El ángel terrible de la web

La crítica de cine en internet

Internet proporciona horizontalidad entre el cine y el cinéfilo, es mucho más próximo y enriquecedor. El crítico de cine tendrá que ser humilde y soportar más al otro lector y, tal vez, responderle (llama la atención que varios críticos de cine no se asoman ni por equivocación al Facebook o el Twitter).

Si nos aceptásemos a nosotros mismos tan plenamente, la obra de arte, el entero mundo del arte, de hecho, moriría de desnutrición.
—Henry Miller, Sexus

El cine con internet

Internet se fue metiendo rápidamente en mi vida. El correo electrónico en el año de 1997, cuando en las clases de computación de la universidad abrí mi primer Hotmail. El blog a finales de 2004, donde cubrí festivales de cine. El Messenger, con el que obtuve el pase de entrada para más adelante laborar en la página de Presidencia de la República como editor durante cuatro años en el sexenio que ahora se termina. Las redes sociales como espacio para reír y debatir. Las revistas electrónicas donde ejerzo el periodismo “digital” y la pelea por sostener una pequeña revista electrónica con temas sociales y culturales de cuyo nombre ahora no quiero acordarme. El texto puede comenzar por una nota en mi libreta, luego un tuitazo, pasar a una publicación en Facebook, ampliarlo en el blog, brincar a una revista electrónica y tal vez terminar en un libro, ya reposado y expuesto a la crítica en línea.

Durante mi paso por la cinefilia activa he tenido la oportunidad de conocer a varios especialista en cine, como Carlos Bonfil, Luis Tovar, Gustavo García, Perla Schwartz, Rafael Aviña, Ernesto Diezmartínez (y su blog), Sonia Riquer, José Luis Ortega, Fernando Bañuelos, Sergio Raúl López y, por supuesto, Jorge Ayala Blanco, ese maestro de la crítica fílmica mexicana.

En algunos de ellos, que escribieron para la revista Cine Toma en el número de mayo-junio de 2011, dedicado a la crítica cinematográfica con el título de El ojo escrutador. La crítica incómoda, he advertido ciertas incomodidades cuando se refieren a internet. Aquí algunos ejemplos.

Jorge Ayala Blanco, crítico en El Financiero, dice: “Esta idea de que la crítica de cine va a morir porque ya la opinión está acaparada por las redes sociales, el twitter, los blogs, etcétera, es para mi gusto una falacia. Porque finalmente lo que hacen es, sí, una aparente democratización de la opinión pública crítica, pero la falacia es ésta: ya no voy a leer al crítico profesional porque en los blogs y en twitter voy a encontrar la opinión de mis pares, de la gente que piensa como yo”.

Carlos Bonfil, crítico de La Jornada: “El acceso generalizado a la información en internet, la proliferación de blogs y el auge de la mercadotecnia ha democratizado (trivializado) un oficio antes muy profesional y elitista, y los diarios no requieren ya de los viejos críticos en sus páginas. […] Los jóvenes cinéfilos buscan crecientemente la complicidad de otros jóvenes que escriben en la red y que no están sujetos a restricciones de espacio ni a rutinas académicas ni a la amenaza de una jubilación forzada. Poco parece importarles que los comentarios a los que tienen acceso en la red carezcan de rigor crítico o elegancia estilística. Aprecian la novedad, el alarde narcisista, el espejo gratificador, están convencidos de que el cine moderno, el que verdaderamente importa, nació al mismo tiempo que ellos, y que toda referencia anterior, por ilustre que sea, es verificable en dos minutos a través de Wikipedia”.

Gustavo García, crítico de la revista Nexos: “El medio de la crítica se ha renovado, pero no se nota. Se pueden detectar algunos opinadores interesantes pero hasta el momento no he encontrado alguno con las características de antaño; hay algunos, sobre todo en internet, que dan opiniones interesantes, pero que no dejan de ser recomendaciones; el problema es que están demasiado de rodillas ante los distribuidores, porque les preocupa que ya no los inviten a la siguiente función de prensa”.

Fernanda Solórzano, crítica de la revista Letras Libres: “Se ha dado mucho camino a la improvisación, gente que no sabe ni escribir se siente ya crítico de cine más ahora por los blogs”.

Luis Tovar, crítico de cine de La Jornada Semanal: “En materia de una muy entrecomillada crítica de cine, hasta el más chimuelo masca tuercas: basta y sobra con disponer de un blog ad hoc, visitando mínimanente por parentela, cuates y uno que otro despistado, una plantilla más o menos dotada de contactos feisbuqueros o unas pocas decenas de followers tuiteros, para que el ‘crítico’ sienta inflamado de dicha su ego y a sí mismo se endiose, convencidísimo de que lo suyo sí es crítica, y de la buena y vanguardista, y rompemadres, no como la de esos ruquitos, amargados y rolleros que publican en periódicos y revistas de güeva”.

Finalmente, José Luis Ortega, crítico del sitio Cinefagia: “Quienes estamos en el ajo tanto del cine como de la red electrónica tendremos que aceptar que en el ciberespacio mexicano nos enfrentamos a blogueros, tuiteros y feisbookeros que, intentando hacerse los interesantes o los chistosos, postean a diario comentarios ‘críticos’ que resultan insultantes para los lectores que buscan en internet una opción seria”.

Internet es un espacio de libertad, muchas veces con poco rigor, cierto, pero ¿cómo se puede adquirir el rigor sino es mediante la libertad y la crítica? Noto cierto temor, en general, a que la crítica deje de ser vertical y totémica. Carlos Bonfil, ese hombre puntual al hablar, amante de su privacidad y del cine, sonriente y directo en sus comentarios, ha dicho que en la crítica cinematográfica en México “hay una suerte de gerontocracia”; creo que con internet esto se está terminando.

Jorge Ayala Blanco ha señalado que de la crítica de cine no se vive, y así han pasado más de cuarenta años. Me perturba que diga que lo que se escribe de cine en internet no vale y que con el paso de revistas de cine a este medio —como la argentina El Amante— dejen de ser revistas para convertirse en otra cosa, y que en México sólo existen tres revistas de cine.

Así lo señaló en la presentación de la revista Icónica el 15 de agosto, donde enfatizó que de internet sólo revisa tres espacios —no sabemos cuáles— y que el cierre de El Amante en su edición impresa hace que se pierda la esencia de una revista, que es “sudarla”.

Mirar a internet como un espacio que reduce la crítica a meras reseñas y estrellitas es un prejuicio a una herramienta que no está limitada por el espacio, tampoco por los compadrazgos, menos por las ganas de publicar. El espacio está ahí, cada cual lo utiliza según sus necesidades, sus conocimientos, sus filias y fobias.

Estas opiniones de Ayala Blanco no dejan ver que internet también es un espacio de riqueza y de aprendizaje continuo, que además de intentar llegar a nuevos lectores, no sólo de libros o revistas, va directamente a los que consumen películas.

Las opciones que ofrece internet son infinitas y quien se niegue a no mirarla de frente está cerrando los ojos a las inquietudes de las nuevas generaciones. Las ideas puristas de la crítica y la realización cinematográfica tendrán que saltar el rubicón, pues buenas y malas críticas las hay hasta en las mejores revistas de papel o en línea.

Vaya paradoja, a Jorge Ayala Blanco ya podemos leerlo en internet desde hace unas semanas en el sitio del diario El Financiero. Ahí podemos sudarlo, padecerlo o disfrutarlo. Otra paradoja es que si alguien podría representar lo que es internet es precisamente Ayala Blanco. En la red el trabajo es un proceso continuo, que se parece mucho al de su crítica reunida en su treintena de libros sobre cine y en los que juega muy en serio con las palabras y la cinematografía. Sigo esperando un sitio que podría llamarse Ayalismos, donde pudiésemos ver su obra completa, un Aleph del cine mexicano visto a través de los ojos de ese crítico imprescindible.

Internet proporciona horizontalidad entre el cine y el cinéfilo, es mucho más próximo y enriquecedor. El crítico de cine tendrá que ser humilde y soportar más al otro lector y, tal vez, responderle (llama la atención que varios críticos de cine no se asoman ni por equivocación al Facebook o el Twitter). Las palabras de Luis Tovar, por ejemplo, anulan las posibilidades: “Cuánto bien les haría desasnarse siquiera un poco pero, bajo el amparo barato de que vivimos en la ‘edad de la imagen’ o en la ‘era de la velocidad’, para el ‘crítico’ y sus fellas, leer parece un crimen de leso anacronismo, por más que se contradigan cuando uno escribe y otros leen. Ah, pero eso sí, nomás poquito; si se puede, solamente lo que cabe en un tuitazo”.

Será por eso que, como afirma Arturo Aguilar, ¿la crítica cinematográfica en México no goza de un reconocimiento social definido ni de un espacio importante dentro del ejercicio periodístico actual? Más adelante él, crítico de Reporte Índigo, en su artículoUn oficio de dificultades”, publicado en ese mismo número de la revista Toma, escribe: “El desarrollo tecnológico permite que actualmente cualquiera tenga al alcance de un clic reseñas y análisis de todo el mundo sobre tal o cual filme, las nuevas generaciones de críticos en México deben proponer una relación horizontal entre crítico y lector, un trato de iguales donde el que ha acumulado mayores conocimientos y referencias cinematográficas por su labor profesional se comprometa y guste de compartir esos elementos para que el cinéfilo no profesional pueda disfrutar de mejor manera la experiencia de ir al cine y de observar y analizar una película”.

Mirar a internet como un espacio que reduce la crítica a meras reseñas y estrellitas es un prejuicio a una herramienta que no está limitada por el espacio, tampoco por los compadrazgos, menos por las ganas de publicar. El espacio está ahí, cada cual lo utiliza según sus necesidades, sus conocimientos, sus filias y fobias. Hay muy buenos esfuerzos como los sitios mexicanos Butaca Ancha o Cinefagia. El Amante ahora es un sitio en la web, y sin ella la veinteñera publicación hubiera desaparecido. Tal como lo expresa su editorial de finales de 2011, cuando decidieron que a partir de marzo de este año ya no saldría más en papel: “Sacarse el corset del papel —una vez realizado el duelo— termina siendo una experiencia liberadora […] Abandonar el papel es una decisión con más dificultades sentimentales que prácticas. La mística de tener la revista en nuestras manos, una vez al mes, acariciarla y sentirle el olor es irremplazable. Sin embargo, todo cambia, y estar atentos ante las señales de renovación es parte de la tarea de un editor. La nueva etapa será tan o más rica y fructífera que ésta que termina. Como dijimos, éste será el anteúltimo El Amante en papel. A mediados de febrero editaremos la última edición física, con el consabido resumen de estrenos del año y las notas habituales”.

El 7 de mayo, Sergio Raúl López, editor de la revista Toma Cine para el diario El Financiero, conversó con Jorge García, fundador y crítico de El Amante. “El Amante no venía de la crítica cinematográfica, por lo que fue un fenómeno muy particular ya que sus fundadores, Quintín y Noriega, uno es profesor de matemáticas y el otro biólogo. Eran tipos que les gustaba el cine y que un día decidieron que querían hacer una revista de cine. Hay fenómenos así, es probable que haya salido en el lugar y en el momento justos”.

¿Cuántas buenas ideas se perderían si sólo fueran publicadas en revistas “prestigiadas” o en periódicos donde no necesariamente están los mejores, sino los que tienen los contactos suficientes, ya por su apellido o nivel socio-económico? El tren digital se aproxima a toda velocidad y en pocos años llegará con todo, estemos o no preparados para ello.

La poscrítica, hija legítima de la posmodernidad

Ana Sedeño Valdellós escribe un ensayo sumamente interesante en referencia a los cambios que vive la crítica cinematográfica a partir de la llegada de internet. Su título: “La crítica cinematográfica en crisis. Nuevos conceptos y prácticas en la red”. En él explica que la desaparición de cierta tradición cinéfila, como la de la revista Cahiers du Cinema, “ha dado paso a una generación donde las nuevas tecnologías parecen democratizar la escritura sobre cine”. Para la analista, la crítica cinematográfica vive un momento de esperanza y renovación “gracias a las herramientas que provienen de la web y como consecuencia de la revolución que el espectador/lector como creador está protagonizando”.

La poscrítica es hija legítima de la posmodernidad, cita Sedeño a Frank Padrón Nodarse, y advierte que los nuevos críticos de cine están desarrollando su carrera en un contexto distinto, que es el de internet. “Este medio es un espacio de libertad que derriba fronteras, que saca a los críticos de su supuesto aislamiento/soledad y en el que, por primera vez, conviven el cine y los críticos. Este contacto y sentimiento de comunidad permite que la crítica aprenda de otros territorios y ha terminado con el centralismo de la crítica en papel”.

Ahí mismo cita al crítico Adrian Martin, quien señala que la crítica de cine ha dejado el centralismo de las grandes metrópolis, donde sólo eso era denominado como “cultura”, porque ahora, cada vez mucho y mucho más, la crítica es ambulante o nómada.

«Las tendencias para la realización de crítica cinematográfica son el collage o ensayo en imágenes y el video-ensayo, los cuales, evidentemente, ya no son el formato tradicional, sino las nuevas formas de evaluar y abordar los textos fílmicos, a través de formatos únicamente posibles a través de la inserción de estos análisis en una pantalla».

Sedeño Valdellós se muestra optimista e interesada en ello, ya que “posibilita que cualquier usuario pueda expresarse en la red, compartir y contrastar su propia opinión e incluso otros usuarios puedan aprender de lo que se cuenta. Estos usuarios abarcan todo tipo de temas, incluido el cine. Por eso en la red encontramos diversas páginas, como revistas online o blogs donde el usuario o el propietario de la web manifiesta su opinión y se convierte en crítico de cine, ayudándose de la sinopsis, tráilers o fragmentos de la película, fotogramas de escenas e, incluso, en revistas online, aparecen entrevistas a los directores, actores… Además el lector puede comentar, dar su opinión acerca de la crítica y aportar nuevos detalles o curiosidades”.

Explica la profesora que las tendencias para la realización de crítica cinematográfica son el collage o ensayo en imágenes y el video-ensayo, los cuales, evidentemente, ya no son el formato tradicional, sino “las nuevas formas de evaluar y abordar los textos fílmicos, a través de formatos únicamente posibles a través de la inserción de estos análisis en una pantalla. Nacen, así, modalidades como los vídeos de autor o scratch de películas, los videoensayos… y muchos más que hacen de la crítica de cine una especie de diario cinéfilo en permanente work in progress”.

En esta misma revista Replicante podemos ver algunos de ellos, como la reciente videocrítica que realizó Alfredo González Reynoso sobre la película Colosio, el asesinato, de Carlos Bolado. En ella el crítico se pone frente a una cámara y va desmenuzando ese filme. Aunque el video cuenta con pocos elementos que enriquezcan los argumentos que va dando González Reynoso, como imágenes de apoyo, lo importante es que lo puede producir con pocos recursos y montarlo en YouTube. Así vemos una videocrítica con un formato que me recuerda las explicaciones en los programas de cocina.

El diario cinéfilo en permanente work in progress

En su breve libro Taller de cinefilia [Paidós, 2006], el crítico de cine Felipe Coria apunta que “El reto para el cinéfilo del tercer milenio es diferenciar lo entretenido de lo esencial y descubrir la novedad en la abundancia que se vuelve repetitiva […] El buen cinéfilo tiene que estar preparado para diferenciar el oro de la basura. Ésa es la tarea”.

El relato fílmico, subraya Coria, se transforma con cada avance tecnológico llevándolo a un callejón sin salida, que es el territorio digital. Además, que “El neorrelato fílmico crea imágenes que viven en metamorfosis manipulada digitalmente. La cultura visual insiste en hacer asequible cualquier imagen, por compleja e inverosímil que se la conciba. La cultura visual de hoy sabe que el cine no le basta por sí mismo. Que requiere de una computadora, donde pueda crear plásticamente como nunca antes, haciendo maleables imagen y contenidos, obligándola a que sea signo, significado y significante”.

Diego Bonilla, quien es miembro de la Red Iberoamericana de Narrativas Audiovisuales y que imparte cursos de alfabetismo digital, programación multimedia avanzada y un seminario de investigación a nivel posgrado sobre el impacto de internet en la sociedad, dice que la relación entre internet y el cine, por lo menos desde la creación, no desde la exhibición, será transformativa: “Vamos a vivir una época fantástica en la que veremos cosas visuales más allá de nuestra imaginación”. El periodista Mauricio Matamoros, en “Cinefilia en la era del clon” [Toma, julio de 2010], vaticina que para 2013 el cine perderá “su carácter místico de la sala de proyecciones convertida en un santuario, para transmutarse en un vacuo y pueril pasatiempo de televisión satelital o de tráfico informal”. Al final de su disertación añade que “En el siglo XXI cualquiera puede ser crítico, programador y hasta director de cine. Cualquier DVD puede ser original o un clon. La tecnología ha tirado barreras y, entonces, lo único que queda es la integridad que como espectador decida construirse. El cine del siglo XXI, ofertado en cada esquina, ha traído confusión”.

En Sexus (1949), de Henry Miller, un hombre que está a punto de cumplir 33 años expresa una idea que me remite a lo que puede estar sucediendo en Internet: “Cualquiera de nosotros se mueve sin pies por lo menos unas horas al día, cuando tiene los ojos cerrados y el cuerpo tendido. Llegará un día en que el arte de soñar despierto estará al alcance de todos los hombres. Mucho antes de eso dejarán de existir los libros, pues cuando los hombres estén bien despiertos y al tiempo soñando, su capacidad de comunicación (entre sí y con el espíritu que mueve a todos los hombres) se incrementará tanto que la escritura parecerá como los broncos y estridentes chillidos de un idiota”. ®

Compartir:

Publicado en: Cine, Septiembre 2012

Apóyanos:

Aquí puedes Replicar

¿Quieres contribuir a la discusión o a la reflexión? Publicaremos tu comentario si éste no es ofensivo o irrelevante. Replicante cree en la libertad y está contra la censura, pero no tiene la obligación de publicar expresiones de los lectores que resulten contrarias a la inteligencia y la sensibilidad. Si estás de acuerdo con esto, adelante.

  1. José Antonio Monterrosas Figueiras

    Hola, Kubli, yo sí me quedo con una duda, o varias: ¿qué tanto la palabra cineclub representa las inquietudes de las nuevas generaciones? ¿Hay una renovación, redefinición, reconfiguración, transformación, diversificación o tenderá a desaparecer con la Internet o por el contrario hay un resurgimiento? ¿Me inquieta saber qué impacto tienen con las redes sociales? ¿Cómo se estan apropiando los cineclubes socialmente? Me preocuparía que la palabra «cineclub» alejara a las personas porque piensen que es un espacio casi parroquial en los que sólo se ven películas para gustos muy selectos y que no cumplan con una labor de acercar a mucho más personas. Es lo mismo que pasa con el término crítico de cine, cargar esa sotana está pesadito. Ojalá pronto pueda estar en Morelos para conocer tu labor. Gracias por tu comentario y mira, te comparto este texto que aunque no habla propiamente de los cineclubes toca el tema de los «nuevos públicos» https://revistareplicante.com/de-festivales-critica-y-cine-digital-iii/

    Abrazos

  2. Excelente el articulo… Alguien me puede recomendar algun sitio o cineclub mexicano, bien sea en internet o en algun espacio determinado. Gracias

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *