Pútrida patria. Ensayos sobre literatura (Anagrama, 2005) es el aliterante título en español con que salieron a la luz dos libros de ensayos de la autoría de W.G. Sebald (1944-2001), Die Beschreibung des Unglücks (1985), que aborda el infortunio pormenorizado de los escritores austriacos del siglo XX, y Unheimliche Heimat (1991), que presenta el concepto de patria pavorosa o proterva (conservando también la aliteración), tremenda, atávica herencia que debió enfrentar esa caterva de exiliados, suicidas, excluidos, a veces tísicos, alcohólicos o neurasténicos que componen las orgullosas filas de escritores como Musil, Stifter, Grillparzer, Nestroy, Weininger, Karl Kraus, Hofmannsthal, Horváth y otros profundos pensadores del Reino del Este.
El adjetivo heimlich, relacionado con Geheimnis o secreto, significa oculto, misterioso, y de ahí seguro, protegido, al resguardo. En forma negativa, unheimlich, connota algo más: el sentido de lo terrible, tremebundo o imponente pero también enorme, colosal, ilimitado. Heimat, la patria grande y la chica, se deriva de Heim, hogar, morada, habitáculo. Dos conceptos, en apariencia con la misma raíz, engendran una expresión paradójica, cuajada de contradicciones y síntesis dialéctica: la propia casa que sobrecoge, horroriza, espanta.
A través de un recorrido que va de Arthur Schnitzler, Franz Kafka, Joseph Roth, Elias Canetti, Leopold Kompert, Leopold von Sacher-Masoch, Karl Emil Franzos, Hermann Broch y Jean Améry, todos ellos escritores de origen judío, con la adición de Thomas Bernhard y Peter Handke, Sebald intenta llevar al lector, valiéndose de diversos métodos y enfoques, a la convicción de que en Austria, a diferencia de Alemania, se escribió desde el exilio, la diversidad cultural y étnica y, sobre todo, desde la melancolía; no una melancolía de naturaleza enfermiza que lleva en última instancia a la abulia y la autodestrucción, sino desde esa contemplación teñida de gris y de racionalismo que por lo pronto aísla del dolor inmediato y a la postre conduce a reflexiones, escenarios y fantasías, todos encaminados a superar precisamente la crisis. Como el mismo autor escribe en el magnífico prólogo de “La descripción de la infelicidad” (al menos en la traducción de Miguel Sáenz): “La melancolía, el reflexionar sobre la infelicidad existente, no tiene nada en común, sin embargo, con el ansia de muerte. Es una forma de resistencia. Y, a nivel artístico, su función es por completo distinta de la simplemente reactiva o reaccionaria. Cuando, con la mirada fija, se repasan las cuentas para ver cómo ha podido ocurrir eso, se ve que la motricidad del desconsuelo y la del conocimiento son idénticamente ejecutivas. La descripción de la infelicidad incluye en sí la posibilidad de su superación”.
Sebald intenta llevar al lector, valiéndose de diversos métodos y enfoques, a la convicción de que en Austria, a diferencia de Alemania, se escribió desde el exilio, la diversidad cultural y étnica y, sobre todo, desde la melancolía.
Haciendo un repaso a partir de Schnitzler y la moral burguesa en relación con la mujer, con especial énfasis en el sesgo particular y en ocasiones contestatario del autor vienés, o bien abordando algunos aspectos mesiánicos, draculescos y teológicos en El castillo de Kafka, o también impugnando el insólito respeto académico ante la obra de Broch (mal poeta, peor prosista y dudoso adherente de las ideas fascistas en la Austria anterior a la Anexión), sin dejar de mencionar el éxito con los editores de Peter Handke en un principio y más tarde la reticencia llena de reservas e indiferencia que provocara el ulterior y cabal desarrollo de sus obras, aparte de detenerse en los aportes del denodado Joseph Roth y en la cruzada, desde el exilio belga, de Hanns Israel Meyer, mejor conocido con el nombre francés de Jean Améry, el ensayista Winfried Georg Sebald, alemán del sureste, natural de la región montañesa de Algovia, emigrado a Suiza y luego Inglaterra, pretende conducir al lector por los vericuetos de un mundo fascinante, a causa de su profundidad tanto en el análisis psicológico como filosófico, al menos desde el punto de vista de una Lebensphilosophie, sabiduría vital o visión contemplativa. ®