El (sexo) italiano no es como lo pintan

Pornoromántica, de Carolina Cutolo

Éste es un libro sabio y con destellos humorísticos loables, de estilo directo, explícito y desenfadado, y en la medida en que está escrito por una mujer es muy aleccionador en torno a lo que pueden buscar, imaginar y desear hoy las mujeres.

Porno–romantica…

Las reflexiones que articula Pornoromántica (Córdoba: Arcopress, 2008) tienen origen en el blog de su autora que, merced al éxito de su site, decidió reorganizarlas y articularlas en este manual. Son textos que muestran las ganas femeninas por el gozo: de disfrutar el propio cuerpo, del sexo en compañía, de la deliciosa autosatisfacción; en resumidas cuentas, de todo lo que nos puede ofrecer el disfrute a través del sexo.

En la segunda década del siglo XXI ¿qué rescatar de un libro que busca dar una idea “de avanzada” respecto de los desempeños carnales en los encuentros entre hombres y mujeres, de un manual novelado del porno-romanticismo? En esta época de ultracorrección política y apego a las perspectivas de género anotaríamos enseguida que fue escrito por una mujer, aunque —dirían las feministas andrófobas— debería ser revisado “desde la perspectiva crítica al amor romántico”. Ni modo, aduana forzada hoy día, pero yo no la intentaré.

Se podría decir que se acumulará a los miles de artículos de consejos que dan Cosmopolitan, Teen y la liberal Marie Claire… y no les faltará razón; también que viene a sumarse a los manuales para cortesanas y amantes que se han escrito, antes de nuestra era, en la antigua China y la mismísima Roma hasta nuestros días —yo mismo he dado a imprenta un manual que tiene esa pretensión. Diríamos pues que no es innovador, aunque cada generación necesite sus propias obras, y ¿acaso que sobra? No lo creo. Por otro lado, tendríamos que describir sus modos y contenidos para poder recomendar o no su lectura en virtud de su factura o lo que aporte al género de la literatura erótica en su apartado de Consejos y posicionales, y aún hay una curiosidad que debe destacarse: fue escrito en el seno de un país europeo, digamos que uno latino para restarle un poco de méritos a esta presunción de modernidad.

Giancarlo Giannini, Monica Vitti y Marcelo Mastroianni en «El drama de los celos».

Ese país es ni más ni menos que Italia, que entre otras cosas presume de ser tierra de hombres y mujeres apasionados, cuna de grandes romances y —con Francia— hogar de grandes amantes, dueños de una larga tradición erótica. Y ahí en la tierra de Don Giovanni, de Romeo y Julieta, del Decamerón, de las góndolas y los carnavales viene una socióloga y bartender romana, Carolina Cutolo (Italia, 1975), a poner en evidencia las mismas taras —principalmente— en los hombres y sus relaciones carnales con las mujeres: ¡Vamos! Que desbarata la idea del seductor y bellísimo hombre italiano y casi–casi nos lo deja en el tarambana insensible y —poco menos— que eyaculador precoz… ¡Bonita cosa! Sin embargo, podemos consensuar algo que la misma Carolina apunta desde el país del apasionamiento en la Unión Europea: el caso con las relaciones pornorrománticas debería ser tratado como una cuestión de salud social y de ello deviene una idea interesante; el ayuntamiento carnal es una cuestión de salud pública. Los antiguos chinos lo vieron así y velaron por relaciones sexuales sanas; los indios también lo procuraron; inclusive en manuales de salud medievales (como el Speculum al joder, que se supone fue alimentado por manuales de procedencia árabe) se consideraba el ayuntamiento carnal cosa de buena salud… (¡ya, ya, dentro de los cánones del heteropatriarcado!, pero se miró el asunto con ojos distintos a los del maniqueísmo judeocristiano y del feudalismo y capitalismo alienante).

Pornorománticaposee además destellos humorísticos loables, un estilo directo, explícito y desenfadado que vuelven grata su lectura, y en la medida en que está escrito por una mujer es muy aleccionador en torno a lo que pueden buscar, imaginar y desear hoy las mujeres. Sólo como ejemplos he traído un par de postales.

Ésta que presenta la contraparte de una de las fantasías masculinas por excelencia:

Mónica Vitti en El drama de los celos […] acaba asesinada porque amaba y no sabía decidirse entre Marcelo Mastroianni y Giancarlo Giannini ¡ya lo creo! ¡El verdadero drama era la elección! ¡Cualquier mujer se volvería loca si tuviera que decidir entre dos tíos como éstos! La única esperanza, si me sucediera a mí también, sería que mis dos futuros amores paralelos se atrajeran también entre ellos. ¡Lástima que sea tan difícil encontrar a tíos hetero que no se hagan los difíciles al solo pensamiento de tocarse recíprocamente, condenada falofobia masculina, si supieran lo que se pierden (y lo que nos hacen perder)!

O este otro donde halla reconocimiento cierto dolor físico y cierta práctica no muy aceptada.

Los hombres que te follan aunque estés con el periodo se merecen una ovación de pie. […] Porque el dolor de barriga, el dolor de riñones y los ovarios que parecen estallarte se transforman en dolores benignos cuando su presencia durante el polvo es la señal inequívoca de que el valiente que te está penetrando alegremente (a pesar del aluvión hemorrágico) ha perdido realmente la cabeza por ti.

Pornoromántica pretende ser la recopilación del “Cursillo sobre sexo y amor” que Caterina fue contratada para realizar por la F.a.D. (Formación a Distancia) S.P.A., y ella, en vez de pretender dar atole con el dedo a sus lectores —de acuerdo con las políticas de la empresa— decide presentarle a su empleador una versión “formal y chata” y a los suscriptores una que en verdad fuese la neta sobre el sexo entre hombres y mujeres.

Así pues, queda planteado el contestatario gazapo y la entrega la divide en diez fascículos donde cada uno consiste en la explicación de una lección, las tareas a los pupilos, y un diario porno–romántico donde ella misma recuerda un episodio propio o narra a lo que se enfrentó al asumir la tarea en cuestión.

Carolina reconoce encarecidamente a ese pene ¿falto de fiereza?: “A mí el barzotto, esto es, el pene semiduro, me gusta mucho, me gusta ese estado intermedio, me gusta parar y volver a empezar, me gusta sentir que el otro no tiene que demostrarme nada”.

Desde los besos, la primera vez, la masturbación, el sexo anal, el rapidín y hasta el uso de juguetes sexuales —entre otros— Carolina Cutolo recorre un conjunto de circunstancias de los escarceos entre hombres y mujeres, ofreciendo reflexiones y brindando bien intencionados consejos, al tiempo que comparte ella misma su propia experiencia. Muchos de estos temas ya muy sobados, hemos de decir, aunque su perspectiva es interesante y hay especialmente un tópico que aborda de manera deliciosa y que no había encontrado referido ni en la literatura de entrepierna ni en los manuales de ayuntamiento: el elogio a lo que en Italia llaman el barzotto –que se refiere al pene que no está totalmente erecto—, o morcillón, como lo llaman los españoles, y que en México no tenemos cómo nombrar. Carolina reconoce encarecidamente a ese pene ¿falto de fiereza?: “A mí el barzotto, esto es, el pene semiduro, me gusta mucho, me gusta ese estado intermedio, me gusta parar y volver a empezar, me gusta sentir que el otro no tiene que demostrarme nada”. Y no termina ahí sino que conmina a utilizar la imaginación y los caminos de las posibilidades, y yo diría aún más: invita a que no saquemos la verga del coño y sigamos trajinando en un pornorromántico vaivén que satisface ¡sin que nuestro preciado pene deba permanecer en estado marmóreo!, y ante la andanada de gráfica, videografía y literatura que endiosa el pene estatuario ¡loada sea esta italiana que ofrece la posibilidad de alargar el gozo en la cama!, con tan sólo la gana de hacerlo.

En fin, que la autora pornorromántica encomienda a sus lectores darse a la tarea consciente y explícita de explorar, practicar y aprehender en torno al sexo con el meritorio objetivo de disfrutarlo. Así, su libro —no atendiendo el final, un tanto forzado— es de suyo una pieza que vale la pena visitar por aquello que nos recuerda y porque siempre habrá que echar mano de compendios completos que ofrecer a nuestros adolescentes. ®

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Publicado en: Libros y autores

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