Mario Vargas Llosa y mi selfie más polémica

Leer, escuchar, disentir

Mascardi rememora el encuentro de la Sociedad Interamericana de Prensa en Charleston, en octubre de 2015, cuando conoció a Mario Vargas Llosa, que habló de dictaduras, de libertad de prensa, de Trump, del narco y de Twitter.

Juan Mascardi y su selfie con Vargas Llosa.

La primera vez que me crucé con Mario Vargas Llosa fue en un ascensor. El instante previo a que llegaran las piedras, las balas de goma y los gases lacrimógenos.

El escritor peruano estaba bajando en un ascensor de la Fundación Libertad de Rosario, Argentina. Yo estaba llegando a la redacción de ON24, que funcionaba en ese mismo edificio. Antes de ingresar, había notado que el clima en la Plaza del Che era áspero. Organizaciones políticas y sociales se habían reunido para repudiar la presencia de representantes de la derecha internacional, convocados para conmemorar los veinte años de la Fundación Libertad.

Vargas Llosa se dirigía desde el edificio enclavado sobre calle Mitre, frente al río Paraná. Y en el instante en que quedamos cara a cara me imaginé lo que se venía. Era un momento tenso. Antes de llegar a la Fundación había escuchado los cánticos: “Bush, fascista, vos sos el terrorista”, “capitalismo, fuera del mundo”. También había rechazo por la presencia de los expresidentes de España y México, José María Aznar y Vicente Fox.

Todo eso pensé en el momento en que quedamos frente a frente. Era el 28 de marzo de 2008. Hacía poco, menos de un año, Gabriel García Márquez me había entregado un premio en Monterrey, México. Vargas Llosa todavía no había ganado el Premio Nobel de Literatura.

Era el 28 de marzo de 2008. Hacía poco, menos de un año, Gabriel García Márquez me había entregado un premio en Monterrey, México. Vargas Llosa todavía no había ganado el Premio Nobel de Literatura.

Pero yo no tuve ni el coraje ni la vanidad de pedirle una foto. Eso ocurrió siete años después, en Estados Unidos. Esta vez viajaba por un premio de la Sociedad Interamericana de Prensa, tras haber ganado la Mención de Honor por la crónica “En el Hotel California no hay siquiera un cuadro de los Eagles”, un relato como road movie tras los pasos de la mítica canción. Un viaje a la Baja California Sur a buscar las pistas y los indicios en un viejo hotel mexicano que está al borde de la península. ¿Allí se inspiraron The Eagles?

Charleston y la conferencia de la SIP

A Mario Vargas Llosa no le interesa Twitter pero sabe que existe un apócrifo que robó su identidad, detesta el periodismo amarillo y más aún cuando él mismo queda enredado entre las noticias del corazón, le preocupa el avance y la consolidación del narcotráfico como cúspide de la corrupción y su amenaza contra la libertad de expresión, no titubea en calificar a Donald Trump como a un demagogo enfervorizado y desestima planificar qué va a ocurrir con sus restos cuando se muera, donde descansarán es un detalle siempre y cuando no sea en un lugar pestilente.

Andrés Oppenheimer y Vargas Llosa. Fotografía de Juan Mascardi.

Mario Vargas Llosa desea ser recordado como un escritor, el hombre que escribe metódicamente todos los días está lejos de ser un monumento impoluto: polémico y de frases cortas ahora habla en Charleston, Carolina de Sur, Estados Unidos, invitado por la Sociedad Interamericana de Prensa. Hay silencio y aplausos. Risas cómplices que veneran su postura política y su trayectoria literaria que llevó al peruano más famoso del mundo a ganar el Nobel. Afuera llueve, llueve mucho producto del coletazo de un huracán y yo trato de tomar apuntes por el simple hecho de estar ahí. La presencia de Mario Vargas Llosa es un acontecimiento en sí mismo.

Libertad libre y el narco

Andrés Oppenheimer, el periodista argentino que reside en Estados Unidos, es el interlocutor entre el Nobel y la audiencia. Y en la audiencia participan propietarios y gerentes de los medios de mayor peso continental. La primera pregunta es una tentación, comparar la libertad de prensa actual con las dictaduras latinas. Vargas Llosa responde:

La América de las dictaduras fue mucho peor, lo que no significa que la libertad de prensa reine hoy en toda América Latina. Sí hay más libertad de prensa con estos gobiernos democráticos, ineficientes y corruptos. Sería una exageración comparar la libertad de prensa de hoy con la de las dictaduras. Hay más libertad de prensa que en el pasado. Pero hay enemigos que no son sólo los gobiernos, como por ejemplo el narcotráfico que ven con temor una prensa libre que denuncie e investigue. Entonces matan y chantajean a periodistas. Es una nueva amenaza que antes no existía.

“Nunca tendré Twitter”

La revolución tecnológica se suma al debate. Vargas Llosa sostiene que los espacios de libertad de prensa son mayores aunque a veces la “abundancia significa confusión”. “Las redes sociales pueden arrebatar tu identidad”, sostiene el escritor y se pone como ejemplo. “Nunca tendré cuenta de Twitter. Pueden crear una identidad antagónica. Es una realidad inquietante. No tengo ni idea quién es el otro Mario Vargas Llosa. No me interesa, no lo consulto”.

Esquivando el huracán

Faltan cinco minutos para que comience la entrevista abierta. A un tranco inquieto, subo dos escaleras para llegar al salón de conferencias del alfombrado y lujoso hotel Francis Marrion en el downtown de Charleston. La ciudad parece estar en estado de sitio. El huracán Joaquín es de categoría 4 con vientos que superan los 200 kilómetros por hora, según el Centro Nacional de Huracanes. Si bien el epicentro del fenómeno natural está en las Bahamas, la previsibilidad estadounidense transformó a la ciudad en un desierto, una postal digna de una película de zombis clase B. Los comercios están cerrados y los vecinos encerrados en sus casas. El este de Estados Unidos se resguarda porque los meteorólogos tienen dificultades para averiguar a dónde se dirige Joaquín, su trayectoria ha cambiado en múltiples ocasiones. Con los pies aún húmedos, por no haber podido saltar con éxito algunos charcos en el camino hacia el hotel, me topo con Mario Vargas Llosa en el ingreso a la sala. Lo saludo, y le tomo su mano con mis dos manos como forma de equiparar su autoridad y, como signo de los tiempos, le propongo: ¿nos sacamos una selfie?

Racismo Made in Trump

“No estoy asustado. No hay ninguna posibilidad de que Donald Trump sea candidato. Eso está descartado. Estados Unidos es un país profundamente democrático”, sostiene con un tono enfático Mario Vargas Llosa. El magnate que cierta vez aseguró que “México manda a su gente, pero no manda lo mejor. Está enviando a gente con un montón de problemas (…). Están trayendo drogas, el crimen, a los violadores” fue duramente criticado por el Nobel.

“Es triste que un personaje que haga una demagogia racista haya captado una porción pequeña de estadounidenses. Es el viejo racismo de las cavernas. Pero en el fondo de las sociedades, existe. Es un demagogo enfervorizado que puede contagiar.”

“Las estupideces que dice el señor Trump vienen con una carga publicitaria. El problema es el otro. Los inmigrantes traen riqueza. Los prejuicios son más profundos que la racionalidad. Trump es una caricatura, es un payaso, dice idioteces, pero expresa algo. Ninguna sociedad está vacunada contra el racismo.”

Francisco en Estados Unidos

“El Papa es una figura política. Su visita a Estados Unidos fue un éxito. Hace gestos y hace declaraciones de audacia”, se refirió Vargas Llosa a la reciente visita de Francisco pero apuntó que el pontífice se queda en el gesto y en las declaraciones. “Detrás de esos gestos, prácticamente no hay nada. Las viejas estructuras vaticanas no se mueven ¿Él va a lograr que se muevan? Eso no se sabe”.

La selfie en Facebook

¿Orgullo? ¿Vanidad? ¿Adhesión? ¿Historia en tiempo presente? La selfie con Mario Vargas Llosa sube a mi cuenta de Facebook. Mientras el Nobel habla comienzan a llegarme comentarios. Pro y contras, sin grises.

Fernanda: Creo que nunca podré entender el fenómeno Vargas Llosa: ¿Cómo alguien puede tener una escritura tan maravillosa y al mismo tiempo dar charlas llenas de esas ideas tan derechas y neoliberales? Siempre va a ser un gran interrogante para mí.


Osmar: Profesionalismo, técnica y oficio pueden hacer una escritura maravillosa, detrás está el hombre y su pensamiento desnudo y eso es lo que vemos y sentimos cuando habla o escribe sin esos soportes. Creo.

Llegar vivo hasta el final

“Yo quiero llegar vivo hasta el final”, dice el escritor. Más allá del prestigio por haber ganado el Nobel de Literatura él prefiere seguir escribiendo todos los días: “Yo escribo todo el tiempo. Esta mañana me desperté a las 5 de la mañana y escribí hasta las 8. Yo trabajo todo el tiempo. De una manera muy disciplinada. Mi trabajo es un placer. Un placer que ejercito día a día”.

Vargas Llosa en la pantalla. Fotografía de Juan Mascardi.

Antes del cierre se despachó contra el periodismo amarillo. “El periodismo como entretenimiento ya no es un periodismo marginal, ha ocupado un espacio. Los periódicos serios —para sobrevivir— hacen concesiones a la banalidad, a la superficialidad. Y ocurre en todo el mundo”.

Un segundo, una selfie

Ser contemporáneo. Tener conciencia plena del presente. Un hombre que argumenta y nos escupe en la cara lo que no nos gusta escuchar. Un literato de 79 años que está en mis antípodas ideológicas. Un periodista que me hace subir la presión arterial cada vez que leo sus columnas en El País. Y que, a la vez, me emociona y me conmueve con sus libros. Su literatura sencilla y mordaz como un gancho al mentón. La selfie es una vulgaridad propia de estas épocas. Un sello de la urgencia y de la vanidad del tiempo real a 15 mil kilómetros de casa mientras todos estamos atrapados por el fenómeno meteorológico que tiene nombre de niño travieso. Una foto que demuestra cuánto más me hace falta leerlo. Y ahora llega el tiempo de escucharlo. ®

Nota escrita en el marco del encuentro de la Sociedad Interamericana de Prensa, octubre 2015, Charleston, Estados Unidos.

Compartir:

Publicado en: Apuntes y crónicas

Apóyanos:

Aquí puedes Replicar

¿Quieres contribuir a la discusión o a la reflexión? Publicaremos tu comentario si éste no es ofensivo o irrelevante. Replicante cree en la libertad y está contra la censura, pero no tiene la obligación de publicar expresiones de los lectores que resulten contrarias a la inteligencia y la sensibilidad. Si estás de acuerdo con esto, adelante.