Picasso dio al arte un sentido original mucho más profundo que los mismos hombres primitivos pues acumula, junto al sentimiento natural del hombre que la civilización reprime, los conocimientos de esa cultura que Picasso supera, es decir, no la niega sino que la sobrepasa.
I. El genio
Picasso fue un artista que conoció las tendencias de su tiempo y las superó; se percató de la reducción que implicaba el arte del siglo XX y se negó a quedar reducido por una imposición de su siglo. Picasso quiso ser él mismo por encima de los convencionalismos y creencias del momento.Pero Picasso hizo algo mucho más terrible que superar las corrientes del arte o del pensamiento, Picasso superó la misma cultura. Picasso no retornó, como suele pensarse al ver una obra que recuerda la pintura infantil y que hasta él identificó con ésta, a una ingenuidad pueril. Lo que este genio hizo fue superar la conducta y el pensamiento del hombre civilizado. Llamarle viejo salvaje es hacer descripción sin alcanzar un análisis porque el viejo Picasso fue el más jovial de los silenos que la historia haya podido conocer. Picasso dio al arte un sentido original mucho más profundo que los mismos hombres primitivos pues acumula, junto al sentimiento natural del hombre que la civilización reprime, los conocimientos de esa cultura que Picasso supera, es decir, no la niega sino que la sobrepasa.
Picasso recupera para el arte el sentido original del término estética, que no es el de la belleza sino, como Hegel nos enseña, el de la ciencia de la sensibilidad. Y en eso consiste la obra tardía del genio, en ofrecernos abiertamente sus sentimientos, los sentimientos del hombre universal en que ha llegado a convertirse, a partir de una naturaleza que buscaba ese origen, y nos devuelve el arte a la esencia del arte cuya misión es enseñar intuitivamente la naturaleza del hombre y, por eso, es genial.
Picasso se liberó de las normas y convencionalismos que la sociedad enseña al hombre para que deje de ser hombre y se convierta en animal domesticado.
II. El expresionismo
Sobre este periodo final de su obra debemos hacer referencia, además del contenido, a su forma para explicar su particular expresionismo tardío y veremos cómo ambos aspectos poseen unidad. Lo primero que debemos analizar es el expresionismo para tener una idea de su significado.
En la pintura se distingue el color, la línea y la forma y, también, es posible hacer esta distinción en el modo de ejecución de la pintura. Así que es un resultado lógico que en la forma de representación haya variaciones que acentúen cada uno de estos aspectos. La forma se alcanza mediante la unión de la línea y el color y es el logro que muestra el arte clásico. Pero dentro del arte podemos ver tendencias hacia la línea, hacia el color o, como decimos, hacia la forma.
Creo que era Miles Davis quien esperaba de los músicos que tuvieran voz propia. Toda manifestación del individuo se realiza con su estilo personal, pero ese carácter personal no debe acentuarse hasta convertir a la persona en una representación de sí misma. Se debe evitar la caracterización.
Schopenhauer, en su obra principal, nos dice, sobre la representación de los individuos, que éstos deben contener dos aspectos, el carácter de la especie y el carácter individual. Y, con buen criterio, que un individuo sin cualidades personales corre peligro de caer en la insignificancia. Y también nos dice que una acentuación de los rasgos personales produce la caricatura, que consiste en perder de vista la configuración natural del hombre remarcando lo característico de un individuo.
Podemos aplicar este criterio de Schopenhauer a la ejecución de la pintura para indicar que una técnica que acentúe en exceso la definición de líneas acaba por trasformarse en dibujo técnico, que una ejecución que alcance la perfección del trazo se asemeja a una fotografía y la que resalte los trazos por encima de la figura representada acaba por perder el fin de la representación para ser ella misma el fin. El expresionismo exacerbado es, en cuanto técnica de ejecución de los trazos de representación, una caricatura de la realización.
Creo que era Miles Davis quien esperaba de los músicos que tuvieran voz propia. Toda manifestación del individuo se realiza con su estilo personal, pero ese carácter personal no debe acentuarse hasta convertir a la persona en una representación de sí misma. Se debe evitar la caracterización. Pero el fingimiento está aceptado en una sociedad en la que se ha negado la naturaleza del hombre y ha sido sustituida por una caricatura del hombre según normas sociales, entonces, la apariencia está más aceptada que la verdad.
Vemos como algunos famosos cantantes que poseen un estilo personal muy acentuado, cuando cantan a dúo con alguien que carece de un estilo marcado, resultan menos atractivos que éstos y, en cambio, se aprecia en la figura secundaria una mejor adaptación de su ejecución a la idea de la melodía, es decir, que se ajusta mejor a la técnica y, en cambio, la figura principal la pretende superar para expresar sus cualidades personales según el gusto de su tiempo y utiliza la canción para lucimiento de su estilo en lugar de utilizar su voz para ejecutar la obra. Lo mismo se aprecia en las actuaciones de algunos actores tanto noveles como en otros de gran prestigio y, en ambos casos, parece que entienden que sobreactuar es realizar una actuación superior.
Sin embargo, éste no es el caso de Picasso. Este genio no cae en la caricatura, no pierde de vista su objetivo, pero tampoco los medios de que debe disponer, pues bien sabemos que dispone de muchos, pero sabe que debe rechazarlos en este momento pues, al igual que el hombre primitivo, Picasso rechaza deliberadamente las técnicas de representación que la cultura ha desarrollado porque Picasso quería estar por encima de toda esa fanfarria de la civilización y realiza una representación intuitiva, irracional. Picasso era un hombre, era, por lo tanto, autónomo y se sabía autónomo.
III. Conclusión
La relación que podemos establecer entre la obra de Picasso y de nuestros primeros ancestros es que los hombres primitivos trataban de sus temores, de sus deseos y de sus creencias, trataban de sus ideales; en cambio, Picasso, con todas estas cuestiones superadas, trata de los fenómenos y hace con su obra un canto a la vida.
La falta de consideración de la obra tardía de Picasso se debe a que ha sido analizada por hombres de un tiempo que poseen un pensamiento científico y esos hombres modernos y orgullosos de serlo no saben apreciar obras con un contenido no científico. La fe ciega en la razón ciega el entendimiento, por eso, estos hombres racionales aprecian el arte cuanto más conceptual sea y relegan el arte cuanto más figurativo se muestre, aunque se trate de las expresiones más sublimes que ha realizado la humanidad. Pero, como sabemos por los antiguos, lo igual sólo es conocido por lo igual… aunque Nietzsche todavía se atreve a corregir a los antiguos. ®