¿Manuel Bartlett ha sido en verdad un demócrata liberal de izquierda opuesto por principios al neoliberalismo? En este artículo están todos los elementos para poder encontrar la respuesta correcta. Aquí, el núcleo duro expuesto en toda su extensión.
Desde hace muchos años Manuel Bartlett dice que ha sido un político de izquierda, democrático, liberal y antineoliberal, amén de eso que no es el sinónimo de esas características y que no se discutirá explícitamente: nacionalista. ¿Sí? Hay que ver su curriculum vitae para dar con la respuesta. Y hacerlo es especialmente pertinente ahora que con ese discurso busca en Puebla ser senador de la república por segunda ocasión (tanto por la vía electoral de “mayoría” como por la “plurinominal” usada la primera vez, mas ya no por el PRI al que no ha renunciado sino por una conocida alianza de partidos “de izquierda” y “progresistas”). Vean el núcleo duro del currículo político de Bartlett, lo más representativo y significativo de su trayectoria —resumido y contextualizado histórica y analíticamente, con ciertos juicios democráticos siguiendo y que representan una crítica bajo los propios términos del discurso bartlettiano en vigor.
—Subdirector General de Gobierno de la Secretaría de Gobernación federal, 1969. El gobierno de Gustavo Díaz Ordaz —el 2 de octubre no se olvida— se encuentra en su recta final. Luis Echeverría ha salido de Gobernación por el “dedazo” presidencial, es decir, para ser candidato-“ganador anticipado” del PRI a la presidencia de México, dejando a Mario Moya Palencia como responsable de la secretaría; Bartlett es su colaborador cercano.
—Director General de Gobierno de la Secretaría de Gobernación y secretario de la Comisión Federal Electoral, 1970-1976. Es el sexenio presidencial de Echeverría: años de la continuación del autoritarismo priista, en todos los sentidos, y de su envalentonamiento y entercamiento, de la famosa “guerra sucia” dirigida por la estructura y agentes de Gobernación (Moya Palencia era el secretario entonces), así como de la “destrucción” populista de la economía mexicana. La Comisión Federal Electoral, dependiente del secretario de Gobernación y, por tanto, del presidente de la república jefe del PRI hegemónico, era, por decirlo de alguna forma, el IFE de la antidemocracia electoral real —y formal— priista. México no era una democracia, de ningún tipo, ni estaba en vías —institucionales— de serlo (partiendo del presente, como es obvio, “la transición” empezó hasta 1977, con la justamente famosa reforma de liberalización política de Jesús Reyes Heroles, arrancada a José López Portillo, siendo el 68 una especie de precedente y factor causal de ésta; en el 88 se enfatizaría esa transición como proceso complejo en marcha). En todos esos momentos y lugares no democráticos vemos al héroe Bartlett.
—Asesor del secretario de Programación y Presupuesto Miguel de la Madrid, 1979-1981. ¿Sobre qué lo asesoraría? Casi con seguridad no sobre una transición a la democracia y la construcción de una economía postpopulista realmente liberal o verdaderamente socialdemócrata. En esos años el presidente López Portillo estaba, además de orgulloso de su nepotismo, terminando de “destruir” la economía, y los neoliberales, encabezados por De la Madrid, entre los que estaba Carlos Salinas, se preparaban para tomar el poder presidencial. Sí, De la Madrid era y seguiría siendo un neoliberal, y él mismo ha repetido varias veces lo que no es un secreto: “En materia económica, siempre he sido ortodoxo y conservador” (véase La herencia. Arqueología de la sucesión presidencial en México, de Jorge Castañeda, p. 190). “Ortodoxo y conservador”, esto es, neoclásico y neoliberal. “Siempre”… ¿Por qué Bartlett colaboraba con él, como asesor para la lucha por el poder, y no con otros miembros del gabinete lopezportillista, como los del ala “nacional y popular”? ¿Por qué no colaboró con el antineoliberal y “nacionalista revolucionario” Carlos Tello Macías, colaborador de López Portillo que entre 1980 y 1981 se encontraba escribiendo con Rolando Cordera el paradigmático libro México. La disputa por la nación? ¿Porque el neoliberalismo era la alternativa a lo realmente existente en México que debía sustituirse? ¿Tal era la única opción o la mejor entre no pocas? ¿Bartlett actuaba pensando en lo mejor para el país? O, sencillamente, ¿era económicamente ortodoxo y conservador? ¿O fingía serlo? ¿O no sabía que lo era? Si no lo era, ¿por qué se traicionaba a sí mismo? ¿Hiperpragmatismo político? ¿La ambición cruda de poder? ¿Oportunismo? ¿El poder por el poder? ¿La amistad con De la Madrid (cf. La herencia, p. 203) era todo, algo más grande que cualquier otra cosa? ¿No habría nada malo en eso?
Atendiendo a una versión de Bartlett, aunque sin poner mucha atención a lo que en el fondo sostiene e implica, alguien puede llegar a creer que todos “los grandes problemas nacionales” son no sólo posteriores al año 1988 sino al democrático 2000 a causa de “la derechización neoliberal del PRI y el país” operada por el PAN con ayuda de priistas “empanizados” y traidores.
—Secretario general del Comité Ejecutivo Nacional del PRI y coordinador general de la campaña presidencial delamadridista, 1981-1982. Evidentemente, De la Madrid no ganó la presidencia en una elección democrática, cosa que no existía entonces por estos rumbos; fue producto del “dedazo” y de la tristemente célebre operación político-electoral priista. De la Madrid no fue un presidente suficientemente (pro)democrático ni su gabinete uno con legitimidad democrática alguna. Bartlett estuvo ahí.
—Secretario de Gobernación y presidente de la Comisión Federal Electoral, 1982-1988. Éste es, según casi todos, el sexenio de la introducción/inicio político-gubernamental “nacional” del neoliberalismo en México. Bartlett habría sido el encargado de asegurar y conservar la gobernabilidad, de tipo no democrático, para introducir/iniciar las políticas neoliberales.
“Mantuve la paz social cuando se perdió el 50% del nivel de vida en este país”, presume Bartlett hablando de su paso por la oficina principal de Gobernación. Vaya que es presuntuoso, por no decir tramposo, afirmar o sugerir que una sola persona, sola, mantuvo la paz social en un país. Pero lo importante al respecto serían otras cosas: por un lado, distinguir entre paz social en democracia y por medios democráticos y paz social fuera de la democracia y/o por medios no democráticos; por otro lado, hacer preguntas sobre cómo mantuvo este político la paz social y, antes, por qué se perdió el 50% del nivel de vida gobernando sólo ese PRI, el PRI que gobierna las nostalgias de Bartlett, sin el “satánico” —y satanizable— salinato de por medio siquiera. Pensar, por favor…
Atendiendo a una versión de Bartlett, aunque sin poner mucha atención a lo que en el fondo sostiene e implica, alguien puede llegar a creer que todos “los grandes problemas nacionales” son no sólo posteriores al año 1988 sino al democrático 2000 a causa de “la derechización neoliberal del PRI y el país” operada por el PAN con ayuda de priistas “empanizados” y traidores. Aunque otro “yo mediático” de Bartlett se activa cuando tiene que activarse y, convenientemente, no convincentemente, jura por la bonita Madre Patria que lo manda que los malos llegaron o por lo menos empezaron a hacer maldades hasta que él ya no era el encargado de Gobernación: “se inicia el país hacia la derecha” (sic) por una decisión político-personal de Carlos Salinas. Sin embargo, la verdad es que la derechización económica, o neoliberalización real, empezó no sólo con el PRI, desde el PRI, sino por obra y gracia presidenciales del amigo, asesorado y jefe de Bartlett apellidado De la Madrid.
Abramos otro tipo de paréntesis y explicitemos desde ya que 1) De la Madrid era a su vez asesorado y jefe de Salinas, a quien por la incomparable “democracia social priista” eligió como sucesor. 2) Bartlett estuvo en el gobierno de Salinas. 3) Éste continuó, amplió y profundizó la acción neoliberal de su antecesor, al que Bartlett sirvió. 4) En el tema de la aplicación neoliberal, los presidentes panistas Vicente Fox y Felipe Calderón no fueron los primeros, ni serán los últimos, parece. 5) Bartlett critica abiertamente a Fox y Calderón, pero nunca a De la Madrid y sólo a veces, por necesidad, y en parte, a Salinas.
El neoliberalismo existe y es democrática y socialmente nefasto, si bien sus resultados no son fenómenos históricamente inéditos ni agotan todos los problemas mexicanos y mundiales del pasado reciente y la actualidad. Ahora bien, más allá de los detalles específicos, teóricos y fácticos, que correspondan a ello, supongamos que, como dice o sugiere Bartlett, su “nefastez” global es la causa de todo mal político y socioeconómico en México y “don Manuel” uno de sus enemigos auténticos, puros e “históricos” (del neoliberalismo, no de México). Así, otra vez: ¿por qué fue colaborador fundamental del neoliberal presidente De la Madrid? ¿Bartlett era o seguía siendo neoliberal en esa época? ¿O seguía fingiendo? ¿O no sabía lo que estaba pasando en el país? ¿No había leído o interpretado México. La disputa por la nación, el libro de Tello Macías y Cordera publicado en 1981 por la editorial Siglo XXI? Si lo sabía, ¿por qué no renunció a su cargo, en lugar de volverse cómplice de los neoliberales? Si era neoliberal y después se arrepintió, ¿por qué no lo reconoce? ¿Por qué no es un crítico del gobierno delamadridista? Nótese que el mismo Bartlett nos recuerda (a veces directamente, a veces indirectamente) que sus años de crítico público se reducen a poco más de diez, dentro de una carrera de más o menos medio siglo.1
Cerremos el círculo con Tello Macías: “Desde 1983, los que nos han gobernado —De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón— han estado convencidos de ese proyecto [el neoliberal]. Lo comparten; piensan que el vacío que va a dejar el Estado, al dejar de hacer cosas, lo va a colmar el Estado y lo va a hacer mejor. Están convencidos de eso. No creo que nadie les haya impuesto eso. No han cambiado desde Miguel de la Madrid hasta Calderón” (en “El ‘triunfo’ del neoliberalismo mexicano”, nota de Carlos Acosta Córdova, Proceso, núm. 1825, 23 de octubre de 2011, p. 38. Por cierto, en la nota aparecen datos sobre el triunfante fracaso, o fracasado triunfo, del neoliberalismo, pero también surgen y se repiten los datos que indican que el modelo inmediatamente “pre-83” no fue lo bueno que sus defensores dicen).
1982-1988 también es un sexenio sin ningún gran avance nacional directo en el proceso de transición del autoritarismo a la democracia: la elite del régimen, incluyendo a Bartlett, no llevó a cabo grandes reformas políticamente liberalizadoras o de apertura, en el sentido de desautoritarización (JRLRC, 2011), de la regulación legal de la lucha política; mucho menos hubo reformas de democratización. La reforma electoral de 1986-1987, que, por ejemplo, aumentó el tamaño de la Cámara de Diputados federal, no es irrelevante pero no está entre las más relevantes, no es una gran reforma en clave democrática, no es mayor ni igual a las de los noventa ni a la del 77, de las que Bartlett no es responsable. Por lo demás, el Código Electoral federal del 86 fue un fracaso… En el periodo, los avances transicionales son locales, sobre todo, y, a nivel nacional, indirectos en relación con la elite del régimen —efectos políticos de la crisis económica y efectos acumulados de la liberalización política reyesheroliana.
Asimismo, en 1988 existe un punto que no puede olvidarse. La elección presidencial: Cuauhtémoc Cárdenas contra Salinas: “caída del sistema” con Bartlett en Gobernación. Salinas hacia la presidencia… Dados los años, los actores priistas relevantes y la estructura institucional electoral aún bajo el mando del PRI-gobierno federal, era perfectamente factible un verdadero fraude político-electoral, tanto a priori o antes y durante la votación en sí como a posteriori o después de la votación, y lo más probable es que lo haya habido, de algún tipo y en algún grado. Pero dejemos por ahora el tema; a los interesados en abundar se les recomienda revisar el “Apéndice” del libro La herencia. Sólo hay que añadir que si Bartlett, los “bartlistas” en sentido estricto, o incluso algunos de los “neobartlettianos”, dicen que en 88 no hubo fraude en la elección presidencial, para ser veraces o verídicos, consistentes y creíbles, tienen que decir que en 2006 no pudo haberlo.
“Don Manuel” ha sido también asesor de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares del PRI, director de Asuntos Políticos de la Secretaría de Relaciones Exteriores y fracasado precandidato del PRI a la presidencia de la república, y ha tenido aciertos cabales como liderar desde el senado con el raro panista Javier Corral una oposición político-legislativa a la “Ley Televisa”.
—Secretario de Educación Pública, 1988-1992. El neoliberal Salinas es el presidente. ¿Es imprescindible aquí decir algo más?2 Pero añadamos un dato de contexto y dos puntos de reflexión. El dato: Elba Esther Gordillo se hace del poder máximo al interior del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación durante el gobierno salinista y con el respaldo del presidente. ¿Dónde estaba Bartlett? ¿Cómo la encumbraron? “La Maestra” sigue, desde esos años, hasta arriba del sindicato y la educación pública en general —al igual que la privada— sigue muy abajo en calidad. El primer punto para reflexionar: una pregunta: ¿Por qué Bartlett no se unió a la “Corriente Democrática” de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo para salir con ellos del PRI neoliberalizado y en salinización? El segundo, unas palabras de un Miguel de la Madrid en pleno uso de facultades mentales: “[Bartlett y Salinas] hicieron una gran amistad y creo que hicieron un pacto de no agresión” (La herencia, p. 207); “Tenía noticias de que había una amistad muy estrecha, y quizás hasta un pacto” (p. 218), y “A pesar de que Bartlett quizá no manejó el proceso electoral con la eficacia del caso, Salinas lo nombró secretario de Educación. Lo tuvo ahí dos años [el ex presidente se equivoca, fueron cuatro] y después lo ayudó a ir a Puebla” (p. 207). De ahí otras preguntas, también para reflexionar: ¿Por qué lo nombra Salinas? ¿Por qué Bartlett acepta el nombramiento? ¿Cómo es que se queda cuatros años en el puesto? ¿Salinas engañó a Bartlett? Se antoja tremendamente improbable, pero de ser el caso una conclusión reinaría: Bartlett no puede ser el genio político que pintan sus porristas. Al final del día, el gran hecho es que Bartlett se enfrentaría al presidente Ernesto Zedillo, de manera especial alrededor de los estertores y muerte del “presidencialismo mexicano” (Jorge Carpizo dixit) en 1997, pero no hay evidencia real de que se haya enfrentado políticamente a Salinas cuando éste era aún presidente, mucho menos rompió entonces con él. Muy interesante…
Recientemente Bartlett ha criticado a Blanca Alcalá, presidenta municipal de Puebla de 2008 a 2011, por buscar llegar al senado por el PRI, sugiriendo que, al quedarse en ese partido, “Blanca es como ellos”, como los actuales dirigentes priistas. Más interesante que el hecho de que Alcalá haya sido colaboradora de primera línea de Bartlett es el resultado de aplicar la lógica bartlettiana a él mismo: ya que, efectivamente, a final de cuentas, se quedó con De la Madrid y Salinas, es como ellos, y ellos son los líderes de la derechización neoliberal que Bartlett “revela” como responsable de cada tragedia mexicana.
—Gobernador de Puebla, 1993-1999. Gobernador por el “presidencialismo mexicano” vivo todavía, con el acuerdo de Salinas, sin la democracia como medio ni fin. En los hechos, el estado poblano se perfila y consolida como “enclave autoritario” (JRLRC, 2005-2012) en un contexto general de democratización. ¿Dónde estuvo la transición democrática en Puebla? ¿Dónde está la democratización local bajo Bartlett? Será que Puebla, como desde siempre con el PRI, ya era una democracia… ¿Transformación y modernización genuinas, fuertes y duraderas de Puebla gracias a Bartlett? Eso lo creerán, en primer lugar, los que confunden antipanismo con liberalismo (no siendo éste igual a panismo) y liberalismo con anticlericalismo (el primero no se reduce al segundo), o los que falsifican el desarrollo, o la elevación sustantiva y generalizada de la calidad de vida de individuos y sociedad, hablando para el caso de todo un estado, el estado de Puebla, de la construcción de un “periférico” incompleto, deficiente e inseguro, de un centro comercial de lujo en la ciudad capital, ese mall de pose más que de compra y venta socialmente generalizadas, y de un único “centro de convenciones”, por más valioso que este último pudiera ser; o los que se sienten padres de la patria diciendo que la democracia es exactamente lo mismo que descalificar o atacar al PAN (por cierto, aquélla no se reduce a éste, ni al PRI, ni a López Obrador, ni a ningún partido o político solos). Vamos, el gobierno de Bartlett, con Mario “el precioso” Marín como uno de sus secretarios de Gobernación, fue, fundamental(ista)mente, principalmente, control político, por el PRI y para el PRI.
A quienes quieran ver más detalles sobre la gubernatura de Bartlett, una recomendación que es a la vez invitación: aventúrense reflexivamente en los casos de “el conflicto de Huejotzingo” y de la Ley para el Federalismo Hacendario. Ejemplos de actitud, conducta, previsión e innovación democráticas, claro está.
Sintetizando: de 1977 a 2000 tuvieron lugar procesos de liberalización y democratización políticas nacionales, y de 1983 hasta hoy se ha dado y conservado un proceso de neoliberalización económica general. Los dos primeros no fueron ni diseñados ni impulsados por Bartlett; el tercero lo permitió, le ayudó o, en el mejor de los casos, lo toleró, pasando a criticarlo sólo cuando como político estuvo fuera del ejercicio gubernamental. Por si fuera poco, cabe añadir, de 2000 a la fecha no se ha “podido” cumplir con un proceso de consolidación democrática que, básicamente, nutra y mejore al sistema, proceso que Bartlett parece no advertir como tal o le tiene sin cuidado. Así, es irresistible apuntar que en el reciente debate oficial de candidatos de mayoría relativa al senado por Puebla, nada sustancial dijo sobre la necesaria reforma del Estado, nada argumentativo, nada serio.
“Don Manuel” ha sido también asesor de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares del PRI, director de Asuntos Políticos de la Secretaría de Relaciones Exteriores y fracasado precandidato del PRI a la presidencia de la república, y ha tenido aciertos cabales como liderar desde el senado con el raro panista Javier Corral una oposición político-legislativa a la “Ley Televisa”, pero nada de ello es la columna de su carrera política, cualitativa y cuantitativamente; nada de ello es el centro histórico de su actividad. ¿Manuel Bartlett ha sido en verdad un demócrata liberal de izquierda opuesto por principios al neoliberalismo? Ahí están todos los elementos de la respuesta correcta. En el núcleo duro expuesto. ®
Notas
1 Insisto en que, de este modo, ni siquiera la presidencia de Carlos Salinas queda como objeto principal de su crítica.
2 Algún lector quizá quiera o tenga que refrescar su memoria regresando a los párrafos 3, 4, 5 y 6 de la sección anterior.
estarky
Deberian abrir los ojos esas personas que apoyan a este senor y se den cuenta que solo ayudan a un hombre que solo busca bienestar personal sin tener conviccion politica en linea . Ahora pertenece a los del partido del PT y manana ?
Margarita Argüelles
Excelente información, nos das una lección más de historia en la política.