El proyecto Walk in closet nace cuando me convierto en una trabajadora que cruza todos los días “la línea” entre Tijuana y San Diego y contemplo los contrastes de un paisaje postindustrial con sus excesos de consumo, y otro paisaje subdesarrollado con su cultura del reciclaje.
La compra y venta de ropa de segunda es un comportamiento cotidiano de los tijuanenses. La instalación para exhibir cada prenda reciclada en las bardas, rejas y fachadas de las casas se vuelve un performace social que se observa por toda la ciudad.
En Walk in closet el acto de representación en los objetos contiene una tensión de identidad fronteriza; la ropa como existencia cotidiana es un simulacro humano de pertenencia a sí mismo. Las imágenes que presento buscan resignificar la indumentaria como huella arqueológica, símbolo social, anécdota, pose, textura, presencia y espectáculo en el paisaje urbano de Tijuana.
Después de trabajar en otros proyectos durante más de diez años sobre paisaje-naturaleza procesual y materiales efímeros en el desierto de Baja California, decidí cambiar de escenario y de formato fotográfico —de 35mm a 120mm— como un reto personal con la geografía sentimental que habito. Así, ensamblo nuevamente el paisaje como contexto visual de la experiencia, usando la forma, el medio y el lugar como soporte.
El proyecto Walk in closet nace cuando me convierto en una trabajadora que cruza todos los días “la línea” entre Tijuana y San Diego y contemplo los contrastes de un paisaje postindustrial con sus excesos de consumo, y otro paisaje subdesarrollado con su cultura del reciclaje.
El título del proyecto —Walk in closet— subraya una paradoja con el contexto que me remite aquella descripción de Italo Calvino en sus Ciudades invisibles: “El ojo no ve cosas, sino figuras de cosas que significan otras cosas”. ®