Esta novela ha sufrido los embates de la censura por parte de una de las familias más poderosas de la República Dominicana. Un importante número de dominicanos ha logrado tener acceso a la obra a pesar de todos los intentos por vetarla. Historia rocambolesca en la que conviven mafias, dictadores caribeños, intereses económicos y debates sobre las fronteras entre la realidad y la ficción.
Una novela ha provocado la cólera de una familia de millonarios dominicanos; millonarios en el sentido más latinoamericano del término, con chequera para comprar lo que se les antoja y silenciar lo que les incomoda. Publicada en 2009 en España, México y el Perú, Memorias de una dama, de Santiago Roncagliolo, ha podido sin embargo romper la censura impuesta en la República Dominicana por medio de ediciones piratas de venta callejera, de archivos descargables en internet y del préstamo entre conocidos de los pocos ejemplares que se alcanzaron a adquirir en el extranjero de forma legal. Ha sido más fuerte el morbo por conocer los detalles de una familia acaudalada que todos los intentos por desaparecer la obra. El argumento de la novela y los intentos por vetarla ventilan zonas oscuras de la vida política, económica y social del país caribeño. Una lectura pormenorizada del libro, la consulta del material recopilado por diversos periodistas y una investigación en suelo dominicano permiten ordenar las piezas del complejo rompecabezas producto de este intento de censura literaria en pleno siglo XXI.
La millonaria y el escribidor
Los hechos comienzan en el año 2000 cuando Santiago Roncagliolo, en esos años un joven escritor afincado en Europa y con deseos de convertirse en autor de éxito, es contratado por Nelia Barletta Ricart como nègre littéraire para ayudarla a redactar sus memorias. Hija de Amadeo Barletta, uno de los hombres que mayor fortuna hayan hecho en la República Dominicana, Barletta Ricart formó parte durante décadas del jet set internacional, donde lo mismo convivía con miembros de la realeza europea que con magnates estadounidenses. A lo largo de varios meses la pluma del peruano transcribió los recuerdos de la millonaria. En 2002 el cáncer terminó por apagar la voz de la elegante dama. Semanas después del deceso, Miguel y “Nelita” Morales Barletta, únicos descendientes de la finada, contactaron a Roncagliolo y le exigieron entregar todo el material producto de las largas entrevistas con la madre. Con el paso del tiempo, el escritor limeño ganaría fama gracias a libros como Pudor (2005) y Abril rojo, laureado con el Premio Alfaguara 2006. Tres años después de haber recibido ese galardón, Roncagliolo publicó la novela Memorias de una dama. En la obra cuenta la vida de Diana Minetti, una millonaria dominicana. El libro se distribuyó sin tanta publicidad en España, México y Perú. Nunca arribó a las librerías de la República Dominicana. “Me cansé de esperar la llegada de la novela”, dice el periodista dominicano Jaime Hungría ante la pregunta de por qué decidió ser el primero en ventilar el asunto. “Un amigo me compró un ejemplar en Madrid y al leer las primeras páginas me di cuenta de que se trataba de un rotundo caso de censura. Por eso decidí escribir un par de artículos en la prensa de mi país tocando el tema, además de enviar una carta a la editorial Alfaguara pidiendo información al respecto. Jamás me respondieron”. La decepción habita en los ojos de Hungría. Sin embargo, sus artículos provocaron que los medios escritos dominicanos se pronunciaran sobre el veto a la novela, aunque no todos defendiendo la misma postura. Diversas plumas solicitaron explicaciones al gobierno y a la editorial sobre la persecución a la obra, mientras que otros periodistas acusaron a Roncagliolo de buscar sacar provecho de la situación y de querer ensuciar a toda costa el orgullo nacional. El 24 de enero de 2010 el incidente traspasó las fronteras de la República Dominicana por medio de una nota del periodista Gerardo Reyes del Nuevo Herald, de Miami. Los principales diarios de Sudamérica trataron de indagar más al respecto. En México algunos medios escritos apenas reprodujeron un cable de la agencia española de noticias EFE a pesar de haber sido uno de los pocos países en el que el libro salió a la venta.
¿Marlon Brando en el Caribe?
Según señalan los dominicanos consultados, en las páginas de la novela aparecen no sólo aspectos ampliamente conocidos de la familia Barletta sino también ciertos detalles sombríos. Con el propósito de “facilitar” la lectura del texto circula incluso un documento firmado por la historiadora cubana Graziella Arce Lacalle bajo el título “Guía para leer Memorias de una dama”.
Según señalan los dominicanos consultados, en las páginas de la novela aparecen no sólo aspectos ampliamente conocidos de la familia Barletta sino también ciertos detalles sombríos. Con el propósito de “facilitar” la lectura del texto circula incluso un documento firmado por la historiadora cubana Graziella Arce Lacalle bajo el título “Guía para leer Memorias de una dama”. Al remplazar personajes por individuos de carne y hueso, la novela describe cómo Amadeo Barletta, progenitor de Doña Nelia, se instala en 1920 en la República Dominicana procedente de la región italiana de Calabria. Luego de fungir como cónsul honorario del régimen fascista de Mussolini, Barletta se ve obligado a cambiar de colores ideológicos al final de la II Guerra Mundial, convirtiéndose en informante de la CIA. En esos años comienza a amasar una inmensa fortuna gracias a su participación en distintos negocios. A pesar de tratarse de un hombre poderoso, debe abandonar el país a causa de sus malas relaciones con Rafael Leónidas Trujillo. La disputa por el monopolio tabacalero y la fuerte sospecha de haber participado en un complot para asesinar al dictador lo obligan a exiliarse en Cuba. No obstante, Barletta prosigue con sus boyantes negocios gracias a excelentes relaciones con la comunidad italiana afincada en La Habana, construyendo fastuosos hoteles, vendiendo automóviles de moda e incursionando en los medios de comunicación. Se le atribuyen en esa época lazos cercanos con tres de los jefes más famosos de la mafia: Santo Trafficante, Meyer Lansky y Lucky Luciano. Con la llegada al poder de Fidel Castro, Barletta y familia abandonan Cuba y residen por un tiempo en Argentina. En 1962, pocos meses después de la muerte de Trujillo, vuelven finalmente a la República Dominicana y consolidan el Grupo AMBAR, uno de los consorcios comerciales más poderosos del Caribe. Además de dar cuenta de la biografía de Amadeo Barletta y del exquisito tren de vida de los magnates dominicanos, en Memorias de una dama se ventila el pleito por la fortuna familiar ocurrido hace algunos años entre Nelia Barletta Ricart y sus hijos. De acuerdo a algunos pasajes de la obra, Doña Nelia (bajo el seudónimo novelesco de Diana Minetti) acusa a sus retoños de haberle birlado 400 millones de dólares estadounidenses a cambio de una generosa pensión vitalicia, obligándola a firmar un acuerdo aduciendo desórdenes siquiátricos. La periodista colombiana Lina Vargas afirma que en realidad la cantidad en disputa rondaba los 250 millones de dólares.
Censurar tiene su ciencia
Desde la publicación del libro hasta la fecha, el discurso de Roncagliolo ha variado, pasando de explicaciones de carácter técnico al silencio más rotundo. En un principio comentaba aspectos como la sicología de los personajes y la estructura de la novela. Tiempo después, cuando reventó el escándalo, tomó distancia amparándose en el derecho de los escritores a crear tramas y escenarios. “La ficción y la historia no tienen ataduras legales. Nadie te puede prohibir imaginar”, declaraba Roncagliolo al diario peruano El Comercio al ser consultado sobre los vínculos entre la novela y las memorias de Doña Nelia. Finalmente, el escritor optó por callar con respecto a cualquier pregunta que tuviese que ver con la polémica alrededor del libro. En un artículo del diario chileno La Tercera publicado en febrero de 2010 se afirmaba que ese cambio de actitud era el resultado de un acuerdo secreto entre las partes involucradas. Un borrador de este documento fue enviado de manera anónima al autor de estas líneas. Se trata al parecer de un convenio suscrito en Madrid en julio de 2009 entre los representantes del Grupo Santillana —cabeza de Alfaguara—, los miembros de la familia Barletta y Santiago Roncagliolo. En el mismo se estipula que la novela no se reimprimiría en los países donde inicialmente fue puesta a la venta, que jamás se pondría en circulación en el resto de Latinoamérica, que se renunciaría a los derechos de edición y traducción y que se negaría en todo momento el contenido del acuerdo. Todo aquel que viole alguna de estas cláusulas se vería en la obligación de pagar a la contraparte 250 mil euros. Oficialmente, Alfaguara fijó su postura en los primeros meses de la polémica a través de Juan González, director de Ediciones Generales del Grupo Santillana. En declaraciones a la agencia española de noticias EFE González señaló que el libro no había llegado a la República Dominicana por estrictos motivos económicos, ya que no se había vendido tan bien como se esperaba en los países donde sí fue lanzado, y no por decisiones ligadas a algún tipo de censura. Por su parte, los Barletta se pronunciaron al respecto a través de Miguel Morales Barletta. En un primer momento, al ser contactado por Gerardo Reyes del periódico Nuevo Herald de Miami, el actual líder del Grupo AMBAR respondió que, fuera del círculo familiar, no tiene la costumbre de comentar asuntos personales. Tiempo después, frente a la insistencia de otros medios, Morales Barletta quiso dar por zanjada la polémica declarando al Diario Libre de la República Dominicana que jamás había pagado por evitar la venta del libro ni por hacerse con los derechos de éste.
Desde la publicación del libro hasta la fecha, el discurso de Roncagliolo ha variado, pasando de explicaciones de carácter técnico al silencio más rotundo. En un principio comentaba aspectos como la sicología de los personajes y la estructura de la novela. Tiempo después, cuando reventó el escándalo, tomó distancia amparándose en el derecho de los escritores a crear tramas y escenarios.
Cabe preguntarse por qué Roncagliolo decidió publicar la novela a pesar de las altas probabilidades de incitar la reacción de la familia Barletta. Una primera hipótesis es que, confiando en su popularidad cada vez mayor en el mercado editorial en español, el escritor supusiera que los hijos de Doña Nelia no osarían frenar la distribución del libro, y aun habiéndolo hecho, pensase en contar con el respaldo incondicional de su editorial. Otra posibilidad es que el autor se amparase en esos eternos debates literarios que se pierden en la nunca clara frontera entre la imaginación y la realidad, en lo inverosímil de la vida y en “la verdad de las mentiras” (expresión tan socorrida por Vargas Llosa para explicar los vasos comunicantes entre la realidad y la ficción). Finalmente, un poco en broma y algo en serio, el poeta dominicano Frank Báez comentó al autor de estas líneas que tal vez la Alfaguara haya presionado al peruano para publicar una nueva novela y el escritor, con las musas en huelga, haya optado por sacar los apuntes de las memorias de Nelia Barletta Ricart de un viejo cajón, por cambiar los nombres de los protagonistas e insertar algunos personajes más. Frente a estas especulaciones, lo cierto es que la obra nunca llegó a las librerías dominicanas, por lo que los lectores de aquel país, frente a la imposibilidad de obtener un ejemplar por medios legales, tuvieron que optar por otras vías.
“Si la gente los busca, los encuentra”, afirmaba Roncagliolo a la revista colombiana Arcadia, refiriéndose a la imposibilidad de desaparecer libros por completo. El suyo ha tenido el mismo destino. A pesar de los esfuerzos de la familia Barletta, la novela Memorias de una dama ha sido leída por un número importante de dominicanos. Los pocos ejemplares adquiridos en los países donde fue lanzado el libro se prestan entre familiares y amigos; circulan versiones electrónicas en Internet; se comercializan ediciones piratas de la novela en algunos semáforos de las avenidas más transitadas de Santo Domingo (se comenta que compite en ventas con el DVD de las aventuras sexuales del narcotraficante Junior Cápsula). “Aún llegan personas cada semana preguntando por el libro”, declaran con nerviosismo los empleados de Cuesta, la principal librería dominicana. Ante la pregunta de un periodista del diario argentino Página 12 con respecto a la postura oficial de Alfaguara de no distribuir la obra en suelo dominicano por razones estrictamente mercantiles a pesar de su gran circulación de forma ilegal, Roncagliolo fue breve en su respuesta: “Debo admitir que es un cálculo comercial peculiar”. La trama de la novela y los intentos por vetarla ponen de manifiesto algunos episodios en los que la impunidad, el tráfico de influencias y la persistencia de las estructuras autoritarias del pasado salen a la luz en el país caribeño.
El affaire Roncagliolo y el poder dominicano
Frente a la gravedad de los problemas vividos de manera cotidiana por la mayoría de los ciudadanos dominicanos, el contenido y la censura de un libro no parecieran ser a primera vista temas de gran trascendencia. Sin embargo, estos dos elementos son de utilidad para sacar a relucir el polvo acumulado debajo del tapete durante décadas, a pesar del esfuerzo de los políticos por hablar de un proyecto nacional que avanza sobre “buenos rieles”. La polémica alrededor de la obra de Roncagliolo sirve para observar de cerca una compleja maraña de intereses y de leyes pisoteadas. Pese a todo el escándalo provocado, sólo una voz oficial, la de José Rafael Lantigua, ministro de Cultura de la República Dominicana, pidió alguna vez explicaciones a Alfaguara sobre la no circulación de la novela. Los demás miembros del gobierno decidieron hacer mutis ante el reclamo de los lectores. “Parece que a Roncagliolo no le explicaron que en este país hay familias a las que no las toca ni el presidente, ni Dios, ni el diablo”, comenta un profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo que solicitó permanecer en el anonimato. Hace algunos años Nelia Barletta Ricart aseguró que existieron sobornos a funcionarios con el fin de evadir el pago de impuestos de su fortuna sustraída. Nunca se investigó a fondo. Y en este mar de silencios e interrogantes la decisión de Alfaguara de cerrar por completo cualquier posibilidad de distribución de la obra en diversos países, con argumentos estrictamente mercantiles, deja abierta la puerta a otras interpretaciones. A pesar de que los eventos descritos en la novela transcurren en un periodo que abarca varias décadas, cuesta trabajo constatar cambio alguno en las divisiones sociales y en la forma de ejercer el poder político y económico en suelo dominicano.
En la República Dominicana el pasado no tiene prisa en ceder su lugar al presente. Entre las novedades de las librerías abundan textos sobre la época trujillista; los vendedores de películas piratas de la zona colonial de Santo Domingo ofrecen documentales sobre los años de represión de Rafael Leónidas. “En esta zona Trujillo tenía una casa muy imponente y esa avenida tan grande se hizo cuando él mandaba”, cuenta con orgullo un taxista con canas en las sienes. Alfredo Lepera, letrista del tango antológico, señalaba que veinte años no son nada. Cuarenta y uno quizá tampoco lo sean. Ese tiempo tiene de muerto Trujillo: “Benefactor del país”, “Paladín de la democracia”, “Primer médico de la República”, “Padre de la nueva patria”, entre otros títulos recogidos por el ensayista Hans Magnus Enzensberger en su impactante estudio del dictador caribeño. A excepción de breves intervalos, Trujillo mantuvo el control político alrededor de treinta años. No se ha tratado sin embargo del único líder dominicano con problemas para soltar las manos del timón: Joaquín Balaguer estuvo veinticuatro años y Leonel Fernández ya fue presidente de 1996 al 2000 y desde 2004 funge una vez más como jefe del ejecutivo. Fuera de la esfera política, los apellidos rimbombantes se repiten sin cesar al comparar a los millonarios de hace décadas con los actuales dirigentes de los grandes grupos empresariales. En las páginas de los periódicos aparecen siempre los mismos rostros en los eventos de pipa y guante y en los fastuosos viajes a Miami o a París. El libro de Roncagliolo ejemplifica que la movilidad social continúa siendo una quimera en suelo dominicano.
El escándalo alrededor de Memorias de una dama no se trata de la primera polémica entre un escritor peruano y la República Dominicana. En el año 2000, a raíz de la publicación de La fiesta del chivo, Mario Vargas Llosa fue acusado por algunos políticos y periodistas de supuestamente proyectar una imagen denigrante del país. Hace algunos meses, Vargas Llosa recibió los más altos honores de manos del presidente Leonel Fernández. Sólo el tiempo y el talento dirán si Roncagliolo correrá con la misma suerte o si al menos tendrá la posibilidad de ver algún día los ejemplares de su novela exhibiéndose ya de forma legal en los estantes de las librerías de Santo Domingo. Mientras tanto, el contenido de Memorias de una dama continúa propagándose ya sea a través de arrugadas fotocopias o bajo el anonimato del ciberespacio. ®