El último ciclo que los bípedos reconocieron en sus mediciones estelares está marcada con los signos “2012”, indicación en la que, al parecer, una hecatombe inexplicable los engulló.
Primer informe Explorativo de la Misión XDG//9, a cargo del Supra Glonder X Leónidas Vulcanus
Cuando descendimos el sol comenzaba a iluminar los despojos desperdigados por toda la superficie. La estrella incandescente ya tenía varios ciclos estelares decreciendo y, sin embargo, la sensación abrasadora sobre el planeta era intensa debido a la debilitada atmósfera. Las sombras se recorrían perezosas e indiferentes ante la mañana, colándose bajo el cataplasma de ruinas. El día se anunciaba silencioso y un aire leve, terso y superficial daba vueltas alrededor de todo el planeta. Aquí y allá se observaban vestigios de caprichosas formas. No eran de origen natural, y por tal razón se mostraban fascinantes e incomprensibles. La curiosidad, que es una categoría compartida por diversas razas cósmicas —al menos las conocidas en el cuadrante Exterion 0099129.ctl, dado que las características biomecánicas de los Glerion así como los Topoides es, por demás, distinta— fue entonces la motivación para descender a la superficie.
Nosotros, las Eminencias Galácticas, durante varios ciclos interestelares de vagabundeo atónito perseguimos una señal vaga, apenas distinguible, que daba cuenta de un planeta extraño en la que “seres humanos” sufragaban su cotidiana tragedia. Esta señal, debemos nosotros mencionar, al decodificarse nos descubrió un fragmento entrecortado de un código visual llamado “Noches de Clímax en Cinemax”. No hemos podido encontrar correspondencia adecuada con nuestras bases de datos hasta el momento para clarificar el sentido de tal mensaje.
Cuando llegamos lo único que vimos fue un planeta deshabitado, mudo y en total destrucción. Aun así, decidimos investigar.
Construcciones de considerable tamaño yacían recostadas sobre el suelo en extenuantes contorsiones. Esqueletos de acero y aluminio exhibían vientres ya vaciados por la erosión. Tuvimos que pasar algunos ciclos lunares para que las pesquisas ofrecieran material suficiente. Nosotros, grupo de sabios, recobramos todo tipo de cascajos, inscripciones, registros de incipiente y defectuosa tecnología y algunas bagatelas más, con el fin de aplicar nuestros poderosos intelecto y ciencia para obtener un pálido rostro de aquella desaparecida civilización.
Los Científicos Intergalácticos comenzamos nuestra exploración haciéndonos de unas curiosas cajas de metal y plástico que se abrían mediante una juntura central. Supusimos que eran de vital importancia para la vida de las criaturas que las usaban, aunque no pudimos dejar de notar que mientras que en ciertas zonas había hasta tres o cuatro de esos aparatos por cada edificación, en otras, por el contrario, apenas si había una, y al parecer más antigua, en regiones mucho más grandes. Las metrópolis nadaban en estos vetustos andrajos.
Cada una de las partes de los adminículos era distinta en su interior, pero el diseño, que en ocasiones variaba, era sustancialmente el mismo. No omitimos detallar que su hechura rudimentaria, no obstante, denotaba cierto grado de inteligencia. En uno de sus lados había una superficie plana que refractaba la luz; al parecer, cuando funcionaba emitía radiaciones lumínicas (se lograron echar a andar algunas de ellas); el otro lado era un conjunto de relieves de diferentes tamaños con un símbolo diferente dibujado en cada uno de ellos, se confirmó casi de inmediato que pertenecían al incipiente código comunicativo de los habitantes del tercer planeta. También encontramos, en excavaciones tardías, variedades carentes de esta segunda parte.
Nosotros, las Eminencias Galácticas, durante varios ciclos interestelares de vagabundeo atónito perseguimos una señal vaga, apenas distinguible, que daba cuenta de un planeta extraño en la que “seres humanos” sufragaban su cotidiana tragedia.
Se utilizaron millones de esas rústicas maquinarias para generar una base de datos interpretativa. Lo que permitió, en un primer momento, reconocer ciertos caracteres o conjunto de ellos de notable utilización. Quizá todas estas representaciones, supusimos nosotros, Amos Interestelares, tenían una importante función dentro de los ritos religiosos de la comunidad de habitantes de la “Tierra” —nomenclatura registrada en diversos sitios a lo largo del planeta. Secuencias de signos como “internet”, “facebuk”, “tuit”, “#”, “tag”, “tqm”, “Kmo stas weeei”, “mE gushsTaa”, “gugle” y otras más se consideraron como de inestimable valor dentro de las relaciones entre los bípedos. Al parecer, en el estadio de decadencia social de estas criaturas, esas “palabras” eran de uso común y representaban una especie de vida alternativa, más viva e importante que la real. Era frecuente, según nuestras investigaciones, emular actos reproductivos entre individuos a través de estos aparatos. Seguimos analizando la información para obtener más detalles de esta singular práctica. Por desgracia, muchos registros mostraban el deterioro de tantos ciclos venusinos sobre ellos, por lo que la información muchas veces fue imposible de extraer.
Una segunda fase consistió en el análisis e interpretación de la información recolectada. Gracias al significativo y poderoso avance intelectual que poseemos en calidad de Exploradores del Espacio nos fue posible colocar una serie de objetos, al parecer representativos de la cultura tardía de los bípedos objetos de nuestro estudio, dentro de una máquina capaz de adentrarse en las estructuras moleculares de los vestigios encontrados para así obtener información útil mediante secuencias complicadísimas de extracción bio-cuántico-mecánica. El proceso dio como resultado, entre otras cosas, una clara y bien delimitada estructura social de los “humanos”.
Analizando una región en particular, cerca de las coordenadas ZTA y 3GY dentro del mapa galáctico de la zona conocida como Atpflyion 254.21999. Según nuestros más fidedignos registros llevó, durante su existencia, el calificativo de “México”. Se sabe que había, por ejemplo, dos grandes grupos. Aquellos con abundantes facilidades para apropiarse de lo que quisieran a través de un tipo incipiente de intercambio y otros que, irónicamente, no podían adquirir nada. Sin embargo, estos últimos eran los que proveían a los primeros de todo su poder. Fue notable observar que estas distinciones y funcionamientos se encontraron por todo el planeta. Al parecer, esa estructura fue causa de abundantes conflictos entre todas las regiones del planeta, algo que muestra su ridícula simplicidad como raza.
Una de las curiosidades propias de la región seleccionada es que las dinámicas entre estos dos grupos consistía en que los “cuantiosos” —nombre con el que los designamos, para facilidad de nuestra raza así como para el conocimiento de todas las mentes estelares— invertían grandes recursos para colocarse vestimentas de los “escasos” —el grupo más abundante—; se les llamaba “hipsters” o “hippies de boutique”; algunos otros, que preferían hacer patente su diferencia eran conocidos como “fresas” o “mamones”, esto último relacionado con una inclinación a desplantes propios de la edad en que los bípedos se amamantaban.
Por otro lado, los “escasos” dedicaban buena parte de su “dinero” a utilizar vestimentas que imitaban o pretendían ser las que usaban los “cuantiosos”. Sin embargo, la variedad de combinaciones, rica en colores, brillos y grabados utilizados por unos cuantos conocidos como “ñeros” o “nacos” —forma utilizada por bípedos ajenos a tales grupos— eran de singular vistosidad, lo que los convertía en un subgrupo con sus propios ritos y lenguaje que seguimos analizando.
En regiones como la observada, ambos grupos, si bien en zonas claramente delimitadas, convivían y, además, padecían los mismos problemas, aunque para disimular su rencor social los unos calificaban a los otros de “prole”, “pelusa”, “chusma” y “vende-por-catálago” mientras ellos nombraban a sus contrarios como “ladys”, “nuevo rico”, “rata”, “burgués” y más. Las tensiones eran frecuentes.
Un extenso y más profundo estudio llevado a cabo por nosotros, los Maestros del Universo, demostró que en los últimos ciclos solares hubo actividad sin precedentes en casi todos los ámbitos de la zona y, sorprendentemente, en el resto del planeta. Diversas señales indican que la efervescencia era producto de su inminente final. Las estructuras económicas se derrumbaron de manera abrupta, abundantes conflictos internos derivaron en catástrofe y alteraciones en su sistema planetario provocaron un caos absoluto. Construyeron segundos pisos a sus rutas de desplazamiento terrestre, extendieron sus rutas subterráneas, elevaron inútiles y brillantes columnas, salieron a sus áreas comunes para exclamar descontento, los gobiernos atacaron a quienes los había llevado al poder, todos estaban enfebrecidos.
Los vestigios señalan que el apogeo y la posterior debacle fueron tan grande uno como terrible la otra. El último ciclo que los bípedos reconocieron en sus mediciones estelares está marcada con los signos “2012”, indicación en la que, al parecer, una hecatombe inexplicable los engulló.
Sin embargo, al analizar la misma región en la que los Sabios de la Vía Láctea nos concentramos fue posible localizar, al menos para un área muy específica, una explicación racional para la desaparición de aquellos que todavía existían en ese cuadrante. Los desechos producidos por los bípedos comenzaron a crecer de manera desproporcionada, mientras que un incremento en la temperatura planetaria afectó el proceso de lluvias, haciéndolas más virulentas y constantes. La ciudad central, o Distrito Federal —según varias inscripciones localizadas en las ruinas de la zona—, quedó entonces anegada entre los excrementos de sus habitantes. Al parecer, una enorme resquebrajadura en la corteza superior del planeta propició que todo cayera al subsuelo, que estaba hueco, debido al peso de la aglomeración de gente y su mierda.
Otros hechos de reiterada aparición entre esta raza fue la violencia entre ellos mismos. Unos peleaban contra los otros, mientras que éstos atacaban a otros más que, por lo regular, no tenían nada que ver con la disputa de origen, algo que a nosotros los representantes de la Sapiencia Absoluta nos sorprendió.
Otros hechos de reiterada aparición entre esta raza fue la violencia entre ellos mismos. Unos peleaban contra los otros, mientras que éstos atacaban a otros más que, por lo regular, no tenían nada que ver con la disputa de origen, algo que a nosotros los representantes de la Sapiencia Absoluta nos sorprendió. Así, poco a poco, se fueron aniquilando. Las matanzas fueron cada vez de mayor magnitud y en sectores cada vez más amplios. Si a esto agregamos que, como lo muestran diversos datos reunidos, hubo una suerte de transición gubernamental que dio al traste con todos los niveles de la sociedad, es posible comprender su derrumbe. Los registros indican que masas de bípedos se lanzaron a destruir monumentos ociosos, denunciar derroches de sus gobernantes y atacarse entre ellos. Pero las cosas salieron pronto de cualquier control y, dadas las carencias económicas, los bípedos comenzaron a devorar a las otras razas de seres que solían coleccionar en lugares llamados “zoológicos” y hacerlos combustible biológico para sus metabolismos; ellos lo llamaban “tacos”. Es sabido, sin embargo, que este proceso no les era ajeno, pues existen pruebas de que los cuadrúpedos de la variedad canina ya se convertían, con regularidad, en “pastor de a cinco por quince”.
La propagación de un letal microrganismo, se sugiere que producido por los mismos bípedos, pero oculto en rudimentarios laboratorios, atacó a la población de un lado de la “Tierra” mientras que el líquido, que para ellos era vital, anegó a la otra mitad del planeta. Luego, los papeles se invirtieron para aniquilar por completo a toda la población. Además, una ola de actividad inusual en la corteza planetaria generó un reordenamiento de la estructura superficial haciendo que ninguna construcción quedara en pie.
Las huellas de la hecatombe marcaron con violencia toda la superficie terrestre. Vestigios de aquella última civilización quedaron regados por todos lados, algunos a miles de herks de distancia de su origen; por ello el proceso de interpretación fue lento aun para nosotros, las Entidades Supremas del Ser Primigenio.
Descorazonados por el ridículo final de estos bípedos, las Mentes Absolutas continuamos nuestro viaje por los espacios más extremos de la materia oscura, allende al más ínfimo polvo de las últimas estrellas, buscando nuevas y mejores pruebas de vida. Porque ésta, francamente, nos había parecido una pérdida de materia.
Tras el fin de su era, según lo marcó con tino la medición interestelar, quizá habrá alguna nueva oportunidad para aquel diminuto planeta, tal vez no en los próximos miles de millones de warps, pero sí, posiblemente, en alguna otra dimensión. Por ello, transmitimos este mensaje, traducido a todos los idiomas conocidos de la galaxia, para que futuras exploraciones tengan información útil sobre aquella patética raza y su todavía más patético final y eviten, en todo momento, pasar por ahí.
Larga vida y prosperidad al Universo.
Fin de la comunicación. ®