Como es ya muy sabido, las elecciones mexicanas de 2006, que le dieron la presidencia a Felipe Calderón Hinojosa, fueron declaradas fraudulentas por Andrés Manuel López Obrador.1 ¿Tiene justificación este reclamo, a cinco años de distancia?
El sistema electoral mexicano
Los complicados procedimientos electorales que se utilizan en México no son producto de la casualidad. Durante muchos años México fue gobernado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que ganaba prácticamente todas las contiendas electorales, dándole a nuestro país fama de ser una “dictadura perfecta”, como lo dijo el escritor peruano Mario Vargas Llosa.2
Los procedimientos electorales de aquellos tiempos eran muy poco estrictos.3 La credencial de elector no incluía una fotografía y podía obtenerse sin una verificación de identidad rigurosa. El elector tenía mucho margen para escoger en qué casilla votar. Las autoridades electorales se confundían con las gubernamentales, sin siquiera guardar las apariencias. El inicio del conteo se retrasaba una semana, durante la cual las urnas se mantenían en un almacén con pocas medidas de seguridad.
Los métodos para aprovechar estas vulnerabilidades eran abundantes. En la “operación carrusel” se transportaban personas para votar por el PRI una y otra vez, mientras se recorrían las casillas de la ciudad o localidad. Las urnas llegaban a la casilla “embarazadas”, es decir, llenas con boletas previamente marcadas a favor de ese partido. Los “mapaches” irrumpían al almacén de las urnas para alterarlas y controlar así el resultado del conteo final.
Todas las reformas electorales que conseguimos a lo largo de los años pretendían cerrar la puerta a estas acciones. El trámite de obtención de una credencial de elector se hizo similar al de un pasaporte. Las casillas debían contar con una lista de los electores autorizados para votar justo ahí y la fotografía en la lista se debía comparar con la fotografía en la credencial, antes de entregar las boletas. Después de la emisión del voto debía marcarse la lista, la credencial y el pulgar derecho del votante.
En nuestro país la principal consecuencia de estos eventos fue el desplome inmediato del poder presidencial absoluto. El nuevo presidente ya no podía aprobar leyes a su capricho, los funcionarios menores pudieron usar su propio criterio para tomar decisiones, y para los ciudadanos comunes la demostración abierta de inconformidades dejó de ser equivalente a un suicidio laboral.
Otro logro fue la creación del Instituto Federal Electoral como un organismo ciudadano independiente. Los funcionarios de casilla, elegidos por sorteo, debían plasmar los resultados en unas actas especiales y en una pancarta, que debía colocarse al terminar el conteo en un lugar plenamente visible. Los representantes de los partidos políticos podían presenciar todo el proceso y redactar un reporte de cualquier irregularidad observada.
El material electoral debía introducirse en un paquete sellado, en el que sólo la copia de los resultados para el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) sería de fácil acceso. Los resultados del PREP, sin valor oficial, debían ser contabilizados de inmediato y difundirse por internet. El conteo distrital debía iniciarse también lo más pronto posible.4
Estas innovadoras reglamentaciones electorales permitieron que en julio de 2000 Vicente Fox Quesada, del Partido Acción Nacional (PAN), asumiera la presidencia de México en una transición pacífica que fue aclamada en el mundo.5 El prestigio electoral de nuestro país era tal que cuando a finales de ese mismo año las elecciones en Estados Unidos se encontraban estancadas, algunos sugirieron seguir el ejemplo mexicano. Además, los ciudadanos iraquíes responsables de las elecciones legislativas de 2005 fueron capacitados, a petición de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por expertos del IFE mexicano.6
En nuestro país la principal consecuencia de estos eventos fue el desplome inmediato del poder presidencial absoluto. El nuevo presidente ya no podía aprobar leyes a su capricho, los funcionarios menores pudieron usar su propio criterio para tomar decisiones, y para los ciudadanos comunes la demostración abierta de inconformidades dejó de ser equivalente a un suicidio laboral.
México 2006
La entrada del año 2006 anunció para México las elecciones más reñidas de su historia. El candidato de la Coalición por el Bien de Todos (CPBT), Andrés Manuel López Obrador, había experimentado un ascenso meteórico en su popularidad y parecía extremadamente probable que se convirtiera en el siguiente presidente de México. No obstante, era evidente que el candidato del PAN, Felipe Calderón Hinojosa y, en menor medida, el del PRI, Roberto Madrazo Pintado, le darían buena pelea.
Aunque López Obrador era perseguido tanto por la prensa política como por las revistas del corazón,7 otorgó apenas una veintena de entrevistas a periodistas seleccionados en el transcurso de su campaña. Además, sus estrategas le aconsejaron no participar en el debate presidencial de abril,8 aunque sí acudió al que fue organizado en junio.9
El 2 de julio de 2006 fue una jornada intensa para todo el país. Los resultados del PREP mostraron desde un principio una pequeña ventaja para Calderón, que se mantuvo hasta el final. El cómputo distrital, por su parte, se inició con una ventaja para López Obrador, que fue disminuyendo hasta arribar a un resultado prácticamente idéntico al sugerido por el PREP.
El compromiso de López Obrador con el concepto de Estado benefactor, que tanta popularidad le había traído entre las clases desfavorecidas, lo hacía extremadamente impopular entre la clase empresarial, mucho más afín a las ideas económicas del PAN. Los spots de campaña del PAN lo llamaron explícitamente “un peligro para México”10 y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) pagó por su cuenta spots en que relacionaban el cambio de gobierno con la inestabilidad económica.11
La CPBT impugnó tanto los agresivos spots del PAN como el hecho de que una organización no partidista manifestara su apoyo a uno de los candidatos. Después de que el IFE declarara improcedente la impugnación, la CPBT patrocinó spots donde acusaba a Calderón de contribuir indebidamente, desde su puesto como secretario de Energía, a Hildelbrando, una empresa de software propiedad del hermano de su esposa.12
El 2 de julio de 2006 fue una jornada intensa para todo el país. Los resultados del PREP mostraron desde un principio una pequeña ventaja para Calderón, que se mantuvo hasta el final. El cómputo distrital, por su parte, se inició con una ventaja para López Obrador, que fue disminuyendo hasta arribar a un resultado prácticamente idéntico al sugerido por el PREP.
Según los cómputos del IFE, Calderón había obtenido aproximadamente 200 mil votos más que López Obrador,13 cantidad del mismo orden de magnitud que las aproximadamente 130 mil casillas instaladas. Aunque es evidente que el resultado es extremadamente sensible a pequeños errores en el conteo de cada casilla, el IFE declaró ganador de la contienda a Felipe Calderón Hinojosa, quien el 1 de diciembre de 2006 prestó juramento como presidente de los Estados Unidos Mexicanos.14
La medición de la voluntad popular
No todos los sistemas políticos están de acuerdo en cuáles decisiones deben tomarse por la población en su conjunto. No obstante, existe consenso en que la elección de un presidente debe someterse al mandato de la voluntad popular. El término “voluntad popular” es vago y para poder utilizarlo cada sistema político debe darle su propia definición matemática precisa.
En Estados Unidos, que utiliza una “elección indirecta”, se define una voluntad popular para cada uno de los cincuenta estados de la Unión, determinando qué candidato obtuvo el mayor número de votos individuales. Estas cincuenta voluntades populares se suman utilizando un factor de ponderación en unidades de “votos electorales”. La voluntad popular nacional se define así estableciendo cuál de los candidatos obtuvo el mayor número de votos electorales.
Este par de experimentos pensados, aunque extremos, ilustran problemas reales que todos los sistemas políticos tratan de minimizar. Las campañas políticas deben tener una duración mínima, suficiente para que los votantes se formen una idea de los candidatos, mientras que los llamados contra el abstencionismo pretenden evitar que la muestra de votantes sea demasiado pequeña para ser significativa.
En México, que utiliza una “elección directa”, la voluntad popular se define estableciendo cuál candidato obtiene la mayoría de los votos individuales. Si durante las elecciones de Estados Unidos en el 2000 se hubiera calculado de este modo la voluntad popular, el presidente hubiera sido Al Gore y no George W. Bush. Algunos argumentan que las elecciones directas son intrínsecamente superiores a las elecciones indirectas.15 No obstante, el sistema de elecciones directas no resuelve la totalidad de los problemas, como veremos a continuación.
Lo que llamamos voluntad popular cambia con respecto al tiempo: presidentes que fueron elegidos por mayorías abrumadoras se despiden en medio de abucheos. Supongamos que en una cierta elección la mayoría de los votantes mantuviera por varios meses una preferencia por el candidato A, pero justamente el día de la elección esta preferencia se trasladara al candidato B y ésta se manifestara en las urnas electorales. Si al día siguiente los votantes recuperaran su anterior preferencia, no podrían cuestionar que el candidato B fuera nombrado presidente, porque la voluntad popular se determina estableciendo cuál de los candidatos obtiene el mayor número de votos el día de la elección.
También tenemos que no todos los ciudadanos con derecho a votar deciden hacerlo. Si en una cierta elección 70% de los votantes prefiriera al candidato A y 30% prefiriera al candidato B, pero sólo los segundos acudieran a las urnas, el candidato B sería elegido presidente ya que la voluntad popular no se determina estableciendo lo que hay en el corazón de los votantes, sino contando los votos de aquellos que acudieron a las urnas.
Este par de experimentos pensados, aunque extremos, ilustran problemas reales que todos los sistemas políticos tratan de minimizar. Las campañas políticas deben tener una duración mínima, suficiente para que los votantes se formen una idea de los candidatos, mientras que los llamados contra el abstencionismo pretenden evitar que la muestra de votantes sea demasiado pequeña para ser significativa.
Otro factor que incide en la precisión con que un proceso electoral refleja las preferencias de los ciudadanos es la posibilidad de que éstos emitan su voto bajo presión o engaño. Sin embargo, cuando en el punto más álgido de la campaña se hacen afirmaciones no comprobables de que el candidato A es un peligro o que el candidato B no es digno de confianza, es difícil ponerse de acuerdo en cuanto a si esta forma de influir sobre los votantes es admisible o censurable.
La controversia
Hubiera sido de esperarse que ante un resultado desfavorable en una elección tan cerrada, López Obrador reuniera todos los reportes de inconformidad levantados por los representantes de la CPBT y los utilizara para demostrar irregularidades en el proceso que condujeran a correcciones que fácilmente habrían podido revertir el resultado. No lo hizo así porque se encontró con que estos reportes eran extremadamente escasos.
Así, López Obrador invocó estudios sobre comportamientos “anómalos” en la evolución en el tiempo de los datos del PREP,16 videos de funcionarios de casilla apartándose del protocolo,17 la supuesta relación de Hildelbrando con el software utilizado por el IFE, la asistencia de Calderón a la boda del Consejero Presidente del IFE y el ambiente agresivo que se vivió antes del 2 de julio como razones para exigir que se realizara un recuento general: “Voto por voto y casilla por casilla”.
Sin embargo, la afirmación de que un gobierno con mucho menos poder que el PRI y enfrentándose a unas regulaciones mucho más estrictas pudiera orquestar un fraude con una precisión nunca antes vista, requería de evidencia mucho más contundente para convencer a cualquiera que no tuviera un interés personal en el triunfo de la CPBT.18-20
Esto no implica negar que en el proceso existieran inconsistencias. El intento más serio de describir el impacto de éstas en el resultado final lo realizó Luis Mochán,21 quien concluye que el recuento exigido por López Obrador es indispensable para determinar al ganador de la elección, conclusión con la que muchos observadores neutrales están de acuerdo.22 En realidad, aunque es obvio que la mejora continua de nuestros procesos electorales no debe pasar por alto las vulnerabilidades e incertidumbres detectadas en este trabajo, las conclusiones de Luis Mochán sólo pueden aceptarse si se aceptan también otras tres suposiciones implícitas.
La primera suposición es que un segundo conteo sería necesariamente más preciso que el realizado el día de la elección. Hay que recordar que el 2 de julio los conteos fueron realizados en paralelo por ciudadanos elegidos por sorteo. El segundo conteo tendría que realizarse en serie, lo que sería extremadamente fatigoso para los participantes, que tendrían que seleccionarse por algún procedimiento no determinado. En estas circunstancias parece probable que el segundo conteo hubiera sido incluso menos preciso que el primero.
Hubiera sido de esperarse que ante un resultado desfavorable en una elección tan cerrada, López Obrador reuniera todos los reportes de inconformidad levantados por los representantes de la CPBT y los utilizara para demostrar irregularidades en el proceso que condujeran a correcciones que fácilmente habrían podido revertir el resultado. No lo hizo así porque se encontró con que estos reportes eran extremadamente escasos.
La segunda suposición es la que establece que el único actor que puede alterar los resultados en su favor es el partido gobernante, o el IFE en su representación. La absoluta honestidad de los miembros del partido que impugna se da siempre por sentado. El que consiguiéramos imaginar un procedimiento de recuento que satisficiera a la CPBT no implicaría que éste satisficiera al resto de los contendientes. En verdad, los votos emitidos en favor de Calderón tienen tanto derecho a ser defendidos como los otorgados a López Obrador.
La tercera suposición es la que afirma que una elección no puede ser válida si su margen de incertidumbre es mayor que la diferencia en los votos obtenidos por los candidatos. En realidad, los márgenes de error introducidos por las fluctuaciones en la intención del voto, los niveles de abstencionismo o el nivel cultural de los votantes son absolutamente descomunales. Sin embargo, así como nunca hemos tenido problemas para otorgar récords mundiales por salto de altura sabiendo que los atletas los obtienen en regiones en que difiere la aceleración de la gravedad, las grandes incertidumbres involucradas en cualquier proceso electoral nunca nos han detenido para utilizarlo como método práctico de tomar una decisión.
Cuando los resultados son en extremo cerrados, los altos niveles de incertidumbre implicados hacen que el proceso electoral se asemeje al lanzamiento de una moneda. Esta situación dista de ser ideal, y pudiera resolverse reglamentando una segunda vuelta para elecciones futuras. No obstante, apartarnos de los procedimientos que hemos implementado a través de años de trabajo y experiencia para satisfacer a una de las partes sería un retroceso en nuestro camino hacia el mejoramiento de nuestra democracia.
Conclusión
Si comparamos la elección presidencial mexicana de 2006 con la elección presidencial de nuestros sueños, ésta saldría sin duda muy mal parada. Sin embargo, si la comparamos con lo que son las elecciones presidenciales en el mundo real, resulta una de las elecciones más limpias de todos los tiempos. El resultado fue tan cerrado que elegir a uno u otro de los candidatos no habría hecho mucha diferencia. El imperfecto cómputo distrital, basado en las miles de imperfectas actas en que miles de imperfectos ciudadanos plasmaron sus firmas, le dio el triunfo a Felipe Calderón Hinojosa y por eso es él quien despacha como presidente de México. ®
Notas
1. James C. McKinley Jr., “Leftist Starts Legal Battle over Mexico Vote”, New York Times, July 12, 2006, Sección Mundial, edición online(consultado el 26 de octubre de 2011).
2. Juleyka Lantigua-Williams, “Author Mario Vargas Llosa a deserving Nobel laureate”, The Progressive, 14 de octubre de 2010 (consultado el 26 de octubre de 2011).
3. “The Electoral Process and Political Dynamics”, in Mexico: A Country Study, eds. Tim L. Merrill y Ramón Miró (Washington: GPO for the Library of Congress, 1996), edición online(consultado el 26 de octubre de 2011).
4. Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, Diario Oficial, 14 de enero de 2008, Presidencia de México, publicado online por el Instituto Federal Electoral(consultado el 26 de octubre de 2011).
5. Geri Smith, “Election Lessons from Mexico”, Bussinessweek, 2 de noviembre de 2004, comentario, edición online (consultado el 26 de octubre de 2011).
6. “ONU e IFE Capacitan a Comisionados Electorales en México”, Centro de Noticias de las Naciones Unidas, 4 de julio de 2004, sección en español (consultado el 26 de octubre de 2011).
7. Jesús Ramírez Cuevas, “Mi Reino por una Portada: los Políticos y las Revistas del Corazón”, Masiosare, 16 de mayo de 2004, inserto de La Jornada, edición online(consultado el 26 de octubre de 2011).
8. Jorge Herrera, “Definen Primer Debate, Será el 4 de Abril”, El Universal, 17 de marzo de 2006, sección Elecciones 2006, edición online (consultado el 26 de octubre de 2011).
9. “Introducción al Segundo Debate Presidencial”, Comisión Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión, Instituto Federal Electoral, 6 de junio de 2006, como fue publicado en YouTube (consultado el 26 de octubre de 2011).
10. “Un Peligro para México”, spot en TV del Partido Acción Nacional, 2006, como fue publicado en YouTube (consultado el 26 de octubre de 2011).
11. “Veinte pesos”, spot en TV del Consejo Coordinador Empresarial, 2006, como fue publicado en YouTube(consultado el 26 de octubre de 2011).
12. “Cuñado de Calderón gana contrato del INEGI por 1 mdp”, Milenio online, 16 de noviembre de 2008(consultado el 26 de octubre de 2011).
13. Cómputos distritales de las elecciones federales de 2006, Página del Instituto Federal Electoral(consultado el 26 de octubre de 2011).
14. James C. McKinley Jr., “Amid Catcalls Mexico’s President is sworn in”, New York Times, 2 de diciembre de 2006, sección mundial
http://www.nytimes.com/2006/12/02/world/americas/02mexico.html (consultado el 26 de octubre de 2011).
15. Nancy Vogel, “A Vote to Quit the Electoral College”, Los Angeles Times, 31 de agosto de 2006, sección local, edición online (consultado el 26 de octubre de 2011).
16. Luis Mochán, “Presidential elections 2006, anomalies in the preliminary results”, Página de Luis Mochán, en el sitio del Centro de Ciencias Físicas de la Universidad Nacional Autónoma de México(consultado el 26 de octubre de 2011).
17. Enrique Méndez, “Presenta AMLO dos videos sobre embarazo de urnas y actas alteradas”, La Jornada, 11 de julio de 2006, sección política, edición online (consultado el 26 de octubre de 2011).
18. “El Presidente de Casilla de Salamanca Demandará Penalmente a López por Difamación; Insultó a los que Participamos: Gilberto Castro Razo”, La Crónica de Hoy, 12 de julio de 2006, sección nacional, edición online (consultado el 26 de octubre de 2011).
19. Jorge Herrera, “El IFE niega relación de Hildelbrando con el PREP”, El Universal, 10 de junio de 2006, sección México, edición online (consultado el 26 de octubre de 2011).
20. Katia D’Artigues, “Una boda transparente”, El Universal, 8 de diciembre de 2003, Columna Campos Elíseos, edición online, reproducido como “Era 2003… Ugalde se casaba Invitado Calderón” por Una Fuente Blog de los Medios (consultado el 26 de octubre de 2011).
21. Luis Mochán, “Uncertainty and errors in the Mexican elections of July 2006”, Página de Luis Mochán Website, en el sitio del Centro de Ciencias Físicas de la Universidad Nacional Autónoma de México(consultado el 26 de octubre de 2011).
22. “Mexican Standoff”, The Financial Times, 10 de julio de 2006, sección Americas, edición online (consultado el 26 de octubre de 2011).
Ulises Sánchez
Ahí trata cuestiones que se sabían, que no se investigaron a fondo y bueno; a lo que yo me refería era a noticias mas recientes que vienen a replantearnos la duda de si esas elecciones fueron limpias o no. Muy independientemente del poder del PAN gobierno (enviciado con las bases del PRI gobierno al no haber planteado un cambio estructural de estado).
En ese momento AMLO represento amenazas para un sector privilegiado, entonces la guerra sucia y la desinformación han sido temas dignos de ver. Fraude o no, la duda sigue y no podemos vanagloriarnos de un IFE cada vez mas burocratico y alejado de su proposito original.
Lydia Alvarez
Quedaron en el segundo párrafo de la sección titulada “La controversia”.
Ulises
Entonces, ¿donde se dejan las declaraciones de la maestra Elba, los cables de Wikileaks y esa llamada ventilada por Josefina Vazques Mota en la que Luis Carlos Ugalde (cercano a la maestra) otorgaba anticipadamente el triunfo a Felipe Calderon Hinojosa?