Hay autores que arriesgan y son los que llaman la atención, hay libros que mueven y son los que se leen con gusto, tal es el caso de La Biblia Vaquera, obra de Carlos Velázquez (1978), coahuilense que sabe lo que ha creado y que se siente orgulloso de ello.
Envalentonado, Velázquez dice haber creado un espacio llamado PopStock para burlarse de una cartografía que puso de moda la llamada generación del Boom, la cual le parece despreciable, y la del Crack, la cual le es vomitiva. Salvo tres excepciones: en el primer grupo El perseguidor y Rayuela, de Julio Cortázar, y en el segundo En busca de Klingsor, de Jorge Volpi.
Pero a pregunta directa repara, se detiene, reflexiona para calificar a su libro dentro del popart, digamos más cercano a un cómic que a un corrido, y es una respuesta que deja dudas, pues la música es algo que le llama, que le llena, que le guía.
Hay un cuento en la obra que sobresale, lleva por título “Ellos las prefieren gordas”, que bien podría ser heredero en alguna línea del gran Enrique Jardiel Poncela o del maestro Jorge Ibargüengoitia, aunque Velázquez confiesa a manera de sacrilegio que no ha leído a Jorge Ibargüengoitia: “Cuando me hacen el referente no puedo saberlo. Pero las influencias no siempre llegan de manera directa. No soy un conocedor de su obra”.
Pero el también autor de Cuco Sánchez Blues tiene buena pulsación para lograr que la historia no caiga en el chiste barato ni en la anécdota cotidiana, él argumenta que “la estructura lo sostiene todo, el conflicto del personaje mantiene esa figura en función del cuento. Cada una de las palabras está expuesta para cumplir cierta función, la suma de todas ellas hace que el entramado semántico se mantenga”.
Lenguaje que no tienen nada de parecido al que aparece en las páginas de La Biblia Vaquera, donde se puede leer vertiginosos llamados a la inmediatez, telúricos aconteceres de un segundo, palabros onomatopéyicos escritos en español de un inglés que no le es ajeno.
Uno de sus fetiches favoritos es el luchador de nombre El Espanto, de hecho su fantasma atraviesa la obra, tiene su explicación: “Para nosotros El Espanto es el ejemplo de trascendencia, es uno de los primeros laguneros exitosos, fue uno de los mejores rivales de El Santo; que aparezca en el libro es un homenaje, además su máscara es sensacional, elegante, es un personaje único”.
También la atmósfera donde se contemplan las vivencias del luchador lo es, esa Arena de Lucha Libre, templo de lo que quieras ser, del héroe o del antihéroe, de lo que se requiera.
Uno de sus fetiches favoritos es el luchador de nombre El Espanto, de hecho su fantasma atraviesa la obra, tiene su explicación: “Para nosotros El Espanto es el ejemplo de trascendencia, es uno de los primeros laguneros exitosos, fue uno de los mejores rivales de El Santo; que aparezca en el libro es un homenaje, además su máscara es sensacional, elegante, es un personaje único”.
Carlos Velázquez ganó el Premio XXI Premio Nacional de Cuento Magdalena Mondragón en 2005, para 2008 apareció La Biblia Vaquera bajo el sello del Fondo Editorial Tierra Adentro, el cual no pasó inadvertido, pero es ahora en la edición de Sexto Piso cuando lo conoce más gente. “Al libro en esta edición definitiva se le añadió un cuento y un epílogo, y tiene por fin la circulación que merece; mucha gente me escribía para ver dónde comprarlo, el libro es más visible, creo que el libro se lo merecía porque empezó a ser demandado, solicitado, la gente quería comprarlo, digamos que el libro estaba necesitando una distribución mayor que la que Tierra Adentro podía ofrecerle”.
Perteneciente a la generación de los setenta, que a su parecer es la que mantiene actualmente la fama de la literatura coahuilense en este momento. Cita dos ejemplos: Julian Herbert, autor de Cocaína (Manual de usuario), y Alejandro Pérez Cervantes, de Saltillo, con su obra Murania, la cual tiene cierta correspondencia con La Biblia Vaquera.
“No perseguimos intereses particulares, simplemente cada quien quiere brillar con luz propia. Coahuila es un estado que tiene mejores escritores nacidos en los setenta, es complicado saber por qué u ofrecer un diagnóstico, pero lo simplifico diciendo a que se debe al hambre que tenemos”.
Las influencias en la mayoría de este grupo son las lecturas de la literatura estadounidense como Cormac McCarthy, o en el caso particular de La Biblia Vaquera que tiene al parecer de Velázquez una deuda con La pesca de trucha en Norteamérica, de Richard Gary Brautiga, y es que “quería hacer mi versión, trasladar los mismos motivos pero desde el aspecto norteño”.
Y dio como resultado una obra original que mueve; en voz de su creador es un libro de juventud, se puede notar al leer La marrana negra de la literatura rosa, donde sin perder su estilo transmite un narrador más maduro, uno que, digamos, ya empieza a pagar su derecho de piso.
Los próximos proyectos son una novela en la misma editorial para el siguiente año, y un libro de cuentos, donde todo gira alrededor del músico Celso Piña: “Son historias de hijos perdidos de Celso Piña, hijos que buscan a su padre”; otra vez la influencia de la música, otra vez el elemento del que no se puede sustraer, del que forma parte el autor.
“Hubo un tiempo en que me metí mucho a la clásica y al jazz, pero me zafé, ahora escucho rock, pero obviamente también música norteña. Del rock general clásico mi grupo favorito son Manic Street Preachers, de Gales, y su disco Holy Bible”.
La televisión casi no la menciona, dice que no la ve, y lo que narra en sus páginas han sido momentos con los que se ha topado, con cosas como los reality shows: “Cuando estaba casado la televisión era lo que estaba prendida en la casa. Me gusta más el cine, La Biblia Vaquera está más influenciada por el cine, aunque esperemos pronto tener una canción, estamos en pláticas con algunos grupos”. ®