La luz desde el periférico

La señal del paraíso

Por las noches se ve un enorme haz de luz en el cielo de Mérida. Desde cualquier punto uno ve esa inclinación que se proyecta como si estuviera indicando un lugar. Como si se tratara del sitio del tesoro que por obra de una voluntad mágica se estuviera dando a conocer.

© Max Yavno

La imaginación se podría estremecer pensando en mil posibilidades, haciendo una analogía del haz con el arcoiris, como queriendo llegar al lugar de donde nace esa luz presuntamente maravillosa.

Pero su origen no es mágico ni fantasioso, es simplemente una manera de hacer propaganda por parte de un centro teibolero y de strip-tease en el Anillo Periférico. Esa es la luz que sobresale en el cielo de Mérida, la que llena su espacio superior, lo que puede verse desde muchos lados, dado que a Mérida no se le puede contemplar en una panorámica porque no existen los lugares públicos elevados para hacerlo. Nuestra visión de ella siempre es fragmentaria, a ras de suelo.

Lo subterráneo socialmente, lo oculto costumbrista, es lo que se ve. Qué contradicción la nuestra. No vemos la totalidad que deberíamos ver, pero sí sus zonas ocultas, encubiertas, a plenitud en un detalle muy original. En última instancia nuestros centros de atención están en esos espacios periféricos que hacen valer su presencia por toda la ciudad.

Esa luz me parece una carcajada grotesca, una burla a la hipocresía a la vez que una hipocresía misma. Lo embozado tiene luz y tiene altura, lo que está encerrado en sus límites legales y no puede mostrarse en las calles se evade real y simbólicamente y se muestra todas las noches, desafiando la cortina que crean las demás miles de luces.

Ese haz de luz es lo que advierte de lo que pasa en la noche, la soltura de pelo y ruptura de trabas, la presencia quizá no tan incómoda, porque libera energías, rompe tensiones, desata las ataduras morales, en esta tierra donde antes había que evitar hacer las cosas malas a la vista pública y donde ahora eso ya carece de toda importancia, porque el descaro y el cinismo son los que reinan.

Lo subterráneo socialmente, lo oculto costumbrista, es lo que se ve. Qué contradicción la nuestra. No vemos la totalidad que deberíamos ver, pero sí sus zonas ocultas, encubiertas, a plenitud en un detalle muy original. En última instancia nuestros centros de atención están en esos espacios periféricos que hacen valer su presencia por toda la ciudad.

Y es que la luz significa muchas cosas tan disímiles. Es la claridad, es la Verdad, es la actividad, es el dinero, es la vida. Y en estas noches donde las hermosas estrellas se ocultan tenemos el gran sustituto de todas las luces con el que nos manda el distinguido cabaret que desde el periférico margen muestra su hegemonía a nuestra sociedad.

Que se vuelva loco Gramsci, aquí en los márgenes reside el poder, que se aleja para no dañar las buenas costumbres sin que le haga falta el disimulo. Es la razón de Estado que deja libre sus propios márgenes de ilegalidad para sostener su propia legalidad. Todos saben de ella, así que qué importan los embozos, las discreciones.

Sigue ahí, fortísima luz, proyectándote sobre nuestro cielo, simbolizando nuestra realidad, riéndote de nosotros. Nadie te hará daño porque reportas mucha ganancia, porque liberas al pueblo de la conciencia social, porque lo haces olvidarlo de sus verdaderos deberes políticos.

Quienes están contigo no están en la lucha social sino en la placidez que todo lo destierra, que no se preocupa, que no hace nada por cambiar el estado de cosas. Tú eres la señal buscada, la del costoso paraíso carnal que crea arrepentimientos y salvaciones. Hasta reyes magos has de tener con tu haz en el cielo. ®

[2006]

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Publicado en: Abril 2011, Apuntes y crónicas

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