Poco se han documentado las artes escénicas en Jalisco, particularmente el de la danza. Aquí la autora nos ofrece un breve panorama de la danza moderna-contemporánea y de la herencia del ballet clásico en Guadalajara.
El ballet clásico ha destacado en el panorama nacional. Sus academias, profesores y bailarines son parte de una tradición que comenzó, desde el punto de vista académico del ballet clásico, en los años treinta del siglo pasado.
Amelia Ángela Bell Feeley, conocida como Miss Bell, dio las primeras clases de que se tiene noticia en Guadalajara. Según el grupo Tenamaztli, A.C., fue alrededor de 1934 en el hotel Francés cuando una mujer le rogó a Miss Bell que le diera clases a su hija. “Yo le dije que no, porque yo era artista, no maestra, pero la señora me insistió tanto que me convenció”,¹ contó, y así fue como Ivonne Nap se convirtió en su primera alumna, por lo tanto en la presunta primera estudiante de ballet de Guadalajara.
Amelia y su familia circense vivían en el hotel Francés del centro histórico, pues tenían temporada en el teatro Degollado. Así que la recién estrenada maestra de baile pidió permiso al dueño del hotel de dar las clases en el lobby. Pero luego llegó otra alumna, y otra y otra, hasta que el vestíbulo lucía lleno y el dueño del hotel le recordó: “Esto es un hotel, no una academia de baile”.
Miss Bell buscó un local céntrico y allí abrió su academia de ballet, donde tiempo después impartió danza folclórica mexicana, bailes internacionales y tap. Desde entonces su sorpresiva carrera como docente la llevó a preparar niñas y muchachas para la danza. Y aunque no tuvo hijos, Miss Bell dejó una descendencia de bailarinas. Su resultado más palpable ha sido la fundación de la Compañía de Danza Clásica y Neoclásica de Jalisco, pues algunas de sus alumnas fueron maestras de bailarinas que más tarde formaron a los ejecutantes que integraron la compañía subsidiada por el gobierno estatal.
El Ballet Clásico de México, que luego se convirtió en la Compañía Nacional de Danza, se fundó en 1963 por iniciativa de Celestino Gorostiza, titular en ese entonces del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), que fusionó dos grupos independientes: el Ballet Concierto, dirigido por Felipe Segura, y el Ballet de Cámara, comandado por Nellie Happee y Tulio de la Rosa; e incluso el Ballet de Monterrey se fundó desde 1990 por iniciativa de la empresa privada regia encabezada por Yolanda Santos de Hoyos. Pese a la tradición balletística del estado —centrada en Guadalajara—, a los esfuerzos loables de academias, maestros y bailarines y al clamor de la comunidad dancística, no surgió una compañía oficial de ballet sino hasta 2009. Antes de la conformación de la Compañía de Danza Clásica y Neoclásica de Jalisco, Guadalajara seguía siendo una ciudad que se caracterizaba por generar talentos de exportación.
La Compañía de Danza Clásica y Neoclásica de Jalisco debutó el 25 de junio de 2009 en el teatro Degollado con El lago de los cisnes, de Piotr Ilich Chaikovsky, coreografía del consejo artístico directivo —conformado por Lucy Arce, Álvaro Carreño Viñas (removido de su cargo meses después), Maclovia Carrión y Alicia Iturria— sobre la original de Lev Ivanov y Marius Petipa (estrenada en 1895 en el teatro Mariinsky de San Petersburgo), escenografía de Raúl Font y vestuario realizado por Lydia Juárez.
La bailarina Hellen Hoth llegó de su natal Ciudad de México en 1946 y abrió su academia en 1950; presentó el primer montaje de El lago de los cisnes en el teatro Degollado a principios de los cincuenta, que provocó que José Garibi Rivera —entonces cardenal— opinara al final de la misa, ante sus fieles, que aquello era pecado porque las bailarinas enseñaban las piernas con los tutús. Con diversidad de opiniones a favor y en contra de la forma de organizar la agrupación, pero con aplausos unánimes por su simple existencia después de tantos ruegos, nació la Compañía de Danza Clásica y Neoclásica con el afán de representar a Jalisco profesionalmente y, desde el ala oficial, cuando ya nadie, ni el cardenal, consideraba pecado usar tutú o ejecutar un Grand battement.
A partir de la llegada de Miss Bell y con el posterior arribo de Hellen Hoth a Guadalajara, el ballet clásico se instaló en el gusto del público y brotaron cada vez más academias que no tardaron en vencer los prejuicios religiosos y llenarse de alumnas, tendencia que se ha ido reforzando con el paso del tiempo y que ha consolidado a Guadalajara como uno de los epicentros de formación de bailarines clásicos en México. Isaac Hernández tal vez sea el más representativo de esta reciente generación, una joven promesa de la danza mundial, de origen tapatío, seguido por su hermano menor Esteban Hernández.
La transición de la danza moderna a la contemporánea y el nacimiento de los grupos independientes
Si bien el ballet clásico nació de manera independiente en la capital de Jalisco, la danza moderna vivió bajo la tutela de las instituciones hasta 1983, año en que apareció la primera escuela independiente, Kosmos Arte y Movimiento, A.C. (KAM), que alojaba su propio grupo del mismo nombre, con la dirección de los hermanos Carlos y Federico Íñiguez.
La historia de la danza moderna en Jalisco se remonta a finales de la década de 1950. En 1959 Celina López Gálvez abrió la primera oferta de clases de danza moderna dentro de los talleres del Instituto Mexicano del Seguro Social. Ese proyecto se extinguió y veinte años después, en 1970, llegó Onésimo González, que había sido un bailarín destacado en el Distrito Federal, dentro del Ballet Folklórico de México y el Ballet Clásico 70, quien sin haber recibido herencia de Celina López abrió un taller de danza moderna en la Universidad de Guadalajara que luego se convirtió en el grupo Integración, un precedente en la ciudad para la danza moderna-contemporánea. Más tarde, algunos miembros de Integración encabezados por los hermanos Carlos y Federico Íñiguez le dieron un giro al Grupo de Danza Moderna del Departamento de Bellas Artes de Jalisco (DBA), que nació en 1974 junto con el área de danza que coordinaba la maestra Josefina Rodríguez, autora de Oda elemental a un pueblo, heredera del Movimiento Nacionalista de Danza Moderna que en la Ciudad de México generó obras de gran relevancia.
A partir del esfuerzo de Onésimo González puede hablarse ya de una cierta continuidad en el trabajo de la danza moderna-contemporánea en la ciudad y, por otra parte, el nacimiento de la danza contemporánea se vivió en relación con el nacimiento de los grupos independientes.
El grupo de danza moderna de KAM se formó con bailarines que fueron integrantes del grupo del DBA de Jalisco y que comenzaron su trabajo en la danza con Onésimo González, en Integración. En su escuela, ubicada en el primer piso del edificio Corona del centro histórico, se abrieron clases para principiantes, intermedios y avanzados.
María Elena Íñiguez Romero, Armida Vargas, Martha Ramírez, Leticia Pérez Córdova, Georgina Díaz “La Coca”, Carlos Íñiguez y Federico Íñiguez fueron los bailarines que integraron el primer grupo independiente. Los dos últimos se encargaron de componer coreografías y de remontar algunas piezas que ya habían compuesto para el DBA. Carlos Íñiguez creó Purificación, que planteaba un aquelarre interrumpido en el momento climático por una fuerza divina que reestructuraba la paz, obra con música de Mussorgsky —Una noche en la árida montaña—, compuesta para seis bailarines, y Marte, basada en la música de Los planetas, de Gustav Holst, que representaba a los átomos mediante el ímpetu de la partitura. Federico Íñiguez compuso Canción de los bosques de Viena, cuyo sustento fue la euforia provocada en el coreógrafo por la música del compositor soviético Dmitri Shostakovich; Oración, con música de Vivaldi y Haendel, y Dueto I, que más tarde se llamó Él y nosotros, una coreografía que planteaba al ser humano andrógino, las dos almas unidas en el inicio y separadas después para salir del paraíso y emprender el viaje del conocimiento a través de experiencias en la Tierra hasta volver a encontrarse. Él y nosotros, con música Vivaldi —“El Invierno” de Las cuatro estaciones— se convirtió en una de las coreografías más bailadas desde finales de los años setenta a finales de los noventa.
Durante la segunda mitad de la década de 1970 el DBA lanzó un programa de funciones didácticas artísticas en el teatro Degollado, con la participación de su grupo de danza, un ejercicio de formación de públicos dirigido a los alumnos de los últimos grados de educación básica, en el que los bailarines ejecutaban algunos fragmentos de obras y los coreógrafos narraban sus experiencias y motivaciones y desglosaban los movimientos. En el salón de danza del KAM se le dio continuidad a las funciones didácticas hasta 1995, en que cerró sus puertas por asuntos de presupuesto, pero un año más tarde Carlos Íñiguez abrió el centro cultural INARS —voz en latín que expresa “en el arte”—, donde continuó el trabajo.
En 1980 Onésimo González dejó la dirección del grupo Integración en manos de Pablo Serna para irse a hacer carrera a Veracruz, en donde realizó una estancia de cinco años. Serna daba clases y dirigía el grupo, pero también bailaba: poseía unas extensiones de piernas que lo hacían destacar en su trabajo y por su propio camino incursionó en una estética muy parecida a la de la danza butoh, aun sin tener contacto directo con ésta.
En 1990 Carlos Íñiguez fundó el grupo de danza del Consejo Estatal para el Fomento Deportivo y Apoyo a la Juventud (CODE), y debutó con las coreografías Creación, basada en la partitura del mexicano Carlos Jiménez Mabarak; Cáritas, con música de Cat Stevens, que presentaba un mundo en caos y la idea esencial de construir un tótem y destruirlo en 45 segundos, y Diablitos, con música de Vangelis.
La transición de la danza moderna a la contemporánea se dio paulatinamente. La primera de algún modo ilustra la música o alguna historia; en la segunda, la trama, si es que existe, se plantea mediante una atmósfera y por medio de imágenes. A principios de los ochenta algunos coreógrafos como Onésimo González, su hijo Enrique Calatayud y los hermanos Íñiguez comenzaron a componer desde un lenguaje distinto, menos ilustrativo, aun cuando no se usara el término “danza contemporánea”. Este lenguaje se fortaleció y fue haciéndose común conforme avanzaron los años, sobre todo al acercarse la década de 1990.
La danza moderna representa una época y una forma de expresión, tal como sucede en la pintura y otras artes, y la contemporánea una manera distinta. Lamentablemente, algunos coreógrafos y bailarines de Jalisco han entendido la danza moderna como una manifestación atrasada, correspondiente a una época pasada, sin darse a la tarea de conservarla como parte del patrimonio dancístico y aspirando a componer coreografía contemporánea, o mejor, acercarse a lo más actual, esa expresión que tiene muchos nombres pero ninguno que la defina todavía.
Son pocas las coreografías modernistas que se han conservado —pues de por sí la danza es efímera y su conservación antes del registro en video resultaba más difícil—, y algunas de las que se tienen en un acervo son de Onésimo González, conservadas en cintas de cine o en la memoria y apuntes de su viuda Sonia Salcedo de González y sus hijos Enrique Calatayud y Elías Ajit González Arredondo, que el bailarín y coreógrafo Rafael Carlín ha repuesto en algunos programas después del año 2000.
Paloma Martínez fue también una de las bailarinas y coreógrafas que llegó más pronto a la composición contemporánea aún en tiempos de esplendor de la danza moderna. Como bailarina se formó en ballet clásico con Dulce María Silvera del Callejo y en el Colorado College de Colorado Springs, con Hanya Holm; bailó en el Ballet Folklórico de México con Amalia Hernández y llegó a participar en Integración.
El movimiento nacionalista que vivió su esplendor en la capital del país a partir de los años treinta, buscando un arte “a la vez popular y expresivo, regional y representativo que simultáneamente se alejara de la uniformización folclórica”,² no repercutió de una manera tan significativa en la danza moderna tapatía. Jalisco —Guadalajara, donde se concentró desde el inicio la danza de concierto— tuvo su propia manera de acercarse a la mexicanidad desde los primeros tiempos de Celina López Gálvez, y sus propias interrogantes respecto de cómo resolver su danza escénica. Como coreógrafo y bailarín Carlos Íñiguez reflexionó al respecto:
La forma de los cántaros en México está inspirada en la estructura del cuerpo de nuestras mujeres. A partir de este principio podríamos lograr una forma mexicana de la danza. Nuestra mujer es baja, redonda y fuerte, con una especial combinación de curvas en la cintura y en las caderas, comparada con la mujer sajona. Los movimientos más armónicos de nuestras bailarinas en este principio se concretarían a lo terrestre, a lo circular. Mi propuesta es una forma de danza actual que responda a nuestra idiosincrasia partiendo de la forma. En cuanto al fondo, o más precisamente la temática de nuestra danza, contamos con un acervo enorme dada nuestra descendencia de culturas antiquísimas e influencia de culturas nuevas.³
Incluso después de esta época la mexicanidad siguió formando parte de los intereses de los coreógrafos, junto con los temas universales y la danza moderna, contemporánea y las expresiones más actuales.
A la par que nació el primer grupo independiente de danza moderna en Guadalajara, Déborah Velázquez “La Corazona”, originaria del Distrito Federal, ex bailarina del Ballet Concierto de México (la compañía más importante de ballet de los años cincuenta), ex bailarina del Ballet Popular de México, ex bailarina del Ballet Folklórico de México y de la orquesta de Pérez Prado, encabezó el proyecto de Escuela de Danza Clásica del Instituto Cultural Cabañas (ICC), que incluyó talleres de danza moderna, aunque su principal misión era la formación de bailarines de ballet clásico.
“La Corazona” fundó el Ballet Clásico Cabañas con la intención de montar repertorio clásico, pero ante la falta de presupuesto decidió componer piezas neoclásicas. Más tarde armó un programa que presentó en el teatro Degollado con acompañamiento de la Orquesta Filarmónica de Jalisco y que llevó a la Ciudad de México. Uno de sus méritos fue reunir una cantidad de bailarines varones poco común para una ciudad todavía conservadora como Guadalajara. Sin embargo, esta situación ya había ocurrido en dos ocasiones: en los años setenta, cuando Onésimo González dirigió Integración, y en los albores de la danza moderna en Guadalajara, cuando Celina López Gálvez formó su grupo, subsidiado por el IMSS, con igual número de mujeres que de hombres, descubiertos ellos en las fiestas de quince años: chambelanes que tuvieran buen ritmo, coordinación y otras condiciones para la danza.
El trabajo de “La Corazona” en el ICC fue un proyecto seminal. Los primeros maestros de esa escuela sostenida por el gobierno estatal fueron Carlos Íñiguez, de formación sobre todo autodidacta, que desarrolló un sistema propio con lo aprendido a lo largo de los años, y Raúl García, de Ballet Teatro del Espacio —compañía de gran importancia en el Distrito Federal, reconocida por su alta calidad y exigencia—, que impartía técnica Graham; más tarde llegó Olivia Díaz del Centro de Investigación Coreográfico (CICO) del INBA, la primera maestra que impartió metódicamente las técnicas Graham, Nikolais y Limón.
Hacia el final de la década de 1980 Olivia Díaz y Carlos Íñiguez eran los principales formadores de bailarines principiantes en la ciudad. Íñiguez, Serna y Onésimo González tuvieron una formación autodidacta, a diferencia de Díaz, que estudió la metodología en el CICO, y en 1988 tuvo un grupo de 95 jóvenes —sobre todo alumnas, pero también varones— interesados en incursionar en la danza moderna-contemporánea en el taller de la dirección de Extensión y Difusión Cultural de la Universidad de Guadalajara. Con ella se iniciaron Rafael Carlín, Claudia Herrera, Elizabeth Mercado, Susana Barrantes, Conrado Morales, Héctor Torres, Ricardo Aguilar y Georgina Díaz “La Coca”, que siguieron dedicándose a la danza. Olivia Díaz siguió impartiendo clases en esta dependencia hasta 1992.
Algunos alumnos de Íñiguez, García y Díaz continuaron el camino de la danza e hicieron sus propios proyectos. Uno de ellos fue Antonio González, miembro del Ballet Clásico Cabañas, que al separarse de sus maestros en 1990 fundó Neodanza, lo que le representó “mi primer distanciamiento con la danza clásica ortodoxa, aunque aún no llegaba a ser danza contemporánea”.4 Durante sus tres años de vida Neodanza bailó en la calle como una manifestación de rebeldía. “Los resultados de esa experiencia fueron rodillas lastimadas, muchos pares de tenis rotos y espaldas contracturadas, pero mucho contacto con la gente, muchos vínculos con otras posibilidades de hacer danza que no habíamos explorado”.5
Poco a poco el trabajo de González se fue transformando; en 1993 desapareció Neodanza y surgió un nuevo proyecto, Arcano, integrado por los bailarines Eva Luz Carrillo, Marta Celis, Yolanda Tiscareño, Fabiola García y Víctor Arce.
En 1997 Roberto Mendiola, originario de Guanajuato, vino a radicar a Guadalajara para dedicarse a la danza y a partir de un encuentro callejero con Neodanza decidió arrancar su propio proyecto, así que formó el grupo Ecu-acción, rebautizado como Atempodanza en 2000, y se dedicó a componer coreografía contemporánea.
Alumna del reconocido maestro estadounidense Xavier Francis, pieza clave para la danza en México por su rigor e independencia, Adriana Quinto llegó de la Ciudad de México a emprender su propio proyecto dentro de la Universidad de Guadalajara (UdeG) con la intención de formar una compañía profesional de danza, que comenzó con los alumnos de Olivia Díaz y Antonio González: Tuilli Romero, Narciso Sánchez, Elizabeth Mercado, Conrado Morales, Rafael Carlín, Susana Barrera, Eva Luz Carrillo, Felipe Alonso, Enrique González y Mónica Castellanos como bailarines. Por cuestiones de presupuesto y la necesidad de dotar a la universidad de una compañía de danza, se eliminaron las clases para principiantes en esta área y Olivia Díaz fue desplazada de la Universidad de Guadalajara para continuar su labor en el Ayuntamiento de la ciudad.
Con apoyo de Raúl Padilla López, rector de la UdeG de 1989 a 1995, nació en 1992 la Compañía de Danza Contemporánea de la Universidad de Guadalajara, que contempló presupuesto para montaje y pago a los bailarines por primera vez en la historia de la danza en Jalisco. Coreógrafos como Miguel Ángel Palmeros, Marco Antonio Silva, Javier Rosas, Jorge Domínguez y Diana Carter vinieron de la Ciudad de México a montar piezas coreográficas, lo que resultó en un momento de auge para la danza contemporánea por la cantidad de funciones que ofrecía la compañía y el trabajo conjunto que realizaba con artistas de otras ramas y por el ímpetu, juventud y entrenamiento de sus bailarines.
En 1995 la compañía se partió en dos y nacieron los grupos Anzar y Gineceo. El primero estuvo integrado por Enrique González, Roberto Mendiola, Rafael Carlín, Claudia Lizárraga, Conrado Morales, Quetzalcóatl Becerra, Elizabeth Mercado y Claudia Herrera, quienes asumieron un trabajo colectivo en la ejecución, la coreografía y la dirección; el otro estaba formado sólo por mujeres: Adriana Quinto (su directora), Ana Torquemada (maestra de ballet), Patricia Aguirre, Lorenza Luquín, Tere de Obeso, Mónica Castellanos y más tarde Sandra Soto, una bailarina formada en el ballet clásico que luego se iría a Japón a probar suerte con la danza butoh.
En la primera época de Gineceo, Adriana Quinto compuso El baúl de los reproches, obra premiada en el XV Festival Internacional de Danza Contemporánea “Lila López” de San Luis Potosí, considerado uno de los más importantes del país y el primero en su género en América Latina; Ana Torquemada, que había sido bailarina de la Compañía Nacional de Danza de México, tuvo una de sus pocas participaciones como intérprete de Gineceo con la obra Luna en rojo.
En tanto, una de las obras más bailadas por Anzar fue Prólogo, de Claudia Lizárraga, con música de Michael Nyman. En 1999 After and before the rain, del coreógrafo invitado Ángel Rosas, fue presentada en el primer encuentro Nuevas Tendencias en las Artes Escénicas Contemporáneas en Rosario, Argentina; un año después Conrado Morales creó Sueños en sombra.
Durante los siguientes diez años los grupos trabajaron a la par compartiendo la Casa de la Danza, y Adriana Quinto se fue a Alemania a finales de los noventa, dejando a Gineceo en manos de Paloma Martínez, quien le dio un giro al trabajo en aras de la experimentación. En 1999 creó Mayahuel y en 2002 compuso Dara Dansha, trabajo en conjunto con el poeta Ricardo Castillo.
Rafael Carlín comenzó a perfilarse como uno de los coreógrafos más constantes. Compuso para Anzar Instantes en el vacío, con música de Stoa y Café del Mar, y Silentes en Alfa y Omega, con música original de Miguel Ruiz, esta última finalista del Concurso a la Composición Coreográfica Contemporánea INBA-UAM 2004, el de mayor importancia en el país. En 2003 invitaron a Raúl Parrao, que compuso Eón 0 dos mono grafitis x, fragmento de La X, centro del mundo.
A su regreso, Adriana Quinto realizó el montaje más costoso de danza moderna-contemporánea hasta ese momento en Jalisco, Carmen, de Georges Bizet, en una versión contemporánea con música en vivo. El proyecto recibió 600 mil pesos de aquellos años y bailaron los cubanos Alexis Zaneti y Sandy Rojas, quienes para ese momento ya se encontraban en Guadalajara dando clases de técnica cubana de danza moderna, Josué Valderrama, Patricia Aguirre, Narciso Sánchez, Melissa Castillo, Silvan Store, Gisela Lara, Manuel Arreola, Sol María Uribe, Enrique González, María Elizabeth León, Ari Soto, Ana Solano, Isabel Ramírez, Fernanda Vaca y Adriana Quinto en el papel de Carmen. Después de este nuevo intento por continuar al frente de Gineceo, Quinto se fue a trabajar a Puerto Vallarta, donde se dedicó a dar clases, montar coreografías con algunas bailarinas que la siguieron, y se reencontró con Phillipe Beamish, entrenador de compañías de danza como el American Ballet Theatre y el Ballet de la Ópera de París, que estuvo en Guadalajara cuando nació la Compañía de Danza Contemporánea de la Universidad de Guadalajara, y dejó un trabajo de barra al piso que los bailarines de Anzar y Gineceo, algunos de ellos como docentes, siguieron usando en la ciudad.
Las experimentales
Sin demasiado alarde, Paloma Martínez ha sido la más experimental de todas las bailarinas y coreógrafas jaliscienses. Sin necesidad de catalogar su trabajo ni crear un movimiento, fue una de las primeras artistas en componer piezas contemporáneas (junto con Federico y Carlos Íñiguez y Onésimo González), siempre con una búsqueda, una experimentación algunas veces incomprendida, pues, como señaló en una entrevista,
al regresar de un curso en la escuela de Alvin Nikolais en Nueva York, me animé y participé en el segundo Concurso [a la Composición Coreográfica Contemporánea] INBA-UAM, como coreógrafa e intérprete. No gané. Ganaban las cosas más convencionales. Lo mío era muy abstracto. Yo tenía muchísima técnica, venía súper filosa, estaba entrenada a nivel internacional y sin embargo yo ya no traía ese concepto de la danza convencional. Lo mío era como meterte en texturas y jugar con ellas. Sin querer y sin proponérmelo terminaba haciendo danza experimental.6
Sin embargo, es una de sus alumnas, Dolores Mendoza Álvarez (Cotija, Michoacán, 1958), mejor conocida como Lola Lince, la que creó mayor fama alrededor de la experimentación y con quien surgió incluso el término “danza experimental”, hoy tan en boga, como si la experimentación no fuera inherente a la composición contemporánea sino un género en sí mismo. Lola Lince fue alumna del prestigiado profesor de ballet clásico Alejandro Zybine, hijo de Hipólito Zybine —impulsor de la primera escuela profesional de danza perteneciente a la Secretaría de Educación Pública—, de 1978 a 1985. Lince fue una bailarina que tuvo importantes logros técnicos, pero que no se identificó nunca con ningún hada, princesa o campesina de los ballets de repertorio clásico. Cuando sufrió un accidente comenzó a moverse desde cero, a redescubrir el movimiento; así compuso Cicatrices en 1989, cuando inició su línea experimental. Abrió su taller en 1992 y nutrió su trabajo de la obra de poetas como Ricardo Yáñez, Carmen Villoro y Jorge Esquinca. Fueron alumnas suyas Gabriela Aguilar, Susana Barrera, Claudia Galván, Gabriela Cuevas, Alfonsina Riosantos y Beatriz Cruz, una nueva generación de bailarinas formadas en el ballet clásico que luego incursionaron en la propuesta de Lola Lince y fueron parte del Ballet Lola Lince, que compuso piezas como Esa montaña de enfrente, Flor de las fogatas, Así en el agua, Así en la tierra, La serena, Los gatos lo sabrán, La cajita (2001). Las alumnas pronto hicieron cada una su propio trabajo que han enarbolado como “experimental”, en proyectos independientes, los cuales se nutren de elementos de la danza butoh y de su propia investigación con su cuerpo, pero también de su formación anterior.
El caso de Sandra Soto es otro; ella tuvo una experiencia directa con la danza en Japón, donde fue alumna durante cuatro años de Kazuo Ohno, uno de los fundadores de la danza butoh, y su hijo Yoshito Ohno; en 2009 volvió al ballet clásico como miembro de la Compañía de Danza Clásica y Neoclásica de Jalisco. Son de la autoría de Soto La Llorona, Tierra In Versa y Línea de sombras, entre otras.
Para 1998 el nuevo proyecto que encabezó Antonio González, La Libido, produjo un cambio en la atmósfera. Fue, desde un punto de vista, el clímax de cierto trabajo de la danza contemporánea de una época, pero también partió de un momento en el que hubo cierta efervescencia de la danza contemporánea, como en los años setenta y principios de los ochenta, cuando Integración, Bellas Artes y Kosmos daban funciones en espacios insospechados, giras por municipios de Jalisco, por pueblos donde el público no había tenido ninguna experiencia con la danza moderna.
La Libido nació con la participación de Vera Gallegos, Olga Gutiérrez, Carolina Saldívar, Wendy Xitlalli Vázquez, Alejandro Torres, Diana Sánchez, Bernabé Covarrubias Cuevas, Flor de Loto Hernández, Lidia Brust, Nayeli Santos, Laura Montes, Alfonsina Ríosantos, Lucía González y Lailish Mahogany. Este grupo logró sacudir a la gente de danza e involucrar a un público nuevo. Sus integrantes bailaron coreografías de Antonio González como Divas (con música de Jean Michel Jarre); Polvo de las estrellas (“The song of star” de Dead Can Dance) y Serpientes y manzanas (Kit Watkins); bailaron en la calle, en los cruceros, en el Centro Cultural Roxy, en la Mansión Magnolia; ensayaban en la cantina La Mutualista, tras limpiar el vómito de los borrachos, y tuvieron admiradores. No paraban de bailar y entraron en una vorágine de energía dancística que terminó con un golpe seco: un accidente que provocó la muerte de cuatro de sus miembros y heridas en otros puso fin al proyecto el 29 de mayo de 1999. Sólo un año duró La Libido, uno de los proyectos más intensos de la danza.
En 1998 Carlos Íñiguez fundó el grupo experimental de danza contemporánea de la Escuela de Artes Plásticas; sus integrantes volvieron a bailar Dueto I de Federico Íñiguez, que compuso Guerrero y Sensemayá, con música de Silvestre Revueltas, La Rosa mística, con música de Silvio Rodríguez, y Newspaper. Para este grupo bailaron Gisela Lara, Flor Zayas, Víctor Arce, Margarita Puebla, José Rodríguez y Claudia Chávez.
El extinto grupo Danzare que estuvo bajo la dirección de Rocío Inzunza y Enrique Aguilar, Movidanza de Josué Valderrama y Teresa Díaz; más tarde, Guadalajara en Movimiento, un proyecto de Josué Valderrama, Rafael Carlín y Víctor Arce; Quebranto, proyecto nacido en 2005 de Antonio González; Gineceo, bajo la dirección de Hiram Abif; Anzar, con la destacada bailarina Mónica Castellanos al frente; el Taller Coreográfico del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño; Creatomóbilis, grupo del ayuntamiento de Guadalajara que estuvo bajo la tutela de Oliva Díaz; Arjos Danza, proyecto de Conrado Morales; Rafael Carlín y compañía —que ha retomado obras de Onésimo González y Pablo Serna— han sido algunos de los proyectos herederos de diferentes momentos de esplendor dancístico, esplendor que —con excepción de grupos que han permanecido al pie del cañón en su entrenamiento, composición y funciones— parece estar dormido justo ante el centenario de la revolución y el bicentenario de la Independencia .
La carencia de espacios sólidos donde ejercer la danza en sus diferentes manifestaciones en Jalisco ha provocado un rezago en este arte, que se ha manifestado en la intermitente ejecución de los grupos de danza e inconstante composición coreográfica, así como en la poca teoría, investigación, y crítica, causantes de la pobre formación de nuevos públicos y el poco conocimiento en la materia por parte de los espectadores que gustan, sobretodo, del ballet clásico y el folclor. Uno de los principales factores ha sido el raquítico o nulo apoyo económico que el Estado ha proporcionado a la danza y las inconsistentes políticas culturales en la materia. Debido a esto los diversos esfuerzos de los artistas por profesionalizarse no se han sostenido. Otro factor ha sido la falta de colaboración de los artistas del gremio contemporáneo entre sí.
Los ballet folclóricos, principalmente el Ballet Folclórico de la Universidad de Guadalajara, el Grupo Folklórico Guadalajara del Ayuntamiento tapatío y el Ballet Folklórico de Jalisco del ICC, han trabajado en un esquema más profesional, pues los tres crearon escuelas de formación desde la infancia y cuentan con varias compañías hasta llegar a la oficial, que baila en el teatro Degollado y representa a Jalisco en el extranjero. El nivel de exigencia y entrenamiento ha sido el de cualquier compañía profesional, sin embargo, los bailarines han carecido históricamente de sueldos e incluso en ocasiones los vestuarios han sido financiados por los padres de los bailarines.
Surgió ya la Compañía de Danza Clásica y Neoclásica que representa a Jalisco, pero una compañía contemporánea no podría nacer desde el ala oficial; ése es un trabajo que sigue esperando a los artistas desde su independencia. ®
Notas
1 Miss Bell en Enrique Cárdenas de León (director), Cien años de vida y pasión por la danza (video documental), Grupo Tenamaztli, A.C., Guadalajara, julio de 2006.
2 Iván Cerón, “La raíz del movimiento. Nacionalismo e identidad en la danza moderna mexicana”, Correo del Maestro, núm. 112, septiembre de 2005, en www.correodelmaestro.com/anteriores/2005/septiembre/2artistas112.htm, consultado el 15 de julio de 2009.
3 Carlos Íñiguez, “¿Una danza mexicana?, Revista Conciencia Política, Guadalajara, 1991, p. 48.
4 Antonio González en Angélica Íñiguez, Bailar en Guadalajara. Árbol genealógico de la danza contemporánea, Guadalajara: Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, 2006, p. 75.
5 Idem., p. 76.
6 Paloma Martínez en Angélica Iñiguez, op. cit., p. 89.
Hector Torres
Querida Angélica:
Que lastima que no seas una investigadora acuciosa, me apena que al referirte a mi persona, te olvide yo me inicie con tu padre Carlos y que además tome clase con tu tío Federico, es una lástima que te cueste trabajo reconocer esto. Que lastima por la historia de la danza que algunos datos que viertas sean falsos.
arturo robles
angelica me da gusto escuchar y ahora poder leer tu reseña ,bueno tu esfuerzo ,creo estar de acuerdo con muchos de los comentarios de la gente linda en la danza ,parece necesario investigar de forma profesional la verdadera historia d ela danza en guadalajara ,y espero que con tu intento otros se decidan a contarla de verdad no a criticar ,creo que hay mucha gente que tu no tuviste oportunidad de conocer a fallecido y son grandes talentos que ha dado esta ciudad, quienes tambien merecen un reconocimiento,y que definas la historia de la danzaa nivel institucional y puedas definir en la que existen los verdaderos protagonistas,no se trata de levantar muertos solo de reconocer,la danz no se olvida esta vigente y es sumamente diversa ,como diria julliano gerrini ,la danza no se piensa ni se escribe ni se habla,se danza ….lo demas es una estela seguimos vivos.
Ignacio García Prieto
Angélica, es un gusto leer este documento tan valioso para muchos que nos interesa la danza en Guadalajara. Todo lo que no se documenta puede pasar al olvido, a los libres recuerdos o fatales olvidos, es por eso que tu trabajo que nos compartes en este libro es importante principalmente para la comunidad dancística tapatía.
Por este medio tuve oportunidad de leer muchos hechos q y recordar personajes de la danza con quien tuve el gusto de tomar cursos o convivir
blanca estela contreras arechiga
hola ,con suma tristeza leo el esta reseña de la danza en jalisco a la cual le faltan datos, para empezar hablare de mi ,yo tome clases con deborah velazquez desde que se fundo el hospicio cabañas ,fui alumna de raul garcia y posteriormente de ricardo aguilar ,al irse raul a mexico a protagonizar peter pan,gracias a ricardo que me llevo con pablo serna cuando las clases se daban el artes plasticas,de ahi mas adelante surgieron problemas y se desintegro ,por asi decirlo el grupo,unos nos fuimos con alex sibyn ,otros con antonio gonzalez ,otros con olivia diaz,el caso que con todos estube,desde antes de que llegara adriana quinto ,yo ya tomaba clases cin la insipiente compañia de la u de g,recuerdo perfectamente cuando ella llego por primera vez,de blanquisima tez y cabellos ensortijados cin narciso sanchez,su pareja y vivian en casa de dos de los integrantes el grupo el personal,,de momento ,estabamos con alex sibyn que nos prestaba las instalaciones ,me toco todo ese boom del rector ,para hechar a andar el arte en jalisco por medio de la u de g,podria pasarme mucho mas tiempo hablando de esta epoca ,etapa de transicion ,que me toco vivir,les faltan nombres datos de importancia para entender mejor esta epoca pero sobre todo y perdonen mi ego,fue que mi nombre no apareciera,yo forme parte de neodanza,de sobretarimas con antonio gonzalez pero sobre todo de la compañia de danza cintemporanea,debe de haber programas que lo corroboren,me dio mucha tristeza que no me mencionaran pues me siento muy orgullosa de haber participado de una epoca y de unos compañeros tan talentosos.
marlon holmos
que bueno que se documenten estos datos….. aunque es importante que sean precisos… es un honor trabajar y conocer a algunos de los importantes bailarines que aqui se exponen, siempre aprendiendo de todos ya que cada uno tiene un importante camino, algunos ya no estan en guadalajara como el caso de faby pero siempre se le agradesera su vision de integrar a las personas a la danza ,, aunque este haciendo historia en otro lugar esta haciendo una gran labor….. y otras personas mas que tambien nos han abierto las puertas de la danza en esta bella ciudad!!!
saludos y exito para todos!
Enrique Calatayud
Hola, llama mi atención el esfuerzo, sin embargo coincido con Fabiola en que hay muchas imprecisiones: Onésimo no sólo fue director de Integración, sino también de Danza Nueva RE-21, no «hizo carrera» en Veracruz: fundó los talleres libres de danza contemporánea de la Universidad Veracruzana. También me gustaría mencionar que al parecer mis hermanos y yo sólo hemos sido comparsas y nos nos mencionan en el trabajo dancístico de Guadalajara. Se menciona que la Dirección de Bellas Artes realizó una temporada en el Teatro Degollado con su compañía de danza, me gustaría aclarar que la dirección artística corría a mi cargo y no sólo se realizaron funciones en el Degollado, sino también en el Teatro Experimental y otros foros como Fiestas de Octubre durante tres años.Desde 1996 se fundó la Compañía Integración Escénica, dirigida por un servidor y por Mayra Castañeda, participamos desde el primer Festival Onésimo González, se creó el Festival Independiente de Arte Contemporáneo «Onésimo González», se hicieron temporadas importantes con trabajos que se presentaron en San Luis y otros festivales del país como por ejemplo «El Hombre Azul» (del que por cierto todavía existen carteles en el centro de Guadalajara) «Coyote» y «Sabaiba» que, por cierto se estrenó junto con «Carmen» de Adriana Quinto en el Festival Onésimo González. Mi hermano, Elías Ajit González Salcedo (no Arredondo), fue director de danza de la Secretaría de Cultura, también director de la Compañía de Danza Arte Integral y de RE-21 y se ha presentado en diferentes ediciones del Festival. Por cierto mi hermana Endrina también realizó la reposición de «Uno Caña» y «Huapango» hace un par de años para el festival. También me gustaría mencionar que tanto Elías como yo realizamos coreografía para Re-21 y practicamente cada año asistimos a San Luis cuando era dirigido por Lila López y no se había cambiado su propósito inicial. También me gustaría mencionar que Onésimo no fue ningún autodidacta, pues, aunque hace algunos años no existían escuelas formales en México tomó cursos con importantes coreógrafos y maestros como Martha Graham, Nikolais, Limón y muchos otros grandes, de hecho su carrera en la danza contemporánea inició cuando Alvin Ailey llegó con Amalia Hernández a montar su coreografía más famosa «Revelations» de la cual Onésimo fue bailarín solista, trabajó con Guillermina Bravo y Anna Sokolov, entre otros; no «salió» del Ballet de Amalia Hernández a «inventarse» como bailarín y coreógrafo de danza contemporánea, él perteneció a una importante corriente de creadores artísticos de la época, no por nada el Festival (que ya es internacional) de danza contemporánea de Guadalajara lleva su nombre.
Lidia Brust
Te felicito por tu labor, por plasmar nuestras historias de pasion, entrega y perseverancia, amor que sigue viviendo en nuestra sangre, hablando en nuestros cuerpos, manteniendo nuestro compromiso ante la vida, dando vida y vibrando unos en los otros¡¡¡ :) Trascendiendo en el hoy a traves de nuestro sudor, sonrizas, frustaciones y abrazos, cotidianidad que nos mantiene unidos concientes de una divinidad que nos ayuda a superar conflictos. nacientes, alusados, dando luz al mirarnos, siendo apoyo los unos de los otros, fraternidades creativas, humanas, sensibles de la necesidad de crear y comunicar, integradores de las habilidades por un espiritu comun danzante, bailando por los que ya no estan pero que siguen respirando a traves de todos nosotros, familia, adelante¡¡¡ sintamos, imaginemos, movamonos y bailemos,:).
Benito Zamora
Felicidades buen trabajo y necesario en el camino lo sé que se ira afinando con detalles y nombres .
Angélica Íñiguez
Gracias a todos por sus comentarios. Me da mucho gusto recibirlos, porque son necesarios para que el trabajo de documentación de la danza sea cada vez más preciso.
Estemos en contacto para enriquecer las investigaciones.
Les mando un abrazo y les dejo mi correo:
[email protected]
Fabiola Garcia
Hola:
Que gusto encontrar info de mi ciudad y que bien que se documente la historia dancística de Guadalajara, solo que encuentro algunos errorcillos en los tiempos, y en la información de las personas y grupos, con todo gusto podemos colaborar en esta info:
Trabaje muy de cerca a Onésimo Gonzalez,en sus últimos años creativos y creo que hay info incorrecta respecto a él,(su formación) y su legado, su centro de investigacion,la participación de RE-21 cuando el Iberoamericano se llevo a Cabo en Guadalajara, Elías gano el premio como mejor bailarín en San Luis, bla bla . La ultima coreografía que hizo One, la hizo Para Felipe Alonso y una Servidora (“Azul”), de hecho le realizamos un Homenaje en Vida, en el festival de danza Contemporánea de Guadalajara, con una obra en que habitaban varios personajes de sus obras, (video en sc), gracias a ese homenaje y a la presión ejercida, ahora (afortunadamente) el festival lleva su nombre.
(Ecu-acción, fue un proyecto en codirección de una servidora y Roberto Mendiola), trabajamos muchísimos años en el foro de arte y cultura, con Antonio González desde Neodanza, con Felipe Alonso como «Zoga» y después de el incendio del foro, nos mudamos para el teatro Alarife, ahi estuvimos como ecu-acción.
Proyectos como, Neo danza, Zoga y Ecu-acción tuvieron funciones (comprobables con documentos) en el festival Cervantino Callejero, durante varios años, (plaza de San Roque y de la Paz) en el DF. Y en la Habana, Cuba. (ecu-acción)
También hubo un periodo importante Antes (93) donde trabajábamos en santa Tere, en la sede de RE-21 y lo que fue el centro de investigación de la danza Dir. Onésimo González, (donde por cierto se nos impartían clases de anatomia, historia etc…).
Bueno en ese lugar que es ó era propiedad de la U de G, ensayamos un buen rato, varios, Martha Hickman, Arturo Robles, Felipe Alonso, Miguel Sanchez, Alonzo Noriega etc… Impartía clases Claudia Herrera y otras más.
M e faltan nombres como Claudia Galvan, en Anzar, el destacadísimo Nicolás en Neo danza, el proyecto Zoga integrado por (Felipe Alonso, Fabiola Garcia, Melissa Castillo, y muchos más…, Martha Hickman, que sé que sigue haciendo cosas,
La gran marca que dejo «la fura Dels Baus» en la en aquel entonces naciente comunidad joven de danza tapatia, lo que realizo Beto Ruiz, el mismísimo shhh Miguel Ángel, etc.
hay muuchaaa historiaa y mucha gente que aporto cosas valiosas y detonantes importantes.
Falta Danzaire, Santos Muertos, Oscar, uyy…
Bueno, me pongo a tus ordenes para cualquier duda o aclaración, y por favor, si ahora no estamos en Guadalajara, no nos borren de ella, va?.. gracias por tomarte el tiempo de recopilar, escribir y sobre todo de tener la apertura a este texto ,redactado a deshoras de la noche mientras ultimamos detalles para los festejos (danzarios) de Los Cabos, con el único afán de aportar datos e historia.
Gracias
Fabiola García.
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Abril Iñiguez
Disfruté mucho éste artículo, es de fácil asimilación pero con gran contenido. Felicidades por ésta nueva etapa digital, en estos tiempos será mas fácil el acercamiento de los lectores. Un abrazo!
Rafael Carlìn
Un cordial saldo querida Angélica, Antes que nada Felicitarte nuevamente por tu dedicación y oficio a esta área tan abandonada de la danza que es su historia, su memoria , y sobre todo que tienes herramientas pues experimentaste la danza de una manera profesional, recuerdo unas palabras de mi estimado amigo Cesar Delgado, maestro critico e investigador de la danza que decía que estábamos condenados al olvido y a desaparecer de la memoria colectiva por esa falta de interés de reflexionar, investigar ,Escribir y hacer critica de la expresión dancística. Que favorece a el crecimiento y desarrollo de la misma y por consecuencia se desarrolla un mayor interés en todas las áreas, sociales políticas y sobre todo culturales.
Solamente unas pequeñas acotaciones, en la compañía de la universidad de Guadalajara que dirigía Adriana Quinto, nunca trabajo con nosotros Jorge Domínguez y el coreógrafo que trabajo en la agrupación fue Javier Romero, no Javier Rosas.
Un fuerte abrazo.
israel martínez
gran información en este artículo. muchas felicidades!
como en todas las áreas artísticas en México, debería comenzar o seguir documentándose con gran ánimo. cuánto por conocer!