Alucardos, retrato de un vampiro, de Ulises Guzmán, no es simplemente una biografía de Juan López Moctezuma sino que va más allá de un homenaje a sus películas: es un viaje por los recovecos de la identidad sexual, de las oscuridades del ser humano, de la locura, de la obsesión y del cine como forma de vida.
Entre la andanada de documentales que el abaratamiento de costos y equipos de producción nos ha heredado este nuevo siglo, Alucardos, retrato de un vampiro se aleja de la denuncia social, en boga, para hundirse en las profundidades de un autor tan poco valorado como escondido de la cinematografía nacional, Juan López Moctezuma, quien fue productor y director de cine en las décadas de los años sesenta y setenta —produjo El topo y Fando y Lis, de Jodorowsky, y dirigió La mansión de la locura y Alucarda. Sin embargo, Alucardos no es simplemente una biografía de Moctezuma sino que va más allá de un homenaje a sus películas: es un viaje por los recovecos de la identidad sexual, de las oscuridades del ser humano, de la locura, de la obsesión y del cine como forma de vida. De esto y la producción charlamos de manera virtual con su director, Ulises Guzmán.
—¿Cómo comienza a concebirse Alucardos?
—Mostré películas mías en el Festival Macabro de México. Al final, como es común, hablé con muchas personas, hasta que se me acercó Manolo, quien como ves en el documental tiene un físico muy desconcertante. También iba Lalo Casares. Formaban una pareja extraña. El caso es que Manolo me dijo: Tenemos películas de Juan López Moctezuma. No se me ocurrió otra cosa más que decirles Qué bien. Hubo un silencio raro y me alejé para atender a otras personas. Más tarde en el coctel se acercaron nuevamente. Manolo insistió con lo mismo, sólo que ahora añadió: En 35 milímetros. Eso llamó mi atención. Le pregunte que cómo las habían conseguido, que si eran familiares de Moctezuma o qué. Acto seguido, durante una hora más o menos, me contaron toda la historia. En ese momento se acabó la fiesta para mí y comenzó el documental. Me imaginé todo. Desde ahí quedé enganchado, obsesionado con la historia.
”En un principio pensé en hacer la película como algo de ficción, pero después decidí que tenía que ser narrada con las armas del documental, precisamente porque era una historia real. Haberla hecho de otra manera hubiera menoscabado ese momento insólito de cuando esas tres personas se reúnen. Te diría que yo no busqué esta historia, ella me buscó a mí, y aunque ha sido muy fuerte el viaje me siento muy afortunado de que me encontrara.
—¿Qué dificultades te encontraste al levantar el proyecto?
—Es muy complicado que gente ajena a tu trabajo crea en tus proyectos. En México no hay una industria que sustente la profesión del cineasta. Casi todos los proyectos cinematográficos son aventuras individuales o de grupo. Así que emprendes el proyecto con tus fuerzas o te quedas sentado en tu casa esperando algo que no va a suceder: que alguien llegue a descubrir tu talento. Por eso decidimos hacerla con nuestros propios medios. Junto con Edna Campos, quien dirige el Festival Internacional de Cine de Horror Macabro, nos lanzamos a la guerrillera. Fue una jugada realmente audaz y que hoy considero acertada. Comenzamos con lo que teníamos. Utilizamos una cámara minidvd, pedimos ayuda de amigos y alumnos; es por eso que algunos registros son muy básicos, pero ayudan a la estética de la película. Primero hicimos el registro de todas las entrevistas y testimonios, juntamos todo el material de imagen de stock hasta llegar a un punto en que ya no podíamos avanzar más por cuestiones económicas.
”Comenzamos a participar en concursos para becas o de producción. Nos encontramos con una barrera muy fuerte: los documentalistas no creían que la historia fuera cierta, nos decían que era una ficción y los ficcionistas nos decían que aplicáramos en certámenes de documental. Era muy frustrante. Claro, nosotros no parábamos de investigar y grabar entrevistas. Así pasó un rato hasta que encontramos a Eduardo Moreno (productor de Alucarda), a quien habían visitado en su momento Manolo y Lalo, por eso sabía que la historia era cierta, y nos ayudó a echar adelante el proyecto. Grabamos lo que restaba, pero nuevamente paramos porque no teníamos fondos para concluir la posproducción. Luego, gracias al IMCINE, logramos terminarla.
—Parece ser que el fantasma de Alucarda, esa parte femenina oscura, permea a todos los personajes por igual.
—Sí, ese tema lo descubrí muy al final del proceso. Es decir, tenía frente a mí a tres personajes que buscaban la feminidad: Manolo la propia dentro de sí; Lalo a su madre muerta, y Juan López Moctezuma tenía ese gusto por las mujeres que lo llevó a lugares y situaciones muy fuertes. Todos ellos representados por ese fantasma que es Francisca y que finalmente entiendes que también es Alucarda.
Estamos presenciando la democratización del lenguaje cinematográfico gracias a tecnologías más baratas. Las nuevas generaciones se están acercando de una forma realmente creativa a narrar y ver su entorno. Creo que el documental tiene mucho más perspectivas evolutivas, hablando cinematográficamente que la ficción.
—¿Cambió tu percepción de Juan López Moctezuma?
—Completamente. La primera vez que vi Alucarda me impresionó su estética. Eso fue en mi infancia. Honestamente no le entendí a la historia, pero visualmente me hablaba. Además, como que no parecía una película mexicana; vaya, incluso había sido filmada en inglés. Tiempo después vi la Mansión de la locura y ¡puf! hizo clic en mí. Ésa sí que me gustó. A mi gusto, el guión no era lo mejor que había presenciado pero había algo hipnótico en ella: los escenarios, el universo que presentaban.
”Sin embargo, no fue hasta que el documental me encontró cuando realmente conocí la obra de Juan López Moctezuma. Cuando emprendí la investigación del documental partí de la premisa básica de narrar cronológicamente su filmografía y adentrarme en sus obsesiones, símbolos y temas, es decir, una biopic. Sin embargo, descarté ese camino cuando supe que él era el encargado de construir una televisora mexicana en Europa. Eso me impresionó. Vivía en castillos, sus amistades eran la elite mundial de ese momento, tenía resuelta su vida, monetariamente hablando, y lo deja todo para poder seguir haciendo cine. Descubrí en él un Quijote moderno, de esa estirpe de románticos que a costa de su dinero, estatus, salud e incluso integridad física se imponen la difícil tarea de hacer películas y contar sus historias, aun sabiendo que probablemente no serían bien recibidas de forma masiva. Es decir, encontré un espejo y me asomé en él.
—Por la forma en que está cifrado el documental me imagino que fue difícil llevarla a festivales.
—En efecto. El cine de Juan López Moctezuma es más conocido en el extranjero que aquí en México. Es sintomático que el estreno de la película haya sido en el festival de cine fantástico y de terror, Sitges, en Barcelona, el mejor en el género de horror en el mundo. Ha corrido con gran fuerza y prolijidad en festivales de documental, de ficción y fantásticos, e incluso de animación en el mundo. De hecho en Brasil provocó un fenómeno, ya que de pronto lo solicitaron en tres festivales y en el Museo de la Imagen y el Sonido de aquel país. En el extranjero ha obtenido ya varios premios a mejor película y mejor director. En México ha sido raro, pues Juan López Moctezuma sigue rodeado de esa aura de misterio, sigue siendo maldito. Alucardos ha recorrido muchos festivales, muestras y ha ganado también muchos premios, pero, paradójicamente, ha desconcertado a algunos de los programadores que tienen una visión realmente pobre de lo que debe de ser un documental o el cine en general. Limitan a éste a un triste papel de mera denuncia, pornomiseria o militancia panfletaria. Ni hablar, una manera muy limitada de ver un arte.
—Y es que el terror es un género visto mal en México.
—Algo es seguro, hay muchos prejuicios al respecto. Muchas veces con justa razón. Conozco a personas del ambiente que en su vida han visto una película de terror y mucho menos si es mexicana, pero que opinan que son muy malas. La ignorancia siempre crea prejuicios. Cabe acotar que también han existido muchos intentos fallidos, pero ésos no anulan las películas pasadas o recientes buenas y reconocidas.
—¿Ves un florecimiento del documental en México y en el mundo?
—Estamos presenciando la democratización del lenguaje cinematográfico gracias a tecnologías más baratas. Las nuevas generaciones se están acercando de una forma realmente creativa a narrar y ver su entorno. Creo que el documental tiene mucho más perspectivas evolutivas, hablando cinematográficamente que la ficción.
—¿Cuál es tu siguiente proyecto?
—El 21 de diciembre de 2012 no se va a acabar el mundo, aparecerá una hermosa aurora roja en el cielo y, tal y como lo profetizaron los mayas, los muertos que fueron asesinados regresarán al mundo para confrontar y perdonar a quienes los ejecutaron. De eso y otras cosas trata 13 Baktun.
Alucardos, retrato de un vampiro. Dir: Ulises Guzmán. Guión: Ulises Guzmán y Edna Campos. Fotografía en CyB&N: Arturo de la Rosa. Música: Pablo Gav, Gavox y Los Cinco Latinos. Edición: Román Jiménez y Harumy Villarreal. México, 2011. En Facebook. ®