La del rebaño
No tiendas la cama, en unas horas volverás a dormirte. Quítate la guarda, lávate los dientes y camina hasta la cocina. Coloca la tetera en la hornilla y préndela con el encendedor. Comienza tu sacramento. Deja hervir el agua. Escucha la imploración del pitazo, que tu mano saque la cuchara del cajón podrido. No recuerdes que el carpintero lo ha arreglado diez veces. Métela dentro del frasco. Sírvete tu dosis exclusiva de domingo. Apresa el té en el infusor. De todas maneras no se queja. Está hecho para que el agua hirviendo le robe su esencia. Para eso fue inventado. Tómatelo, es sólo un té. Hoy ponle tres de azúcar para que te perdones.
Novedad
Cada noche se pone una pijama de encaje que agarra de un cajón repleto de pijamas nuevas y exóticas. Como en un ritual, la saca de su envoltura, la huele, le quita las etiquetas, se la pone y luego rocía su cuello con el mejor perfume. No la culpo, hay mujeres que sólo pueden vivir estando dormidas.
Rojo
L a h a m b r i e n t a
s e d e s t a z a
a s í m i s m a.
Al descubierto
Han venido desde muy lejos. Llegan en grupos. Todos los días repiten sus asquerosas rutinas sobre trechos del cemento. Reúnen las sobras de basura, comen, defecan, viven y de vez en cuando, si te va bien, alguien las mata antes de que mueren solas. Se espantan con los rumores y huyen de la ciudad sin alejarse mucho para regresar rápido. Detrás de ellas vienen más. Si dejas que vivan aquí acabarás lamentándote. No las mires. Por qué habrían de importarte las putas palomas.
Filia
Te entrego mi deseo ya muerto.
Daño
Un florero vacío y María sintiéndose no recordada por José. Juan lloraba cada domingo viendo flores vivas que él no le ponía a su Magdalena. José, por la tristeza, olvidó el nombre de María y, en su honor, decidió ponerle flores a otra mujer del cementerio. ®