Las obras de arte, en la cultura occidental actual, funcionan de la misma forma que las celebridades. Las largas filas para ver algunas exhibiciones y los altos precios de algunas obras han convertido el arte en un espectáculo. Y si el arte se vuelve un espectáculo pierde significado.
“Watch the box! Watch the box!” Grito del guardia a la entrada de la exposición de Gabriel Orozco en el MoMA, según lo consigna Avelina Lésper.
Las obras de arte, en la cultura occidental actual, funcionan de la misma forma que las celebridades. Es la opinión del crítico de arte Robert Hughes, quien fecha el origen de esta tendencia en 1962 cuando la Mona Lisa de Leonardo da Vinci fue del Louvre en París a Nueva York. Las largas filas para verla convirtieron una obra maestra en motivo de verbena. Si el arte se vuelve un espectáculo pierde significado. Tras medio siglo de hacer crítica de arte en Nueva York, Hughes filmó The Mona Lisa Curse, cuyos primeros planos daban cuenta de la famosa calavera de Damien Hirst (Bristol, 1965) cuajada de diamantes, For the Love of God, vendida en 50 millones de libras esterlinas y ahora propiedad de un consorcio. Hughes juzga esa obra un “bien naco; una interesante mercancía que como obra de arte es absurda”. Quienes defienden la obra de Hirst dicen que refleja y subvierte la decadencia moderna. Hughes lo duda: “No es cierto. Sólo es la decadencia”. La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo (1991), también de Hirst, es un tiburón muerto en formaldehído, pero se le califica de obra pertinente y vanguardista. Hughes, en cambio, considera que por “obras” como ésta es “que el arte ha perdido todo su significado”, fuera del precio de venta: el galerista Charles Saatchi la vendió por ocho millones de libras esterlinas en 2004. En perfecta concordancia con este tema es la traída y llevada exposición inaugural de Gabriel Orozco (Veracruz, 1962) en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, entre 2009 y 2010, con motivo del centenario/bicentenario. Saludada como hito en la historia del arte mexicano, por ser el tercer connacional en lograr semejante distinción después de Diego Rivera y Manuel Álvarez Bravo, la forma en que Televisa, junto con el gobierno de México vía el Conaculta, le ofrecieron tan impresionante apoyo, dejó entrever que en efecto, Gabriel Orozco es el número tres en la Historia.
Como parte de esa magna celebración el suplemento El Ángel del diario Reforma (22/11/2009) publicó un par de textos firmados por Sergio R. Blanco y Estrella de Diego, que pretendían discernir tanto el secreto del éxito del mexicano así como lo que podría definirse como su “milagrosa” inserción en el arte contemporáneo. Tan milagrosa que forma parte de los 81 creadores más influyentes de la actualidad, según lo consignó la revista Art Now. Curricularmente es necesario mencionar que esa “obra” ya estuvo expuesta en la Bienal de Venecia, la Tate Modern de Londres, el Pompidou de París y el Reina Sofía de Madrid. Lo que tiene dos lecturas: 1, se trata de un artista consagrado —más bien famoso, como las celebridades que los paparazzis persiguen—, y 2, es ejemplo de que las tendencias del momento “consagran” una determinada obra gracias a curadurías irresponsables o a un ola (a)crítica que se define por su condición snob. Ambos textos daban cuenta del “estratosférico ascenso, aplaudido y discutido” del ex estudiante de la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Asimismo, lo escrito con tintes elogiosos explicaba las “coincidencias” en el tiempo, acaso refiriéndose al similar y gratuito ascenso de Hirst. O que a pesar de su ausencia de técnica y ante la complaciente crítica que lo arropa, en pocos años pasan de ser modestos dibujantes a artistas de vanguardia que venden carísimas obras a corporaciones multinacionales para decorar con ellas los vestíbulos de sus ostentosos edificios. Entre estos objetos se encuentra el muy célebre tiburón en formol. El que con el paso del tiempo y ante la quiebra económica y moral de sus propietarios pasó a ser emblemático de obras de relumbrón, efímeras, aunque elogiadas por ser la Obra Más Cara Jamás Vendida; ejemplares de una avaricia que se desmoronó en cuanto lo que sostenía esa obra, el dinero pagado por ella, resultó tan infame como la obra misma.
El ensayo de Blanco daba voz a gente como Karen Cordero, historiadora del arte por la Universidad de Yale y profesora en la Universidad Iberoamericana y en la UNAM, quien declaraba “siempre que un artista se convierte en una especie de estrella es porque algo que hace coincide con un interés y demanda del momento”. Esto podría justificar la aparición de “obras” como la conocida Caja de zapatos vacía (1993), significativa de la tendencia contemporánea que convierte lo banal y lo nulo en vanguardia (más bien retaguardia porque se refiere a hallazgos del pasado). ¿Pero qué tipo de vanguardia? Basándose en la misma obra puede decirse que ninguna, porque es eso: una simple caja de zapatos vacía que el “artista” sólo presenta. Eso lo ensayó Hirst: una foto de Stalin nada valía por sí misma, pero al dibujarle una nariz de payaso de inmediato se convirtió en valiosa. Basta que el artista “toque” un objeto para que obtenga valor. En el caso del mexicano es una simple caja de zapatos vacía, o unas tapas de yogurt, o alguno de sus zapatos usados.
Lo escrito por Blanco y De Diego apuntaba la feliz circunstancia de estar con el galerista adecuado en el momento justo. El éxito es así una simple operación de mercado. Se crea primero una moda y luego se convierte en necesidad y exigencia. Si el arte va por el rumbo de lo fácil y ya no requiere ninguna técnica ni soporte conocido (digamos habilidad para dibujar), entonces lo que queda es el artista y su serie de puntadas, de ocurrencias simples que presuponen que con existir basta. El artista pasa a ser el centro de su obra y la obra misma, puesto que aquello que toca lo convierte en arte, más si es algo ridículo como un esqueleto de ballena “descubierto”: Bendita primavera (2006). Como el esqueleto no lo creó Gabriel Orozco, ya que estaba bajo la arena, bastó que él lo eligiera, y luego sus ayudantes pintaran y armaran para considerarla Su obra: Su idea: Su éxito. El ensayo de De Diego concluía con algo que puede definirse como ominoso: “El caso [Gabriel] Orozco, tras años de éxitos y debate es, al margen del artista con aportaciones notables en su producción, un ejemplo más de la ignorancia de esos discursos del poder que degluten sin digerir y tratan de contar el mundo a su antojo…” (nosotros subrayamos). En efecto, los discursos de poder que ahora rigen al arte son los del mercado, que consume pero nunca digiere, y cuando lo hace arroja de nuevo al mercado obras como la de Gabriel Orozco y Hirst. Andrés Serrano, reconocido por producir obras violentas y molestas, entiende que la fama contemporánea no necesariamente equivale a inmortalidad. A pesar de esto, apoya a Hirst: “Damien es muy listo… Primero llama la atención… Si aguantará el paso del tiempo, no lo sé; aunque creo que sí”. Norman Tebbit, comentando la exposición Sensation de Hirst, escribió: “¿Se han vuelto locos de remate? Las obras del ‘artista’ son trozos de animales muertos. Los expertos del arte moderno nunca aprenden”. El crítico de arte del Evening Standard Brian Sewell fue lapidario: “No pienso en eso como arte … No es más interesante que un pescado disecado en la puerta de un bar. De hecho podría haber más arte en un pescado disecado que en una oveja muerta”.
El arte actual se alimenta de una tensión insólita: el artista existe si su obra tiene valor pecuniario. O si se le asigna un valor ideológico. Que en el caso de Hirst y de Gabriel Orozco tiene que ver con una coincidencia temporal en el mercado donde los snobs asisten a consumir lo que se les dice que está de moda. Snobs, pero por supuesto, con jugosas carteras: ellos pagan lo que otros deciden qué es arte. Ese es el nuevo poder que ha regido al mundo del arte de los últimos lustros.
Tan real es esto que Gabriel Orozco mismo se sintió obligado a contestarle a sus dos críticos admiradores, no tanto por su falta de rigor sino por la ausencia de genuflexión a la hora de referirse a su obra y persona, en El Ángel (6/12/2009) el artista dio cuenta de sus críticos en una carta reveladora: “…describen la historia de mi ‘estratosférico ascenso’ repitiendo sin censura estilística palabras como coincidencia, circunstancia y suerte, sin mencionar ni una sola vez las palabras talento, originalidad, o ya de perdida, que los agarré de sorpresa” (nosotros subrayamos la modestia del artista). La defensa de su obra se basa en que él, como artista, es más que sus críticos y que su tiempo y circunstancia. ¡Ay de aquel que se atreva a tocarlo con el pétalo de una duda! Revela que, en efecto, le molesta lo que diagnostican sus admiradores: su éxito es producto de la suerte porque, ¿qué de talento u originalidad hay en reciclar el ready made que propusiera Marcel Duchamp a partir de 1913 con su Rueda de bicicleta? ¿Qué talento hay en elegir una simple caja de zapatos y colocarla en el piso?
Ante la posible duda sobre su “talento” Gabriel Orozco siguió en esa carta desglosando su pensamiento, una joya de ese “metalenguaje de la banalidad” que anota Jean Baudrillard cuando habla del complot del arte. El párrafo no tiene pierde: “Este tipo de subtextos velados con una aparente imparcialidad académica y una deficiente documentación, deriva en un historicismo chafa, donde el talento de un individuo para entender su momento y hacer las cosas como se le pega la gana y encontrar nuevas artes para la vida y la obra, nunca serán la razón de su éxito” (nosotros subrayamos la admirable soberbia del lúcido artista que ni de broma se equivoca). Por supuesto, la fraseología esconde la arrogancia de aquel que no puede aceptar una opinión en contra, porque él, el artista, es quien siempre tiene razón: si él produce la obra, él produce la autocrítica y, lo más importante, su elogio, a estas alturas es una y la misma cosa. Gabriel Orozco lo confirma: “La novedad, no el exotismo, es lo que hace fortuna. Y el que hace algo primero que los demás se hace imprescindible como punto de referencia. El éxito viene después de la creación de algo nuevo… que tuvo éxito” (seguimos subrayando la humildad del concepto). En consecuencia, hacer algo, lo que sea, mientras sea uno el primero en hacerlo, es suficiente para “crear” arte. O considerarse artista. Así que poner una caja de zapatos en el piso es por definición un acto artístico. Lo mismo podría decirse si se colocaran heces fecales frescas. Eso sería apostarle al éxito, como el “artista” costarricense Guillermo Vargas, alias Habacuc, que en agosto de 2007 montó una exposición en Managua en la que, se dice, mató a un perro de hambre. Esa era la “propuesta” tan “original”; ese el concepto de “arte” contemporáneo. En efecto, como lo dice Baudrillard “ya no creemos en el arte, sino sólo en la idea del arte (que por su parte, claro, no tiene nada de estética)”.
Pero decir esto es atentar contra la voluntad de “artistas” como Gabriel Orozco, quien se lamenta de que no haya un “milagro” en la crítica mexicana del arte contemporáneo idéntico a él: “que no haya aparecido alguien que sea admirado en el mundo entero, y no sólo por los que se interesan solamente en el arte mexicano, sino por todos los que se interesan en el arte contemporáneo en general” (subrayamos lo que a estas alturas es la fe en que al artista le queda pequeño el mundo). En efecto, que lástima, pero ¿no existe previamente la obra y luego la crítica? Si no hay una obra digna no puede haber una crítica a su nivel. A menos que se considere “crítica” al elogio más rastrero. Más significativo aún, ¿no es Gabriel Orozco el autor de su propia crítica, no es él quien representa que hacer la obra, la teoría y la crítica al mismo tiempo confirma que los “milagros” existen ya que él es viva prueba de ello? Pero Gabriel Orozco queda expuesto en sus conceptos artísticos, en su falta de rigor estético y en su fe en que la puntada (si a él se le ocurre primero que nadie) basta y sobra para hacer arte, curiosamente en una era en que, nos dice Baudrillard, el “arte apuesta a esa incertidumbre, a la imposibilidad de un juicio de valor estético fundado, y especula con la culpa de los que no lo entienden, o no entendieron que no había nada que entender”. En efecto, ésta es la teoría que apoya Gabriel Orozco. Por eso le duele ser cuestionado.
El conflicto que propone la lectura de obras tan efímeras y banales como la de Gabriel Orozco se arraiga en algo más profundo. El contenido sin forma, o el arte conceptual sin arte, desposeído de todo compromiso con lo formal, expresa el más aberrante hedonismo materialista en el que se sumerge la sociedad contemporánea (al menos su sector privilegiado). Hablar de lugares comunes como que la forma sigue al contenido o la graciosa, celebérrima y manida frase “la forma es contenido” agonizan junto a la cultura como legitimación de clase en el poder. Al suplantar el arte en particular y la cultura en general esta manifestación de arte conceptual decantada, inocua y limpia de todo carácter subversivo y contestatario, se asume de modo perverso como tal. El llamado artista visual toma el papel de crítico del sistema y hace una caricatura de éste, aunque rechaza hacer la propia por arrogancia: el artista es el dios tutelar de la sociedad del espectáculo y de consumo.
Aunque, gústele o no, debe compartir su podio con su cómplice, acaso más destacado: el curador.
En el arte de hoy la figura dominante es la del curador (la de un clan de curadores, para ser más exactos), convertido en personaje estelar y tanto la obra como el artista son simples pretextos para la consumación de estos genios emergentes en la esfera cultural. Genios que, por supuesto, generan una “paranoia cómplice” como la define Baudrillard, en la que sólo se tolera la persecución del artista a manos del curador, no se sabe si para pedirle su autógrafo o para lamerle los pies, al final una y la misma cosa porque, de nuevo Baudrillard, “esta paranoia cómplice del arte hace que ya no haya juicio crítico posible, sólo un reparto amistoso —necesariamente de comensales— de la nulidad. Tales son el complot del arte y su escena primitiva, revelada por todos los vernissages, encuentros, exposiciones, restauraciones, donaciones y especulaciones, y que no puede desnudarse en ningún universo conocido, pues tras la mistificación de las imágenes, se ha puesto a resguardo el pensamiento”.
En 2004 Tatiana Cuevas, ex curadora del Museo Tamayo, en una conferencia sobre el arte contemporáneo y esta ola de instalaciones e intervenciones auspiciadas con fondos públicos, enfatizó que las obras mostradas en su exposición (incluidas varias de Gabriel Orozco) eran “divertidas”, “chistosas”, “locochonas” y “críticas” con el “establishment”; producto de la catarsis, vaya. Esta señora daba la impresión de que sus artistas eran locos ilustrados con la venia para divertirse a costa de sus amos. En otras palabras, bufones, cuyas gracejadas auspiciadas por los barones del dinero sirven para distraer a la corte: pequeño-burgueses incrustados en el sistema cultural del país que sirven a intereses creados como los específicos de la Fundación Jumex y demás compradores —que no curadores— de los museos, que se rigen por aquello que está “en boga”. Tatiana Cuevas también se refirió a un conjunto de galerías que iniciaron sus proyectos auspiciados por el Fonca y que una vez terminadas sus becas… cerraron. Resulta llamativo que fueran tan efímeras y trascendieran tan poco. Reflejaban, en efecto, qué obra promovían.
Marco Barrera Bassols, ex director del Museo de Historia Natural y responsable del hallazgo y montaje de Matrix móvil, declaró en entrevista a Magali Tercero (Milenio, 06/03/2010): “Después de leer las reseñas es evidente una notable diferencia en las formas en que la crítica aborda la obra. Ninguno de los artículos que he leído aquí cita lo que dice Orozco sobre su obra” (nosotros subrayamos la confirmación de que artista y crítico son una y la misma cosa). O sea, que la crítica debe perder voz y reflexión para conformarse con aprender y difundir lo que dice el artista. Por otro lado, la característica esencial del arte conceptual está en el discurso y la obra es indisociable de éste; la obra ya no contiene un idiolecto como lo definiría Eco y al parecer tampoco acepta la libre interpretación del espectador. Para entender la obra es indispensable conocer la historia detrás: la voz del artista que impone el sentido, mientras que (antes de ese nuevo arte conceptual) toda obra artística escondía su significado o partía de un concepto. En la obra contemporánea de Gabriel Orozco el concepto lo es todo, disolviendo a la obra misma, convirtiéndola en vehículo circunstancial libre de contenido propio y, sobre todo, de factura. Lo que vale es el discurso del artista y sus autorreferencias, secundadas por los curadores y un sector complaciente de la crítica que vive de halagos hacia estos nuevos narcisos-prometeos.
Cuando la UNAM reinauguró el Museo Casa Azul presentó la famosa instalación de los balones de futbol de Gabriel Orozco. Destaca que para entender la obra, para entender qué es arte, era imprescindible escuchar al “artista” o a un allegado a él que contaba la historia: una amiga del autor era vecina de una escuela y se dedicó a confiscar balones que volaban sobre la barda. Quien firmó la “instalación” la hizo con esos mismos balones que nomás puso en el patio del museo, atribuyéndole a este hecho primero valor de obra artística y luego una serie de significados que no se desprenden de la obra misma sino del relato. Una vez más el ludismo aparece como valor al principio de la lista, lo malo es que precisamente esa obra “artística”, como otras similares, necesita de todo ese discurso exterior a ella para serlo; volver a la tradición oral para una sociedad analfabeta funcional. Sin la narración, el espacio museográfico y la mercadotecnia, el sentido de la obra se desvanece, los balones por sí mismos no se sostienen como obra artística, la instalación tiene el valor que le confiere una metainstalación, o “montaje”, sin el cual obra y artista no pueden trascender por sí mismos. Resumiendo, el valor reside en la cédula del museo puesta amorosamente ahí por un curador que dispone de los recursos de un Estado ignorante para hacerlo.
En el tenor de una obra cimentada en el puro discurso —y las relaciones públicas con los promotores enquistados en el sector público, o privado, o influyentes en ambos—, destaca la actitud de camarilla y lo aguerridos que resultan artistas y curadores para acallar a sus críticos. Si Avelina Lésper opina en contra del arte conceptual en Milenio a la semana siguiente el propio medio abre varias páginas a los curadores para que le contesten en concierto, incluso la insulten. La “obra” actual es producto de la imposición, donde más allá de cumplir con poner el huevo y cacarearlo, se cacarea uno vacío. El escándalo es el vehículo y núcleo del quehacer de artistas como Gabriel Orozco y de promotores y curadores que lo acompañan, de ahí lo airado de sus réplicas, estrategia típica del farsante: no sólo defienden sus posiciones ideológicas y económicas: escandalizar es condición sine qua non para que la farsa funcione. Por lo mismo Gabriel Orozco et al. demuestran su falta de legitimidad y profundidad. Tratándose de una farsa para entretener a acomodados ignorantes con extravagancias, se toman a sí mismos en serio, en una suerte de irrealidad más allá de lo irreal.
La misma Tatiana Cuevas dijo “que no hay que enojarse”, que este movimiento en el arte es global y está auspiciado por el gran capital, por museos, curadores, marchands, dealers, corredores de bolsa, medios… Desde hace años hay una guerra contra el arte y la cultura, demasiado subversivos para la visión materialista contemporánea en el poder que ha tomado el control. Así se ha impuesto una estrategia muy exitosa: la alienación de la cultura aunada al cierre de espacios y cancelación de apoyo y difusión de artistas tradicionales que resultan rebeldes y que son suplantados con esta ola de “artistas visuales” que han hecho del arte una caricatura indigna infestada de ocurrencias.
En el trasfondo se encuentra la academia, o aquello en que la academia se ha convertido. Si antes el término academicismo se utilizaba de forma peyorativa para señalar obras que se apegaban al canon y eran preciosistas, la obra conceptual que vemos hoy es puro academicismo… pero desposeído de cualquier tradición artística o académica, sancionado por la complicidad de la pulsión hipervisual e hiperconceptual, que considera arte a objetos como tapas de yogurt sólo porque un “artista” las tocó. Pues “todo lo que es visiblemente nulo y mediocre tiene ahora derecho de ciudadanía en medio de una especie de indiferencia general” (Baudrillard). Una indiferencia que comienza con el curador y concluye con el burócrata que acríticamente acepta ese “arte”.
El anecdotario cuenta que la madre de Picasso le inculcó que algún día sería Picasso. La academia hoy se ha propuesto ser como esa madre, pero enfrenta algunos problemas fundamentales: es muy complicado formar vocación entre alumnos que eligen la carrera por evadir materias difíciles; es aún más difícil enseñar a dibujar o peor, a pintar y concebir ideas a quienes no tienen la aptitud o que llegan tarde a la expresión plástica cuando ya pasó la edad de la formación de las habilidades psicomotoras indispensables para ser artista. Tradicionalmente, el talento no se crea ni se enseña; el papel de la escuela debería consistir en dotar de técnica y conocimiento para habilitar el talento. Por lo general, la escuela como está planteada en todos sus niveles es lo contrario: promueve la mediocridad y expulsa talentos. Al respecto, el actual director de la Escuela Nacional de Música de la UNAM, Francisco Viesca, señalaba que “los genios se hacen fuera del sistema”. La academia es para las masas…
Vivimos en una época en que la imagen lo es todo; los massmedia hacen de la autorreferencia el modelo de la realidad, cuando la ficción no sólo la ha rebasado, sino que la ha suplantado y lo real se integra a la ficción como otra forma de entretenimiento. Es decir, un asesinato en vivo ya no conmueve a nadie, tampoco es trivial, es una atracción más. Ahora lo real ya no es imitado, el objeto resultante es afectado por la realidad (su desgaste, maltrato, abandono), en consecuencia asume el protagonismo. Hoy el artista-farsante pretende con su discurso impostado que sus conceptos son lo real, que hay una historia detrás a la que se le asigna un valor, incluso una falsificación en esta tensión de espejismos de la que se sostienen artistas como Gabriel Orozco. Decididamente lo artístico no está en la obra misma sino, probablemente, en el montaje, en la cómplice escenificación en torno a ella.
El arte como instrumento que aspira a lo superior desapareció en el siglo XX, su papel histórico para enaltecer la fe y servir a diversas ideologías murió para convertirse en objeto mercantil al servicio de artistas y su exclusivo, por excluyente, mercado. En el caso de los artistas tradicionales persiste como forma de expresión personal. John Berger lo explica en su famosa sentencia “es un error pensar que la publicidad suplanta al arte visual europeo post-renacentista; ésa es la forma más moribunda del arte”. Es la sociedad de consumo la que se apropia de las formas de expresión artística para imponer su ideología a través de la publicidad y el diseño, utilizando la estética con un fin manipulador.
Umberto Eco, refiriéndose al kitsch, señalaba que éste debe ser más real que lo real para legitimarse, la falsificación se consuma cuando el espejismo suplanta la idea de lo real con artimañas visuales. Ahora tenemos un entorno kitsch generalizado donde la pérdida de sentido de la realidad, la saturación de imágenes, la celebración de la frivolidad y el consumo materialista lo son todo. El concepto del arte se ha centrado plenamente en el culto a la personalidad (inculcado por los massmedia) de artistas pseudo-marginales/pseudo-subversivos que reciclan los desechos de la sociedad y le atribuyen un carácter simbólico y significativo, banalidad que resulta novedosa en un contexto donde los asideros a lo concreto escasean, donde al parecer el retrato de la sociedad contemporánea sólo es posible a través de la falsificación.
En las postrimerías de los ochenta del siglo XX se rompe con toda ideología. El Estado aprende la lección de los teóricos y la lleva a la práctica buscando legitimarse a través del arte: lo hicieron los romanos, los nazis y ahora priistas-panistas-perredistas… comenzando una estrategia de acallamiento y asimilación de intelectuales y artistas orgánicos, y defenestrando a todo artista y pensador independientes.
Se requiere una masa acrítica (incluidos los críticos) para sostener un ejército de consumidores voraces que hunden a la sociedad en la ignorancia al ejercer control político absoluto y al facilitar el engaño. Es la misma estrategia que le funcionó a los Estados en la Edad Media y a los fascistas, que ahora retoman las extremas derechas-izquierdas en el poder. En este contexto, pseudo-artistas como Gabriel Orozco son funcionales al poder porque alejan a la masa del arte y de la experiencia cultural; dejan al espectador a manos de los massmedia, la propaganda, el consumo y la publicidad como únicas fuentes de placer estético. Se cierra así el periplo de la farsa perfecta que se convierte en todo un espectáculo protagonizado por el “artista”: él es el medio, el mensaje y el masaje, por eso hay que tener cuidado con las cajas vacías que se encuentren en el piso. No hay que reverenciarlas, hay que tomarlas y depositarlas en su lugar: la basura. ®
mario ciceron pazmiño
En lo referente al arte siempre hay que advertir y señalar las dos formas, como proceso y como objeto. En el caso de la Gioconda de Leonardo, en nada altera su naturaleza por ser o no «famosa» o espectacular». Puesto que el autor ya no puede influir en esta obra. Quedando solo el objeto artístico, como testimonio de su presencia articulada a este universo. El uso político, social, histórico, pecuniario, en fin, de esta obra. Estará en manos de quien tenga el poder de gobernar la Tierra.
Las nuevas tendencias en las artes han servido. solo para el ocultamiento de la realidad injusta. En nuestra sociedad mercantilista, el tapar la realidad ya es un hecho contundente. Las manifestaciones del proceso artístico contemporáneo en el mundo , tienen cabida si solamente están destinadas a la distracción o al disfrute; no hay cabida para la verdad, toda crueldad se tapa con «poética» pátina de hipocresía. Lo vemos en las premiaciones de los grande eventos mundiales, en el cine, los Óscar, Bienales de todo tipo, etc. Este es nuestro tiempo, pero también es nuestro compromiso para cambiarlo , para un universo más humano.
Manuel Rocha Iturbide
Ya lei todo el articulo, tiene cosas interesantes, pero es increible que reduzcas todo a dos obras de GO, desconoces por completo su obra, y compararlo todo el tiempo con Demian Hirst es un error, que lastima que hayas escrito tanto para tener tan poca razón, criticar el sistema actual del arte contemporaneo es bueno, pero invalidar a buenos artistas con malos ejemplos, bueno, eso es de gente inculta que no tiene ganas de saber mas, el arte conceptual es parte del arte, y sigue vigente
Debbie
Simple: EL ARTE YA NO ES ARTE, YA SEA MÚSICA, LITERATURA, FOTOGRAFIA, CINE, ETC. ES UN SIMPLE NEGOCIO. Recordemos que el arte es un modo de expresión, que se debe sentir, respirar, palpar. Y que además obliga a transmitir este mismo sentimiento. Hoy en día el concepto de arte esta muy transgredido. NO ES ARTE ES NEGOCIO.
Isaias Mata
Muy de acuerdo con este artículo, felicito a los editores.
Es lamentable que este tipo de expresiones se les de la categoría de arte, desde luego que es parte del pos modernismo, donde las sociedades perdieron las sombrillas de las utopías. La falta de conciencia política y de una nula posición estética – ética, lleva a esas complicidades entre los «artistas», curadores y compradores, generando un escenario mercantilista y una verdadera falacia.
El proyecto modernista y con ello el arte conceptual, surgió a mediados de los años cincuenta en Europa, en correspondencia de sus propios desarrollos y desafíos socio políticos y culturales. En América Latina es un mal arremedo de estas expresiones, impulsados por el enajenado mercado de las oligarquías y el mundo de mandarines farsantes (curadores, críticos y marchands ) del arte y la cultura . Des estos hay muchos promovidos en mi país El Salvador y en toda América Latina y lo peor de todo que se creen pequeños genios, sino Dioses enanos.
Ramón Almela
Es un texto extenso, y requeriría varias puntualizaciones ya que, aunque señala varios puntos ciertos en la dinámica del mundo del arte con el consumo, valor monetario y la intromisión de las grandes corporaciones y la especulación, desdeña otros aspectos válidos en la producción actual que en algunos instantes pueden parecer farsa, y que depende del contexto presentado, como menciona. Con la caja de zapatos vacía, que en el MOMA y en el TAMAYO se presentaba aislada y ensalzada (Lo vi en los dos museos), y en BELLAS ARTES en el DF se colocó en su discurso original en una vitrina con otros objetos… envuelto en la propuesta que desplegaba con la dedicación reflexiva a su entorno vital y como espacio depositario del pasado… (No otro objeto adquirió la misma relevancia para la difusión mediática) donde ciertamente interviene la decisión del artista de afirmar la entidad estética del objeto. Estos escritores críticos como Avelina Lésper y otros derrapan en su reflexión al desconsiderar todas las aportaciones que vienen desde Duchamp pasando por Joseph Beuys… ¡HAY QUE LEER CON DISCERNIMIENTO Y PROCURAR CONOCER A FONDO! Esa sería labor de una crítica responsable que es escasa en el panorama contemporáneo…
mao
el arte es comunicacion , expresion ,sentimientos, hay expresiones negativas y positivas, feas y bonitas hay un juego de dualidad constante…para algunos una obra de arte es buena mientras para otras personas es mala. es como escuchar una palabra…»tu madre» para algunos sonara bello y para otros sonara horrible…….la fama del ser: es otra de las cuestiones que enfrenta el artista, el que apenas inicia la carrera , como el que ya tiene tiempo de carrera ,la realidad es que la fama existe sin pensar que una persona que inicia puede en ocaciones ser mejor que el que ya tiene carrera.. en realidad …………………. no dejeis que la confusion penetre vuestra mente para dar gusto a vuestra lengua ………si a ti te gusta el artista a cumplido con su proposito de comunicarse….si no te gusta simplemente no cumplio ….
viole cinefuegos
Ahora leyéndolo en este momento, parece que por ejemplo con Cuarón y su película para Hollywood, se quisiera ver como si hubiera hecho una obra de «arte» por el simple hecho (además esto paradójico) de triunfar en EEUU, lo que nos muestra que los conocimientos y además la propia sensibilización estética del arte, está podríamos decir, hecha cadaver en nuestra sociedad. Digo, nomás pensé.
Juan Forero
Excelente artículo, no solo me aclaró sino que reafirmó muchas de las ideas que tengo sobre el arte. Yo sostengo que al arte plástico debería ser como la literatura, una buena idea sin un buen desarrollo, es como un buen desarrollo sin una buena idea, no sirve de nada.
Me gustaría pedirles el favor de que me digan en cuál libro de Baudrillard están las citas que muestran, me interesa mucho leer mas de este señor. De antemano agradezco su ayuda.
martin gil mariño
Felicitaciones!Hace tiempo que no leia un articulo tan bien armado y completo sobre este tema que,debo agregar,nos semiarruino la vida a los artistas que intentamos ser serios y honestos convirtiendonos en marginales y olvidados sin apoyo alguno ,dejados de lado por un sistema al que lo unico que le importa es el dinero y fomentar la ignorancia.,Despues de haber dedicado la vida entera a nuestro arte ,ver como el «todo vale»se ha adueñado del mundo(en mi pais,Argentina,al menos desde hace ya una treintena de años),no puede sino entristecernos.
Jorge aRTURO RAMÍREZ SOTELO
Sin duda queramos o no , Gabriel Orozco ,ya paso a la historia del arte queramos o no que es ocurrente ,o como yo diría un gran exponente del arte LIGTH queramos o no es el arte que compra el mundo… ,el que aplaude ,aunque no tenga que ser algo sublime como quisiéramos ver ,sin embargo , SALVADOR Dalí También realizo instalaciones de ese tipo y gustaron a las clases pudientes ,recuerdo un día en Nueva York le dieron el encargo de hacer algo para la inauguración de una tienda de joyas y se le ocurrió abrir el estomago de una rata y en sus viseras colocar una joya muy preciada La vitrina atrajo a muchos compradores ,ese es el posible fin de la fiesta perdiendo lo sublime del arte en si y volviendo al arte un show una fiesta de pudientes y especuladores de arte ,aprovechándose de los nuevos bufones del arte LIGH como yo lo llamo un arte que en este siglo gusta y hay quien paga por el pero es un movimiento mundial ,en el arte las ciencias la comida chatarra todo se parece entre si es la decadencia de los seres humanos es lo que yo apodo al arte Light ,aunque yo me quedo con la pintura de su padre ,uno de los que fuera el ayudante preferido de SIQUERIOS , MARIO OROZCO que sin el SIQUEIROS le hubiese faltado algo porque el hiso varias etapas de murales de SIQUEIROS que hoy no se concebirían sin su mano ,me quedo con ese gran artista poco valorado en la actualidad pero sin duda importantísimo en su trayectoria ,con eso me quedo y por lo demás que compre arte LIGHT quien quiera comprarlo, yo me quedo con muchos artistas formidables escondidos en las multitudes y mm dialogare con mi colección de grandes artistas lejanos a una fama efímera y al ARTE LIGTH QUE DIVIERTE Y juega con los conceptos ¡¡¡
Samia Bulhosen
No critico el arte moderno como tal, cada artista en su estilo propio puede exponer su talento y no necesariamente ser del agrado de todo el mundo, mientras en él vierta su pasión, su emoción y su esencia. Habrá quienes prefieran el arte clásico, algo más elaborado porque lo perciban más profundo. Sin embargo, lo que actualmente se denomina «arte conceptual», en mi muy particular percepción, es una falacia, un distractor, una aberración, una corruptela y un verdadero insulto a quienes trabajamos con el firme objetivo de a través del arte, transmitir algo de nosotros mismos, invitar a la reflexión o simplemente deleitar el ojo espectador. El «arte conceptual», ha tomado un matiz desde simplista hasta grotesco, que se aleja de la verdadera esencia del arte que debiera partir de la estética, el llamado «arte conceptual» promueve los extremos nefastos, o bien la simplicidad ociosa e infructuosa o el morbo, la perversión y la indiferencia al dolor ajeno, El arte verdadero, respeta los parámetros de la estética, sin importar tanto si lo que se transmite es un sentimiento o una emoción negativa o positiva, eso lo determina el espectador, es lo que le marca y lo invita a reflexionar, a analizar y a identificarse con la obra. Aprecio el arte clásico, en la pintura, por ejemplo, el realismo, el hiperrealismo y el surrealismo, pero disfruto infinitamente el arte abstracto y en él trabajo. Definitivamente el denominado «arte conceptual» como un perro muriendo de inanición, una caja de zapatos vacía «estratégicamente» colocada, cubetas llenas de agua una sobre otra, un signo del juego de «gato» plasmada sobre una hoja cuadriculada arrancada de un espiral, discúlpenme los «artistas», para mí, eso, no es arte.
espantapájaros
Hablar de artistas como Gabriel Orozco y Demian Hirst es caer en una trampa. El cinismo de su operación es que se justifica a si misma a partir de la reacción en contra. Es decir en la medida en que se critica esta se justifica de manera reaccionaria a partir de la mitología de la censura y la incomprensión de la vanguardia. Es aquí donde la crítica con frecuencia resulta aún peor que la vacuidad que la genera. El artículo cita por ejemplo a Avelina Lesper quién al igual que Blanca Gonzales critican y se percatan de la ausencia del traje del emperador sin poder argumentar o defender una vanguardia con sentido. Es una trampa difícil de escapar dado que además viene impuesta a partir de mecanismos coloniales económicos y culturales. José Felipe Coria y Miguel Ángel Da Vila no serán escuchados ni tomados en cuenta en Paris y Nueva York donde Hal Foster y Benjamin Buchloh de hecho entienden la caja de zapatos y la obra del pájaro como un gesto marxista (por mas que esto resulte inverosímil) y una apertura inclusiva a un conceptualismo dizque marginalizado. En México lo que vemos es a un mamón arrogante, presumido, apolítico, megalómano, déspota, envidioso y sexista que representó al PAN atacando a la escuela mexicana y ahora se acomoda con el PRI redescubriéndola. Por otro lado el problema no es el y la solución tampoco es atacarlo.
Fernando Gallo
Si vamos a ser críticos de la posmodernidad y del arte «contemporáneo» que germia con ella, empecemos por comprender para ser justos, que la posmodernidad no es sino la estela de la modernidad que engendró la racionalidad y el falocentrismo de Occidente. Dejo esta evidencia como prueba de cargo.
«El modo dominante de consumo y crítica del arte del siglo XX es museístico. Las historias del arte moderno las fraguó inicialmente el museo, y sus categorías siguen definiendo la materia de estudio y su enseñanza en institutos, universidades y publicaciones de arte. La conservación y catalogación fomentan divisiones y jerarquías de la pintura, la escultura, el dibujo, el grabado, el colage, el fotomontaje, la fotografía, el cine, el diseño y así sucesivamente. Todo ello produce historias segregadas. La catalogación se hace por artista, con lo cual la autoría demarca el terreno. La autoría refleja las asociaciones entre museo, academia y mercado, al representar al artista en la forma burguesa de sujeto creativo, autónomo, propietario y dueño de sí mismo cuya firma legitimadora se convierte en el sello determinante del valor de un objeto de compraventa que se consume culturalmente y se recuerda con esta forma de envoltorio individualizado. Por último, la periodización clasifica esas prácticas de autor definidas por los medios en capítulos dentro de los «ismos» de la narrativa del arte moderno, todo lo cual se plasma en las exposiciones de los museos y se divulga en distintas crónicas.»
Griselda Pollock_Inscripciones en lo femenino_1986
alvaro
Es una idiotez juzgar la carrera de un artista por dos obras en vez de todo un cuerpo de trabajo.
Gabriel Orozco, guste o no, tiene un cuerpo de trabajo mucho mas grande, variado y sólido que las piezas en cuestión.
Myrna Vargas
«El traje nuevo del emperador» es un cuento en el que unos rufianes timan y roban al emperador , diciéndole que le van a hacer un traje especial y único que sólo pueden ver los inteligentes. Tal traje no existe, pero los «inteligentes» para no dejar de parecerlo , empiezan a elogiar bordados de oro, encajes y suave terciopelo donde no hay nada…..Sólo una niña es capaz de gritar en el desfile «El emperador va desnudo». Gracias por ser como la niña. Seamos todos como la niña.
Vero Rojas
Excelente artículo. Buenso argumentos para rechazar lo que nos venden como «arte contemporáneo» y que no provoca ninguna emoción, ni reacción. Cuando rechazamos estas obras, producto de las banalidades de los seudoartistas, reaccionamos de forma lógica para que ya no nos tomen de «ignorantes» .
Alejandro Flores
Profundo, hacia tiempo que alguien debía pubilcar esto, espero que los directivs de INBA y los espurios de conaculta ( asi con minusculas) , lean esto. Bola de ignorantes burocratas, que irven a la mima clase e gente en el poder cultural que aqui se critica. Gracias , a partir de ahora, a seguir pintando.
Ramón González Valle
La frase con que inicia el articulo y de ahí desarrolla el mismo bien puede aplicarse a cualquier obra famosa de cualquier época en venta:
«Las obras de arte, en la cultura occidental actual, funcionan de la misma forma que las celebridades. Las largas filas para ver algunas exhibiciones y los altos precios de algunas obras han convertido el arte en un espectáculo. Y si el arte se vuelve un espectáculo pierde significado.»
Pero al focalizar en el arte conceptual me queda corto en su «critica».
Alexander
Hipsters snobs y arenosos en:
3……2……..1…….GO
Ernesto Román Mata Contreras
Para quien no lo conozca…La mejor definición de Arte que he conocido, es simple, sencilla y directa…Invito a todo mundo a guiarse por ella para reconocer una obra de arte.»Arte es la calidad de la comunicación» LRH. En donde la calidad en sí misma puede también ser una obra de arte.
Armando
Pregunta: Como se evalúa lo que es arte y lo que no es arte? Quien pone las reglas para hacer arte? me vino a la mente esos programas de critica sobre quien viste bien y quien viste mal, esos colores no son correctos! esas telas no son la correctas, etc etc, ó eso nuevos programas de cocina diciendo esto es muy dulce! esto muy insípido!, esto esta muy aguado!, me parece que cada quien le llama arte a lo que considere arte, se dará el caso que tu opinión coincida con la de otros entonces ese grupo o movimiento dirá: es arte abstracto, es arte moderno, es arte urbano ó hasta inventaran un nuevo concepto de arte.
Me parece que una de las finalidades del arte (sino es que la única) es el trasmitir ideas, sentimientos, reflexiones y si los trabajos de Orozco alguien los considera arte y encuentra en ello algún mensaje yo solo diré: Ese no es el arte que me gusta! por que me parece algo soberbio decir no es arte por que no tiene los colores adecuados, la estructura, los materiales.
Me pregunto que critica daríamos hoy a una obra como un picaso por ejemplo, pero si la hubiese dibujado un niño de preescolar??? Hay tenemos el trabajo de algunos indígenas de México, nos pesa decirle arte, mejor le decimos artesanía y claro nunca queremos pagar el precio que el artista considera justo por su trabajo, así que: Que es arte??? Quien esta calificado para criticar arte??? Cuales con los requisitos para ser artista???
erick
Esas obras que se justifican para llamarse arte solo son pasatiempo de burgueses y su moda. El arte debe ser tan puro como para que lo vea cualquiera y le parezca hermoso. me gusto el articulo
Cecilia Aguilar
Los invito a buscar a una artista de 24 años llamada Diana Alejandra para que vean su trabajo. Pongamos atención en nuevos elementos.
javo
LA EXCUSA DE LA GENTE SIN TALENTO PARA DECIR QUE SON ARTISTAS
PUNTO. :)
Andrés
¡Gran artículo!
Paulina
Abucheas a Orozco!!! y lo comparas con Demian Hirst , claramente no sabes del arte contemporaneo. Es como comparar a Warhol con Meirelles o los artistas povera , parten de lecturas diferentes.
Lo triste es que en realidad hay ciertos artistas mexicanos que destacan y quieres insultar a uno de los cuales sobresale…No quiero saber ni si quiera tus gustos , de seguro ahí te quedas en el arte y con eso lo juzgas. Hay que reconocer Orozco tuvo huevos.
Si leyeras a filósofos del post- estructuralismo y a Canclini sabrías un poco como se traducen estas piezas.
En fin dudo que lo hagas o que tengas intéres.
Partir del sentimiento!!! wtf te quedaste en el modernismo , lo cual no digo que sea malo , pero hay que saber un poco de historia y leyendo Art Now , no creo que te enteres de mucho, quizás del mercado superficial de arte y ya.
Pero hay muchos artistas que se han quedado en el olvido… latinoamericanos que han hecho piezas bastante buenas que concretan lo que esta pasando, además de hacerle preguntas al medio con el que trabajan.
De seguro son unos de los que están enojados con el medio artístico, por que sus piezas no logran encajar…………………….ahhh espera escucho un violín muy pequeño tocar la melodía mas triste del mundo…. ojalá no la interpretes desde tu lista de álbumes de Justin Timberlake, pero si te llega adelante.
Arturo Morin
Los dadaistas en su época vieron que el mundo moderno industrializado con la razon como bandera llevo a la humanidad a guerras mundiales. Asi fueron en contra de la razon. Ahora tal vez se ve que las masas son las que soportaron y respaldaron esa razon. Tal vez se va un poco en contra de las masas al hacer complicado entender las obras. Pero creo lo malo es este surgimiento de criticos al arte conceptual.
Breve explicación de la Fuente de Duchamp, al que Avelina llama «gran estafador»:
http://es.scribd.com/doc/81203228/Explicacion-de-la-fuente-de-Duchamp
Otra explicación pero de Caja de Zapatos Vacía, de Gabriel Orozco:
http://es.scribd.com/doc/138027759/Explicacion-de-la-Caja-de-Zapatos-Vacia-de-Gabriel-Orozco
Miguel
Hace muchos años había un Emperador tan aficionado a los trajes nuevos, que gastaba todas sus rentas en vestir con la máxima elegancia.No se interesaba por sus soldados ni por el teatro, ni le gustaba salir de paseo por el campo, a menos que fuera para lucir sus trajes nuevos.
Una vez se presentaron dos truhanes que se hacían pasar por tejedores, asegurando que sabían tejer las más maravillosas telas. No solamente los colores y los dibujos eran hermosísimos, sino que las prendas con ellas confeccionadas poseían la milagrosa virtud de ser invisibles a toda persona que no fuera apta para su cargo o que fuera irremediablemente estúpida.
Por supuesto, no había prenda alguna sino que los pícaros hacían lucir que trabajaban en la ropa, pero estos se quedaban con los ricos materiales que solicitaban para tal fin.
Sintiéndose algo nervioso acerca de si él mismo sería capaz de ver la prenda o no, el emperador envió primero a dos de sus hombres de confianza a verlo. Evidentemente, ninguno de los dos admitieron que eran incapaces de ver la prenda y comenzaron a alabar a la misma. Toda la ciudad había oído hablar del fabuloso traje y estaba deseando comprobar cuán estúpido era su vecino.
Los estafadores hicieron como que le ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el emperador salió con ella en un desfile sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla. Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño dijo:
«¡Pero si va desnudo!»
La gente empezó a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo. El emperador lo escuchó y supo que tenían razón, pero levantó la cabeza y terminó el desfile.
Exactamente el mismo fenómeno de esta fábula de H.C. Andersen, Gran parte del arte contemporáneo es eso: ideas trasnochadas basadas en el escándalo… ¡oh, que novedad, que revolución creativa! nada más que simple histeria y discurso atrapa-bobos. Si, los tiempos cambian, pero no por eso la mierda se convierte en almíbar, a punta de palabras.
Velher Sol de Oro
(…………………………………………………………………………..)
Verónica Alvarado
Me he quedado sin aliento, el artículo muestra un profundo desconocimiento de la historia del arte contemporáneo y de la historia del arte en general. El análisis del arte contenmporáneo depende más que de una serie de juicios arbitrarios y gratuitos como los que aquí se explayan. Si bien podemos hacer varias críticas a las causas, procesos y consecuencias del arte contemporáneo o incluso no estar de acuerdo con los mismos, me parece que partir del desconocimiento y la retórica fácil ante lo que no se comprende, no es el camino. Además,en este artículo se muestra una visión bastante contradictoria,se pretende acribillar al arte contemporáneo por ser elitista y se parte de una concepción del «verdadero arte», el que «sí tiene significado» «el que no es espectáculo» etc. visión que, a la vez, es totalmente purista y elitista. Preguntas para la reflexión: al titular el artículo «Contra el arte farsante» queda claro que el autor del artículo concibe que hay un arte que no es farsa ¿Cuál es el arte que considera no farsante? ¿Aqué le llama el autor «el verdadero significado del arte»? ¿Bajo qué óptica se dice que algo es o no arte?
Juan Escutia
Si yo hubiera aplastado (por descuido o incluso intencionalmente) esa caja de zapatos…¿Cuánto me hubiera cobrado el Museo o el artista? ¿Habría sido detenido, habría ido a la cárcel?
Rodrigo (Roy Baah)
»El arte no es un oficio; es la expresión de un sentimiento verdadero». León Tolstoi.
Esta es una de las mejores frases que he encontrado para poder explicar lo que es el arte.
El Arte es más que el virtuosismo, más que la perfecta síntesis de técnicas y métodos, más que un excelente diseño o una idea extravagante y bien concebida.
Debe de contener el espíritu del artista que hace al espectador cognocer la naturaleza humana, que es la suya misma.
Considero que el arte que vemos hoy en las grandes galerías y que se proclama a los cuatro vientos como lo novedoso, lo vanguardista y lo subversivo son sólo ocurrentes diseños, algunos excelentes, llevados a cabo de manera excelente. No más. en absoluto se pueden comparar con, por ejemplo, el sentimiento de divinidad, bíblico, de «La Última Cena»(nota: soy agnóstico y detesto las confesiones).
Eso es sólo un comentario. En cuanto al artículo: felicidades, es puntual y claro, y resulta una crítica que desde hace mucho quería escuchar.
PD. Seguro el General Kerenski tenía más sensibilidad artística que sus homónimos.
Sofja
Pobre Orozco, ni original es
http://en.wikipedia.org/wiki/Yves_Klein
**Lean la parte de «void»
Henry
Me gusto su articulo, desde mi poco conocimiento del arte actual he de decir que sin duda el que se paguen esas cifras ridiculas -por lo desorbitadas – por cosas que en particular no tienen mas valor que el que el artista le dio, me hacen pensar y reflexionar mas que con la propia obra y su supuesto mensaje, a veces solo conocido por el autor.
Entiendo que un artista – o asi los llaman- pueda utilizar una caja vacia, o una mierda de perro para encadenar un discurso el que sea, y que dentro de el contexto de un museo pueda tener un valor o servir para explicar algo, pero lo que no concibo y me muero de la risa es que un millonario de pocas neuronas y mucho dinero se compre esa caja vacia o esa mierda de perro por 1.000.000$ por ejemplo. Bueno seguro que piensan que es una buena inversion y seguro a tenor de el negocio que supone hoy dia el mercadeo de objetos cuasi-reliquias religiosas fetiches y demas aparatos. ¿Pero entonces donde quedo el arte si ni siquiera en el objeto queda nada, si no esta «bendecido» por la esencia de su creador digamos, si solo es una caja vacia que el artista» ni siquiera toco?.
Cheo Segura
Pues no le veo mucho sentido a este articulo, creo que es algo que ya todos saben. El arte como cualquier actividad humana, siempre se va a permear de lo que estamos constituidos, orgullo, miedo, ira, alegría, tristeza, etc. Y en esa permeación de sentimientos y emociones, se va creando un discurso que representa fielmente lo que somos, así que si un artista, se pavonea por darle un toque de divinidad a un pedazo de basura, no esta siendo blasfemo con el “sagrado arte” al contrario esa actividad fanfarrona y todopoderosa es parte del circo de la creación de lo necesario/no necesario llamado arte.
Y lo cual me lleva a pensar, ¿Qué tiene de malo?, si este artista, esta en su lodo, con la exaltación, de la convención creada por los críticos me parece bien, el arte tiene facetas y caras diversas, no todos son unos locos románticos, que viven y mueren en la pobreza como vangogh, y no todos están en el circulo que ya describiste, hay muchísimas capas e independientemente de que las principales puedan regirse de cierta manera, eso solo influye en los que no pueden ofrecer una contra parte original,
El arte desde lo mas básico es un sinsentido que se disfruta, y si no pueden navegar y disfrutar ese principio básico, mejor intenta exterminarlo quitándole todo el dinero a los artistas y compren un aparto que identifique a los artistas puros de corazon.
Parecen un reflejo de los retractores de los oscares, diciendo: la película que gano el oscar no debió ganar y la X película estaba mejor uy uy uy que injusticia, por ¡favor! a un buen director, le importa un demonio no ganar un oscar, y no se da golpes de pecho, simplemente sigue en lo suyo, un artista bien ubicado tampoco se da golpes de pecho por no estar en la meca del arte. Al entender que son campos distintos, ni siquiera se mal gasta el tiempo en tratar de enfatizar que uno esta mal y otro bien,
Parecen un reflejo de lo que critican.
anxova
Un muy buen artículo, el detalle de apoyar las tesis propias en textos de Baudrillard, todo un acierto. Publicamos con frecuencia desconocida una revista en PDF (Harte Contemporáneo)y nos gustaría poder citar al menos alguna parte del artículo. ¿Sería posible?
angel
muy buena critica objetiva y concisa,y bueno tarde o temprano el tiempo pondra todo el «arte» basura en su lugar.
Francisco Ledesma
Este escrito no aporta a la crítica de la obra de arte individual, sino al entorno que se teje alrededor de ella. No hay ni un indicio, algúna anotación que se refiera a un análisis estético y visual de las obras mencionadas. Se juzgan dichas obras no por su valor intrínseco sino a través de parámetros relacionados con el mercado del arte, lo cual no es discutible, pero para negar un trabajo artístico primero hay que comprenderlo y descifrarlo como lo que es: una obra visual, antes que una obra social. El artículo es pasable en cuanto al análisis de la situación del artista contemporáneo vinculado al mercado del arte y a la fama, pero falla al omitir un análisis del contenido visual y semiótico de la obra artística.
Nauyaca Morales
Felicidades.
Todo este trafalgar de artistas condechis que apuntan a este tipo de éxito basado en el escándalo ya nos tienen hasta al gorro a los supersersibles.
No le encuentro sentido a sus propuestas más allá del ego , el egoísmo, la insensibilidad, y a veces, la canallada.
Mejor que nos envíen un fax de sus ideas que ver sus obras, es un desperdicio innecesario de energía creativa de nuestra parte, y un abuso a nuestras mentes.
La creación, es otra cosa.
Ah, Ana Paula de la Torre,,,,eres imperdible, este articulo apunta hacia el sentido de las cosas, al papel del mercado en el arte, hacia una crítica social, y tu te pones a defender a los artistas como escolapia de escuela fresa. Ponte a leer , y no pretendas comprender al arte contemporáneo por haber ido a alguna exhibición de Orozco, tan de moda, valioso de por sí, y jamás se criticó su obra, sino el sistema en el que todos estamos metidos como consumidores, productores, y hacedores de lo que definimos o definiremos como arte-subjetividad pura.
Abur.
Ana Paula de la Torre
hayayayay, dispensen, el artìculo fue escrito por dos chicos y no por una chica, pues dos chicos, igualmente pienso que su crìtica es completamente superficial y ya no quiero ni investigar de ustedes porque seguramente se creen artistas, chafa artìculo, del mal
Ana Paula de la Torre
Voy a citar algunas cosas que tù dices y algunas cosas que yo digo,.
Tù; » el èxito es asì, una simple operaciòn de mercado»
Yo; » No mi reina, el èxito es traspasar a todos; incluso a las operaciones de mercados»
Tù; » Si el arte va por el rumbo fàcil y ya no requiere ninguna tècnica ni soporte conocido»
Yo; ¿Y? El objetivo del arte es sorprender!!. Lo que tù dices lo dicen las personas que tienen talento tècnico mi reina, pero que no saben trascender a la època, y por lo tanto no son artistas»
ya basta de criticar lo que se puso de moda, ahora eso es lo màs trillado, lo màs fàcil; pero esa misma crìtica que estàs haciendo tu mi reina, es la misma que les han hecho a todos los genios en todos los tiempos, sòlo que antes les lamaban locos y ahora les llaman comprados, ( cuando en el fondo es envidia!) no te digo que no haya los casos, pero no exageres, la Ping Pond Table, de Gabriel Orozco, merece incluso el apoyo de televisa, si es que en tu imaginaciòn logras ver la trascendencia de ese objeto que al parecer, no logras ver, porque està comprado…
Y otra cosa; «Del desarte, se puede hacer arte», asì que valora la » Caja de zapatos vacìa» que nos hace volver alos orìgenes, para luego volver a perdernos
Kerenski
Hola
La problemática planteada en el artículo no es novedad en el campo del arte, si no, ¿por qué pasó Vasari a la historia? En «Patronos y pintores: Arte y sociedad en la italia barroca», Francis Haskell, partiendo de documentos físicos, es decir, de casos concretos, hace ver como el gusto y la belleza que imperan en una sociedad, van ligados de manera directa con el mercado. Dicho de otra manera, quien paga la música manda el baile. Haskell hace un recuento de los artistas hechos por el papa en turno (no recuerdo el nombre) y deja en manifiesto cómo los gustos del mandatario se convertían en los gustos del pueblo también, le gustase a quien le gustase. Y si algún artista tenía mejor técnica, o propuestas más novedosas, igual quedaba fuera, pues el gobernante decidí quién sería EL artista durante su mandato. Y adión técnica, y adiós valor estético, y adiós habilidad, y adiós todo lo que uno pensaría que sería lo importante en la obra: hola negocio. Y de eso hace ya bastantito tiempo.
Tomando en cuenta lo anterior, no me parece nuevo que el éxito de un artista sea producto de la hablididad mercadotécnica de curadores y galeristas. De cualquier forma, a quien le interesa el tema, investigará más allá y tendrá su propio proceso de decantación en cuanto a gustos. Personalmente puedo decir que, a digferencia de millones de personas (que probablemente ni siquiera se cuestiones sobre el caso), encuentro infinitamente aburridas obras maestras como La Gioconda, La última cena, y miles más. En contraparte, encuentro intrigante y divertida la producción de otro tipo de artistas, tales como Cildo Meireles o el mismo pájaro, Orozco, y dada la tendencia a la desobjetualización de la obra de arte, creo que, sí, tiene «su chiste» la producción contemporánea. Y en ese punto, tomaría partida con Orozco. Las implicaciones son varias, y cada una es perfectamente discutible, pero en razgos generales, considero válida la posición de los artistas de dicha índole. En fin, como bien dice mi madre, en gustos se rompen géneros.
Saludos.
Elisa Urías
Esta bueno, el articulo.
Me gustaría ejemplos de lo que si consideran arte, coincido en varios puntos con uds. pero me gustaría saber que toman como arte de estos tienmpos.
A gabriel Orozco creo le hace falta proyectar mas intrsopección en sus obras para que realmente los espectadores podamos hacer una buena catarsis.
Cosa que ami en lo particular no me a pasado, ví su exposición en bellas artes nacional, muy respetable con cosas rescatable, a mi opinión, pero no hice catarsis, ni sentí venir ningún orgasmo, cosas que con otras piezas ya sean clásicas o contemporaneas si me ha pasado.
Es bueno, con ideas, pero me hñace sentir que vive mucho afuera y poco dentro de él.
José Luis Jiménez Barrera
Hola replicantes:
No coincido con su opinión sobre las piezas y los artistas mencionados en este articulo, el mercado del arte es quien ha convertido en fetiches a objetos que estoy seguro son completamente sustituibles para los artistas que los presentaron.
No hay forma de saber que al decidir colocar por primera vez una caja de cartón vacía en una galería el valor de esta aumentara desproporcionadamente a su valor original, ese es un fenómeno dado por circunstancias de mercado, quienes le ponen un precio y quienes deciden pagarlo, pero nadie está obligado a aceptarlo.
Considero que esas circunstancias son de alguna forma ajenas o periféricas a el lenguaje artístico en sí, pero si me lo preguntaran como artista es probable que yo aceptaría recibir una buena cantidad de dinero y exponer en MoMa si hay quien quiere pagar y quien quiere exponerme, sin embargo eso no debe confundir a los demás sobre las piezas artísticas expuestas caja de cartón nunca dejara de ser una caja de cartón es solo tal vez el medio del que un artista se valió para hablar sobre el espacio y la materia y no más.
RICH
Me parecen interesantes algunos puntos del tratamiento y crítica que realizan los autores contra el fenómeno Gabriel Orozco, figura que ha dominado el «nuevo arte mexicano» desde los años 90.
Lo que más criticable de su obra, a mi juicio, es precisamente el haberse ufanado en ser el primero en «tener los huevos» de realizar este tipo de piezas. Su caso, el «caso Gabriel Orozco» es justamente el problema del arte contemporáneo mexicano de lás últimas dos decadas: la ausencia de memoria (que no es «historicismo chafa» como él cree) en un mundo donde todo se vive y experimenta como un deja vú, a decir de Paolo Virno.
Así, como todo está hecho sólo queda, o bien, reciclar en un loop ad infinutm las tradiciones o vanguardias artísticas, o bien, estetizar lo cotidiano y hasta la propia mercancía. El problema, claramente, es que los primeros que se atrevieron a esto fueron otros (Warhol, Beuys, Duchamp, etc), y no Orozco. Inclusive en México, si queremos remitirnos a la génesis de el arte conceptual tendríamos que hacerlo a la generación de los grupos de los años 70’s y 80’s y a los artistas que de ahí se derivan: Ehrenbeg, Melquiades Herrera, Víctor Muñoz, etc., y hasta con Gurrola y demás banda de décadas anteriores.
Efectivamente, el valor del arte y la conformación del gusto depende de las épocas y la eticidad hegemónica de su tiempo, y lo que en una época no valía nada (los cuadros de Van Gogh, por ejemplo) hoy pueden venderse en millones de dólares. ¿Por qué sucede esto, o peor aún, por qué el artista aspira ya simplemente a esto, ganar becas, premios, ser parte de una galeria que venda en millones su obra? ¿Por qué la obra de arte genera tal plusvalor en el mercado actual y quién o quiénes se lo otorgan, y a qué interes de clase responde? Estas son sólo algunas de las preguntas que por supuesto, merecen una mayor crítica y reflexión.
Lo que no podemos permitir, en cambio, es realizar esta crítica sin argumentos de peso, partiendo del prejuicio, el ataque, la descalificación, la indignación moral, o de sentimientos mezquinos como la envidia, el resentimiento o la rabia personal hacia nuestros artistas, por malos o buenos que sean. (Vease el caso de Lésper y sus panfletos pseudocríticos).
En este sentido, aunque no concuerdo en varios puntos que habría que discutir más a fondo, me parece atinado el presente texto de Coria y Da Villa, retomando documentación, entrevistas, analizando el entorno social y la escena del arte mexicano, y apoyándose en la crítica de Baudrillard a la Transestética de nuestro tiempo.
Espero en lo futuro leer en Replicante más este tipo de textos.
Saludos
dante diaz
me gusta que se animan a estar fuera del status quo mediatico, chido!
Gilberto Ochoa
Opino lo mismo que Elizabeth, pero me gustaria ver alguna vez en Replicante un articulo sobre el arte que si vale la pena, algo debe haber por ahi, yo encuentro seguido cosas interesantes. Replicante muchas veces le hace a uno perder la esperanza en ciertas cosas, me gustaria una vez ver algo un poco mas positivo. Felicidades por el nuevo disegno del sitio!
Elizabeth
Bravo! … hasta que alguien abre bien la boca…! excelente articulo!