A través de Facebook se ha dado rienda suelta al malestar y desacuerdo que tienen con el mundo. Es un espacio privilegiado, inmediato y con mucho público para maldecir al planeta y sus habitantes, sus pensamientos y acciones. Ahí está el origen de Blasfemias ilustradas.
Un autor que en el sentido anterior ha explotado a cabalidad las posibilidades aforísmicas de aquella red social es Ari Volovich (Jerusalén, 1974), quien se ha dado vuelo publicando sus breves pensamientos amargos, oscuros, lapidarios y jocosos allí, de donde, en una primera etapa, fueron tomados y publicados en Replicante.
Con el impulso obtenido de la revista, las reflexiones de Volovich saltaron a tomar forma de libro, en esta ocasión con la complicidad de José Ignacio Solórzano a.k.a. Jis (Guadalajara, Jalisco, 1963), con quien ha formado un tándem casi invencible de escritura e imagen en Blasfemias ilustradas [México: Tusquets, 2011], en el que brillan, además de por su conjunción de talentos, por el dueto/duelo de ingenio que sostienen página por página.
Sobre tan insultante volumen sometimos al dúo de apóstatas al siguiente interrogatorio.
—¿Por qué publicar un libro como el suyo?
José Ignacio Solórzano (Jis): Quizá, como siempre, el objetivo sea, más que nada, la gloria, seguido inmediatamente después por hacer algo de dinero.
Ari Volovich (AV): Yo sólo quiero dinero, es la verdad.
Jis: Es una celebración de la amistad feisbukera, un grito al viento, una llama.
—¿Cómo lo pergeñaron?, ¿cómo se dio esta conjunción de esfuerzos y de talentos?
AV: Voy a empezar yo, porque siempre le dejo esto a Jis, para demostrarle que ya me sé el discurso. Básicamente nos conocimos a través de Diana Solórzano (hermana de Jis), quien nos presentó en Facebook, ¿hace cuánto fue?, ¿seis meses?
Jis: En el transcurso de este año.
AV: Algo así; digamos que un año. A Jis le gustó lo que estaba escribiendo, y pensé: “¿Y por qué no hacemos de esto un libro?” Qué manera más dinámica, más fácil de hacer algo chingón, porque yo coincidía con él (aunque Jis dice que no coincide conmigo, y lo entiendo: yo tampoco coincido conmigo en muchas cosas), y sí sentí que había una química entre ambos.
”Entonces le dije: “Güey, hagamos un libro”, y Jis dijo inmediatamente: “Pues va, cabrón. Éste será un año de colaboraciones”. Y tal cual. De allí, a llevarlo a una editorial (bueno, lo llevamos a varias y nos lo rebotaron; fueron un chingo y no voy a nombrarlas porque no me quiero quemar yo solito). Jis, además, me ofreció editoriales importante que sólo querían proyectos de Jis, y éste nos lo rebotaron (es más, no pongas así porque van a saber cuál es, y lo digo por Jis, no por mí). El caso es que Tusquets agarró esto y a mí me sorprendió, porque tiene un prestigio muy cabrón. Y yo dije: “¡Ah, pues qué chingón!” Les doy mucho mérito por la apuesta que hicieron: es un libro para México y que no es cómodo de vender; lo he dicho otras veces: es una papa caliente. Y estos cabrones agarraron y me dijeron: “Va que va, cabrón”. Ay, güey, yo en ese entonces estaba en las nubes: ¡un libro de Jis y mío en Tusquets, de nuestro ocio! ¡Puta, que chingón! Y ya Jis se puso a chambearle.
Jis: En cierto sentido me tocó la talacha, y fue más difícil de lo que pensé porque primero se me hizo muy fácil decir que sí, porque estaba retozando en Facebook, haciendo una amistad y disfrutando del ingenio de Ari. Pero cuando dije “Sí, cómo no, yo ilustro”, que me va llegando el bodocón de aforismos, y no nomás éstos que aparecen en el libro. De entrada dije: “No manches: él ya terminó su chamba y ahora me toca a mí”, y fue lo que sentí como el primer peso. Luego, a la hora de que los empecé a leer comencé a preocuparme porque me di cuenta de muchas diferencias espirituales, temáticas y hasta de temperamento entre Ari y yo.
AV: Pero es que Jis tiene espíritu y yo no. Allí empieza la diferencia, y son diferencias espirituales porque no compaginan.
Jis: Él es un amargo tremendo; como el título del libro dice, él está blasfemando, furioso, muy molesto, y yo no estoy allí, sino más bien en una especie de perplejidad. Ari es un ateo recalcitrante, y yo soy místico honguero; Ari tiene mucho interés, o cuando menos trata mucho el tema de la política, de la coyuntura, personas con nombres y apellidos, y a mí no me interesa la política. Entonces dije: “Guau, estoy en una dificultad: hay muchísimas diferencias, ¿cómo le voy a hacer?”
Allí fue cuando tuve que empezar a localizar los puntos en común, de cuáles temas me podría yo agarrar, cómo llevarlos a mi territorio.
—Ari, ¿qué encontraste en común con Jis?
AV: Es que yo no tengo tantas disidencias con Jis, en realidad, porque además aquí yo soy el amargo. Yo me sentí cómodo desde un principio: para empezar, era un producto que de mi parte ya estaba hecho, y a Jis le tocaba la chamba y no sabía lo que iba a recibir. Lo mío ya estaba y de sobra, porque tenía 600 mierdas (no mierdas, aforismos)…
Jis: Perlitas negras…
AV: …y las bajamos a 300 y la chingada. Mi chamba era nada más editar, lo que fue bastante fácil, en realidad. Y bueno, como dice Jis, le llegó un pinche paquetote, “¿Y ahora qué hago con esto?” Es muy cierto lo que dice: que hay aforismos (aunque no todos son aforismos: hay achaques mentales, momentos contemplativos, relatos), ya muy hechos, y él tenía miedo de rebotarlos, de hacerles ruido, de que fueran un pleonasmo.
Jis: No sólo tuve miedo sino que Ari me lo restregó en la cara, me lo reclamó airadamente. Como ilustrador o cartonista, el problema fue a la hora de ir acompañando estos textos: yo sentía que el aforismo ya es una cosa acabada, que ya casi no le cabe nada, no necesita nada más, ya está listo; entonces, ¿cómo hacer un chiste sobre un chiste? ¡Qué horror!
AV: Pero como no todo es aforismo, Jis hizo una selección, y eso es lo que me encanta de este libro, porque si no sería un libro barroco. Pero hizo una selección de las cosas que para él le sonaban en trazo, y eso estuvo chingón. Tiene un trazo chingón, y nada se siente forzado en ningún momento. Para mí hizo una mancuerna muy chingona, muy lúdica.
Jis: Para terminar esto que te estaba diciendo: la discusión editorial es que de alguna manera yo intuía el peligro de estar haciendo redundantes las ironías; entonces, lo que intenté en muchos casos fue simplemente tomar los temas que se mencionaron en el aforismo y llevarlos a mi territorio; pero en algunos otros sí fue como estar haciendo eco del mismo chiste, y esto despertó en muchos sentidos la rabia, los espumarajos y la intolerancia del señor Volovich, quien empezó a pedir a gritos a la editorial que debían censurarme, que borraran mis textos porque al señorito le estaban haciendo ruido… (risas).
AV: Este cabrón va a provocar mi muerte…
Jis: En parte tenía algo de razón, tampoco quiero ser injusto, porque sí es un problema…
AV: Aparte di la verdad, no fue así, cabrón (risas)…
Jis: Hay algo de ello. Ciertamente, podría haber casos en los que si de pronto primero leíste el cartón, a la hora de que leyeras el aforismo pudieras decir: “Ya me había contado el chiste el cartón de a lado, qué pedo”, y tiene algo de razón. Pero creo que en general funciona.
AV: Ha funcionado sobre todo porque le da al lector la oportunidad de irse por otro lado, es una doble lectura literal. Pensando como lector, “Pues sabes qué, ya ahorita leí demasiado a Volovich, ahora quiero Jis”, y tan tan. Así de fácil; lo estoy simplificando a más no poder. Pero además me parece como que la imagen le da oxígeno, le da un respiro muy cabrón al libro (que de por sí es oxigenado). Pero en ningún momento siento que esté forzado, y eso me encanta y me fascina del libro.
”Y soy fan de Replicante, güey, ¡saludos, mi Roger!
—Así como el libro es una celebración del Facebook, creo que es un ataque despiadado contra el lugar común y el “buenaondismo” que muchas veces priva en esa red social.
AV: También. Es que como despotrico contra cualquier lugar; algunos me dicen: “Hablas mal del cristianismo”. Pero le estoy tirando mierda a todo el mundo, en realidad. Lo que ocurre es que en la selección, créeme, le quitaron ácido (esto no lo pongas)…
Jis: Ya está pidiendo censura: Ari Volovich es un censor nato.
AV: Oye, pues somos cuates, se lo estoy pidiendo. Para nada; soy todo, menos censor.
Jis: Lo fue educadamente.
AV: Los censores reales lo piden educadamente. Bueno, continuamos: hoy nos preguntaban que por qué tanto contra México, y los aires apátridas, por ejemplo. Cuando yo entregué el mamotreto ese de mamadas (lo digo en el buen sentido, porque me encanta el libro, me gusta, estoy muy feliz con el producto) hablo desde Irak hasta el Magreb; lo que pasa es que al público mexicano eso le vale verga, con toda razón. Tú lo sabes bien: la prensa mexicana y los mexicanos son muy localistas, el mundo no es tan interesante. Entonces la gente piensa que yo nada más escribí mierda sobre México y no falta qué escribir: mierda sobre este país sobra, lo mismo que sobre Israel y casi sobre cualquier país.
—Como se ve en el libro, también sobre figuras como Dios o el Dalai Lama…
AV: Además, claro; allí fue más permisivo el asunto porque si no, bueno, me iban a crucificar. Pero hay que saber que este libro no va contra alguien en específico; simplemente parte de un pinche lugar oscuro, amargoso, muy desencantado existencialmente hablando…
—Pesimista, sin futuro.
AV: Que ni qué, cabrón. El futuro para mí es una ficción. Parto de lo que soy, básicamente.
—Jis, ya escuchamos una exposición de lo que es el libro…
Jis: Escuchamos a Ari intentando balbucear algo coherente (risas)…
AV: Eres un culero, cabrón, aunque lo digo con todo cariño (risas)…
—Bueno, Jis, en esas condiciones, ¿cómo lograste descifrar el pensamiento de Ari?
Jis: Pues dentro de estas abismales diferencias que aún me siguen preocupando y me atormentan, encontré muchos hilos comunicantes: antes que nada, el humor negro, que es muy evidente y donde hay una liga obvia; luego también hay otro muy grande y es que siento una especie de desazón existencial que comparto totalmente…
AV: Es curiosidad existencial, yo diría.
Jis: Pero también vivo la incertidumbre, la zozobra. Él menciona toda la parte temática de que está en sus borracheras y sus crudas tremendas; a pesar de que ahorita ya no bebo, conozco los estados alterados, sé perfectamente de qué está hablando este pobre hombre. Y más allá siento que hay una simpatía, la que confirmé ahorita que lo conozco.
”Una cosa curiosa del proceso es que casi no nos hemos visto en persona, sino que somos amigos de Facebook, espectros de la red haciendo amistades y negocios, y de pronto “A ver, ¿quién eres tú cabrón?”. Entonces, nos estamos conociendo; ha habido simpatía, y eso está muy bien.
AV: Quiero retomar lo que decía Jis del humor, donde coincidimos más que en cualquier otro lugar, aunque también en la curiosidad o desazón existencial (bueno, en mi caso es desazón, y curiosidad obviamente, porque no sé realmente qué pedo). El caso es que el humor, en una imagen, yo lo veo como un llano vasto, negro como la chingada, pero nosotros estamos caminando en una periferia, pero dentro de los mismos márgenes. En ese sentido, en un momento nos encontramos, pero nunca nos salimos de ese puto margen…
Jis: De pronto yo saco a bailar al señor Volovich, le doy dos o tres vueltas, y lo regreso a su lugar, y viceversa. Cuando vayamos de gira presentando el libro, va a ser: Ari como la bestia y yo soy la bella, y será una gira musical.
AV: Eso le gusta pensar a Jis; con que me den una tacha yo estoy allí.
—Hay unos temas que parece que aparecen recurrentemente en el libro, Ari, como la Secretaría de Hacienda, las resacas…
AV: Bueno, cabrón, ¿qué me dices tú de eso? ¡No te hagas garganta chica! (risas). Y bueno, cada quien como le va en la puta feria: me la paso crudo creo que cien días al año. ¿Y sabes qué? Pregúntamelo otra vez.
—¿Y Hacienda? Hasta hay un contador revolucionario por allí…
AV: Es que mi contador es una bestia; esto es más literal: mi contador es un pendejo, y lo que puse allí del mail que me envió es en serio. El güey no me contesta el teléfono desde hace un año y medio, y me manda forwards, ¿qué me quiere comunicar con un forward?
Jis: ¿Así que tu contador y tu novia te están dando la espalda? (risas).
AV: ¡Ay, Jis, esa sí dolió!
—A lo mejor por eso no te contesta el contador…
AV: ¡Ay, ya dejen de atormentarme! (risas).
—Jis, ¿qué tanto te sirvió para este libro tu amplia experiencia de trabajos al alimón?
Jis: A mí desde siempre me ha gustado mucho trabajar en colaboración, lo sigo disfrutando; incluso, antes de que empezara el 2011 declaré, como dijo Ari, entre propósito y lema, como onda de inicio de año, que éste iba a ser el año de las colaboraciones, y ya cumplí el propósito (de las pocas veces que he cumplido algún propósito de año nuevo).
”Quizá como autocrítica respecto al espíritu colaborador, es que si hay una secuela de esto, si hay un seguimiento, espero hacerlo de manera más profunda en el sentido de que aquí fue menos pinponeada la colaboración, porque más bien se me entregó una obra y yo tenía que subirme a ella. Si hay una segunda parte, sí quiero que desde el origen estemos pinponeando…
AV: A mí me interesa muchísimo eso: que sea más interactiva, que no sea “toma esto y ya”. No, con más tiempo y más relajados, además.
—Ari, hablábamos de tu visión pesimista del futuro, del sabor amargo y del lado oscuro que expresas. ¿Cómo vinculas todo eso con el humor?
Jis: Hay gente que le dice a Ari “The Prince of Darkness” (risas).
AV: Esa gente está en Starbucks, por ejemplo (risas). ¿Cómo relaciono mi amargura con el humor? Yo no entiendo el humor de otra forma. Eso lo he hablado mucho en las entrevistas…
Jis: Con tu terapeuta también…
AV: …con los siquiatras en cuartos acolchonados. En Israel (que fue una gran parte de mi vida y donde me formé como un ser negro) para empezar viene un humor negro de herencia cultural, desde el Holocausto y antes incluso, por el que la gente se dio cuenta de que si no se reía se moría (en cierto sentido no literal), y que había que ventilar tanta pinche basura. Hay gente que la saca de muchas formas; pero el bagaje que recibí de esa cultura fue justamente el humor. Así me siento en ese sentido.
”Entonces, por eso yo ni siquiera me cuestiono eso; por eso estas preguntas de repente me agarran como de sorpresa, porque éste es el humor con el que crecí, el único que entiendo, me estimula, me interesa; lo otro me parece demasiado plácido y me pasa de largo.
—Jis, ¿qué pasa con Trino? Cada uno trae nuevas parejas editoriales: tú a Ari Volovich y Trino a Luigi Amara. ¿Hubo ya una separación?
Jis: Ese canalla me respondió yéndose con Amara. Cada quien anda experimentando ahora con nuevas parejas, estamos en la onda swinger. Espero que esto nada más avive más nuestra llama (risas).
AV: Amara y yo somos placebos (risas).
—Para terminar: por favor envíen un saludo a Replicante.
Jis: ¿Qué decir de esos monstruos? ¿Cómo expresar la amistad de años con estos escritores, dibujantes, críticos de Replicante? ¿Cómo expresar lo que han significado no sólo para México, sino…? (risas).
AV: Yo no tengo nada que decir, porque ya lo saben: Rogelio y Replicante saben cuánto los quiero porque allí he colaborado mucho…
Jis: Digamos que, por favor, un abrazo a la banda; esperamos que, de alguna manera, nos sigan tomando como parte del equipo. Y ahí cuando les haga falta un mono para rellenar un espacio, pues saben que traemos nuestras tarifas.
AV: Es más: Villarreal (que quede constancia de esto para destacarlo) es mi mentor. No sé si estoy agradeciendo o si es una queja, pero si no fuera por él yo no sería escritor ni periodista mucho menos. Ya sabes, tampoco sé si eso es agradecimiento o no. ¡Roger, te quiero!
Jis: Roger es como el doctor Frankenstein y tú eres su criatura.
AV: Yo soy el otro Golem. ®
Ari Volovich
Una breve aclaración (que no excusa): después del décimo whisky empiezo a hablar en anagramés.
Andrés Haro
Chatos, yo compré el libro. ¡Esta mal hecho! Jis dice que le gustó como quedo.
Me refiero a mal hecho con: mal acomodado, tipografía fea, papel de colorsitos, no cabe en los libreros, se repite un aforismo, medio fuera de registro algunos monos del GRAN MASTER (Jis), monos en blanco y negro solamente, muy desorganizado en general. En fin, que no lo pude disfrutar a plenitud por toda esta serie de inconvenientes mecánicos. ¡Saludos al Roger Villarreal y a Replicante!