Chéjov contemporáneo

En cualquier siglo y en cualquier lugar del mundo

Antón Chéjov no sólo habla de la Rusia de finales del siglo XIX. En La estepa y otros relatos nos habla de alcoholismo, maltrato, infidelidad, corrupción política, sin caer en sentencias ni sermones

El hombre ha nacido solo

“Chéjov cierra el siglo de oro de la literatura rusa”. Existe en una sociedad muy distinta a la de sus antecesores, los titanes de la gran literatura rusa, Tolstoi y Dostoyevski. En sus cuentos los aristócratas, condes y príncipes dejan de existir; toma como protagonistas a médicos, abogados, artistas, gente de teatro, ingenieros, maestros de escuela, coristas.

Anton Chéjov, 1860–1904.

El mundo de Chéjov gira en torno al eje de la incomunicación. “Los personajes poco a poco enmudecen, las palabras se les congelan, y cuando se ven forzados a hablar coagulan el lenguaje, lo infectan, de modo que aquello que parecía ser fiesta de reconciliación se transforma en duelo de enemigos, o peor aún, en una indiferencia desdeñosa”.

En “La fiesta onomástica” la imposibilidad de hablar de Olga Mijailovna se posesiona de ella hasta que su interior no puede resistir la carga emocional y se desborda en un estallido que llega a la locura.

“Sólo por instantes se consigue establecer la comunicación humana: el hombre ha nacido solo y morirá solo, y durante su vida, aunque esté acompañado, tiene por destino la soledad”. Una concepción distinta a la tradición rusa, que quizá guardará una relación con el presente.

Chéjov contemporáneo

Antón Chéjov no sólo habla de la Rusia de finales del siglo XIX. En La estepa y otros relatos (Universidad Veracruzana, 2009), cuentos seleccionados y prologados por Sergio Pitol, uno de los más sensibles chejovianos modernos, nos habla de alcoholismo, maltrato, infidelidad, corrupción política, sin caer en sentencias ni sermones.

Por otro lado, el dramaturgo ruso ya nos hablaba de feminismo en relatos como “La fiesta onomástica”, “El reino de las mujeres” y “Una historia aburrida”—esto a través de algunos de sus personajes femeninos e incluso en las referencias que algunos hombres hacen de las mujeres. Es un narrador absolutamente contemporáneo.

“El estudiante” es un relato que parece sencillo, “pero uno de los más misteriosos que se hayan escrito en cualquier siglo y en cualquier lugar del mundo”. Chéjov se impuso a la técnica de su tiempo y consolidó la del siguiente siglo.

“La estepa” (1888) es un relato cuya originalidad, nos advierte, “se trata de relatar los primeros pasos de un niño por el mundo. Al viajar por la estepa conoce el impredecible mundo de los adultos y el no menos perturbador de la naturaleza”. Las percepciones de Egorushka integran el cuerpo del relato: sus descubrimientos, sus entusiasmos, sus temores. Vemos el mundo contemplado por los ojos de un niño. Chéjov no se conforma con seguir la mirada del infante, se propone fundir la visión del universo que tiene el autor con las reducidas percepciones de un protagonista infantil. Para el mismo Chéjov se trata de un viaje y un reto. Es su trayecto hacia una nueva forma narrativa.

Chéjov y el reino de las mujeres

Siempre me han impresionado los autores que saben construir un personaje femenino. No bastan los infinitos detalles o las transformaciones que sufre, necesitamos la bondad de las dimensiones. Lo que se es y lo que se anhela.

Entre todos los personajes magistralmente creados por Antón Chéjov destacan las mujeres: la campesina vigorosa y fea, la aldeana guapa —también fuerte y fornida—, las viejas encorvadas, la niña, la joven bella y curiosa, la mujer instruida, la hermosa aspirante a actriz. Mujeres que fueron imaginadas hace más de cien años, “que se mueven y expresan sus ideas y emociones con el anhelo de libertad, pero aprisionadas en una inmensa cárcel social”.

El protagonismo de la figura femenina en Chéjov es claro y profundamente moderno; tanto las preocupaciones de Anna, heredera de una fábrica y quien está obsesionada por encontrar marido en “El reino de las mujeres”, como las de Olga Mijailovna, son las de la mujer de nuestro tiempo.

A Olga Mijailovna la fatigan la necesidad constante de sonreír y hablar durante la fiesta de cumpleaños de su marido. Está embarazada y ese día se ha cansado en exceso. Nos da la impresión de que la sociedad que la rodea la irrita más de lo natural. Trata de evitar a los invitados y a su marido, quien despotrica contra los procesos jurídicos, la libertad de prensa y la educación de la mujer. Como advierte Pitol, ella se opone a la posición de su marido solamente por contrariarlo. Y ese dato nos acerca más a la verdadera fuente de sus problemas. El dilema entre naturaleza y sociedad, que siempre le interesó a Chéjov, encuentra un cauce viable para manifestarse: la oposición desnuda entre hombre y mujer.

Cinco escolios

1. La soledad hace a Chéjov.

2. “En su obra nada debe considerarse cierto, ni seguro ni eterno.”

3. Lo trivial significa.

4. María (“Campesinos”), Olga Mijailovna (“La fiesta onomástica”), Ana Akimovna (“El reino de las mujeres”), Katia (“Una historia aburrida”), Varvara (“En el barranco”), tienen un cierto perfil de antiheroína: mujeres que cometen errores o llegan a ser asertivas, pero sobre todo, con pasiones que reflejan su verdadero espíritu a pesar de los cánones sociales.

5. “Chéjov era femenino y creó personajes femeninos maravillosos, pero su álter ego es también misógino, quizás debido a un amor no correspondido”. ®

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Publicado en: Éstos son nuestros papeles

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