Un ejemplo extraordinario de cómo estudiantes y la comunidad se unen para brindar apoyo a quienes luchan contra el cáncer, confeccionando pelucas para aliviar un trance amargo.
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El sol de la mañana ilumina las escalinatas de la Facultad de Medicina de Rosario, lugar en el que se escucha el sonido de tijeras que cortan mechones de cabellos. Un grupo de personas comparten sonrisas y palabras de aliento. Entre sillas, se ve a jóvenes y adultos que esperan su turno susurrando sobre la decisión que están por tomar.
“Pelo x Pelo”, anuncia un folleto a un lado de las mesas, que convoca a todos a donar cabello para la confección de pelucas destinadas a pacientes con cáncer. La atmósfera está cargada de emoción mientras cada mechón cae como un acto de apoyo para aquellos que enfrentan la enfermedad.
* * *
Intrigada y conmovida por la propuesta, Miriam se contactó con su sobrina, quien es estudiante de tercer año de medicina.
—Lucía, acabo de ver una campaña de donación de cabello en la Facultad de Medicina. ¿Sabés algo al respecto? —preguntó Miriam con entusiasmo.
—¡Sí, tía! Es el proyecto Pelo x Pelo, es increíble lo que hacen. Algunos de mis compañeros están involucrados —respondió Lucía, emocionada.
—¿Podrías ayudarme a contactar a alguien que esté a cargo? Me encantaría saber más y escribir un artículo y hacer un video sobre esto —solicitó Miriam.
—Claro, dejame hablar con Paola Moyano, ella es licenciada en Fonoaudiología y quien coordina la Secretaría de Extensión. Estoy segura de que le va a encantar la idea de una entrevista —respondió la sobrina.
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Unos minutos después Lucía le envió el contacto de Moyano. Al escribirle, obtuvimos una respuesta inmediata y Paola se mostró muy entusiasta ante la idea de concedernos una entrevista para documentar su labor.
La luz natural inunda el salón, refleja en las mesas llenas de mechones de cabello y herramientas de costura, mientras el sol ilumina los rostros de jóvenes llenos de alegría.
El encuentro se fijó para un miércoles por la mañana, un momento ideal para capturar el corazón del proyecto. Subimos las escaleras hacia el aula, donde la puerta abierta dejaba escapar un murmullo de conversaciones y risas. Al cruzar el umbral el ambiente nos envolvió inmediatamente.
Unos veinte estudiantes trabajan en equipo para confeccionar las pelucas. Sus manos se mueven con precisión, cada gesto es una danza coordinada de cortes y ajustes. La luz natural inunda el salón, refleja en las mesas llenas de mechones de cabello y herramientas de costura, mientras el sol ilumina los rostros de jóvenes llenos de alegría.
Sobre las mesas los estudiantes colocan cuidadosamente los cabellos donados; uno por uno, revisan cada mechón con atención y sólo aquellos que cumplen con los estándares de calidad son seleccionados. Dividen los cabellos y los alinean, ya que deben asegurar que cada mechón esté ordenado. Luego pegan cada uno en una cinta de papel, creando una base sólida para coser. Cualquier cabello que no cumpla con los criterios es descartado.
Estudiantes de diferentes carreras, como Enfermería, Fonoaudiología, Medicina, Psicología y Trabajo Social, coinciden en un mismo proyecto.
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—Es increíble ver cómo todos trabajamos juntos —dice Carla, estudiante de Enfermería, mientras selecciona un mechón de cabello—. Nunca había pensado que la donación de pelo podría unirnos de esta manera.
—La perspectiva integral que aplicamos acá es decisiva —dice Martín, estudiante de Medicina—. No sólo se trata del aspecto médico, sino también del impacto psicológico y social en los pacientes.
—Exactamente —interviene Sofía, de Psicología—. El hecho de que podamos colaborar desde nuestras diferentes áreas de estudio en un proyecto muy importante demuestra el poder del trabajo interdisciplinario.
* * *
La chispa de la iniciativa del proyecto solidario se encendió a partir de una publicación del Centro de Apoyo Integral Hemato–Oncológico (CENAIH), la única ONG de Rosario que brinda alojamiento gratuito a pacientes con enfermedades hematológicas y oncológicas. En noviembre de 2023 el CENAIH decidió dar un paso más en su misión de apoyo y abrió un Banco de pelucas para pacientes con cáncer.
Moyano recordó ese momento decisivo mientras revisaba algunas notas en su escritorio.
—Fue una idea que surgió de manera natural —cuenta Paola, con una sonrisa—. Vimos una oportunidad para colaborar y nos contactamos para ver de qué manera podíamos armar algo que pudiera servir a los estudiantes de la Facultad y a la Institución.
—¿Y cómo fue recibida la propuesta? —le preguntamos.
Paola se recuesta en su silla, pensativa.
Es importante prestar atención al impacto psicológico que la pérdida de cabello tiene en ellos, ya que ni el Estado ni las obras sociales apoyan sus necesidades emocionales.
—Sorprendentemente bien. Los estudiantes estaban entusiasmados por participar y contribuir. Nos dimos cuenta de que había un gran deseo de hacer algo significativo para la comunidad.
—¿Qué es lo que más te motivó personalmente a involucrarte en este proyecto?
—El impacto emocional —responde Paola, sin dudarlo—. Saber que podíamos hacer una diferencia tangible en la vida de los pacientes oncológicos fue lo que realmente me impulsó. Cuando ves la gratitud en sus ojos te das cuenta de que cada esfuerzo vale la pena.
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En el aula de trabajo no sólo se le da prioridad al tratamiento clínico–médico de los pacientes, también es importante prestar atención al impacto psicológico que la pérdida de cabello tiene en ellos, ya que ni el Estado ni las obras sociales apoyan sus necesidades emocionales.
Ante esta realidad los voluntarios se ponen en acción.
* * *
Detrás de escena, dos estudiantes extranjeros trabajan meticulosamente. Colocan con cuidado los mechones de pelo en unas cintas extendidas sobre las mesas.
—Es como armar un rompecabezas de hilos —dice Vivian, concentrada en su labor.
—Sí, y cada pieza tiene que encajar perfectamente —añade Eriky, mientras alinea otro mechón.
Después de encintarlos nuevamente, los mechones pasan por la máquina de coser. El sonido rítmico de la máquina llena el salón mientras sigue el rastro de la cinta y une los cabellos en una larga hilera. Una vez completada esta etapa los mechones se unen a una especie de media que forma la base de la peluca, transformando lo que antes eran simples mechones en una pieza de esperanza para los pacientes oncológicos.
Eriky, de Brasil, estudiante de Medicina, comparte su perspectiva mientras trabaja en una peluca.
—Nunca pensé que haría algo así cuando vine a estudiar acá —admite, sonriente—. Ésta es una oportunidad para estudiar, aprender y ayudar a quienes usarán la peluca.
—¿Qué es lo que más te impacta de este proyecto? —le preguntamos, intrigadas.
Eriky hizo una pausa, pensativo.
—Retribuir a la provincia y a la ciudad donde vivo. Es una forma de ayudar a la comunidad y, a la vez, mejorar como futuro profesional de la salud. Cuando ves la sonrisa en los rostros de los pacientes te das cuenta de que cada minuto que pasamos acá vale la pena.
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Sus palabras demuestran el profundo compromiso que siente con el proyecto, lo que indica su dedicación académica y también su corazón abierto hacia la comunidad que lo acogió.
A su lado, Vivian, de Brasil, también estudiante de Medicina, añade, emocionada.
—Este proyecto me encanta. Es muy lindo y ayudará a muchas personas a tener estas pelucas, ya que son muy caras y no todos tienen los recursos económicos para adquirirlas —dice, mientras acomoda un mechón de cabello en la cinta.
—¿Cómo te sentís participando en esta iniciativa? —le preguntamos.
—Estoy muy contenta de participar —responde Vivian con una sonrisa—. Saber que estamos haciendo algo tan significativo para las personas que lo necesitan realmente me llena de alegría.
La pasión en sus voces y su dedicación evidencian el impacto positivo que este proyecto posee no solamente en los beneficiarios, sino también en los voluntarios que lo hacen posible.
El trabajo realizado por los estudiantes es muy detallado y tiene un valor sentimental. Moyano, coordinadora del proyecto, explica.
—Una peluca cuesta casi un millón de pesos [argentinos]. Sin embargo, las que se realizan en Pelo x Pelo son gratuitas para los pacientes.
—¿Gratuitas? —preguntamos, sorprendidas.
—Sí, pero hay una condición —continúa Paola—. Los pacientes deben devolverlas al finalizar su uso para que otros puedan utilizarlas.
—Tiene mucho sentido, así se puede ayudar a más personas —comenta Miriam.
Algo que se destaca es la predisposición de los estudiantes a pesar de no ser expertos en costura. Un grupo de chicas tiene dificultades para utilizar la máquina de coser, ya que enhebrar una máquina es una de las partes esenciales en el proceso de costura. La precisión garantiza que las puntadas sean uniformes y que el trabajo de costura pueda realizarse sin problemas. Miriam, que posee experiencia en costura, se acerca y les enseña cómo enhebrar.
La precisión garantiza que las puntadas sean uniformes y que el trabajo de costura pueda realizarse sin problemas.
—¡Ay! No puedo enhebrar bien esta máquina —dice una de las chicas, frustrada.
—Déjame ayudarte —interviene Miriam—. En la parte superior de la máquina se encuentra un portacarretes, donde se coloca el carrete de hilo superior. Miriam le muestra cómo colocar el hilo.
—Luego, se enhebra el hilo a través de las guías de tensión superior, así —continúa, pasando el hilo con cuidado—, hasta abajo para pasar por la aguja y encontrarse con el hilo inferior que sale de la bobina a través de un orificio.
Las chicas observan atentamente cada movimiento de Miriam y repiten los pasos con precisión.
—¡Ah, ya entiendo! —dice una de ellas, con alivio—. Gracias, Miriam. Es mucho más fácil con tu explicación. Miriam asiente, satisfecha con la enseñanza.
Uno de los mayores desafíos para Extensión fue la falta de máquinas de coser en CENAIH, esencial para avanzar en la confección de pelucas. El proyecto cuenta con un cupo de cincuenta estudiantes, por lo que la demanda es mucha, pero, afortunadamente, el problema se resolvió.
* * *
Además de aprender a confeccionar las pelucas y recolectar los mechones, los voluntarios de Pelo x Pelo realizan cursos de capacitación para promover la importancia de la donación de cabello. La propuesta es cuatrimestral e incluye actividades teóricas y prácticas con el objetivo de acompañar a los pacientes durante el tratamiento.
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Se capacita a todos los voluntarios para que comprendan la importancia de su labor durante una de las sesiones de formación. No sólo se trata de hacer pelucas, sino de brindar apoyo emocional y psicológico a los pacientes.
La meta es terminar el cuatrimestre con una cantidad aproximada de veinticinco pelucas y continuar el proyecto en el siguiente periodo. Se abrirán nuevos cupos para los estudiantes que deseen sumarse a la propuesta.
Tendrán talleres de confección de pelucas, sesiones de donación de cabello y charlas sobre el impacto psicológico de la pérdida de cabello en los pacientes oncológicos.
Una de las cosas que más llama la atención es el ambiente de trabajo, en el que se puede percibir una relación de complicidad entre las distintas disciplinas. Las chicas se pasan el mate y comparten galletitas, disfrutan al realizar las tareas a pesar de tener pocos conocimientos en costura. Muchas habían aprendido a coser la semana anterior, pero eso no importa si pueden darle una mano a alguien que lo necesita ya que, en conjunto, el trabajo se fortalece.
Para realizar una peluca se necesitan cuatro donantes de pelo, y la colaboración entre voluntarios es vital para la confección de cada una.
Una peluca, aunque muchos no lo reconozcan, le puede cambiar la vida a un paciente oncológico, quizás darle un poco más de esperanza o ayudarle a pasar un tramo amargo.
Presenciar cómo se fabrican pelucas para personas con cáncer es un momento muy emotivo. Los participantes se ayudan a pesar de ser de diferentes ramas de la salud y no conocerse. Una puede percibir el entusiasmo de quienes trabajan en las pelucas y a la vez sentirse conmovida por su solidaridad con las personas con cáncer y sus familias.
Una peluca, aunque muchos no lo reconozcan, le puede cambiar la vida a un paciente oncológico, quizás darle un poco más de esperanza o ayudarle a pasar un tramo amargo. Es por eso que al ver a los chicos luchar por una causa tan noble dan ganas de sentarse a coser con ellos.
El entusiasmo de los participantes demuestra que la propuesta ha sido bien recibida entre la comunidad estudiantil. A través de la difusión del centro de estudiantes y otras agrupaciones muchos se han sumado a la iniciativa.
No esperaban tanta participación, y les sorprendió ver a tanta gente interesada en ayudar.
—La última colecta tuvo mucha repercusión —dice María, una voluntaria.
—De hecho, tuvimos cuarenta donantes —añade Carla con una sonrisa—. Fue un éxito total.
—Fue tan exitoso que tuvimos que pedirle al resto de las personas que vinieran las otras semanas, porque no dimos abasto con los peluqueros ni con el tiempo —comenta la coordinadora—. Planeamos realizar otra colecta con más peluqueros.
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El trabajo de los voluntarios brilla con mucha energía cuando se ve complementado por el respaldo incondicional de la comunidad. La campaña Pelo X Pelo es un gesto de solidaridad y, además, es una demostración del poder de la comunidad cuando se une con un propósito noble.
Los estudiantes de distintas facultades relacionadas con la salud participaron de distintas actividades de formación, como colectas de cabello y campañas de promoción de la salud, y pudieron confeccionar un total de quince pelucas.
En un mundo donde las dificultades cotidianas nos agobian, es reconfortante observar a estudiantes, profesionales y voluntarios que, con esfuerzo conjunto, buscan aliviar el sufrimiento de los pacientes oncológicos. Sus acciones nos recuerdan la esencia de la empatía y el apoyo mutuo, y que este tipo de contribuciones se transforman en impactos emocionales.
Esto es posible gracias a la solidaridad de la ciudadanía que se acerca a donar cabello y que participa de los cursos de formación. Se compraron tres máquinas de coser; la Facultad de Ciencias Médicas compró una de ellas para el banco de pelucas, ya que no disponía de estas herramientas en buen estado.
Esta iniciativa nos enseña que, mediante actos solidarios, por muy pequeños que parezcan, se puede marcar una diferencia importante en la vida de quienes enfrentan momentos difíciles. Es un claro llamado a la acción, y siempre es posible aportar un granito de arena para construir una sociedad más humana y justa. ®