RABIETA CONTRA LA EDUCACIÓN EN MÉXICO

Desde el preescolar hasta el sistema virtual por competencias

Curriculero escolarizante

En preescolar mis maestros me diagnosticaron problemas de lectoescritura; en la primaria de desorden; en la secundaria de actitud; en la prepa de rebeldía y terquedad; en la universidad de drogas y alcohol (el verdadero conflicto era cuando no los había). En tercero de primaria el Pelón Portilla gritó Capitaaaán Garfio y procedió a morderle la nariz a la maestra de inglés. En la misma secundaria en la que mi profesora de Ética se refería a la masturbación como hara-kiri la directora citó a mis padres para informarles de lo enfermo que estaba sólo porque era un poquito diferente y no tenía un plan de vida como mis compañeros que heredarían las profesiones de sus progenitores. Aquella maestra tenía una columna dominical en el Diario de Yucatán y escribía de temas inéditos en la prensa “reflexiva” del siglo XXI, como lo inmorales que le resultaban los escotes en los vestidos de boda. Esa misma mujer me tronó porque no creyó que yo hubiera escrito una tarea y me acusó con mis padres de ser un caso perdido. En la preparatoria un acomplejado ansioso de poder (arquetipo de maestro mexicano) me reprobó con 68 en mi tercer extraordinario de Física porque no subrayé la respuesta, a pesar de que el procedimiento y los resultados eran correctos. En la prepa abierta compré el examen de Matemáticas IV por ciento veinte pesos y seguramente lo hubiera podido conseguir más barato. Cuando regresé a terminar la preparatoria presencial más de la mitad del salón había perfeccionado métodos para meter acordeones a todos los exámenes. A estas alturas, habiendo conocido a cientos de analfabetos funcionales que salen de las universidades mexicanas, no descarto que la mejor forma de graduarse sea comprando un título en el Zócalo del Distrito Federal. En la universidad presencial conocí a algunas de las personas más estúpidas de mi vida y tuve clase con individuos como un maestro jipi que nos relataba cómo había estudiado el tantra para tener orgasmos de quince minutos en lugar de enseñarnos análisis del discurso. También pronunciaba curiosidades como decir que Pessoa había nacido en el siglo XVII y después procedía a relatar cómo fue su vida en ese contexto. Otro caso fue el de una destacada académica alemana que impartió Lingüística, el problema era que no sabía hablar español. Afortunadamente, como dice aquel refrán, nunca permití que la escuela interfiriera con mi educación.

Elba Esther Gordillo y la (des)figura del maistro

La figura de Elba Esther, su personalidad, su psicología, ha terminado por contaminar toda la estructura del sistema educativo nacional. En un momento crítico, después de que Salinas la instalara en el trono del SNTE, Zedillo la amenazó con realizarle una auditoría (es mejor que se vaya del país, dijo). Muy a lo Hollywood, el espécimen originario de Comitán se refugió en África con sus secuaces y, cuando regresó, se fortaleció comprando primero legisladores, intelectuales y periodistas, luego gobernadores y finalmente presidentes. Hoy, hasta la Lotería Nacional está subrogada a su nombre. Resulta increíble que tras dos décadas en el puesto la maestra ni siquiera sepa el lema de la UNAM. Los narcos tendrían mayor credibilidad si le dispararan de una buena vez por todas. Pero ellos prefieren destruir, agarrarse a plomazos a los periodistas, en lugar de construir, de proponer un narcoestado que revolucione, entre otros componentes sociales, la educación. Hemos permitido que el rostro de la ignorancia sea la bandera de nuestra enseñanza.

Hace un par de días un amigo, graduado con mejor promedio y con honores en la Licenciatura en Literatura latinoamericana, con tres libros publicados, fue a pedir trabajo en una preparatoria para dar clases de redacción. La señorita de Recursos humanos le dijo que no podían contratarlo porque la SEP no contempla a los egresados de las carreras en Letras como gente capacitada para impartir esa materia. La burocracia que rige nuestras universidades, preparatorias, secundarias, primarias, peca de atemporal. El mundo moderno presenta grandes retos cada día, pero en lo que ellos tramitan una solución, ya hay diez conflictos más. Por eso insisto en la importancia de crear un sistema educativo alterno, validado por empresas e instituciones que ofrezcan empleos a los estudiantes.

Por eso insisto en la importancia de crear un sistema educativo alterno, validado por empresas e instituciones que ofrezcan empleos a los estudiantes.

La Chucky simboliza todas las enfermedades de nuestro sistema. La repartición del presupuesto, aparte de la rebanada sustancial que gasta para sus bolsillos y sus sobornos, no ha sabido invertir, por ejemplo, en ciencia o tecnología. El daño podría ser tan severo como lo señaló Luis González de Alba recientemente: corremos el riesgo de quedar marginados de la próxima gran revolución industrial. Y no sólo eso, el crecimiento irracional, la infraestructura infernal que se generó en los últimos años, el narco maleducado, podría llevarnos a una guerrilla hiperviolenta, con una filosofía terorrista. Eso no es lo más grave, en parte es necesario que ocurran estos eventos para poder mejorar, el problema es que será una guerrilla con idiotas al frente de todos los mandos. Está claro que en México los intereses  personales superan a los intereses de la nación.

La educación virtual

Las circunstancias de la crisis económica mundial y el subsecuente desempleo ha provocado que la matrícula en las universidades en internet crezca exponencialmente. Los estudiantes que se apuntaron a talleres digitales durante el verano en Estados Unidos aumentó 17% de 2008 a 2009. Mil setecientas universidades en Gringolandia ofrecen licenciaturas virtuales. Y así, a cifras agigantadas, van estableciéndose en todo el mundo.

Tan pronto terminé el primer semestre en la UDG virtual descubrí las grandes ventajas de mi licenciatura. La libertad que te da para manejar tu tiempo. Gracias a eso pude trabajar, leer, escribir y hasta ejercitar un poco el bote. Tengo oportunidad de construirme según mis inquietudes gracias a que no debo pasar ocho horas diarias adentro de un salón. En la educación presencial los maestros no saben qué hacer con el programa, cómo manejar sus horas y terminan siendo redundantes o de plano se quedan sin palabras. El ritmo de aprendizaje de cada alumno varía y depende en gran parte de sus experiencias familiares, su educación básica, su interés por el conocimiento, así como diversos aspectos cognitivos y neurológicos. En cada materia yo sé con anticipo las lecturas y los trabajos que debo realizar, la mayoría de ellos son proyectos: otro punto a favor. Las tareas de muchas materias terminan en productos culturales que no se hacen por intuición o capricho, sino por el estudio de un semestre. El mayor punto en contra es lo que se pierde en socialización, el día a día en el campus, pero esto es consecuencia natural de los cambios en el paradigma de la comunicación.

¿Qué necesita el sistema virtual mexicano para consolidarse? Una biblioteca digitalizada a la altura de la transición que estamos viviendo. En la UDG existe un archivo significativo con libros del FCE y Conaculta. Pero hace falta subir las revistas, los suplementos, la mayor parte de la literatura mundial, los diarios, etcétera. La inversión que se requeriría es notablemente inferior a lo que se invierte en concreto para cualquier espacio cultural. Sobra decir que un proyecto de esta índole beneficiaría a todos los usuarios, no sólo a los que atendemos clase a media noche, fumando en el salón, escuchando un disco de George Harrison. Ya lo dije en una columna anterior, la educación en nuestros tiempos debe capacitar al individuo para aprender a consumir los productos cognitivos de la virtualidad.

Las competencias por sistema

Recientemente un maestro de mi universidad virtual me reprobó en la materia de Diseño de Proyectos Culturales. Mi proyecto era Replicante, donde he tenido el enorme placer, orgullo, orgasmo, de trabajar desde que nos mudamos a la virtualidad. En el trabajo final, veinte páginas de diagnóstico, obtuve un 100; así como saqué 100, 90 y 80 en los exámenes de periodo, pero un 52 final. No entregué dos tareas que no sumaban cuatro páginas porque las fechas de entrega coincidieron con aquellas jornadas de 26 horas diarias de trabajo para lanzar el número sobre las drogas y la cultura. Aunque nunca nos informaron del puntaje, los pedagogos consideraron que su valor debía ser mayor porque evaluaban mejor nuestras competencias, particularmente la capacidad de análisis y crítica. Lo que es peor aún, válgame dios, Carlos Slim y el osito Bimbo, el maestro afirma orgullosamente en su perfil que su autor favorito es Enrique Krauze.

En principio tiene sentido, sin embargo estamos ante una paradoja, no sólo porque ni alumnos ni maestros son competentes para asumir sus responsabilidades, sino porque fracasan en la integración de conocimiento, actitudes, intereses, experiencias, que implica esta teoría.

Traigo a colación esta anécdota porque cada día son más las escuelas que incorporan el sistema por competencias a su propuesta pedagógica. En principio tiene sentido, sin embargo estamos ante una paradoja, no sólo porque ni alumnos ni maestros son competentes para asumir sus responsabilidades, sino porque fracasan en la integración de conocimiento, actitudes, intereses, experiencias, que implica esta teoría. Su concepto de competente está orientado a la ejecución de tareas que podrán realizar en su vida laboral. La mayoría de los puestos disponibles son mecanizados y sería mucho más provechoso que se nos instruyera para poder confrontar las relaciones del día a día, con padres, amigos, parejas. La resolución de esos conflictos es esencial para no estancarnos en ellos y poder adquirir esa curiosidad por el aprendizaje. De lo contrario, la confusión corre el riesgo de llevarnos a la indiferencia y la evasión.

Irónicamente se eliminaron materias como Filosofía y Literatura de la educación básica, cuando lo más lógico sería pensar que la enseñanza del pensamiento articulado a través del lenguaje verbal resulta elemental para cualquier labor en este milenio, donde la cultura escrita ha cobrado una importancia sin precedentes, les guste o no. Si los jóvenes van a actualizar su Twitter diez veces al día, por lo menos deben saber formular lo que piensan. La transición a este sistema ha sido tímida. Hace un par de décadas la educación en México tenía claro su enfoque en el conocimiento memorístico, ahora se ha decidido priorizar la capacidad para ejecutar tareas concretas a partir de habilidades particulares. Los métodos y los parámetros de evaluación siguen siendo los mismos, esa contradicción sustancial es muy poco motivadora para cualquier alumno. El gran conflicto se encuentra en la imposibilidad de realizar la teoría en la práctica. El copy-paste y la tarea tipo tesis (introducción-desarrollo-conclusión) siguen siendo el pan de todos los días. El pensamiento tiene la necesidad de dispersarse, de encontrar sus nuevas formas de expresión, pero resulta imposible si se sigue trabajando en formatos que lo encasillan, encarcelan. Nuestro fundamento son las ideas resumidas de otros, en vez de nuestras ideas a partir de lo que pensaron otros. Con unas pocas manos se podrán contar los maestros de la educación básica que realmente comprenden lo que es un ensayo. Y si la empatía no es una competencia de nuestros educadores, este sistema está condenado al fracaso, a someterse a los criterios de maestros que no pueden concebir el conocimiento más allá de un libro de la SEP.

Money makes the world go around

La educación en nuestro país es ante todo un negocio. Basta con ver la cantidad de instituciones patito que se han establecido en todos los rincones de la República. El certificado de prepa, el título universitario, tienen precios accesibles para casi todos los estratos sociales. La necesidad de llenar la matrícula es para ellos superior a la necesidad de tener una nación letrada. Gabriel Zaid habló del tema en el último número de Letras Libres. “Con Echeverría, las universidades empezaron a nadar en dinero. El resultado fue desconcertante. Prosperaron los administradores universitarios, los sindicatos universitarios, la construcción de edificios universitarios, los proveedores de instalaciones, equipos y materiales universitarios, las agencias de viajes universitarios y los deportes universitarios, pero no la educación superior”. El ideario que rige a la mayoría de nuestras universidades es más cercano al de una fábrica de cajas o una empresa trasnacional. Naturalmente, nuestra sociedad está dotada de hacedores de cajas, capaces de seguir instrucciones y cumplir su labor de panzazo, pero difícilmente encontraremos a alguien que se le ocurra, yo que sé, por ejemplo, hacer una caja circular.

La responsabilidad del alumno

Tengo muchos amigos que como graduados de literatura han terminado invariablemente dando clases en preparatoria. Las anécdotas que cuentan son espeluznantes. Nunca falta el alumno que dice que Obama es el presidente de Haití o que Gandhi fue el fundador de una cadena de librerías (ambos ejemplos, reales). Sobra decir que mis amigos le ponen todo el empeño en presentar los contenidos de forma distinta, en hacerlos atractivos para sus alumnos, en acercarse a ellos, aunque todo les dé igual.

El problema esencial de la educación en México es que no hemos sabido cultivar el interés canibalismo por el conocimiento, nos vale madres y hasta nos enorgullece. La evasión que nos caracteriza, la misma que nos idiotiza con el catolicismo y la televisión, nos condena a una ignorancia funcional. Si las instituciones gubernamentales van a permitir que cualquier gallinero regale títulos o que cualquier maestro herede su puesto por plaza, el único actor de este relajo que puede asumir esta responsabilidad es el estudiante. Y no importa si reprueba tres o cuatro materias ni importa que empiecen su tesis con la conclusión en lugar de una cita de Bordieu. Existen dos tendencias en el mundo laboral, una que demanda la especialización, maestrías, doctorados, y otra que efectivamente sabe reconocer las competencias. En poco tiempo al empresario no le va a importar si su empleado se graduó con honores tanto como si sabe utilizar Photoshop e Illustrator. Y esa es la tarea pendiente, el estudiante debe situarse por encima del sistema mediocre que lo rige para que éste pueda evolucionar. El compromiso del alumno es y será siempre con el saber, no con la SEP, no con el SNTE, no con el maestro acomplejado ni sus compañeros mediocres ni el académico cuadrado ni la directora que posiblemente no haya cogido desde el último sexenio. Mientras antes comprendamos eso, mejor. ®

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Publicado en: Julio 2010, Todos los puentes quemados

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