Elena, hoy 11 de diciembre de 2020, te recordamos en tu cumpleaños 104.
Elena Garro es una de las escritoras más importantes de la literatura mundial. Se distinguió como periodista, dramaturga, guionista, novelista, cuentista, memorialista y poeta —sin olvidar que también fue una excelente conversadora.
Hoy la recordamos con sus frases punzantes expresadas en las entrevistas que concedió a lo largo de su vida, una pequeña muestra de su voz rebelde reunida en Diálogos con Elena Garro. Entrevistas y otros textos (Gedisa, 2020, dos volúmenes).
Escuchemos la palabra de Elena Garro:
Volumen 1
“A mí me repugnan los españoles cuando se ponen anti–indígenas”.
“En México, por el simple hecho de ser mujer, todo queda invalidado… En México, apenas una mujer es un poco inteligente, tiene otras aspiraciones; quiere trabajar, escribir, hacer algo, todos se confabulan para ver ‘qué le hacen’, cómo la destruyen, cómo la dañan”.
“Me da risa cuando los bárbaros de la ciudad dicen que van a civilizarlos [a los indígenas] y a incorporarlos. ¿Cómo van a civilizarlos? ¿Enseñándoles las palabras al revés impuestas por la fuerza de la ametralladora?”
“Yo creo que todos [los intelectuales] están más o menos ligados con el gobierno, o tienen una chamba en el gobierno, o la han tenido. ¿No te parecen entonces una farsa sus gritos y sus grandes escritos?”
“En México, por el simple hecho de ser mujer, todo queda invalidado… En México, apenas una mujer es un poco inteligente, tiene otras aspiraciones; quiere trabajar, escribir, hacer algo, todos se confabulan para ver ‘qué le hacen’, cómo la destruyen, cómo la dañan”.
“Mi método de escribir es coser; cada vez que voy a escribir algo, me pongo a bordar. A cada puntada que doy es como si escribiera una palabra, y conforme sigo la guía, la guirnalda o la margarita, voy construyendo la trama, la escena o la situación. Cuando termino, me paso a la máquina, y con la ayuda de ese gatito que ves, que se llama Conradino, las redacto; por eso escribo tan rápido. Si no bordara, no podría escribir”.
“—¿Crees que ha habido algún progreso en México?:
—¿Cuál progreso? No hacemos ni botones (‘No, señora, botones no hay, la remesa de Francia no ha llegado…’). ¡Y hacíamos PIRÁMIDES…!
—¿Qué nos irá a pasar a los mexicanos?:
—Afuera, en Europa, creen que va a haber revolución si no hay un cambio radical.
—Pero, Elena, un cambio así es difícil…:
—Qué va: ¡devolver lo que uno se clava es muy fácil!”
“El 68 nos tronó”.
“Creo que me pasó una tragedia personal irreparable. No tengo que explicar por qué, porque está a la vista: una tragedia horrible. Hubo muchos malentendidos. Había muchas pasiones desatadas; no entendí lo que pasaba contra el movimiento; no me enteré de nada. Quise ser fiel únicamente a Carlos Madrazo”.
“Cuando me fui de México aseguraron que yo era cómplice de Luis Echeverría, pero a mí no me dio más que una patada, lo que no hizo con otros intelectuales que después fueron ministros y embajadores”.
Volumen 2
Guadalajara, 8 de noviembre.— “¡Ay Dios mío, tengo tanta emoción!” —susurró ella con voz quebrada, apenas audible. Fueron las primeras palabras que pronunció la escritora Elena Garro al pisar suelo mexicano en el Aeropuerto Internacional de esta ciudad, luego de [casi] veinte años de ausencia.
“Deprimida. Deprimida porque, mira, nos invitaron y fueron a París dos veces para que nos viniéramos a México, me dijeron que yo iba a tener un buen trabajo aquí, que mi hija iba a tener otro buen trabajo y que me iban a dar una casa. Mira qué mentiras”.
“—Sobre la tortura psicológica que sufrió…
—Fue horrible. A mí no me importa. Qué me importa que ahora me digan: ‘Genio, no sé qué, no sé cuánto’, ‘Tan buena como Sor Juana o mejor o igual’, si todo lo que me hicieron fue tan horrible”.
—Y Benito Fernández, ¿cuándo la escribió? Allí dice 1957.
—Sí, la escribí enseguida que tuve esa conversación con Octavio. Se la di a leer a Tomás, el papá de la niña, y Tomás se partía de risa. Tomás llegó y dijo que yo ya había escrito una obra sobre eso… se llamaba El vendedor de cabezas o no sé qué. Ah, no, Benito Fernández.
—Entonces le puso Benito Fernández por Fernando Benítez.
—Sí. Entonces él le dijo a Octavio: ‘Ay, dile a Elena que por favor no vaya a publicar eso que escribió de Benito Fernández…” Y Octavio: ‘¿Que tú has escrito una cosa contra Fernando?’ ‘Ay, no, no es cierto, son mentiras…’”
“—Eso fue lo que me sorprendió tanto cuando leí Los recuerdos del porvenir, que revelara la maquinaria del sistema político mexicano con todas sus corruptelas. ¿No le dio miedo desenmascarar al gobierno en esa época tan cerrada?
—No, porque, mira, para mí el oficio de escribir es solitario, se da en esos momentos en que brota la voz interior. Por eso la verdadera creación es única e invendible. ¿Quién le apuesta a la imaginación?, ¿a quién le interesa comprar los sueños?, ¿a un político? Entonces cuando escribo lo que veo, no pienso en las consecuencias, esa voz interior es la que lleva el mando”.
“—¿Qué opina de la mujer de antes en relación con la mujer de hoy?
—Teníamos más ventajas porque el hombre nos respetaba más. De todos modos seguimos dependiendo del hombre y ahora el hombre hace de su capa un sayo, se acuesta con la que le da la gana, le hace hijos y se va muy pancho”.
“Yo no creo en la libertad, porque no existe… es una palabra hueca. Para lo único que hay libertad es para matarse, para cometer un suicidio”.
“—¿En todos sus textos subyace un mensaje social?
—Un poco, pero yo pienso que los que están más aplastados en la escala social son los animales. No se les da ningún derecho humano. Ahora hay muchas sociedades protectoras, pero funcionan mal y con mucha pobreza. Yo soy más partidaria de los animales que del hombre”.
“Morir es pasar de un estado a otro. No puede ser el fin de esta vida, tantas cosas para que todo se acabe. Morir es pasar de este lugar a otra dimensión, llámese cielo, llámese purgatorio, llámese infierno. Yo me iría al purgatorio”. ®