El mensaje de amor y paz de Patti Smith se dejó escuchar con fuerza hace unas noches al sur de la Ciudad de México. La mítica poeta y roquera, madrina del punk, hechizó en una noche de luna a su auditorio de jóvenes y adultos.
Con una concurrencia de aproximadamente tres mil seguidores, el pasado sábado 5 de mayo en perfecto orden entramos al recinto del Museo Diego Rivera-Anahuacalli. A las 7 pm había unos cientos de personas que poco a poco se iban acomodando cerca del escenario. A las 8:30 pm abrió el grupo de Arizona Saint Maybe, bien recibido por el público.
Media hora después, con el saludo “¡Hola, brothers and sisters!”, la madrina del punk se conectó inmediatamente con su público, al ritmo de “Dancing Barefoot”,que habla de la conexión con la raíz, de sublimación, dar vueltas sin cesar, volver a crearse, perder el sentido de gravedad, al mismo tiempo que cuestiona ¿por qué debemos orar gritando?
Su primer concierto en México. Un día nublado y amenazas de lluvia, pero solamente logran colarse unas cuantas gotas que no molestan a nadie. A reventar la explanada y los pasillos del museo, el público de pie. Primero “Space Monkey”, luego unos cuantos corean la composición de Morrisey “Redondo Beach”, como guardando sus gargantas para más adelante. La elegante madrina punkera mantiene a sus espectadores atentos, reflexivos, dosificando el éxtasis del concierto.
Después de interpretar “Free Money” la señora Smith celebra que los mexicanos tengamos ese museo y exhorta al público a visitarlo, pues asegura que la pareja Rivera-Kahlo influyó contundentemente en su vida. Le dedica “Ghost Dance” al Diego Rivera y a su gente.
Todas las noches antes de descansar la cabeza
Veo todos aquellos billetes girando alrededor de mi cama.
Sé que son robados, pero no me siento mal.
Tomo el dinero y te compro las cosas que nunca tuviste.
Su vestuario lo conforman un pantalón de mezclilla, una playera blanca, un chaleco y un saco negros, un par de botas mal amarradas, el cabello suelto. Sus manos expresan tranquilidad al ritmo de la música, balance sutil entre su expresión corporal, la música y la poética de sus canciones.
Como introducción a “In My Blakean Year” hace referencia a cuando visitó la Ciudad de México en 1970, caminó por sus calles en busca de café, y sintiéndose sola pero libre en esta ciudad, en ese tiempo ella sólo tenía veintitrés años de edad. Con fragmentos del poema de William Blake La imagen divina.
For Mercy has a human heart;
Pity, a human face;
And Love, the human form divine:
And Peace the human dress.
De guitarra a guitarra Smith y Kaye comienzan el diálogo etéreo minimalista de “Beneath the Southern Cross”, donde Patti se detiene y pide una disculpa por estar “mucho emocional”; repiten la rola, para el público es un adorno más, un deleite más que prolonga el tiempo de “este laberinto de ser” descifrado de manera excelente por la armonización vocal de Tony Shanahan.
Tocando su guitarra Stratocaster, a ritmo de “Outside of society”, distorsiona y desliza la plumilla a lo largo de la cuerda más grave emulando a Hendrix; emite un estruendoso grito antes de pronunciar: “Jesus Christ was a nigger, my mother can be too, we are fuckin niggers”; “People, be strong, fuerza; be healthy, be free…”
Juguetona y brillante, la luna mostró su cercanía a la tierra a ritmo de “We Three”: “Las estrellas brillan tan sospechosamente”, y no era sólo otro sábado, como versa su canción “It was just another saturday”. Estremecedor y maravilloso sábado que por momentos apaciguaba la difícil realidad de este país, nos dejaba un poco de esperanza de que las cosas pueden cambiar, de que “la gente tiene el poder”.
A petición del público viene “Pissing in a River” para después hacer referencia a los periodistas veracruzanos asesinados, a quienes les dedicó “Peaceable Kingdom”.Nos hizo recordar la cruda realidad, a lo que Nietzsche contestaría: el arte salva de lo insoportable de la vida; en este caso, la poesía de la punkpoeta Patricia Lee.
El éxtasis vino con “People have the power”, donde una vez más aventó la base del micrófono para desplazarse como le viniera en gana; la poeta de 65 años de edad se desbordó en saltos en el escenario. El coro era todas las voces del lugar.
Llega la tan esperada “Because the night”, que dedica a Frida Kahlo y Diego Rivera. Sigue hablando de amor y paz: “El amor es un banquete del cual nos alimentamos”, como si el tiempo no pasara pero con versiones frescas de su misma poesía. “Porque la noche nos pertenece”; efectivamente, la noche era nuestra y la luna estaba incluida, pasado y futuro estaban ahí. Y para continuar con el rock se reventó con “G-l-o-r-i-a”, de Van Morrison, a la que introduce frases como “Cristo murió por los pecados de alguien pero no los míos. Mis pecados son míos, me pertenecen a mi”. Ironía crítica a la religión cristiana que el diccionario delimita como “estado de los bienaventurados en el cielo, definido por la contemplación de Dios”. Entonces se despidió del público.
El mismo lenguaje para chavos desde los quince hasta los setenta años, estos últimos seguramente nunca imaginaron escuchar de viva voz aquellas canciones setenteras que llegaban a México en vinilos. Ella marcaba el compás para corear y bailar bajo el cobijo de aquellas indefensas nubes y la radiante luna.
No hizo esperar mucho al público para el encore, y esperando ser invitada nuevamente a este país interpretó “Wing” para decirle adiós a su amigo Adam Yauch. Rompió inmediatamente con el “podrido” “Rock’n’roll nigger”, “People you’ll decide what happen to our world, to our earth, to our air, to our water… people you are the future and the future is now”. Tocando su guitarra Stratocaster, a ritmo de “Outside of society”, distorsiona y desliza la plumilla a lo largo de la cuerda más grave emulando a Hendrix; emite un estruendoso grito antes de pronunciar: “Jesus Christ was a nigger, my mother can be too, we are fuckin niggers”; “People, be strong, fuerza; be healthy, be free…”
Las palabras para despedirse fueron una reflexión: “Everything our governments, our corporations, everything they tell us there are ball of shits, man, because the only thing important right now is earth, mother earth, mother nature; she is our God, she is our mother, we must respect the air, the water. Our governments, our corporations, they are dumping chemicals and shit in our water, our children are getting cancers”.
A casi dos horas de concierto agradeció a sus músicos: Lenny Kaye en la guitarra, Jay Dee Daugherty en la batería, Tony Shanahan al bajo y los teclados y su hijo Jackson Smith en la guitarra. Se despidió con un “Buenas noches, Mexico City, thank you”, dejando su guitarra vibrar por espacio de minuto y medio, dejándonos para su regreso dos frases estremecedoras: “People, you are the future and the future is now”. “People, we want peace, we want freedom!” ®