“Decreación es una cadena de sueños en donde “los durmientes” se comunican mientras duermen, es un elogio sublime al dormir, estado en el que se oyen los ecos de genio que la autora re–construye: realidad original y originante, elegida y singular.”
Navegamos madre en un océano sin barcos.
Piedad por nosotros, piedad por el océano, navegamos.
—Anne Carson
Anne Carson no es una escritora convencional. Sus libros —la mayoría inclasificables— pueden abrevar desde los clásicos de la tradición grecolatina hasta las obras videográficas de Samuel Beckett; pasar de la poesía al ensayo y de éste al guion, a la dramaturgia lírica, o por qué no, al juego. Quienes leyeron La belleza del marido, un ensayo narrativo en 29 tangos (Lumen, 2003) recordarán que ésta es una obra en la que se mezclan los versos con la cadencia del baile, con la poesía de Keats, con diálogos y reflexiones.
Una mixtura similar es la que podemos encontrar en Decreación, título que apareció en 2005 y que la editorial regia–madrileña Vaso Roto publicó en 2014 gracias a los oficios de la poeta y traductora Jeannette L. Clariond.
Decreación pone de manifiesto la erudición y el talento de una de las voces más significativas de la literatura contemporánea y que recién fue premiada con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2020. El trabajo de una mujer a la que Susan Sontag definió como “una escritora culta, inquietante y atrevida, cuya poesía ofrece intensidades hipnóticas”.
Y no es necesaria una extensa biografía de Carson para elaborar este alegato, de hecho, la información que aparece en las solapas de sus libros es tan escueta como las declaraciones que la autora suele dar a la prensa: Nació en Canadá y se gana la vida enseñando griego antiguo. Pero a cambio tenemos el extenso trabajo de la poeta, que en México podemos rastrear gracias al trabajo de Vaso Roto que ha traducido, además de Decreación, títulos como Nox, Albertine, rutina de ejercicios, Si no el invierno, fragmentos de Safo y Tipos de agua, el camino de Santiago.
En una entrevista (vía correo electrónico) que Anne Carson concedió a The New York Times en marzo de 2013 la canadiense sostiene que la escritura es una lucha en la que intentamos “arrastrar un pensamiento fuera del almizcle del inconsciente hacia una especie de gramática, de sintaxis, de sentido humano”.
Precisamente la búsqueda de ese sentido es lo que encontramos en Decreación, cuyo subtítulo Poesía, Ensayos, Ópera nos previene sobre las distintas direcciones que tomará la autora para plantearnos las posibilidades de la palabra que da título al libro, un neologismo utilizado por la filósofa francesa Simone Weil que se refiere a la intención de apartarse de sí misma para llegar al creador, a Dios, para “deshacer la criatura dentro de nosotros”.
En la nota a la edición Jeannette explica el significado del título de la obra de la siguiente manera:
Decreación es una cadena de sueños en donde “los durmientes” se comunican mientras duermen, es un elogio sublime al dormir, estado en el que se oyen los ecos de genio que la autora re–construye: realidad original y originante, elegida y singular.
La obra comienza con Paradas, un apartado en el que Carson presenta un conjunto de poemas cuyos temas versan sobre los sueños, “los húmedos misterios de la noche”, los recuerdos de la infancia, la figura materna, la fragilidad.
El libro continúa con Toda salida es una entrada (Elogio al Sueño), un ensayo en el que la autora hace varias referencias a La Odisea de Homero, y señala que Kant “se refiere al contenido del sueño como poesía involuntaria en un estado saludable”.
Carson plantea que el sueño tiene diversas lecturas, y que existen infinitas formas de leerlo. Una de estas interpretaciones se encuentra ligada a la creación literaria. El uso del inconsciente como una herramienta de escritura.
Aparecen también ensayos sobre el tema de lo sublime, en referencia al Tratado sobre lo sublime de Pseudo–Longino, así como el texto que da título a la obra, Decreación: de cómo dicen Dios mujeres como Safo, Marguerite Porete y Simone Weil, en el que la autora aborda temas como el amor, la fe, la creación, el misticismo y el espíritu, a través de las voces de estas tres mujeres.
Mención aparte merece la “Ópera en tres actos”, también titulada Decreación, una pieza heterodoxa en la que la autora explora el amor y sus oscuras dentelladas por medio de personajes como Hefesto, Afrodita y Ares.
“El primer verso debe dejar correr tu mente como lo hace Homero, / como lo hace Frank O’Hara, por qué/ a este ritmo/ las Musas/ entran golpeando las puertas…”, escribe Carson en el poema Gnosticismo III. Así es como debe leerse la obra de la canadiense, hay que abrirle todos los diques, permitirle que discurra a voluntad para mostrarnos el amplio espectro de posibilidades que tiene la poesía. ®