No es un secreto, John Lydon, mejor conocido como Johnny Rotten, es un tipo singular, inteligente, dotado de una personalidad sarcástica imbatible y energía inagotable. Lydon es un caso serio y prueba de ello es haber liderado a Sex Pistols, la banda que cambió el rumbo de la música popular desde 1976, siendo la punta de un movimiento que después se diversificó: el punk.
You never listen to a word that I said
You only see me
For the clothes that I wear
Or did the interest go so much deeper
It must have been
The colour of my hair
—Public Image Limited, Public Image, 1978
Mentor de Public Image Limited (o Public Image Ltd., o PiL), John Lydon supo edificar la más contundente evolución a los Sex Pistols en un proyecto que, por una parte, dejó en claro que, a diferencia de éstos, la composición musical sí era importante, hibridando cuanto género se atravesaba sobre todo de procedencia jamaiquina y africana, y, por otra, que las letras y la actitud seguirían siendo parte fundamental. Lydon no sólo se embolsó a la prensa y melómanos de todo el mundo, también volvió a influenciar a miles de músicos y artistas para expandir su abanico y hacer propuestas nuevas; lo hizo con los Pistols y con PiL lo volvió a hacer, en el post-punk se valía todo.
Enfadado con toda la situación mediática y la farsa en que se habían convertido los Sex Pistols a través de las extravagantes ideas e imposiciones de su manager, Malcom McLaren, recientemente fallecido, Lydon terminó con el grupo después de su famoso concierto en San Francisco en enero de 1978; se dice que sin un dólar en el bolso tuvo que negociar su vuelo de regreso a Londres con la compañía disquera, pasando antes a Jamaica, donde estuvo un tiempo disfrutando del reggae, el dub y otros sonidos que ya escuchaba desde hacía varios años. A su regreso a Inglaterra comenzó a ensayar con su amigo de la escuela Jah Wobble, quien imprimía gran fuerza en el bajo, influenciado evidentemente por el dub, al lado de Keith Levene (ex The Clash) en la guitarra y Jim Walker en los tambores. Con el paso de los años PiL se convertiría únicamente en Lydon y una alineación cambiante, además de diferentes invitados, por ejemplo, Bill Laswell, Ginger Baker (Cream), Ryiuichi Sakamoto y hasta el minucioso guitarrista Steve Vai, todos ellos colaboradores en su mayor éxito discográfico: Álbum.
Igual de irreverente que en sus años como Rotten, Lydon continuó siendo favorito de periodistas y seguidores de la música, al mismo tiempo que odiado y vituperado por otros. Curioso gesto sucedió con las nuevas generaciones de punks en los ochenta y noventa que no entendieron el trabajo de PiL, mientras Lydon se reía de las mutaciones que había tenido este movimiento y etiqueta musical en el mundo, afirmando que todo era una mala copia de lo que habían hecho él y un puñado de amigos, sentencia que hoy en día sigue sosteniendo, y más aún después de las constantes reuniones en vivo de Sex Pistols a partir de 1996. Lo que es un hecho es que PiL marcó un camino propio a través de una nutrida trayectoria llena de grabaciones de larga duración: First issue (1978), Metal box (1979), Flowers of romance (1981), This is what you want… this is what you get (1984), Album (1986), Happy (1987), 9 (1989) y That what is not (1992), yendo del sonido crudo del punk de los setenta a la cadencia dub, flirteos con la música disco, elementos electrónicos y algo que podríamos llamar free rock; así como constantes presentaciones en vivo por Europa, Estados Unidos, Japón y Australia entre 1978 y 1992, y una pequeña gira que los llevó a Brasil y Argentina, antes de poner en pausa el proyecto. Por cierto, este último año que estuvieron activos visitaron el legendario Iguanas de Tijuana en el inicio de una extensa gira por Estados Unidos.
Después de 17 años sin tocar el nombre de Public Image Limited, Lydon reunió a finales de 2009 a los antiguos miembros Lu Edmonds y Bruce Smith, junto con un nuevo invitado, Scott Firth, para realizar siete conciertos en Inglaterra. Posteriormente se anunció su participación en el peculiar (para algunos demasiado hamburguesero y comercial) festival Coachella, lo que trajo como consecuencia una gira con aproximadamente veinte fechas a lo largo de Estados Unidos, las cuales están realizando en este momento; en verano pisarán escenario en varios festivales de Europa y no dudemos que puedan hacer maletas para visitar antiguos amigos en Japón y Australia. Hace unos días Wenceslao Bruciaga, en la revista mexicana Día Siete, preguntó a Lydon si vendría a México y dijo que por supuesto, así que habrá que cruzar dedos para que alguna promotora se interese en un momento en el que el rollito trendy, comercial e insulso domina las carteleras.
Quizá si PiL visitara México aparecerían esos seres que a veces ya no salen de casa, al menos a los conciertos, esos seres incrédulos ante una reciente ola de músicos que se han fusilado a los más reconocidos grupos de finales de los setenta, agregando un tufillo pop simplón pero de gran pegada con las masas; que conciben los riffs como dinero y han sepultado el término “alternativo” por algo meramente comercial dominado por emporios, bajo la farsa de “independientes”. Y pocos seres no serían, como se ha visto desde el primer concierto de reunión hasta esta gira por Estados Unidos; porque a veces falta una dosis de crudeza, de irreverencia, de energía bien encaminada, a veces falta la libertad de discusión, de disertación… “Anger is an energy” (Rise, 1996) y que reciba un madrazo quien sea, de preferencia la industria musical de altas pretensiones financieras, esos impostores disfrazados de rockeros contra los que Lydon y cientos —miles de mentes creativas dirigieron su ira, pero aún siguen comiendo en caros restaurantes y bebiendo excelsos vinos y licores gracias al público más benevolente del arte: el de la música.
A la música, además de escucharla, hay que pensarla. ®
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