Tres personajes de la danza contemporánea mexicana hacen una reflexión sobre el estado de salud de la creación dancística actual.
Carencias en el discurso y formas bonitas, recurrente utilización del video, inquietud juvenil por la experimentación, estancamiento en las propuestas coreográficas y una apuesta por la descentralización y el trabajo independiente son los comentarios de tres expertos en la materia, cada uno desde su perspectiva.
Manuel Stephens, uno de ellos, se ha desempeñado como coreógrafo y bailarín invitado en distintos grupos de reconocida trayectoria, como La Cebra Danza Gay. En 2004 fue ganador del Premio a la Mejor Coreografía del Premio INBA-UAM (Universidad Autónoma Metropolitana). Actualmente es crítico de danza de La Jornada Semanal. Dice: “Veo un panorama de mucha medianía y comodidad entre los que hacen coreografía y en la utilización del release y contact, [estilos con los que] se adecuan a la necesidad de moverse y moverse y moverse que tienen las nuevas generaciones [de bailarines].
”El video es algo que se utiliza mucho. Es una herramienta vistosa con la que se pueden construir trabajos atractivos, pero hay un gran descuido en qué es lo que quieren decir, muchas carencias a nivel del discurso, porque no se trata solamente de subir a los bailarines al escenario a hacer cosas bonitas y dinámicas que sean de fácil acceso para el público».
”Hay grupos y coreógrafos que se mantienen en un buen nivel, pero que no han evolucionado. No sucede lo que sucedió con la generación de Benito González y [el grupo] Quiatora Monorriel, eran grupos con personalidad muy propia. En cambio ahora puedes ver el trabajo de una compañía y de otra y no hay mayor diferencia. Creo que ese es el panorama por el momento, o sea, no muy alentador”.
Benito González (Hermosillo, 1971) es bailarín y coreógrafo. Fundador del grupo Quiatora Monorriel en 1992, hoy uno de los grupos contemporáneos más sólidos del país, con el que obtuvo el XVIII premio INBA-UAM a la composición coreográfica contemporánea con su obra Día de Azulejos, en 1997. “La verdad es que me he vuelto muy hermético”, confiesa, “en los últimos años poco voy a ver funciones de danza porque me he encerrado mucho en mi trabajo. Pero he visto algunas cosas y de manera general considero que los jóvenes vienen con la apertura de experimentar, pero aunque están luchando por cambiar los planes de estudio en las escuelas de danza es difícil encontrar personas interesadas en las nuevas tendencias y que vean la danza de forma integral.
”Cuando veo producciones sigo viendo lo mismo de hace diez años, no veo gran diferencia, salvo coreografía en que se mete video, pero en esencia sigo viendo lo mismo y eso es lamentable”.
Alonso Alarcón Mújica (Xalapa, 1980), ex bailarín de danza folklórica y contemporánea, coreógrafo, creó el festival Danza Extrema en Xalapa y ahora es subdirector de la Red Nacional de Festivales de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes. “Ya conocemos a las grandes compañías de México, que es un país de danzantes, como ha dicho [el investigador y teórico de la danza Alberto] Dallal, pero también creo que hay mucha gente trabajando en solitario, alejada de los reflectores del Distrito Federal, que ni siquiera la conocemos.
”Muchas veces cuando hablamos de danza nacional pensamos en la danza que se hace en el D.F., pero yo no pienso en la capital sino en la provincia, en los coreógrafos jóvenes y no tan jóvenes que también tienen muchas herramientas y tienen mucho trabajo.
”Por otro lado, hay quienes son mucho más tenaces para lograr recursos, financiamientos, apoyos para sus compañías o para ellos mismos… los que saben decir lo que la institución quiere escuchar. Hay mucha gente que tiene un trabajo extraordinario, independientemente de que tengan la beca o no, porque yo considero que una beca no es eso lo que valida a un coreógrafo o un artista.
”Creo que los artistas deberíamos fomentar nuevos espacios y alejarnos de esa visión tan burguesa de que el artista es lo que la institución etiqueta como bueno o malo, como lo que vale o no la pena de proyectar al país, al mundo.
”Es muy importante defender los espacios de la danza; es una responsabilidad que hay que asumir desde el gremio. Yo siempre celebro cuando hacemos las cosas, cuando no nos quedamos pasivos esperando que nos den y fomentando el paternalismo, que ya está completamente ahogado. Creo que es necesaria una asociatividad [sic.] mucho mas fuerte a nivel nacional y potenciar la Red Nacional de Festivales de Danza, pues me parece que seguimos trabajando con modelos muy antiguos y que creo que es una vía de desarrollo muy importante para la danza en México, pero no la única.
”Las compañías y los festivales de la república deberíamos fomentar más los cruces. En este proceso de globalización no podemos cerrarnos a nada, ni siquiera a las migajitas que pueda dar el Estado, y cuando no te cierras a nada ese es un aval de que una compañía es buena. Creo que eso va hacia una ética más profesional en la danza”. ®