Con una visión reactiva más que analítica, el juicio sobre la Iglesia católica en el tema de la sexualidad se ha desbordado en la condena de la historia de negación y represión sexual que la doctrina cristiana ha fomentado por siglos.
Esta visión popular de lo eclesiástico suele identificar experiencias eclesiales que en más de un sentido resultan opuestas. Derivadas de opciones distintas, las reacciones son sintomáticas del modo en que la religión se asume y aprovecha la opinión pública.En 2009 la cámara de un paparazi que capturó al padre Alberto Cutié (conocido en el radio y la televisión católica como “el padre Alberto) con su “novia escondida”, lo cual desencadenó la renuncia del presbítero a la Iglesia romana, estricta a lo que a la disciplina sexual toca, al menos en el plano de lo aparente, según el mismo ministro habría de argumentar en defensa propia. Al poco tiempo el clérigo solicitaría su ingreso a la Iglesia presbiteriana, cambio que matizó el escándalo público pero desagradó en buena medida a la feligresía de la Iglesia romana.
En su faceta como comunicador, Alberto Cutié publicó en 2006 un libro titulado Real life, real love (Berkley Books); en español Ama de verdad, vive de verdad (Urano). Hace unos días Cutié publicó un segundo título: Dilemma: A Priest’s Struggle with Faith and Love (Celebra), también vendido en español. En la entrevista reciente con el periodista Ismael Cala (CNN en Español, 7/01/11) a propósito de este libro, se escuchó a un Cutié que no ha abandonado la marca del patriarcalismo institucional que caracteriza a la doctrina de la Iglesia romana. En su charla con Cala, Cutié defiende la posición doctrinal dogmática del catolicismo, colocando la institución por encima de la espiritualidad. “La espiritualidad sana se compagina con una doctrina”. Sin aludir al sentido comunitario del evangelio (que habría sido una declaración más teológica y espiritual), define: “La institución humana sí es necesaria para conocer a Dios”, en defensa de las instituciones.
En materia del celibato clerical, el padre entrevistado respondía con argumentos abordados durante la última década por otros: el celibato es una disciplina impuesta por la Iglesia al clero en razón del manejo de las herencia, los sacerdotes no tienen votos de castidad sino promesas, etc. Algunos de estos argumentos pueden leerse en el trabajo histórico y periodístico del libro Votos de castidad (Grijalbo, 2005), de varios autores. A la par de los argumentos del padre Alberto, sus decisiones y acciones no lo diferencian de las prácticas más convencionales de la Iglesia católico-romana, relativas al modelo matrimonial, al sistema pastoral y de creencias de estructura rígida, jerárquica y “moralmente correcta”. La nueva esposa de Cutié, una católica ahora conversa al presbiterianismo, como la mayoría de las mujeres de iglesia, se dedica a la catequesis parroquial.
En materia del celibato clerical, el padre entrevistado respondía con argumentos abordados durante la última década por otros: el celibato es una disciplina impuesta por la Iglesia al clero en razón del manejo de las herencia, los sacerdotes no tienen votos de castidad sino promesas, etc.
La importancia que Cutié concede al aspecto doctrinal y organizacional minimiza la práctica “rebelde” que le han ganado los medios. Su reproducción de patrones tradicionales del cristianismo histórico, favorable al gobierno único (pastoreo) masculino y a la concentración de poderes en una persona (el ministro plenipotenciario), lo sitúan en el ala conservadora de la religión, independientemente de su imagen cool, moderna y condescendiente con la sexualidad y el erotismo.
En sus intervenciones públicas, Cutié no ha llegado cuestionar el sistema monolítico propio de las iglesias occidentales, aunque sí la doble moral de la Iglesia que abandona. Acusa la falsa práctica del celibato en la Iglesia romana y critica la homosexualidad en ella, sin renegar de la institución (heterosexual) que lo legitima y le permite conservar su status religioso en otra iglesia (también sexista*) y ante la opinión pública.
Mientras que el canal de televisión EWTN, medio que dio fama internacional al padre Cutié, refrenda los estereotipos de una fe organizada en torno al sacerdote y la apología doctrinal, la crítica al monolitismo eclesiástico es inexistente.
El distanciamiento de Cutié con los medios católicos no lo opone a la facción religiosa conservadora, reproductora de figuras masculinas plenipotenciarias. Su nueva confesión más bien reforzaría su estilo institucional así como nuevas experiencias mediáticas. Cutié acepta la estabilidad doctrinal que, en más de una ocasión, ha favorecido el posicionamiento de personajes mediáticos como parte de una misión pastoral. ®