Todos los días reviso las noticias en internet y se me revuelve el estómago al leer titulares como éste: “Un hombre mata a su pareja embarazada en Barcelona, pero logran salvar al bebé”. Uno pensaría que ya no deben pasar cosas como ésa, que estamos en pleno siglo XXI, que la violencia doméstica es inadmisible y debe ser duramente castigada. Sin embargo, la realidad es otra. Muchas veces las víctimas callan, justifican al agresor e incluso llegan a pensar que se merecen ese destino. Otras veces, hartas de su situación, deciden tomarse justicia por propia mano, a sabiendas de que el castigo para el verdugo (si lo hubiera), será ínfimo y ellas tildadas de provocar el maltrato.
Femenino criminal (Suma de Letras, 2009), de Josu Iturbe (Bilbao, 1964), muestra las historias de ocho mujeres que decidieron pasar de víctimas a victimarias. Exento de una visión simplista, narra sus motivos y el cómo decidieron vengar su infamia, ya sea materializando ellas el crimen o a través de un tercero.
El volumen abre con “Querida Marlén”, cuento narrado a dos voces: la del policía enamorado de Marlén, una prostituta sudamericana cuyo pueblo ha sido devastado por los militares, abandonada por su padre, y una en tercera persona gramatical. La chica enloquecerá tras atender a su padre, que descubre su identidad ya muy tarde.
En “Gloria, Gloria… ¡Aleluya!” la protagonista, Gloria, es un ama de casa cuya autoestima es casi nula debido a las humillaciones y golpes propinados por su marido, a quien deberá eliminar del modo más insospechado. “Laura, Laurita”, acaso uno de los mejores relatos, cuenta las peripecias que una joven madre soltera pasa para sobresalir en el periodismo. Ella se encuentra preparando un libro sobre mujeres criminales y se entrevista con doña Justa, asesina a sueldo, a quien ha de requerir tras el abuso sexual a su pequeño hijo.
“Ana y el señor V.P.H.” aborda la vida de otra ama de casa, cuyo marido la infecta de papiloma, como si no fuera ya bastante nefasta su relación. Él no imaginará cómo ella ha de cobrarse tal ignominia. “Elena sin Hache” será culpable de la desconexión de su padre canceroso, a quien guarda un inmenso rencor, pese a nunca haber sido sobajada por él. Ella guarda en secreto su homosexualidad, que no termina de asumir.
En “Las dos Dolores”, Dolores madre paga una condena por el asesinato de su esposo, a quien en realidad mató el hijo menor. Dolores hija se vengará de su hermano, que ha ocasionado la desgracia familiar. “Fermina, doméstica” es una bella sirvienta, amante de su patrón, que detesta a su mujer y a sus hijos, por haber tornado el hogar un calvario. Fermina, solícita como siempre, le ayudará a deshacerse de ellos.
“Susi” es el último relato, por demás impactante. Jorge, exitoso poeta que recientemente ha enviudado, añora a Susana, amor juvenil, con quien buscará reencontrarse, ignorando la tragedia que él mismo causó tras abandonarla y que recibirá, después de tantos años, su merecido castigo…
Iturbe nos hace encariñarnos con estas mujeres criminales, desesperadas ante una existencia miserable. Les da un rostro a través de las ilustraciones que él mismo ha hecho y que nos las vuelven todavía más cercanas; que tornan vívido ese dolor que las llevó a hacerse justicia por propia mano. ®