El documental Otro mundo es posible, de Miguel Mirra, trata de la vida de Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz en 1980. La voz del mítico locutor argentino Ariel Delgado funciona como vehículo para narrar la historia. La voz de Delgado y las ideas de Esquivel soportaron la violencia de la dictadura argentina.
Treinta años después de recibir el Nobel Esquivel analiza el papel de las corporaciones de medios y el bombardeo mediático. Palabras vacías en plena era de la comunicación.
Ariel Delgado opina cuando lee. Así lo hizo siempre. Su particular mirada como daga filosa en un impersonal cable informativo. Delgado pondera el valor de la palabra. En cada palabra existe una idea, un sentido. Delgado llega a la redacción de madrugada sin prestarle atención a ese sopor de tensa calma. 4.30 a.m. Delgado selecciona los cables de noticias que se imprimieron en las primeras horas del día, cuando todavía —aparentemente— no sucedió nada. Lee, piensa y redacta en el aire. Se detiene. Elige las palabras justas. Enfrente está Fabián, el uruguayo, un redactor fanático que tiene la extraña capacidad de escuchar dos radios a la vez, cada una en un auricular distinto. Delgado improvisa los títulos del día y se los dicta al uruguayo. Fabián escribe a dos manos en la vieja Olivetti. Aún no llegaron las computadoras a la redacción. Ese es el recuerdo que guardo del gran Ariel Delgado. Tuve el privilegio de compartir las primeras horas de las mañanas en Crónica TV —un canal de noticias argentino— sobre fines de los noventa. Así eran todas las madrugadas. Ese recuerdo reapareció intacto cuando comenzó el documental Otro mundo es posible.La voz estridente del locutor Ariel Delgado desde Radio Colonia de Uruguay irrumpió el 14 de octubre de 1980 en la Argentina gobernada por el terrorismo de Estado. Su voz cruzó el río más ancho del mundo. Contra todas las prohibiciones Delgado anunció la obtención del Premio Nobel de la Paz por parte del pacifista y defensor de los derechos humanos Adolfo Pérez Esquivel:
DELGADO: Buenos días amigos. “En la Argentina no se respetan los Derechos Humanos”. Esto lo declara el flamante Premio Nobel de la Paz, el argentino Adolfo Pérez Esquivel. Como se sabe, el Nobel de la Paz, máximo galardón que se otorga a las más destacadas personalidades mundiales es discernido anualmente por el comité noruego con sede en Oslo.
Las voces se multiplican. A fines de 2010 se estrenó en Mar del Plata el documental Otro mundo es posible, dirigido por Miguel Mirra. El cineasta decidió comenzar su película con la voz en off de Delgado junto a una sucesión de imágenes de Nobel argentino, donde se funden instantáneas de su infancia, la familia, las luchas sociales, la pasión por la escultura y arquitectura, la fe en Dios. Treinta años después la voz de Delgado se hace táctil cuando dialogamos con Pérez Esquivel. Las dictaduras se terminan y las derechas se maquillan. Operan detrás de las caretas de un carnaval de consumo.
Una generación, las mismas ideas
Pérez Esquivel y Delgado pertenecen a la misma generación. Ambos nacieron en los años treinta, la década infame. Son hijos del primer golpe de Estado que padeció Argentina. Aquellos años estuvieron signados por la corrupción, el fraude electoral, la represión a los opositores. Esquivel y Delgado poseen la misma génesis, las mismas llagas.
DELGADO: El anuncio oficial, hecho en la capital noruega, dice: “El comité noruego del Premio Nobel de la Paz ha concedido el Premio Nobel de la Paz 1980 a Adolfo Pérez Esquivel”. Pérez Esquivel, arquitecto y escultor de profesión, ha sido catedrático en arquitectura en Buenos Aires. En 1974, habiendo decidido dedicar su vida por la lucha a los derechos humanos, se hizo cargo de la dirección de la organización SERPAJ (Servicio Paz y Justicia) que tiene su sede en Buenos Aires, como también filiales en otros países de América Latina.
De aquella voz radial que esquivó la censura a este presente Esquivel destaca que su recorrido no es individual sino que pertenece a un trabajo colectivo y compartido por miles de personas en todo el mundo. Eso se traduce en imágenes. Miguel Mirra, el cineasta, está fascinado por el personaje. El documental es un aporte para conocer aspectos de su vida que son inéditos, por ejemplo la veta artística del activista. “Nadie conoce que es un artista”, afirma Mirra, quien grabó a Esquivel pintando una obra en su hogar. “La coherencia que posee donde combina su cristianismo y su militancia social” son aspectos que cautivaron al documentalista que también rodó Los ojos cerrados de América Latina.La película de Mirra es una especie de road movie donde el traslado del personaje principal es una vida entera. Pérez Esquivel, su esposa pianista, la cárcel, el trabajo junto a las Madres de Plaza de Mayo, la participación en protestas y la recuperación de fábricas cerradas. El cineasta pondera las imágenes de archivo y el relato avanza.
—¿Qué indicios encuentra en los retazos de su infancia que lo hayan llevado a recorrer este camino?
Vivir para entender. La infancia de Esquivel es arlteana, plagada de compases tangueros que latieron en los conventillos porteños.
—Yo empecé a trabajar a los diez años de canillita. Trabajaba de día y estudiaba de noche y no era un caso excepcional. Éramos cientos de pibes que hacíamos eso. Recuerdo los puestos de libros que antes estaban en Plaza de Mayo. Yo me bajaba de los tranvías para ir a comprar libros usados. Siempre iba al mismo puesto y había un librero —que nunca supimos nuestros nombres. Él era Don y yo era Pibe. ¿Don, qué tiene?, le preguntaba. Y un día me dijo: “Tengo dos libros. Uno te lo regalo y el otro te lo vendo, me lo pagas como puedas”. El primero era una biografía del Mahatma Gandhi y el otro fue La montaña de los siete círculos de Thomas Merton, un monje trapense de la abadía de Nuestra Señora de Getsemaní. Y Don me enseñó la metodología de estudiar y de leer.
Porque yo le decía: “Don, no entiendo nada lo que dice este libro”. Y él me respondió: “Lee una sola página por día y pensá lo que leíste. Tratá de analizarlo. Ahí vas a tener el método para toda la vida”. Así arranqué. Recuerdo a un gallego que nos fiaba la comida: café con leche, tostadas y dulce de leche. Y le pagábamos cuando podíamos. Luego me formé con los franciscanos, empecé a trabajar en los barrios. Y me reflejaba en eso. Porque mi padre era un inmigrante, mi madre murió cuando era muy chico. Me crió mi abuela que era una indígena guaraní. Ahí empecé a comprender muchas cosas. No porque me lo enseñaran sino porque lo viví.
Vivir para entender. La infancia de Esquivel es arlteana, plagada de compases tangueros que latieron en los conventillos porteños. “De más grande trabajé junto al padre (Carlos) Mugica en la Villa de Retiro. Allí fui entendiendo la realidad latinoamericana”. El padre Mugica también nació en el 30. El cura pertenecía al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, lo asesinaron el 11 de mayo de 1974, dos meses después del golpe de Estado que desembocó en el mayor genocidio argentino. Esquivel recuerda que el mismo año del crimen a Mugica le pidieron organizar lo que hoy es el Servicio de Paz y Justicia. “La idea se gesta en los sesenta desde México. Yo un día vivía en una fabela, otro en una villa… La miseria en todos lados cambia de nombre, pero en todos lados tiene el mismo rostro. Y yo creo que el testimonio de un trabajo así hay que trasmitirlo”. Mugica, Esquivel y Delgado se jugaron por la palabra. Mugica asesinado. Delgado por no respetar las prohibiciones impuestas emigró a Roma. Y el pasado de pibe buscavidas de Esquivel vive aún en sus lecturas críticas del presente.
DELGADO: El objetivo de esta organización es trabajar para la promoción de los derechos humanos fundamentales, basados exclusivamente en medios no violentos. La organización ha desarrollado una red de contactos que abarca el continente entero coordinando las actividades de numerosos grupos locales que comparten puntos de vista básicos…
El premio visibilizó un trabajo silencioso. Pero los criterios de selección no son siempre los mismos. Obama, presidente de un país en guerra constante, también lo ganó. “Yo le escribí una carta a Obama. Y le dije: ‘Ahora que también sos premio Nobel de la Paz, podemos hablar’. Y le relaté parte de mi viaje a Irak. Cruzamos dos mil kilómetros de desierto. Vimos cómo quedó una escuela bombardeada donde murieron mujeres y niños. La CNN nunca desmintió esto. Tampoco lo confirmó”. El poder de los medios, qué dicen, cómo lo dicen, cuál es su agenda.
“En Argentina estamos luchando contra los monopolios, por una nueva Ley de medios audiovisuales. Pero no hay que cambiar el monopolio privado por el monopolio estatal. Hay que trabajar por la libertad de la información. En esta globalización han buscado la fragmentación y nos han impuesto la dominación de los monocultivos de las mentes. Así como existe el monocultivo de la soja y sus agrotóxicos, así nos están metiendo esto en las cabezas”. De la censura a la sobreinformación, del terrorismo de Estado al juego de las grandes corporaciones, Esquivel analiza la situación a nivel mundial: “Las grandes corporaciones pueden hacer un golpe de Estado económico en cualquier lugar. Hay que aprender de lo que ocurrió en Argentina en 2001-2002. Hay que construir un nuevo contrato social como lo hizo Rousseau”.
—¿Qué va a suceder luego del fracaso del golpe de Estado en Ecuador?
—Correa ya había anunciado esto hace cinco meses. Lograron abortar un golpe militar, Correa lo anunció y ahora viene esto. No puede haber un golpe en Latinoamérica sin el consentimiento de Estados Unidos. Lo intentaron en Venezuela, lo intentaron con Evo. Y esto no es casual. Están perdiendo la hegemonía continental y tienen que reforzar sus políticas de dominación. Siempre hay políticos adictos a las políticas estadounidenses. Son un hecho las bases militares de Estados Unidos en el continente.
Las noticias corren a la velocidad de la luz. Casi tanto como aquella mañana de 1980.
DELGADO: …por último, el anuncio del Comité noruego del Premio Nobel de la Paz expresa: “En opinión del Comité, Pérez Esquivel en su lucha por los derechos humanos también representa la lucha por la imagen y la reputación de Argentina en el mundo”.
El premio visibilizó un trabajo silencioso. Pero los criterios de selección no son siempre los mismos. Obama, presidente de un país en guerra constante, también lo ganó. “Yo le escribí una carta a Obama. Y le dije: ‘Ahora que también sos premio Nobel de la Paz, podemos hablar’. Y le relaté parte de mi viaje a Irak.
“Los avances tecnológicos nos han llevado a una aceleración del tiempo. No podemos pensar de la misma forma que hace veinte años atrás. Esta aceleración lleva a que lo mediático esté en el centro de la escena. Una noticia, después de cinco minutos, ya es vieja. Esa velocidad que se ve reflejada en los medios de comunicación. Esto nos impide la capacidad de pensamiento o sentido crítico. No nos dan tiempo de escuchar el silencio. Tenemos que liberar la palabra. La palabra está presa. La palabra es energía y la utilizamos con demasiada ligereza. Estamos tan absorbidos por esta contaminación a la que nos han sometido. Somos esclavos porque no podemos reaccionar”. Esquivel pone a los medios en una especie de spam informativo. Sus bombas no estallan, implosionan.
“Lo que hace la CNN, lo que hace el Grupo Clarín; son grandes monopolios. Se ven horrores y grandes errores, pero la gente no tiene la capacidad de pensar. Nos dicen que es la verdad pero no es la verdad. Esto hay que enfrentarlo desde las organizaciones sociales, de las propuestas filosóficas, éticas, educativas. Tenemos que pensar en un nuevo pensamiento”.
Otro mundo es posible retoma el discurso de hace treinta años en Oslo cuando Pérez Esquivel aseguró: “Para mí es esencial tener la serenidad interior de la oración para escuchar el silencio de Dios, que nos dice en nuestra vida personal y en el signo de la historia de nuestro tiempo de la fuerza del amor. Y es por esa fe en Cristo y en los hombres que debemos aportar nuestro esfuerzo humilde en la construcción de un mundo más justo y humano. Y quiero afirmarlo con énfasis: Ese mundo es posible”. Hoy, el Nobel de la Paz sostiene que usamos las mismas palabras pero no nos entendemos porque “las palabras no tienen el mismo valor para todos. Por ejemplo, democracia. “¿Qué entendemos por democracia? ¿Es porque votamos? Hay dos palabras vaciadas de contenido: democracia y amor. ¿Cómo cambiamos esto?”
El relato de Ariel Delgado fue etéreo. El resto de los medios argentinos de comunicación no dieron la noticia sobre la obtención del Nobel. La distribución de Otro mundo es posible es independiente, no forma parte de la narrativa de las corporaciones mediáticas. Tres décadas, palabras vaciadas de sentido. Personajes que viven más allá de la historia televisiva. En el mundo real que en algún momento sea posible. ®
Enlaces:
Noticia radial del Nobel a Pérez Esquivel en el año 1980 transmitida por Ariel Delgado a través de la emisora Radio Colonia Primera y Segunda luego de la cual fue despedido. Fuente: Web de Pérez Esquivel
Biografía de Miguel Mirra, cineasta.
Otro mundo es posible, tráiler.