Desde la piedra hasta las pantallas electrónicas, el diseño nos ha acompañado siempre, nos ayuda a ver y comprender la realidad. Es lo que hacen las diecisiete mujeres cuyos valiosos testimonios podemos leer y apreciar en este libro.
¿Cuántas mujeres hubo en la primera mitad del siglo XX entre los tipógrafos, cajistas, linotipistas, artistas gráficos, pintores, ilustradores y prensistas anónimos? ¿Quiénes diseñaron los cabezales, la tipografía, los logotipos, las ilustraciones, las caricaturas? Posiblemente muy pocas, pues la mayor parte de los registros y los créditos corresponden a hombres —y la cifra seguramente se reduce si nos remontamos a las primeras publicaciones nacionales del siglo XVIII, como la Gazeta de México y noticias de la Nueva España (1722). Tenemos noticia de una impresora, María Fernández de Jáuregui (1741–1815), descendiente de Paula de Benavides, esposa del impresor Bernardo Calderón, quien en 1631 inauguró una larga tradición tipográfica. María se hizo cargo de la imprenta de su hermano José, desde 1801 hasta que murió en 1815.
Giovanni Troconi, en su libro Diseño Gráfico en México 100 años 1900–2000 (Artes de México, 2010) rescata las aportaciones a las artes gráficas de mujeres del temprano siglo XX como Tina Modotti, Lola Álvarez Bravo y Aurora Eugenia Latapí, con sus collages y audaces fotomontajes.
Si algo tienen en común las diecisiete mujeres diseñadoras que nos ofrecen sus testimonios en este libro es que crecieron con libros; leyeron cómics y enciclopedias y se fascinaban con las letras y las ilustraciones.
Lo cierto es que la historia la escriben ya también las mujeres, y el azorado Club de Tobi ha sido tomado por asalto. Actualmente podemos hablar de cientos o miles de mujeres que se dedican al diseño gráfico y a la producción editorial en México y que realizan un trabajo de calidad extraordinaria. Muchas de ellas estudiaron la profesión y muchas otras se han hecho sobre la marcha, en imprentas, en las redacciones de diarios y revistas, en despachos; algunas cambiaron la arquitectura o el diseño industrial o la biología por este oficio que también es arte, pero todas ellas han confluido en una profesión demandante, generosa y diversa.
Si algo tienen en común las diecisiete mujeres diseñadoras que nos ofrecen sus testimonios en este libro es que crecieron con libros; leyeron cómics y enciclopedias y se fascinaban con las letras y las ilustraciones. Infancia es destino —a propósito, la maternidad nunca ha sido un obstáculo para ellas.
Un poco de curiosidad nos llevaría a descubrir los nombres de muchas diseñadoras en las páginas legales y en los créditos de libros, revistas, catálogos, carteles, portadas de discos y una enorme variedad de impresos. Muchas, y cada vez más.
(Permítanme hablar brevemente de mi trabajo, que es el de corrector y editor. A lo largo de mi profesión he tenido el gusto de trabajar con diseñadoras talentosas, desde los tiempos en que se trabajaba con cutters y pegamento Uhu o Iris —el terrible paste up, los cromalines—, se levantaba la tipografía en linotipos, pasando por la breve etapa de las composers, el fotolito, las placas sensibilizadas, hasta el arribo de las computadoras y los fascinantes programas de diseño. Era una sola mujer la que conformaba el equipo de diseño del Departamento de Publicaciones de la Escuela Nacional de Música de la UNAM, y mujeres las tres diseñadoras de la Oficina de Publicaciones de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, en donde logré que se adquirieran computadoras Mac para sustituir los vejestorios Acer que amenazaban con desarmarse cada diez minutos. Varias diseñadoras colaboraron en el diseño de las revistas que he editado, y, por cierto, Rocío Mireles y el artista Rubén Ortiz crearon el logotipo de La Pus moderna.)
La lectura de estos testimonios nos recuerda la importancia de las grandes empresas editoriales mexicanas, las públicas y las privadas, como la imprescindible Imprenta Madero, semillero de diseñadores que han dejado una huella indeleble de la mano del recordado Vicente Rojo, maestro de Rafael López Castro, Germán Montalvo, Azul Morris, Peggy Espinosa y tantos más. Novelas y libros para niños, volúmenes lujosos para presumir en la mesa de centro, libros y catálogos de artistas, libros–objeto, identidades gráficas, carteles para campañas publicitarias y políticas… Revistas que todos hemos visto en algún momento de nuestras vidas fueron diseñadas por las mujeres de este libro: Artes de México, Luna Córnea, la Revista de la Universidad, Vértigo, Obelisco, Milenio, Viceversa, Poliéster, Algarabía, Arquine… (Revisa ahora los libros y revistas que tienes a la mano y te llevarás sorpresas agradables.)
¿Cuántas diseñadoras han trabajado en los talleres de la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos? ¿Cuántas han pasado por el Fondo de Cultura Económica? ¿Hay un directorio de despachos de diseño gráfico en el que se pueda apreciar cuántas mujeres los dirigen?
La historia del diseño mexicano necesita un extenso y documentado capítulo… no, perdón, no un solo capítulo, sino una reescritura completa de esa historia en la que se hable de las pioneras y de las diseñadoras y de sus invaluables aportaciones a la cultura gráfica y visual de no pocas generaciones. ¿Cuántas diseñadoras han trabajado en los talleres de la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos? ¿Cuántas han pasado por el Fondo de Cultura Económica? ¿Hay un directorio de despachos de diseño gráfico en el que se pueda apreciar cuántas mujeres los dirigen?
Todos conocemos el origen de la imprenta y de los primeros impresores europeos y americanos, pero la historia del diseño se remonta seguramente a la prehistoria. Esas manos que vemos plasmadas a todo color en los muros de las cavernas, las estilizadas siluetas de búfalos y rinocerontes, los petroglifos, los jeroglíficos, los complicados ideogramas, los primeros alfabetos… ¿cuántos fueron concebidos y elaborados por mujeres?
Desde la piedra hasta las pantallas electrónicas, el diseño nos ha acompañado siempre, nos ayuda a ver y comprender la realidad. Es lo que hacen las diecisiete mujeres cuyos valiosos testimonios podemos leer y apreciar en este libro.
El diseño gráfico en México goza de cabal salud y despliega una gran diversidad estilística, que aprovecha las técnicas tradicionales con las nuevas tecnologías. En este proceso, no cabe duda, las mujeres llevan la delantera. ®
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Este texto está incluido en el libro Mujeres y diseño en México, coordinado por Rocío Mireles y Teresa Peyret, y publicado por Futura en la Ciudad de México, 2022.