Pa santo yo, de Rhonny Zamora (Venezuela, 2004), es un documental sobre el culto a la corte malandra, una forma de espiritismo propia de la ciudad de Caracas donde se venera como santos a algunos delincuentes muertos para pedirles favores, especialmente a uno de nombre Ismael Urbanea o Ismaleito. A ellos recurre gente con distintas necesidades, pero destaca particularmente quien pide su protección para delinquir.
La Real Academia Española define malandro como la manera en que coloquialmente se le llama en Venezuela al delincuente, especialmente al joven. De modo que es más o menos equivalente a lo que en México se le llama malandrín, de por sí que viene diciéndose también malandro. Pero en el país sudamericano se dice también malandreo como la actividad propia del malandro de manera indistinta.
De modo que todo malandro debe tener su santo malandro, al que le pide ayuda para cometer crímenes con éxito. Y toda abuela o madre de un malandro debe pedirle a los santos malandros que libere a su hijo o nieto del malandreo, o, al menos, se lo cuide. El culto es tan extendido que incluye a policías entre los devotos para pedir protección. La ofrenda puede ser mariguana o cocaína, alcohol o cigarros. ¿A quién pueden recurrir ante el drama cotidiano de víctimas mortales de tiroteos, adolescentes o niños de trece años cuya perspectiva de vida no considera llega después de los veinte? Más vale, se dice en el documental, creer en algo que en nada.
Desde la perspectiva mexicana, no puede dejar de verse su semejanza con los cultos a Malverde y la Santa Muerte, tanto por surgir y difundirse al margen de la institucionalidad eclesiástica como por su vínculo, real o casuístico, con delincuentes. El particular al documental está basado en la historia de una persona que los viejos del barrio conocieron y respetaron en los años sesenta: un ladrón que nunca hizo daño a la gente de su barrio ni le causó problema, que cometía sus delitos lejos de ahí, hasta que lo mató la policía a la edad de 22 años en 1963. Se le recuerda como un buen vecino que eventualmente ayudaba a quien lo necesitaba. Algo semejante a un Robin Hood. Sus devotos han hecho de su tumba un santuario, como el lugar a donde van a pedirle ayuda o favores a cambio de una ofrenda. Por cierto, en Medellín se veneran estatuillas de Pablo Escobar en hogares de familias pobres y acuden a su tumba a pedirle favores. Curiosamente, la representación en las estatuillas de yeso y otras piezas que se hace de Ismaelito, como de los otros de la corte malandra, no se parece a su fisonomía, según dejan ver un retrato de la época publicado por la prensa. Con tino mercadológico, los fabricantes han actualizado su imagen asemejándola a la de los malandros actuales, quienes, como los raperos, llevan la gorra beisbolera invertida o de lado y anteojos oscuros. Algunos con barba en la piocha, camiseta sin mangas, cinturón al cinto y manos dentro de los bolsillos del pantalón.
Bien editado e ilustrado con animaciones, con una voz en off que conduce didácticamente, los documentalistas han hecho un excelente trabajo periodístico gracias a las entrevistas que obtuvieron tanto de la gente del barrio de Gurataro, de donde era Ismaelito, como de la que acude y trabaja en el panteón, así como a una antropóloga que explica el fenómeno desde su especialidad: éste “refleja una violencia donde no hay justicia ni derecho para la gente de los barrios. Por lo tanto, se busca a través de lo espiritual una protección negada por las autoridades oficiales encargadas de ello”.
El director Rhonny Zamora, comunicólogo y estudiante de la maestría en Historia, ha puesto en YouTube la totalidad del documental (cerca de 50 minutos), aunque fraccionado en cinco partes que pueden verse en su canal: http://www.youtube.com/user/rhonnyz77
Buscando si hay algún equivalente a los narcocorridos en Venezuela, intenté en YouTube con los autores del tema musical que introduce y concluye al documental, Guerrilla Seca (GCK), hallando, me parece, que es un país donde hay una escena hip hop muy robusta y bien desarrollada.
De GCK, aquí un toquín en Caracas con el tema “Malandreo”:
Y un video bien producido:
El tema “Malandro” se puede descargar en mp3. Me resulta interesante porque tiene el sampleo de un corte de cartucho loopeado integrado al beat.
Otro tema con una lírica sumamente interesante por ser visceral a la vez que analítica, y muy al estilo gangsta, es “Mata Policía”.
Desde prisión, un rapero, Killer Insane, rima mientras muestra un cuchillo “aquí se resuelve todo, pero con los metales”:
Y quien parece ser el más representativo del ambiente malandro hip hop es MC Ardilla, asesinado recientemente, de camisetas roja y de los Blazers en el siguiente video:
Acá pueden consultarse en extenso varias letras o rimas de Ardilla con calmita.
En fin, que así como se dice de la narcocultura en México, en Venezuela bien podría hablarse de la malandrocultura. ®