definitivamente, hemos depositado en el lenguaje demasiadas esperanzas, alimentando así una metafísica ininteligible y despiadada de la desesperación, dice el autor en uno de sus lapidarios aforismos. Pase, lea más.
Sé muy bien que no quiero hacer nada; hacer algo es crear existencia,
y ya hay bastante existencia.
—La naúsea, Jean–Paul Sartre
a pocas cosas más le he invertido tanta energía como a mi autodestrucción. hasta en eso he fracasado. heme aquí.
si ya convenimos que la vida es una pasión inútil, la escritura se convierte en el testimonio fidedigno de esa futilidad.
aceptar las cosas de la vida con naturalidad. si algo así como la naturalidad fuera realmente posible.
definitivamente, hemos depositado en el lenguaje demasiadas esperanzas, alimentando así una metafísica ininteligible y despiadada de la desesperación.
el aforismo es un claro ejemplo de literatura ambulante. se practica mientras uno camina, se prepara un café o se desatasca un baño.
tener un proyecto de vida? me conformo con seguir respirando con cierta solvencia.
siendo sinceros, hay tantas razones para vivir como para dejar de hacerlo.
la literatura, el acto de escribir, es una tabla de salvación con muy escasos asideros.
la vida contemporánea: un intercambio frenético de likes, un trepidante comercio de afectos baratos.
el tortuoso tránsito de lo que se fue a lo que ya nunca volverá a ser.
el día que muera, TODOS en las redes se convertirán en mis fieles lectores por un día?
el dinero, mi amante más infiel.
una escritura que se alimenta básicamente de cortocircuitos neuronales.
la felicidad siempre está en otra parte.
el poder de mi literatura se mide por la capacidad de deprimir profundamente a mis potenciales (como escasos) lectores.
heme aquí en mi más plena esencia. una esencia que, dicho sea de paso, me repugna profundamente.
administrar la tristeza como quien administra una herencia envenenada.
la mente, ese artilugio virtual tan luminoso como despiadado, casi letal.
tratando de no ser atropellado por los días y de que mi vida no se parezca a un automóvil a punto de entrar en el desguace.
me deslizo, no sin cierto estupor y desequilibrio, sobre un vertiginoso tobogán hacia la nada.
hay que empezar el día con energía, con un renovado pesimismo.
me alimento con los retazos de otras vidas, como un ave carroñera ávida de realidad.
tras una epifanía cegadora, que detone como una bomba de racimo en la oscuridad de mi existencia.
dueño absoluto de mi soledad, reino en un páramo yermo.
sueño que soy. pero es solo eso, un sueño.
como un minero enloquecido, desciendo inclemente socavando los cimientos corroídos de mi ser, consumando una autodestrucción irreversible, quemando tras de mí todos los puentes a la cordura.
los minutos, alocados, me empujan uno tras otro, inconmovibles, hacia la tumba.
habita en mí una mente sobrexcitada que me deja exhausto, poblada de pensamientos basura, despojos de un deseo aniquilado.
mi nivel de precariedad es tal que la posibilidad del suicidio se ha convertido en mi único patrimonio.
cómo estar seguro de que esto que escribo es un texto creado por mí o es producto de la algarabía algorítmica de una inteligencia artificial que imita, sin inmutarse, mi desesperación? ®
del inconveniente de tener cerebro, Ed. Moho (2023), último título publicado por el autor.