Otras cuatro placas del año presente

Cubistoleomonofónicodoombeat – 4

«Y con esto digo que todo podría caber igual, a manera de interpretación espesa, en la paleta de un EP, número de base reglamentaria: 4, sistema de aristas: infinitas. El tiempo no tiene comparación con la música de los grandes.»

Venetian Snares, Cubist Reggae

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Todo pareciera indicar que la composición geométrica del “Guernica” de Picasso apunta hacia arriba, y que su verticalidad aísla la escena completa en un instante de gritos donde hasta las reses expulsan un lamento continuo y sin embargo sosegado por el tiempo. Pero si nos detenemos a analizar los trazos y las formas notamos que el tiempo ahí es múltiple en un solo pestañeo y que lo que tarda el encendido de una bomba es lo que tarda la invasión del dolor que, al estallar, se vuelve infierno e ilumina los campos de la mente como un ángel expulsado del Edén. El caballo, la mujer, el niño, tienen los ojos en donde debiera ir la boca y eso no es otra cosa que un movimiento inadvertido por ser invisible. ¿Quién observa el segundero mientras sucede una explosión? El piloto del bombardero y el que esté inmerso en una absurda pero válida paz territorial. Llámese cubismo, dígase que el pintor está tranquilo. Y con esto digo que todo podría caber igual, a manera de interpretación espesa, en la paleta de un EP, número de base reglamentaria: 4, sistema de aristas: infinitas. El tiempo no tiene comparación con la música de los grandes. Aaron Funk, canadiense, de Winnipeg como ya bien se sabe debido a aquel Winnipeg Is A Frozen Shithole (2005, con títulos como Die Winnipeg Die Die Die Fuckers Die o Winnipeg Is Steven Stapleton’s Arm Pit), ahora más tranquilo y sin tanto granadazo, persiste en la falta de congruencia con lo que se le habrá dicho en la escuela que era un reloj pero ésta vez le hace caso al almanaque con la madurez de alguien que busca una cita de escritor o el cumpleaños de su prole completa. Cubist Reggae tiene raíces, y para gestionar su posicionamiento entre los grandes trabajos de la matemática electrónico-musical (por si fuera poco después de lograr que cada uno de sus discos, acelerado e incorrecto o no, lo fuera) Venetian Snares, también conocido como Last Step, no hace otra cosa que ser él mismo, y sigue una tradición propia, sin fibras afincadas a la tierra aunque sí a esa nieve de su tierra natal, la que odiaba cuando en el ostracismo y la adicción al crack comenzó a crear esa intrincada red de breaks que son su sello indiscutible, él y Tom Jenkinson a.k.a. Squarepusher son los maestros del breakcore y sus estilos son como animales que realizan simbiosis perfectas en biosferas donde quizá ese gesto sea innecesario puesto que no hay una tropa de oídos a su servicio pero sí guerrillas aisladas. Recuérdese esa obra maestra de la electrónica neoclásica llamada Rossz Csillag Alatt Szueletet, en donde Stravinsky es sampleado para la subsistencia de un breakcore cuya complejidad matemática es fruto de genialidad y fuente de asombros inconclusos —sólo razonables en el ritmo. Con este nuevo EP, Aaron Funk vuelve a vestir camisa de acero, “Like a lion, In Zion”.

Thisquietarmy, Vessels

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Desde Montreal, firmando con Aurora Borealis, Thisquietarmy lanza a la mar Vessels y el drone, el dark ambient y el progresivo respiran con agallas en el limbo dictatorial de la música para las masas. El destino de cada track es un mar negro, oscuro, y cada corte del álbum está dispuesto a sortear inclemencias climáticas y sostenerse a vela extendida con la convicción de que el navío no se quebrará hasta que uno decida ponerle pausa. Escucho “The Black Sea” y me avergüenzo de ser tan obvio, pero a menudo el drone no requiere de otra cosa que el acto de sentirlo. La definición de drone es cualquier sonido armónico o monofónico repetido a manera de letanía o salmo durante una composición musical, o un instrumento con elementos para crear ese efecto. Con esto nos remitimos a la música autóctona o los cantos ancestrales, y quizá nos vamos a la pista y encontramos fósiles falsos de adoración instantánea y tributo desechable o, más cerca de un significado: cerramos los ojos. El doom metal es aquí una pátina sobre atmósferas de agudos y graves extendidos como en una frecuencia de ondas de luz captadas durante la operación de un océano en el quirófano del lente periscópico, y para usar la lente hay que tener un cerebro, éste a su vez sumergido, disponiendo de oxígeno o no, pero siempre a riesgo de padecer una descompresión terrible y dolorosa. Eric Quatch, capitán en el muelle comandando los buques, nos trae con estos seis tracks no sólo la calma de saberse inmerso y resguardado sino también lo que muchos dicen es el mejor trabajo a la fecha de un artista prolífico, la mejor pieza de un hombre de corrientes armónicas y monofonías afiladas. Todas las quilas encallan.

Kode9 & Spaceape, Black Sun

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Tengo predilección por dos disqueras en cuanto a los géneros del low tune se refiere: Hyperdub y Hotflush, la primera es a la que Kode9 y su compatriota de las pistas Spaceape pertenecen, también de ahí Scuba y Burial, y así hablo de que Hyperdub recordings es la vertiente directa del buen dubstep, del buen UK beat, el 2step, el UK garaje y toda esa retafila de ritmos que hoy en día han llegado a ser referencia primera en festivales y conciertos de la música electro en esférico bassline, pues ya es cuestión de mainstream y el fenómeno del rock n’roll británico en los noventa se repite no con agudos sino como si John Entwistle retornara del inframundo con bajo cargado y actitud decostructiva para reconstruir la estrategia. La segunda disquera mencionada, Hotflush recordings, es la que lleva la pauta de lo que sus —me atrevo a decir— mejores exponentes, Mount Kimbie, llaman post-dubstep. Y las pongo en la balanza porque al pensarlas me cuesta poco comprender que Kode9 & Spaceape hayan traído a la luz de un sol oscuro un disco sencillamente poderoso pero que es más bien una retrospectiva sonora que archiva el recorrido de sus géneros y los espanta porque la luna se come al sol. Para Black Sun está la promesa de una próxima novela gráfica y cuya autoría esgrime Raz Mesinai a.k.a. Badawi. Para este disco las colaboraciones de Cha Cha, Flying Lotus, Samiyam, en donde Cha Cha es la voz en la pieza de una dupla que se ha caracterizado por usar el recurso de la voz humana en la música de baja frecuencia con bastante acierto —Cha Cha, me atrapaste. Para este disco el respaldo de una disquera que ha sabido absorber y asimilar la música que vende sin tener que regatearla. Así que mientras Hotflush observa a los otros pasar la línea de meta y toma cartas en el asunto, Hyperdub reafirma su posición como cámara phantom y suelta la placa del desenfreno en un mundo de escuchas que creen que el dubstep y los ritmos antes mencionados son lo que asoma en la radio y los comerciales de tenis, lo que Skrillex hizo con Korn, trabajo pésimo y cliché de un género que apenas comienza: ingenuo querer mezclar el dubstep con el rock de Jonathan Davis y compañía, incluso si ellos mismos se dejan, colaborando con la regurgitación; ni a mí ni a —casi— nadie —en mi mundo— debería asombrarle esa mezcla. Black Sun es un acta de principios y una fina trama de contenidos formales clave del dubstep, un repaso de tracks que siguen infuenciándose del grime y el gabba pero cuyos sintetizadores obligan a su misma virulencia a respetar la inmunología del sonido puro, ese que no requiere sintonizarse cuando es el mismo locutor transmitiendo, o como bien afirman nuestros autores al preguntar: Am I.

Elzhi [with Will Sessions], Elmatic

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Es un gusto para mí presentar un disco que regresa a los noventa como si en verdad regresara y regresando en verdad. Es un gran gusto decirles que es de hip hop y un cover completo a manera de homenaje a Illmatic, disco debut (1994) del aún vivo y rapeando Nasir bin Olu Dara Jones a.k.a. Nas. Desde el primer track he notado con la piel hecha cables que hay en esta entrega influencia de J Dilla y Madlib, pues aunque el homenaje está propulsado menos hacia atrás que los trabajos de sus mentores y por lo tanto no hay ese sampleo exhaustivo pero fresco —como si recién se cosechara— del soul, el funk y el rythm n’blues de los sesenta y setenta, Jason Powers, mejor conocido como Elzhi, nos va mostrando a lo largo del disco que la ingeniería sonora del buen hip hop hoy en día está hecha más para el tímpano que para las bocinas de la cajuela. Powers recibió su primera paga en el ámbito del rap al participar en Welcome to Detroit (2001), a su vez debut del mismo (del legendario, del sobrevalorado con justa razón, del hombre que junto con otros gigantes sacara al hip hop de su territorio para quitarle etiquetas y llevarlo a las tornamesas internacionales : Jay Dee.) J Dilla. Hay mucho placer al ir buscando entre la imaginería del nuevo beat y toparse con los personajes extraterrestres de Quasimoto —Madlib— perdidos en ese desorden de tornamesas, samplers, drum boxes, sintetizadores de bajo, vinilos y más vinilos. Es enorme la cantidad de fuentes a las que el nuevo hip hop recurre pero son pocos los que regresan con humor sonoro a la década de la fosforescencia y la televisación mundial de la rima y el flow. Lástima que Dilla fue derrotado por el lupus. Lástima que sea cada vez más difícil escuchar, por ejemplo, el uso de un Roland TR-808 (véase Mc Hammer) en producciones de hip hop actuales como lo han hecho los aquí mencionados por sacudir nuestro cerebro y los que en los noventa tomaban el micro por lograr que el rap se quebrara en las pistas de baile (véase Technotronic). Elzhi toma su camino, entabla una conversación épica con el bajo, gana la batalla del freestyle callejero y el del estudio (ambos estilos se han ido rolando la estafeta sin advertirse), rima por gusto y por derecho propio, marca su límite pero no se envuelve en atmósferas puesto que él es la suya y el beat está decidido a retumbar. Detroit State Of Mind… ¿Alguien que diga algo de la Motown Records (véase Stevie Wonder) para seguir con esta hilación de cosmovisiones legales en un mundo de sorpresas sin ley? Podemos esperar, tenemos buena música en el elevador suspendido. ®

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Publicado en: Junio 2011, Música

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