Los yucatecos no son un chiste, ni una postal. Este ensayo colérico y cariñoso, con ilustraciones del cartonista Tony Peraza, busca desmitificarlo a través del análisis de sus medios, sus políticos, su arte y su historia. También busca aproximarse al ser yucateco.
¿Y de dónde eres? De México. ¿Y de qué parte? Yucatán. Aaah, ¿dónde está eso po? No, pues, en la península… cerca de Cancún. ¿De Can Cún? ¿Y tú vas a Can Cún? Esteee, sí, a veces en vacaciones. ¿Qué tan lejos vives de Can Cún? Pues como a tres horas en carretera ¿De Can Cún? Ajá, sí. No poo, hace caleta de años que queremos ir a Can Cún. Oye, mira, ella es de México. ¿De qué parte? De Can Cún. ¿De Can Cún? No, de Yucatán, te dije de Yucatán, no de Cancún. ¿Pero vives cerca de Can Cún? Este… sí, a tres horas. Bacan, mira, él conoce México, se llama Jorge. ¿Eres mexicana? Sí. ¿Y de qué parte? De Yucatán ¿De Yucatán? ¡¡¡Maaare ninio!!!
—María José Pasos, yucatecos perdidos en Chile
Nací en el Distrito Federal, ahí viví los primeros trece años de mi vida. Los recuerdos son un tanto borrosos, como cubiertos por una nube de smog. Los siguientes diez, es decir, de los trece a los veintitrés, mi verdadera etapa formativa, radiqué en Mérida. Ahora que vivo en Guadalajara puedo afirmar sin timidez que el resto del país desconoce la realidad yucateca, el ser yucateco y, además, realmente no les interesa. Para ellos el sureste es una postal.
Elija la opción que más le acomode para explicar la ignorancia y la falta de interés nacional con respecto a Yucatán y así podamos continuar con el verdadero motivo de este ensayo: desmitificarlo.
a) Las fronteras del sureste, sus narrativas, no son tan comerciables para la prensa como las del norte.
b) Suficiente es intentar asimilar la mierda diaria del Estado en que cada quien habita como para además tragarse la de los demás. Al mexicano no le interesa lo que no lo afecte directamente.
c) En cincuenta años, cuando estudiemos los acontecimientos ocurridos a principios del siglo XXI, descubriremos que lo sucedido en Yucatán no tuvo la menor injerencia en el resto del país, mucho menos en nuestras políticas internacionales.
d) El turismo representa el principal ingreso del sureste, no es conveniente que el resto del país lo perciba como una zona conflictiva.
e) Yucatán no se conoce a sí mismo, por lo tanto no ha sabido darse a conocer.
Medios. Medio corruptos + medio irresponsables = completamente mezquinos
Los tres periódicos del Estado gestan grandes transacciones económicas, descaradas alianzas de poder, tienen afiliaciones partidistas. Durante dos años mantuve una columna dominical en Milenio Novedades; además de no recibir un peso en todo ese tiempo, en la temporada de la campaña electoral del 2007 me censuraron la mitad de mis textos porque no se podía criticar al PAN (Xavier Abreu) ni al PRI (Ivonne Ortega). Ahí el PRD es un chiste, tanto que el recién fallecido Cholo, estandarte del teatro regional cuya cartelera se basa en parodias populares de telenovelas o políticos, el lugar común, el facilismo, la carencia de conciencia crítica, fue su último candidato a la gubernatura. En un par de ocasiones los editores inclusive me cambiaron palabras para dar a entender todo lo contrario de lo que buscaba exponer. Eso no es todo, mutilaban los contenidos de la edición nacional de Milenio. Recuerdo, por ejemplo, cuando falleció Maciel y sustituyeron crónicas, artículos y ensayos en su contra por una página complaciente, casi un homenaje.
Después escribí algunos meses en Por Esto! el insólito caso del periódico de autor: don Mario Renato Menéndez. Aunque tiene a los mejores columnistas del Estado (como también a cuatachos del director, sin ideas ni gramática), los lineamientos editoriales son los de un individuo, no los de un concepto periodístico. Además de su servilismo insensato a Andrés Manuel López Obrador su diario se ha convertido en un panfleto de la gobernadora. Menéndez ha tenido una destacada trayectoria periodística, pero es una lástima que nunca supo renovarse, siguió dando las mismas respuestas a sus mismas obsesiones y eso se refleja en la aproximación atemporal de su periódico a los problemas de la actualidad.
El Diario de Yucatán es el último de los grandes aparatos censuradores de la historia yucateca, eso nadie debe olvidarlo, no importa si en la jerarquía de valores el asesinato se condena más que el raciocinio.
El caso más grave es el Diario de Yucatán, una institución inquisidora cuya postura ideológica y moral se ha transmitido de una u otra forma en muchos de sus lectores. El miedo al cambio es una de las características definitivas del yucateco. Cada impulso individual o grupal de movimiento es sosegado por un letargo colectivo. Lo rechazan porque un instrumento de reflexión como debiera ser un periódico difunde una fantasía de una realidad construida alrededor de miedos que se contagian en la sociedad como la gripa. El yucateco está viviendo una transición tardía a la posmodernidad (para bien y para mal) porque no se le han otorgado las herramientas para desarrollar un pensamiento disensual. El que difiere es castigado, desde la quema de libros en Maní, los asesinatos de Felipe Carrillo Puerto y El Charras, pasando por la clausura de medios decimonónicos como el Bule Bule, hasta tantos otros que son enjuiciados en el día a día de una isla hiperconservadora. El Diario de Yucatán es el último de los grandes aparatos censuradores de la historia yucateca, eso nadie debe olvidarlo (es lo que ocurre cuando empresarios y no periodistas dirigen un periódico), no importa si en la jerarquía de valores el asesinato se condena más que el raciocinio.
Política. El reality show del PRI
Uno de los problemas cardinales de la política nacional es que el sistema partidista es en realidad un desastre candidaturista. Las transiciones democráticas exitosas (por lo menos mejores que la nuestra) en países sudamericanos como Chile y en cierto grado Brasil, se deben a que sus representantes funcionan y deciden a partir de la consolidación de partidos con idearios. No dan estas páginas, ni tengo la información suficiente para hablar de la reelección de Víctor Cervera Pacheco, pero sí pude presenciar las últimas dos elecciones, habiéndolas seguido en el día a día y ahora, con la distancia de los años, puedo llegar a una conclusión: las elecciones del pueblo reflejan las ambiciones de sus individuos. Por eso los casos de Patricio Patrón Laviada (apodado quirúrgicamente por el Por Esto! como el Alto Vacío) e Ivonne Ortega Pacheco demandan su estudio inmediato, ni siquiera es necesario dejar pasar el tiempo para detectar los agravios que han causado.
Como en el resto del país, el regreso del PRI al poder se debió más a la ineficiencia de los gobernantes del PAN que a méritos propios. Manuel Fuentes y César Bojórquez, yunta de huevones, fueron fantasmas durante sus periodos como alcaldes. Patricio Patrón Laviada armó un gabinete de compadres, desestimó públicamente el huracán Isidoro antes de su azote, batalló hasta el absurdo y desde el absurdo por realizar un proyecto como Metropolisur para retirarse de su mandato con un jugoso aguinaldo. (En México los constructores son una fuerza política, económica y criminal superada exclusivamente por los narcos). Claro, después de haber demostrado no sólo carecer de conciencia ecológica sino de consideración alguna por la inteligencia o el sentido común, fue galardonado por Felipe Calderón con el puesto titular de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente. A pesar de ello, el candidato a la gubernatura del PAN, Xavier Abreu, era considerado el favorito para ganar las elecciones de 2007. Sin embargo, su campaña electoral, que debió ser concebida por un plato de frijol con puerco, le costó al PAN el poder por lo que aparenta será una larga temporada. En esa misma campaña el hermano de Patricio, la Vaca Patrón, fue sorprendido en un pueblo comprando votos, con maletín de piel y otros detalles finos del cliché. ¡Aaaa, el pueblo nunca olvida, perdona, reflexiona!
Las atrocidades del PAN continúan. En su último acto como alcalde Bojórquez instaló una estatua de los conquistadores Montejo al final de la avenida más famosa del Estado. El acto y la obra son ofensivos por las condiciones de marginación en que viven cientos de miles de indígenas en el Estado. Hace una semana el diputado Renán Barrera Concha declaró que las bodas gay van en contra de la naturaleza, son inmorales y por ese tipo de actitudes Dios quemó Sodoma y Gomorra.
Asistí a la presentación al carnaval del Plan de Desarrollo Estatal 2007-2012. El estacionamiento del Siglo XXI (antes centro de convenciones, ahora salón de fiestas de la ñora del justán) se encontraba lleno de camiones con acarreados. Miles y miles encerrados en esa bodega, aclamándola como una rockstar, presenciando una coronación que, como dijeron por ahí, parecía la celebración de unos quince años. La mitad del tiempo se fue en cada funcionario saludando a todos los presentes al comienzo del discurso. Antes, Ortega Pacheco, sacándole provecho a la demagogia más vulgar, recibió más de diecinueve mil propuestas ciudadanas sólo para presentar un proyecto tan cursi y alejado de la realidad como las telenovelas de Televisa que tanto le fascinan. Lo único que no prometió fue que Yucatán colonizaría Marte y que transformaría al equipo de los Leones en los Red Sox. Si logró reducir la pobreza en 35% como prometió, habrá sido la de sus aliados y los medios que la retratan como un mesías. “Con absoluta honestidad, visión de largo plazo y sin intereses particulares presento este Plan como la ruta que puede llevar a esta generación a construir una sociedad más justa, con oportunidades de vida digna y éxito para todos”, se atrevió a decir aquella tarde de feria en que también prometió avances sustanciales en materia de salud, vivienda, infraestructura y seguridad.
Recientemente la Srita. Corazón inclusive lanzó su propia línea de moda con tejidos mayas modernizados. Resulta irónico el orgullo con el que porta el huipil y su obsesión por ocultar sus rasgos mayas. Eso han sido los indígenas para ella: una marca, no una ocupación.
La llegada de Ortega y el secretario de Seguridad Pública Luis Felipe Saidén significó también la llegada del narco al Estado. Los doce decapitados, cuyos mercenarios nunca fueron capturados, representaron un extraño caso de violencia física en la historia reciente de Yucatán. Los retenes aparecen ahora tanto como los baches y la policía es una amenaza tan
grande como sus perseguidos. Para colmos, el hijo de Saidén atropelló y mató a dos personas, borracho, a toda velocidad en el Paseo de Montejo, contrario a lo que prometió su padre, nunca cumplió tiempo en prisión. Los grandes proyectos de Ivonne, como el tren bala, fueron sustituidos por reparticiones masivas de calcetines. También vale la pena recordar los conciertos con figuras de la talla de Elton John o Plácido Domingo en Chichen Itzá cuyas cifras de ingresos prometió compartir, pero luego se le olvidó.
Hace algunos meses estuvo circulando un video de un plan para transformar a Chichen en un Spa, lo cual irremediablemente llevó a la sarcástica campaña de facebook para convertirlo, mejor aún, en Disneylandia. El video que describía detalladamente el proyecto fue removido de YouTube; he escuchado varias anécdotas de personas que recibieron una advertencia de la oficina de Ivonne diciéndole que sería preferible si guardaran silencio. Más que dirigir al Estado, Ivonne se dedicó a producir su propio reality show. Su último informe de gobierno contó con la presencia de Galilea Montijo, Carmen Salinas, Juan Gabriel y Enrique Peña Nieto, de quien se rumora podría formar parte de su gabinete. Durante todo su mandato la góber ha desarrollado una relación cercana con la farándula de las telenovelas y los shows matutinos, los dos espectáculos de entretenimiento más lamentables de nuestra nación. Recientemente la Srita. Corazón inclusive lanzó su propia línea de moda con tejidos mayas modernizados. Resulta irónico el orgullo con el que porta el huipil y su obsesión por ocultar sus rasgos mayas. Eso han sido los indígenas para ella: una marca, no una ocupación. Ulises Carrillo, su estratega político y de marketing, es una figura misteriosa con mucho poder, del cual se conoce poco, a pesar de que demanda ser analizado para entender mejor el presente de Yucatán. Alguna vez leí que los consultores de imagen son los chamanes de la posmodernidad.
Me parece que la elección de Ivonne y de Angélica Araujo para la nueva alcaldía, más allá del marketing y la política, se debe a una patología social, un trauma cultural, un virus en la conciencia colectiva. Si se comparan las fotos de Ortega hace siete años y hoy, es evidente la transformación física, principalmente a través de cirugías estéticas. La preocupación de la gobernadora por su imagen es la misma obsesión que tienen cientos de miles de yucatecos por la suya. ¿Qué significa esto? Un problema de aceptación personal, una inseguridad, un miedo a la humillación que se traduce en una enfermedad: el miedo y la levedad.
Artes. La hueva como aparato gestor
Decir en nuestros tiempos que la creación artística es un acto ajeno a la gestión cultural es caer en una generalización apresurada. Creo que en buena medida el salto cualitativo que nos ha faltado dar para ser un participante activo en el diálogo cultural/artístico nacional se debe a la irresponsabilidad y falta de profesionalismo por parte de todo el aparato que opera alrededor de la obra: editores, museógrafos, curadores, directores, agentes, periodistas, locutores, críticos, inclusive maestros. Es una visión un tanto maniquea, los puristas hablarán de la creación por la creación, pero si existe la inversión y la infraestructura cultural que tenemos es también para educar a los artistas.
No existe el periodismo cultural, sólo el diarismo cultural: reporteros que redactan informes sobre las actividades del Instituto de Cultura, reseñistas de pacotilla, críticos que limitan su análisis a la técnica, incapaces de asociar la obra con otros discursos o con su propio contexto.
La crítica no se ha desarrollado en el Estado porque los espacios de publicación, sean libros, revistas o periódicos, tienen exigencias editoriales de muy bajo nivel. No existe el periodismo cultural, sólo el diarismo cultural: reporteros que redactan informes sobre las actividades del Instituto de Cultura, reseñistas de pacotilla, críticos que limitan su análisis a la técnica, incapaces de asociar la obra con otros discursos o con su propio contexto. Estas carencias no se deben exclusivamente a la falta de práctica, sino de un amiguismo que se traduce a todas las esferas de la cultura en el Estado. El problema no es que existan mafias que se hayan dedicado a lambisconear a la administración en turno para regocijarse en su impoluto sistema de mediocridad sino que estas mafias carezcan de gramática elemental e ideas, y sobre todo del menor sentido de autocrítica. El aparato valorativo lector los ha orientado a la complacencia intelectual. La ilusión de la fama y el reconocimiento, la complicidad de las instituciones culturales, la forma en que se distribuye el presupuesto para satisfacer las necesidades los caprichos inmediatos de los artistas berrinchudos, ha terminado por condenarlos.
Los ejemplos de la pereza con la que se lleva a cabo la dinámica artista-gestor-público son muchos. La Feria del Libro es una broma de mal gusto, la inmensa mayoría de su oferta son libros de superación y religión, más otros cuantos de la editorial que lo organiza. Síntomas: cuesta lo mismo hacerlo bien que hacerlo mal, pero preferimos la segunda. Ninguno de los pensadores públicos se ha opuesto con insistencia, ningún grupo ha organizado una propuesta alternativa y viable; nada de esto ocurriría, por ejemplo, en Tijuana. Se ha anunciado con maraca y marimba “importantes” proyectos como una escuela de escritores de la SOGEM que hasta el día de hoy es una ilusión mediática. A pesar de que todo mundo se enteró de que Carlos García Ponce se había robado millones de pesos del presupuesto asignado para el MACAY (Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán); a pesar de que se nos prometió lo contrario e inclusive se hizo un teatrito para la búsqueda de su reemplazo, el muy pilluelo sigue siendo director. Una de las curiosidades del principal espacio para la creación contemporánea en Yucatán es que tiene una línea del tiempo con la historia del arte que termina en Marcel Duchamp. Mérida: escale la pirámide, éntrele a la cochinita, acostúmbrese a la inpunidad. Hay gente que ocupa cargos falsos, sin responsabilidades, por tener una amistad con la góber. Se invirtieron millones y millones de pesos en traer exposiciones con obras secundarias, sin tanto genio, casi estudios, casi bocetos, de Picasso, Goya y Dalí. Ese dinero se pudo haber invertido en tantas otras necesidades. Populismo barato, lo espectacular abruma a la memoria, desconocemos el concepto de inversión sustentable en cultura. Son injustificables algunas de las publicaciones que se realizan en el Estado. Si alguien cree lo contrario, subiré otra entrada titulada Antología de la Infamia en las Letras Yucas (yo estaría incluido). En una reciente entrevista de Christian Núñez, Manuel Iris opinó sobre las mafias literarias.
Creo que es imposible erradicarlas, pero en realidad me molestan infinitamente más las mafias no-literarias. Es decir: un grupo de personas acaparando espacios, becas, publicaciones, etc., pero con terrible poesía. No tolero la mala literatura que sobreabunda en mafiecillas menores y mayores, encaminadas no a lo literario sino a lo económico y lo mediático. Me molesta que se llene todo de basura. Digo esto porque mafias fueron todos los grupos literarios importantes que ahora recordamos, en México y fuera. Pero quienes valen la pena de esos grupos, antes que mafiosos fueron escritores, realmente escritores, no publicadores. No es lo mismo un pleito ente Lezama y Piñera o la mafia que fue la generación de medio siglo en México o el Boom que un pleito de poetastros menores en cualquier revista sin importancia o con ella. Lo primero genera literatura, lo otro solamente la alude, y mal. Las mafias literarias son un resultado de nuestra vida cultural. Un mal que debe combatirse buscando trabajar fuera del sitio en que se está cómodo y pensando siempre en escribir, no en figurar.
Por supuesto, también existe un valioso trabajo artístico, si no lo abordo más es porque la columna vertebral de Todos los puentes quemados, como lo indiqué desde el principio, es la crítica. Aunque no quisiera dejar de señalar lo mejor de la vida cultural en Mérida. El teatro goza de buena salud, con algunas plumas importadas, notables talentos locales en dramaturgia y actuación, directores y actores con una trayectoria de calidad, numerosos espacios de representación y un público cada día más consolidado. La aparición de espacios y colectivos independientes ha diversificado la oferta cultural, dándole su justo lugar a un grupo de creadores y a un público que estuvieron abandonados durante mucho tiempo. Algunos artistas que han migrado han encontrado su justo reconocimiento en el centro del país. Conozco al menos tres escritores menores de treinta años que comienzan a producir una obra que no le envidia nada en cualidades literarias a la de otros escritores jóvenes en el país. Hace una década no se hubiera podido decir lo mismo. La instalación de una Escuela Superior de Artes fue una inversión atinada. La urgencia de desarrollar los nuevos talentos, la creciente inversión en cultura demanda ética, profesionalismo, conocimiento, cuidado, ímpetu, responsabilidad; virtudes que no han demostrado los gestores y el resto del aparato cultural hasta el día de hoy.
El ser yucateco. ¿El ser condicionado?
He llegado a la parte más difícil de este ensayo ya que no se fundamenta tanto en hechos concretos, documentados, apreciables al menor contacto con el verdadero Yucatán, sino en mi experiencia personal, la convivencia diaria con su gente, sus políticos, su historia, sus medios y su arte. Mi visión se encuentra un tanto limitada a Mérida, no puedo hablar con tanta conciencia del ser indígena, a pesar de que el intercambio es diario, y de pronto conoces a personas como el Camaradísima de Valladolid que hablaba de platanales jurásicos en cenotes escondidos o el Gran Poncho de Holcá que pinta las apariciones que tiene de la virgen en trozos de madera que recoge del monte. Así de fácil cae uno en el exotismo. No sé lo que es pasar hambre, ni mi hijo se murió esperando que lo atendieran en el IMSS tras días de papeleo, como le ocurrió a doña Jesús, la señora que nos ayudó en la casa durante una década, por lo tanto me limitaré a estudiar al yucateco urbano. Para entenderlo es necesario examinar dos condicionamientos particulares.
La historia, el segundo condicionante, les ha negado la oportunidad de obtener los medios de reflexión para poder formularse las preguntas necesarias sobre esta transición extraña entre la posmodernidad, el Medievo y la alucinación.
1) Las condiciones geoclimáticas, sobre todo en temperaturas extremas, alteran el carácter de cualquier población. El calor húmedo se siente en la piel como otra piel y pesa un yunque en cada párpado. Es una tierra privilegiada, siembras una semilla y crecen tres árboles. Ambas circunstancias han creado una sociedad pasiva, carente de iniciativa. Las costumbres se heredan: la hueva no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Esto provoca otra concepción del tiempo, todo transcurre más lento en una quietud que invita a la contemplación. Las primeras impresiones de fray Bartolomé de las Casas tras desembarcar en la Nueva España describen un patrón de comportamiento que se sostiene hasta nuestros días.
Todas estas universas e infinitas gentes a todo género crió Dios los más simples, sin maldades ni dobleces, obedientísimas y fidelísimas a sus señores naturales e a los cristianos a quien sirven; más humildes, más pacientes, más pacíficas e quietas, sin rencillas ni bullicios, no rijosos, no querulosos, sin rencores, sin odios, sin desear venganzas, que hay en el mundo. Son asimismo las gentes más delicadas, flacas y tiernas en complisión e que menos pueden sufrir trabajos y que más fácilmente mueren de cualquiera enfermedad […] Son también gentes paupérrimas y que menos poseen ni quieren poseer de bienes temporales; e por esto no soberbias, no ambiciosas, no codiciosas.
A pesar de que el fragmento no especifica a cuál cultura prehispánica se refiere, intuyo que su descripción es más cercana a los mayas. Nótense entonces algunos de los adjetivos que les adjudica el cronista: simples, obedientes, fieles, humildes, pacientes, pacíficos, quietos, delicados, flacos, tiernos, paupérrimos; ni soberbios ni ambiciosos ni codiciosos. Casi todos aluden a un estado pasivo; el rechazo al movimiento, es decir, al cambio. El cuerpo se congela en el calor, ¿y la mente? El ocio es una oportunidad privilegiada de concentración. ¿En qué piensa la sociedad yucateca cuando se mece en su hamaca colosal?
2) La historia les ha negado la oportunidad de obtener los medios de reflexión para poder formularse las preguntas necesarias sobre esta transición extraña entre la posmodernidad, el Medievo y la alucinación. El yucateco evade la confrontación consigo, con sus relaciones y con su sociedad porque ha sido sometido y castigado desde hace cientos de años; torturados por los españoles, fracasados en su intento de independencia, esclavizados por los hacendados en pleno siglo XX, humillados por sus políticos y empresarios en el XXI. Existen dos grandes traumas irresueltos en la historia yucateca; a pesar de que han sido estudiados por la academia (el ensayo literario se ha quedado corto), poco se ha difundido este análisis entre la población.
El auto de fe de Maní, en el cual se incendiaron una cantidad invalorable de objetos sagrados, imágenes de culto y códices mayas, es quizás la pérdida más grande de conocimiento en la historia de la humanidad. El detrimento de obra griega tras la conquista romana no se puede comparar, ellos tuvieron un largo imperio, sentaron parámetros morales y preceptivos que sobreviven hasta hoy, y dejaron grandes evidencias de su literatura, ciencia, filosofía. Ya se ha dicho en diversos ensayos sobre la mexicanidad: aquí se interrumpió un proyecto de Estado original y el desarrollo de una cosmología que nunca tuvo la oportunidad de dialogar con las dos grandes mentes del cosmos, la oriental y la occidental. La historia de la inteligencia humana se entiende mejor cuando se lee cronológicamente; el conflicto es que aquí se achicharraron los pilares, como si hubiese hecho combustión espontánea el viejo testamento y la mayor parte del nuevo. Después de eso, Yucatán nunca recuperó conciencia de sí mismo.
En la conquista también se enfrenta al génesis de la maldad pura la maldad sin sentido. A pesar de que representaban bienes para los españoles por el trabajo que podían realizar, ellos se entretenían mortificándolos, asesinándolos, violándolos. Fray Bartolomé de las Casas lo relata en su Historia de la destrucción de las Indias.
Entraban en los pueblos, no dejaban niños y viejos, ni mujeres preñadas ni paridas que no desbarrigaban e hacían pedazos, como si dieran en unos corderos metidos en sus apriscos. Hacían apuestas sobre quién de una cuchillada abría el hombre por medio, o le cortaba la cabeza de un piquete o le descubría las entrañas. Tomaban las criaturas de las tetas de las madres, por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas. Otros, daban con ellas en ríos por las espaldas, riendo e burlando, e cayendo en el agua decían: bullís, cuerpo de tal; otras criaturas metían a espada con las madres juntamente, e todos cuantos delante de sí hallaban. Hacían unas horcas largas, que juntasen casi los pies a la tierra, e de trece en trece, a honor y reverencia de Nuestro Redemptor e de los doce apóstoles, poniéndoles leña e fuego, los quemaban vivos. Otros, ataban o liaban todo el cuerpo de paja seca pegándoles fuego, así los quemaban. Otros, y todos los que querían tomar a vida, cortábanles ambas manos y dellas llevaban colgando, y decíanles: “Andad con cartas”. Conviene a saber, lleva las nuevas a las gentes que estaban huídas por los montes. Comúnmente mataban a los señores y nobles desta manera: que hacían unas parrillas de varas sobre horquetas y atábanlos en ellas y poníanles por debajo fuego manso, para que poco a poco, dando alaridos en aquellos tormentos, desesperados, se les salían las ánimas.
La conquista provocó que el yucateco desarrollara una aversión a cualquier influjo cultural proveniente de fuera. Las vanguardias de pensamiento, periodismo, ciencia, tecnología y creación llegan con años de retraso. La izquierda es primitiva. La gente del resto del país es excluida de la sociedad a base de chismes y prejuicios. Sin embargo, reciben información consciente e inconsciente del internet, los medios y la infraestructura que demanda una ciudad del siglo XXI; intuiciones encontradas; el peligro y el reto radican en comprender su presente al mismo tiempo en que deben solucionar los traumas del pasado.
El yucateco persigue infinitamente la reafirmación de su identidad, no la construcción.
El otro momento crucial en su historia es el asesinato de su gran ideólogo, su José Vasconcelos: Felipe Carrillo Puerto. El caudillo de la revolución, cuya formación fue en buena medida periodística, pronunció en maya su primer discurso como gobernador del Estado, fijó el salario mínimo en Mérida, apoyó los derechos de las mujeres, fundó la Universidad Nacional del Sureste (hoy la Universidad Autónoma de Yucatán) y cuatrocientas diecisiete escuelas públicas, repartió cientos de miles de hectáreas de terreno y se enfrentó a los hacendados intentando distribuir las riquezas del henequén entre más productores. El 3 de enero de 1924, tras veinte fructíferos meses de mandato, fue capturado y fusilado por los seguidores de Adolfo de la Huerta. Sus últimas palabras, “No abandonéis a mis indios”, resuenan alto hasta el día de hoy. Su muerte representa un segundo proyecto de Estado, e inclusive de moral, interrumpido abruptamente en Yucatán.
No cualquiera sociedad se recupera de un balazo en el espíritu, menos de dos. A ambos casos les siguieron periodos de oscuridad. Recapitulando: desde entonces la hueva colectiva, la mezquindad de los medios, los espejismos de sus gobernantes, el calor incendiario, el aislamiento geográfico, el boom de la Riviera maya, los intelectuales despistados, el desconocimiento de su historia y su historia misma, han causado que el potencial de un pueblo que debiera ofrecer mucho más al país (en casi todos los aspectos) esté atorado en el más riesgoso de todos los ciclos de una sociedad, el ciclo de la comodidad.
Sencillos, humildes, amables; el yucateco reprime su ira, eso conduce invariablemente a la depresión.
Chismosos, inseguros, celosos; el yucateco no se da la oportunidad de reconocerse en el otro, prefiere destruirlo.
Conservadores, conversadores, convergentes; el yucateco persigue infinitamente la reafirmación de su identidad, no la construcción.
Juiciosos, tercos, apegados; el yucateco habita un tiempo y un espacio imaginados.
Malapaga, hedonistas, cobardes; el yucateco encuentra el placer en la evasión.
La sociedad yucateca, meciéndose en su hamaca colosal desde hace medio siglo, no ha logrado recuperar la concentración, la conciencia de sí, por el contrario, lo único que debieran celebrar este año es el bicentenario de una prolongada divagación.
¡Bomba!
Cuando visité el Estadio Jalisco tras mi primer mes en Tapatilandia, un jugador norteño del Atlante eludió al portero y falló su tiro con la portería descubierta. Los dos borrachos de atrás gritaron inmediatamente, al unísono: Piiiiinche yucateco. Recuerdo que un maestro nos contó cuando Carlos Monsiváis escribió que el sexo oral estaba prohibido en Yucatán; la ley se refería al sexo oral en caso de violación. Si un tapatío me vuelve a pedir que le recite una bomba me veré obligado a pulverizarme los tímpanos con mi cepillo de dientes. Para ellos, para los todólogos, para los que reducen a Yucatán a un chiste de Pepito sin tener la menor noción de lo que ocurre ahí, va una bomba: