Olga Tokarczuk no teme a los muertos

Premio Nobel de Literatura 2019

La escritora polaca Olga Tokarczuk se lleva el Premio Nobel de 2018 y Peter Handke el de 2019. Sylvia Georgina Estrada la entrevistó en noviembre de 2015, durante una visita de la escritora a la FIL de Guadalajara.

Olga Tokarczuk. Foto © C-K. Dubiel.

Olga Tokarczuk (Sulechów, 1962) es una de las autoras polacas con mayor renombre a escala mundial, pero apenas en 2013 sus libros comenzaron a circular en español. En México es conocida gracias a su novela Sobre los huesos de los muertos (Océano, 2015), una suerte de thriller policiaco cargado de una profunda conciencia ecologista y ambientado en un perturbador bosque del valle de Klodzko, en Polonia.

Ésta no es la primera vez que la escritora pasea por los pasillos de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), antes la visitó en 2011 como parte del Festival de las Literaturas Europeas y ahora llega con su libro bajo el brazo y una enorme sonrisa. Olga luce un flequillo corto y su cabello está recogido en un desordenado chongo, sus ojos claros miran con atención la actividad de la feria que se encuentra a sus pies, bajo el stand de Océano.

Quien lea Sobre los huesos de los muertos podría pensar que su autora forma parte del boom policiaco que se desarrolla en Europa, pero lo cierto es que la obra de Tokarczuk se mueve por los caminos, y estructuras, que le pide cada historia —o poema, o ensayo— que escribe.

Y si bien es el género negro en el que se circunscribe la historia protagonizada por Janina Duszejko —una mujer jubilada que intenta resolver el homicidio de varios cazadores furtivos—, la narrativa presenta desde guiños con la poesía hasta una visión sobre el radicalismo ambientalista.

“No estoy vinculada con ningún género literario por completo, al contrario, creo que los géneros son esquemas muy fijos y hay que desmontarlos. La escritura con ambiciones consiste en utilizar en cierto modo las fórmulas existentes y ponerlas en combinaciones extravagantes y nuevas.

”Justo ésta fue mi actitud en la novela que presento aquí en México, porque por un lado es una novela negra y por el otro es una historia comprometida socialmente, que plantea preguntas y temas que normalmente no se suelen tocar en las novelas policiacas”, dice sobre el libro que arranca con el hallazgo del cadáver deformado del vecino de la protagonista.

Para la autora, Janina Duszejko es una especie de válvula de escape, pues esta mujer no responde al estereotipo de heroína que se ha forjado en las novelas recientes del género negro: es una vieja algo temerosa, pero fiel a la causa ecologista y no duda en sabotear las trampas que dejan los cazadores.

“Lo que hice con esta novela fue crear una visión muy específica de la protagonista, que es la responsable de esta mirada poética y metafísica que aparece en el libro”, dice la psicóloga de profesión.

“Me parece que estamos sufriendo mundialmente una crisis de lectura, la gente está leyendo menos que antes, pero también está leyendo cosas más fáciles, que no exigen mucho, que no tienen profundidad. Por eso muchos de los autores más ambiciosos, que quieren tocar temas más importantes, están en una situación imposible, porque quieren ser leídos por más personas.”

Tokarczuk confiesa que ella misma no es una lectora entusiasta de la novela negra, de hecho, gran parte de su quehacer literario pasa por la poesía, el ensayo e incluso la adaptación escénica. Y aunque no es una experta en el tema policiaco, considera que el éxito de este género se debe en parte a una mezcla muy peculiar entre la literatura popular y la búsqueda de una escritura más ambiciosa.

“Me parece que estamos sufriendo mundialmente una crisis de lectura, la gente está leyendo menos que antes, pero también está leyendo cosas más fáciles, que no exigen mucho, que no tienen profundidad. Por eso muchos de los autores más ambiciosos, que quieren tocar temas más importantes, están en una situación imposible, porque quieren ser leídos por más personas.”

Olga añade que uno de los males de la modernidad es la disyuntiva que enfrentan los autores para vivir de su obra: popularidad contra compromiso estético. La polaca considera que son pocos los escritores que pueden dedicarse de tiempo completo a sus libros sin tener que ceder a las presiones del mercado editorial.

“Los autores saben que si hablan de una forma demasiado complicada nadie comprará sus libros. Una amiga mía, una escritora canadiense, me contó que un colega suyo, escribiendo su obra en un país multicultural y multiétnico, siente cierto tipo de presión por parte del mundo editorial, pero también por parte de los lectores para comunicarse con estas diferentes etnias de una forma más accesible.

”Esta autora se queja de que ella misma tiene que autocensurarse, por ejemplo, no pone referencias a la mitología griega porque sabe que una parte de los lectores no tienen este bagaje y no entenderán lo que está escribiendo”, dice.

Aun así, Olga considera que, independientemente del género en el que se clasifique un libro, cuando los autores se animan a plantear situaciones más complejas sus historias tienen una buena recepción entre los lectores. De hecho, ella prefiere trabajar con distintos temas y no encasillarse.

“Hace poco se publicó en Polonia mi novela histórica, reconozco que fue un placer enorme sumergirme en la historia de mi país. Antes pensaba que la historia era un tema terminado, que ya ocurrió y no tenía mucho sentido buscar ahí. Pero hoy pienso que la historia tiene que contarse siempre, que cada generación debe compartir su visión de ésta una y otra vez, porque cada generación entiende el mundo de otra forma, y tiene otra lengua para expresarse”, dice la autora de Un lugar llamado antaño y Los libros de Jacob.

¿Por qué una escritora debe mirar al pasado y reescribirlo?, Olga —que con orgullo se define como feminista y vegetariana— dice que llegó el tiempo de que las mujeres den su versión de los hechos, de que su voz sea escuchada lejos de las interpretaciones que los varones dieron en su nombre.

“Hasta el siglo XX la historia de Polonia, pero supongo que también la de México, fue vista y contada desde el punto de vista de los hombres, de una forma muy patriarcal. Hoy es muy importante mirar la historia desde otra perspectiva, de la gente que antes no aparecía en la historia oficial, de las mujeres y de las personas con pocos recursos económicos que eran invisible en las antiguas versiones de historia”, dice. ®

Una versión de esta entrevista se publicó en el diario Zócalo con motivo de la visita de Olga Tokarczuk a la Feria Internacional del libro de Guadalajara en 2015.

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Publicado en: Libros y autores

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