La ficción habita estas páginas para ofrecernos al menos una entre mil posibilidades en las que se muestra la realidad, dice el autor de esta entrevista a Kyra Galván, poeta y escritora, que en su primera novela escribe sobre una sor Juana desconocida, insólita y siempre sorprendente.
—¿Por qué sor Juana Inés de la Cruz? ¿Qué incentivo agarró por los pelos a la decisión para que comenzaras con esta travesía histórica?
—Primero porque sor Juana está vigente, y segundo porque había estado metida en mi piel desde hace muchos años; porque era poeta y porque era feminista.
—En el prólogo haces clara [para las cuestiones] la circunstancia conveniente que anticipa a los acontecimientos que están por ocurrir. ¿Cuál es el proceso en la escritura una vez que consigues el esquema de la historia?
—Es un proceso que va surgiendo y que no lo puedes prever hasta cierto punto. Ya tienes tu idea central, pero como decía Norman Mailer que cuando empezaba una obra nunca sabía cómo iba a terminar, y creo que algo hay de eso. Es increíble porque hay momentos en que te tienes que parar a pensar, y a veces te van surgiendo cosas que no habías planeado, pero que cuando curiosamente empiezan a embonar como si fuera un rompecabezas, sabes que vas por buen camino.
—Dijiste en una entrevista que retomaste el tema a partir de una composición dramática.
Yo no te diría un descubrimiento. Para mí fue un viaje en todos sentidos. Desde el punto de vista de la investigación y luego la aventura en sí de escribirlo, de cómo van cobrando vida los personajes, de reflexión y hasta de espiritualidad.
—Así es. Yo ya tenía escrita una obra sobre sor Juana, era básicamente sobre el punto dos años antes de su muerte, cuando ella se empieza a cuestionar y cuando la Iglesia la empieza a presionar, pero cuando la releí me di cuenta de que no era cuestión de arreglarla sino que yo tenía ganas de escribir algo mucho más profundo y mucho más extenso y que sólo a través del medio de la novela podría lograrlo.
—¿Tuviste algún inconveniente al hacer esta transición tan drástica de una obra dramática a una novela?
—Lo único que te puedo decir es que no fue fácil porque la parte técnica fue quizás la parte más difícil para superar, la parte estructural, que es mucho más complicado que un cuento. Tienes muchos más hilos que ir retomando y abriendo y tejiendo.
—¿En qué momento necesitaste de la ficción para escribir Los indecibles pecados de Sor Juana?
—Creo que en todo momento, porque independientemente de que esté basada en cosas que sí sabemos, en testimonios o en referencias, para que la historia echara a volar tenía que haber ficción.
Convención: Como no existe partición en los manuscritos, Laura los clasifica [escritos en castellano del siglo XVII] con números ordinarios consecutivos que irá transcribiéndolos al castellano moderno. Así nosotros digerimos la trama fácilmente.
—¿Tuviste que recurrir a fuentes bibliográficas difíciles de encontrar?
—No. Realmente creo que lo que existe y lo que sabemos que existe casi todo lo puedes conseguir a través de bibliotecas virtuales.
—¿Cuánto tiempo investigaste acerca de Sor Juana?
—En realidad ya tenía años de leer sobre ella.
—Hablas mucho en el transcurso de tu novela sobre el descubrimiento de estos manuscritos y los pones a veces entre líneas ¿Concibes a tu novela como un descubrimiento?
—Yo no te diría un descubrimiento. Para mí fue un viaje en todos sentidos. Desde el punto de vista de la investigación y luego la aventura en sí de escribirlo, de cómo van cobrando vida los personajes, de reflexión y hasta de espiritualidad.
—¿Una purificación?
—Más que purificación un descubrimiento, como tú me dijiste.
—Es evidente que Laura es tu alter ego, aunque por instantes te permites entrar a la novela para hacer aclaraciones. ¿Por qué verte en medio de una persecución en la que pones en riego tu existencia?
—A lo mejor una cuarta parte… Porque de otra forma todo habría sido demasiado plácido, pero la idea era lo contrario, que se encontrara con obstáculos.
—¿Es acaso Laura una heroína que defiende un hecho trascendental al que probablemente en México a nadie le importe? ¿Estamos hablando de su existencia misma?
—Yo no la catalogaría como una heroína pero sí como un ejemplo de mujer del siglo XX o XXI.
—Laura desea mandar un informe a México acerca de sus hallazgos, pero en México el proceso de las circunstancias es algo espontáneo. ¿Cómo ha sido el trato por parte de los medios de comunicación hacia tu novela?
—Me ha sorprendido que haya sido tan abierto porque yo al principio pensé que me iban a “levantar la ceja”, pero todo lo contrario; a la gente le gustó encontrar una nueva perspectiva de esta historia.
—Trasladando la ficción a la realidad, haces en una parte de la novela una crítica con respecto a la poca atención que se muestra a los descubrimientos por parte de los medios de comunicación. ¿Qué implica eso a tu proceso de creación?
—Pues me da la impresión —y me sigue quedando esa impresión— de que en realidad aquí no existe una crítica como tal; todo es demasiado banal; todo por encimita y lo que importa es saber a quién le van a dar el premio o quién va a salir en la foto, como dicen los políticos, y en realidad no hay un interés genuino muchas veces por el valor intrínseco de la literatura y en otras áreas.
—¿Qué hacer para no restarle méritos a tu creación literaria?
Mira, de algún modo yo quise hacer un paralelismo sobre todo con el tema de la maternidad entre las mujeres del siglo XVII y las limitadísimas oportunidades que tenían, y las mujeres del siglo XXI que finalmente cuando se enfrentan a un hecho como la maternidad no hay grandes diferencias.
—Eso no está en mis manos, está en manos de los lectores… A mí me sorprendió que de todas las gentes que me hicieron comentarios sólo una periodista de la UNAM, que se dedica a poesía, me hizo un comentario sobre la prosa. Me dijo que era una prosa poética… La mayoría de la gente se centró en la historia sin ningún otro comentario sobre crítica literaria. Eso me sorprendió, digo me sorprendió y al mismo tiempo no me sorprendió, como que es de esperarse.
—Hablando un poco acerca de Sor Juana, a quien le quitaste lo mítico para desnudarla como una mujer que no siendo deidad logró hacer cosas geniales; hiciste lo mismo con Laura en escenas cotidianas que la muestran como una mujer que no tiene nada de hechicera, pero que sí tiene la misma oportunidad que sor Juana para hacer cosas geniales. ¿Qué encontrarán entonces los lectores en esta novela?
—Mira, de algún modo yo quise hacer un paralelismo sobre todo con el tema de la maternidad entre las mujeres del siglo XVII y las limitadísimas oportunidades que tenían, y las mujeres del siglo XXI que finalmente cuando se enfrentan a un hecho como la maternidad no hay grandes diferencias; en otras áreas a lo mejor se ha avanzado y ha habido cambios, pero en los cambios humanos, esenciales, sigue siendo casi lo mismo.
—¿Valió la pena escribir Los indecibles pecados de Sor Juana? ¿Por qué?
—Sí. Valió toda la pena; porque fue un viaje personal que no lo cambiaría por nada, y porque cuando menos hasta la retroalimentación que tengo por varios lectores ha movido cosas, ha hecho reflexionar. Creo que eso valió la pena. ®
Arturo Galán
Es una novela realmente bien estructurada y fundamentada históricamente que presenta, por primera vez en nuestro país, una versión femenina no de cliché, creíble y fresca, de uno de los personajes más sobresalientes de nuestra cultura. Además de presentar una narración paralela y moderna de los problemas que afectan aún a las mujeres en general y en México específicamente. Lo que nos entretiene e ilustra.
Es importante señalar que esta novela habiendo sido reeditada dos veces y ya agotada (caso sobresaliente en este país de pocos lectores) está, para fortuna de todos recién vuelta a editar en febrero de 2014 y ahora en una nueva edición de bolsillo (más económica), de manera que es la oportunidad de gozarla si no se ha hecho, o de releerla y recordar los pasajes tan emotivos de la misma. La cual fue señalada por el diario Milenio entre las cinco mejores novelas que se editaron en 2010, año de su aparición.