios; b) que en lugar de la absurda tara de fomentar su curiosidad se consagren a técnicas más redituables como la memorización, y c) que no se les inculque que el aprendizaje es un proceso social, basado en el diálogo y la experimentación, cuando todavía están a tiempo de entenderlo como una práctica competitiva y si se puede feroz, gracias a la cual podrán humillar al prójimo y exhibir su ignorancia ante millones de espectadores.
Ahora que canales como el Discovery Channel han dado un paso en la dirección correcta y en lugar de programas subidos de tono como los referentes a las prácticas sexuales de las musarañas se ocupan ¡por fin! de temas científicos genuinos como la abducción extraterrestre y las mansiones encantadas, celebro que tanto los maestros como las televisoras hayan comprendido que la pantalla es el aula más formativa y democrática del país. En muestra de agradecimiento, contribuyo a la causa con el siguiente lema, que pueden utilizar como les plazca y de ser posible pedirle a Marco Antonio Regil, el siempre sonriente conductor, que lo repita antes de ir a corte:
—Y recuerden, estudiantes de Mérida a Tijuana, “La letra con anuncios entra”. ®
Alma Villarreal
No sé si reir, llorar o hincarme a rezar.
leobardo
Buenisimo, que atinado punto de vista, salpicado con un genial sarcasmo y una perfecta y acida ironía.
KrizalidX1
Excelente texto, hace mucho que no leia algo con ese dejo de sarcasmo tan delicioso para hacer entender lo mal que va el pais.
salu2