El miércoles 3 de diciembre el inmenso Martín Caparrós pasó a la recepción para que le entregaran copia de su llave, y al momento de solicitarle la identificación se molestó notoriamente y le preguntó al recepcionista si no sabía quién era él. Añadió que era una falta de respeto pedirle identificación. El argentino del mostacho fue por un periódico, regresó al mostrador y se lo aventó.
El muy premiado y nunca suficientemente reconocido periodista argentino Martín Caparrós estuvo la mañana del domingo 7 de diciembre en el Auditorio Juan Rulfo de la FIL de Guadalajara en primera fila para escuchar, conmovido, las palabras de esperanza del presidente bonachón del Uruguay, José Mujica, ante tantas injusticias en el mundo —sobre todo en Latinoamérica. El mandatario recibió el galardón Corazón de León por parte de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU).
Ese escritor que nos trajo un libro para la FIL 28 en la que indaga sobre el hambre en el mundo. El hambre que sentimos y saciamos tres veces al día contra el hambre de un mundo de diferencias y desigualdades. “Una crónica que piensa, un ensayo que cuenta, un manifiesto que denuncia”, se lee en el sitio de la editorial Planeta.
Podría decirse que es el libro de un samaritano, de un alma de dios. Por eso nos sorprendió que la conducta del prestigioso autor con el personal del hotel Hilton, donde se hospedaban decenas de asistentes a la mayor feria del libro del mundo, no pocos de ellos de mucho lustre.
Podría decirse que es el libro de un samaritano, de un alma de dios. Por eso nos sorprendió que la conducta del prestigioso autor con el personal del hotel Hilton, donde se hospedaban decenas de asistentes a la mayor feria del libro del mundo, no pocos de ellos de mucho lustre.
El miércoles 3 de diciembre el inmenso Martín Caparrós pasó a la recepción para que le entregaran copia de su llave, y al momento de solicitarle la identificación se molestó notoriamente y le preguntó al recepcionista si no sabía quién era él. Añadió que era una falta de respeto pedirle identificación. El argentino del mostacho fue por un periódico, regresó al mostrador y se lo aventó. Le dijo que leyera quién era él y que, por el contrario, debía de ser el empleado —Carlos Ávila— quien tenía que mostrarle una identificación porque él estaba dejando objetos de valor en la habitación. Se le pidió al cronista una firma en el registro, a lo que se negó mientras insultaba con palabras altisonantes a Ávila; añadió que le iba a dar unas “trompadas por la falta de respeto”. Al tratar de entregarle la llave se la quiso arrebatar y aventó el monitor de la computadora.
En otro momento, ese mismo día, Caparrós había tenido otro incidente al pasar a la recepción a recoger un libro que le dejaron. Por supuesto, la rutilante estrella del sur se molestó con la recepcionista cuando ésta le pidió su identificación. Se le explicó el procedimiento para entregar paquetes a los huéspedes, pero a Caparrós eso no le importó; le arrebató el libro a la chica diciendo que él era él —¿quién más podía ser él? Caparrós le arrojó a la cara un palillo que traía en la boca y la aventó contra la pared. Un empleado de seguridad acudió al llamado de la recepcionista y Caparrós se alejó. Un patán que seguramente nunca pasará hambre. Queda la duda… ¿qué sucederá cuando sea terriblemente famoso, y hasta le den el Nobel? Mientras tanto habrá que acusarlo con Mujica, ¿no? ®