I
En una democracia la fuerza del Estado está en la cobertura y calidad de la educación, en la procuración y administración de justicia, así como en las expectativas que tienen los ciudadanos respecto de un futuro promisorio. En suma, se constata en las garantías a los derechos humanos. No está en los tiroteos entre militares y civiles delincuentes ni en las bravuconadas del ministro del Interior. Estados fuertes son los de los países nórdicos, por ejemplo. Estados débiles son muchos de los africanos, donde los militares están conteniendo guerras civiles, no defendiendo a la población indefensa sino a los gobernantes.
II
Las guerras se ganan con dinero y con inteligencia. En una guerra contra narcotraficantes, seria, que realmente quisiera ganarse, la ofensiva la encabezaría la Secretaría de Hacienda, no la de Defensa ni la de Seguridad, de modo que si el enemigo oficial sigue teniendo altos márgenes de ganancia dispondrá de capacidad ofensiva y contraofensiva. Sin un papel protagónico de Hacienda que abata la impunidad financiera, y con la prohibición que mantiene los precios de las drogas y los márgenes de utilidades de las organizaciones criminales, el ejército, defensa, sólo seguirá perdiendo confianza y aprecio, porque su efectividad mantendrá un costo cada vez más alto en víctimas inocentes y en bajas propias.
III
Si no pueden poner orden en las cárceles, no pueden poner orden en nada. Si no pueden con los que están prisioneros, da igual a cuántos encarcelen si de todos modos siguen delinquiendo. El grado de civilización y desarrollo de un país se comprueba en sus prisiones. Para que fueran centros de readaptación los internos deberían dedicar diariamente ocho horas a trabajar, cuatro a estudiar, una a actividades deportivas y una para aseo.
IV
La contabilidad que daría cuenta del fortalecimiento del Estado, en el caso de México, no es la del número de “sicarios” muertos ni los decomisos de drogas, sino el de cuántos delitos dejan de estar impunes, que pasaran de 98 por ciento a dos por ciento. Mientras no haya avance en esto el frente militar no conduce a un mejor país, sino a la posposición de las responsabilidades para ello. ¿Qué guerra se tiene que librar para avanzar en la procuración e impartición de justicia? Matar “sicarios” es mucho más fácil, barato y no compromete a ninguna autoridad.
V
El actual Estado mexicano es producto de las armas provenientes de Estados Unidos para los revolucionarios, para los mismos que el gobierno de Felipe Calderón y Fernando Gómez Mont festejan por su centenario gastando millones. Las armas provenientes de Estados Unidos fueron antes las que permitieron a Benito Juárez derrotar al segundo Imperio mexicano. ¿Maximiliano y Porfirio Díaz debieron haber reprochado a los estadounidenses su falta de vergüenza por ello? ®
Ana Paula de la Torre Díaz
«¿Qué guerra se tiene que librar para avanzar en la procuración e impartición de justicia?». Son dos guerras diferentes creo, esta se proclamó para acabar con el narco ( «que porque nadie había tenido los pantalones para»), no para lograr impartición de justicia,( que ya es asunto más complejo de reformas de fondo.Coincido en el demás texto, el segundo párrafo es una joyita. Deberías grabarlo a manera de grafiti por las ciudades.
Posdata:
Maximiliano y Porfirio Díaz no.
Felipe Calderón sí. Creo.