La mirada de un gorila

Entrevista con Nilton Santiago

“Quizás de eso esté hecha mi poesía, de la inutilidad que nos humaniza, de partes que la normalidad desecha.”

Santiago, Nilton Santiago.

Adora a los antihéroes, y también le gusta la buena cumbia. Nilton Santiago es peruano, y aunque desde hace un buen tiempo vive en Barcelona cuando puede se refugia en restaurantes de su tierra para saborear aquello que se aproxime al ceviche hipnótico que elaboraba su padre. Entre sus mejores recuerdos destaca las mañanas domingueras cuando desaparecía de la vista de su abuelo, porque “antes de comer me hacía leer en voz alta el editorial del periódico”, y para evitarlo Nilton se refugiaba en la biblioteca de casa donde mataba el tiempo jugando a la vida con sus amigos imaginarios que vivían entre los libros.

Un día, aburrido, sin saber, abrió un camino nuevo porque se topó con una mágica revelación: un poema de José María Eguren. “Entonces quizás me despertó el interés que hasta ahora tengo por escribir, porque la poesía me enseñó a ver”. Muchos son los años que han transcurrido desde entonces. Ahora su carrera poética iniciada un día del que hoy tiene el recuerdo viene dando buenos frutos, traduciéndose en publicaciones y en premios, entre los cuales destacan el Premio Tiflos de Poesía 2014 y el XV Premio Casa de América de Poesía Americana, en 2015. Ha sido traducido a varios idiomas y recientemente se ha publicado en búlgaro y español la antología 24 horas en la vida de una libélula.

Las musas…

—¿Te fuiste del Perú para ser poeta?

—No, pero al irme me acerqué mucho más al Perú. Creo que la distancia da cierta perspectiva. Es como el amor, que es présbita: no ve bien de cerca.

—¿Por qué te fuiste?

—Por amor. ¿O acaso por otra cosa uno se va de los sitios que quiere?

El equipaje…

—Tú eres, digamos, de los poetas afortunados… ¿es así?

—Desde luego que me considero afortunado… cada día tengo agua caliente para ducharme… (risas).

—Has ganado premios en España, has publicado poemas en Visor, editorial donde publican los grandes y que cuenta con buena difusión en lengua española. ¿Eso como lo has conseguido?

—¿Extorsionando a los jurados? (risas). Bromas al margen, los premios significan una bella sorpresa, pero no para el poeta, que suele borrarse para ver, sino para la poesía misma, que a veces los necesita para seguir combatiendo contra las grandes transnacionales que nos quieren convertir en zombis y cuya máxima aspiración creativa consiste en hacerse una buena selfie; la poesía huye de medallas y trofeos, revela lo que nos humaniza, ayuda a mantenernos bien despiertos, llega para desobedecer y soplarnos al oído un poco de realidad.

—Y para transmitir…

—La belleza de lo que carece de precio y pasa inadvertido porque no se puede consumir. Un poema le pone una zancadilla al olvido, pero también le otorga voz al silenciado, al indocumentado, al obrero que acaba de gastar su última moneda en un pan lleno de reproches; al pájaro que vuelve a su árbol de toda la vida y descubre que ha sido talado para montar una sucursal bancaria. Un poema restituye. Ilumina… incluso calla para decir o para ajustarnos los tornillos del corazón.

—¿Inspiración pura o trabajo constante?

—La poesía, desde mi minúsculo punto de vista, es mitad revelación y mitad misterio. Simplemente sucede.

—Un ejemplo…

La mirada del gorila.

—Una vez leí que en Rusia había un mono en rehabilitación por alcoholismo, yo estaba por esos días en Berlín y asistí a un museo y por un momento me perdí, mientras buscaba la salida entré a una habitación oscura y vi algo que me impactó: un gigantesco gorila disecado encerrado en una caja de cristal cuya mirada era tan viva como la mía. Entonces “se reveló” un hecho poético y escribí un poema que se llama “Todos descendemos de la mirada de un gorila”. Esta noticia del mono alcohólico es inútilmente bella y sumamente humana, y quizás de eso esté hecha mi poesía, de la inutilidad que nos humaniza, de partes que la normalidad desecha.

—Hablemos de tus poetas referentes, los que suelen acompañarte…

—No creo en las listas de la compra, así que me es imposible responder esta pregunta, pero si hablamos de aquellos primeros momentos donde se empieza a hornearse el pan de la conciencia poética… creo que mi vida hubiese sido muy triste sin Eguren, Emilio Adolfo Westphalen y César Moro… ah, y sin el Chapulín Colorado, claro… porque adoro los antihéroes y el sentido del humor.

—Vives en Barcelona en la calle donde vivió Roberto Bolaño, ¿eso te resulta inspirador o aterrador, dado que Bolaño entonces malvivía en la calle que ahora lleva una placa con su nombre?

—Eso depende del día de la semana. Los sábados el carrer Tallers puede ser un poema de terror con todos esos borrachos y skaters que se apoderan de la calle durante toda la noche. Ahora, vivir en el centro de Barcelona significa que siempre puedes hacer la “última” en casa, lo que resulta inspirador, ya sabes a lo que me refiero…

—¿Tu poesía tiene algo de declaración de amor a las mujeres?

—La vida misma es una declaración de amor. Y si estás vivo y eres un ciudadano del instante muchas veces terminas celebrando que hay cosas que hacen la vida más real. Ciertamente, hay personas que te revelan que la vida es un regalo inexplicable. La poesía también es un testigo de esa luz. No hay mayor influencia literaria para mí que las personas que le han dado sentido a mi vida a través del amor.

—¿Qué es la mujer para ti?

—El origen del universo.

«La vida misma es una declaración de amor. Y si estás vivo y eres un ciudadano del instante muchas veces terminas celebrando que hay cosas que hacen la vida más real. Ciertamente, hay personas que te revelan que la vida es un regalo inexplicable.»

—¿Se necesita arte para conquistarla?

—No lo sé, ¿quizás ser auténtico?, ¿hacerlas reír? Creo que si sabes hacer un buen ají de gallina o un rico guacamole en condiciones, tienes mucho terreno ganado.

—Vivimos en tiempos demasiado mediáticos y efímeros, todo es pasajero y para algunos a veces cuesta discernir entre lo que es y no es poesía… ¿Tú qué piensas? ¿Hacen justicia aquellos que se erigen como dueños absolutos de la palabra?

—Sólo puedo decirte que desconfío plenamente de aquellos que pretenden ser los sherifs de la poesía y al final disparan con pólvora mojada. Me cuesta ver a la poesía como un club en el que no puedes entrar si no tienes carne de poeta. ¿Además, quién les da el carné a los repartidores de carné? Entiendo que ahora hay un debate intenso por el hecho de que ciertas cosas empiezan a vender y tal. Yo no creo que la poesía pueda consumirse de esa manera porque, felizmente, la poesía —como yo la entiendo— ni vende ni se vende. Y es ese precisamente su vital valor: no se pone de rodillas ante el mercado, vive al margen de modas y de los likes de Instagram.

Poema

Todos descendemos de la mirada de un gorila

Envían a rehabilitación a un mono alcohólico en Rusia
(Fuente: Reuters)

Como Cioran, no somos más que un puñado de intersticios,
oh gorila mío, dos soledades metódicas,
como dos colillas en un cenicero.
Es cierto, compartimos la melancolía de los pájaros congelados
la rara costumbre de amar sobre los árboles,
de llorar y defecar leyendo a Mallarmé
o de salir con dos copas de más de cada incendio interior.
También jugamos cada día con la pureza de ser impuros,
con la estrella que navega en nuestra sangre,
desviada de su curso,
cansada de balbucear luz sobre la sonrisa de los jubilados
y de las putas, esos bellos mamíferos exiliados.
Ya lo sabes, buscamos el mismo empleo
y lloramos al mismo animal desde el que cada día nos despertamos.
Oh, gorila mío, también tu mirada
es la ventana por donde Dios espía al mundo
ese otro mamífero fúnebre que nada sabe de nosotros. ®

Poema incluido en el libro El equipaje del ángel (Visor Libros).
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Publicado en: Libros y autores

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