MÁS VALE QUE ESTÉ MUERTO

A la Morena

Pos sí, amá, ¿qué quería que hiciera? Usted sabe cómo me dio coraje eso que hizo, pero no quiso agarrar el rollo, le advertí, no te acerques a los niños, desgraciado, y ahí va y se les pone enfrente, como si a mí se me hubiera olvidado lo de los cuernotes que me puso.

Viera qué gacho sentí cuando llega la vecina allá a los Huizaches y me dice, aguas, Morena, vieron a tu marido con una morrita. Y peor cuando fui a echarme las cartas con doña María, me dijo, es una cholita, la plebilla esa de la secundaria de enfrente, y ahí voy y lo veo al muy coscolino, a horas que debía estar trabajando, esperándola con un mono de peluche. Eso no se queda así, y que la desgreño. Amor, defiéndeme, grita la otra. Y este cabrón muy campante se quedó con la boca abierta. Morena, cálmate, no me calmo nada, degenerado, quítate, y la plebe se quedó llorando, tirada en la tierra, con las rodillas raspadas.

Me voy a la casa toda encabronada, me reclama la madre, le salió una hija muy piruja, oiga, yo soy la que debo estar indignada. ¿A poco no sabía que andaba con mi marido?

Y ya que se va la vieja llega aquél y me agarra a putazos, pa’ que se te quite, ya ve que estaba enorme, y me tira en el suelo y hasta me quebró la pierna.

Y ahí voy toda madreada a la delegación. Me hallé a una licenciada bien buena, Dios la bendiga, vengo a denunciar maltrato familiar, y me vio toda jodida. Me revisó un doctor, hay que detener a ese tipo, le echaron un año de cárcel.

La cholita se juyó con otro de los albañiles, uno bien morrillo, a los pocos días.

Los niños me preguntaron, y mi apá, les dije la verdad, me trató mal y por eso lo metí a la cárcel, no quiero que se les acerque.

Los niños me preguntaron, y mi apá, les dije la verdad, me trató mal y por eso lo metí a la cárcel, no quiero que se les acerque.

Pasó el año. Pues ahí llega con muchos derechos, según él, a llevarse a los plebes de la escuela. Los niños lloraban, sobre todo la niña. Me avisó la doña que plancha. Morena, que ahí anda el susodicho. Ahí voy a cacharlo in fraganti. ¿Qué te dije, cabrón? Que a los niños no me los tocaras. No me lo puedes prohibir. Cómo chingados no, estuviste en la cárcel. Y arranca pa’ la casa y me la agrede a usted, madre santa. A navajazos.

Dígame si compró el periódico. ¿Salgo bonita? Téngamelo guardado. El muy pendejo, amá, le hubiera visto la jeta cuando le metí el cuchillo. ¿Qué si estoy arrepentida? No, por qué dice eso. Pos sí, es pecado, pero Diosito sabe que lo hice porque era una lacra.

Ay, amá, me agarraron. Y a dónde quería que me fuera. Estaba lavándome las manos. Se me figuró que era sangre de rata, se me untaba como un tatuaje en las uñas.

Y dale, amá. Que por qué salgo con la sonrisota en la foto. Porque me deshice de una lacra, ya le dije. Sí, es cierto lo que dicen los reporteros. Que pegué un gritote cuando me confirmaron su muerte. Que posé para la cámara. Que dije, Más vale que esté muerto, si no me les pelo y voy y lo mato. Todo es cierto.

Amá, ya se acabó la visita, le encargo a los plebes, ahí viene el Día de las Madres, que no se olviden de su madre que los quiere tanto. ®

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Publicado en: Agosto 2010, Narrativa

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