A partir del año 2000, al mismo tiempo que se iniciaba un nuevo siglo, en la literatura producida en Sonora aparecieron nuevas voces que se distinguían de sus antecesores al escribir sin la influencia directa del boom latinoamericano.
De manera natural la historia marca ciclos, generaciones y etapas. A la distancia se distinguen con mayor claridad los cambios entre grupos, evoluciones personales y el impacto de las instituciones en las actividades culturales. Sin embargo, haber transcurrido los primeros veinte años del siglo XXI en un estado que no tiene tradición de hacer listas anuales sobre los acontecimientos literarios y que rápidamente se olvidan crea cierta necesidad de reflexionar y repasar lo que ha sucedido en materia de literatura en Sonora.
La decisión de cerrar esta etapa en el año 2020 radica en mi apreciación del presente. Aunque hay muchas acciones gubernamentales y vicios de escritura que no cambiarán, así como autores prolíficos que seguirán publicando, la realidad ha cambiado: ya no se puede escribir del mismo modo ante la ola verde originada por una generación de mujeres jóvenes y la aparición del covid–19. Si a esto se le suma el cambio en la administración del gobierno estatal en 2021 y la reducción del presupuesto federal a cultura el panorama que se vislumbra es distinto en cuanto a número de actividades, apoyos y publicaciones. Como muchos aseguran, en el 2020 comenzó el siglo XXI.
Si hacemos un recuento de los últimos veinte años podemos apreciar que el estado ha tenido una gran actividad de escritura y lectura. En comparación con otros periodos estoy convencido de que en los últimos veinte años hemos vivido el mayor florecimiento en esta área, ya que no sólo se produjeron obras literarias de gran relevancia, sino que se ha podido descentralizar la promoción de la lectura a través del papel de los mediadores, se han multiplicado los encuentros y talleres literarios en todo el estado, varios municipios cuentan con asociaciones de escritores, aumentó el número de publicaciones, hemos brincado a la lectura en línea, se han establecido librerías nacionales y tenemos acceso a la literatura sonorense como nunca antes dentro y fuera del estado.
A partir del año 2000, al mismo tiempo que se iniciaba un nuevo siglo, en la literatura producida en Sonora aparecieron nuevas voces que se distinguían de sus antecesores al escribir sin la influencia directa del boom latinoamericano, tocando temas poco tratados, ambientando algunas de sus historias en otros países, escribiendo en el extranjero, creando una obra literaria consciente de la tradición sonorense, difundiéndola a través de internet y en algunos casos escribiendo y publicando exclusivamente con el apoyo gubernamental a través de becas y concursos literarios.
Los primeros años del siglo coincidieron con un relevo generacional. En poesía surgieron y se consolidaron voces como las de Ricardo Solís, Iván Figueroa, Alejandro Ramírez y posteriormente Manuel Parra Aguilar y Julia Melissa Rivas. Cada uno de ellos ha sido premiado a escala nacional en varias ocasiones, así como los dramaturgos Sergio Galindo, Cutberto López, Roberto Corella, Daniel Serrano y Carlos Iván Córdova, cuyas obras se han montado y editado en el país.
En este periodo tenemos en el estado, por primera vez, dos voces representativas en lenguas originarias: Emilia Buitimea, que escribe poesía en mayo, y Sara Monroy, que lo hace en seri.
La narrativa ha sido más fecunda y diversa en este periodo. En la escena literaria aparecieron cuentos y novelas en editoriales nacionales de Eve Gil, Imanol Caneyada, Sylvia Aguilar Zéleny y Cristina Rascón. Después se sumaron Carlos Sánchez, César Gándara, Sylvia Arvizu, Claudia Reina, Franco Félix y Carlos René Padilla. Sus estilos y las temáticas que abordan marcan una pluralidad que han enriquecido las letras sonorenses. Escriben sobre frontera, abordan la literatura noir, tocan el absurdo y la violencia del narcotráfico, la ficción científica, mezclan herramientas del periodismo y de la crónica e incluso hablan sobre otros países, como Japón.
En este periodo tenemos en el estado, por primera vez, dos voces representativas en lenguas originarias: Emilia Buitimea, que escribe poesía en mayo, y Sara Monroy, que lo hace en seri. El trabajo de ambas ha sido reconocido en el país, y cada una está iniciando una nueva tradición en sus lugares de origen; a pesar de su riqueza oral la cultura escrita no ha sido lo suficientemente desarrollada y difundida.
En las últimas dos décadas aumentó el número de encuentros, festivales y ferias de libro en el estado. Las ciudades que han registrado actividad literaria, aunque no siempre constante, son Nogales, Cananea, San Luis Río Colorado, Puerto Peñasco, Caborca, Hermosillo, Ures, Guaymas, Navojoa, Ciudad Obregón, Empalme, Cócorit, Pueblo Yaqui, Álamos y Agua Prieta.
De igual modo se han multiplicado los concursos literarios. En 2018 hubo más de diez certámenes literarios, desde los que se proponían fomentar la escritura en niñas, niños y jóvenes, hasta los nacionales que se enfocan en escritores con trayectoria, pasando por el Concurso del Libro Sonorense, que es uno de los más longevos del país y que tiene seis categorías. En este periodo autoras y autores sonorenses han obtenido más de veinte premios nacionales en novela, cuento, poesía, crónica, obra publicada o dramaturgia. Asimismo, se han incorporado al Sistema Nacional de Creadores varios de los autores ya mencionados.
Con el objetivo de registrar lo sucedido en las últimas dos décadas, pero sobre todo de reconocer los cambios que ha tenido el estado en materia de lectura y escritura a través de sus autoras, autores e instituciones, enumero de manera cronológica lo que me parece más sobresaliente a partir del año 2000.
En este periodo autoras y autores sonorenses han obtenido más de veinte premios nacionales en novela, cuento, poesía, crónica, obra publicada o dramaturgia.
En el año 2000 se realizó la primera edición oficial de la Feria del Libro. Fue en la plaza Zaragoza, organizada por el Instituto Sonorense de Cultura (ISC). Desde entonces la feria ha tenido tres sedes y ha ido creciendo hasta abarcar nueve días, con más de cien actividades y un flujo enorme de visitantes por año, consolidándose como una de las ferias más importantes del noroeste del país.
En 2001 se lanzó la primera edición del Premio Nacional de Poesía Alonso Vidal por el Instituto Municipal de Cultura y Arte.
En 2002 llegó internet a las primeras 18 bibliotecas del estado a través del programa de Acceso a Servicios Digitales en Bibliotecas Públicas.
En 2003 falleció el escritor chileno Roberto Bolaño, quien recreó la geografía de Sonora en su novela Los detectives salvajes, colocándola en el imaginario de miles de lectores en todo el mundo. Se realizó la primera edición de las Misiones del Noroeste de México. Origen y Destino, coordinado por Raquel Padilla Ramos.
En 2004, a través de un convenio entre Conaculta y el ISC comenzó la profesionalización de mediadores de lectura, quienes abrieron las salas de lectura en distintos municipios del estado con el objetivo de fomentar el gusto por la lectura. En este mismo año falleció el poeta y promotor cultural Alonso Vidal.
En 2005 la Universidad de Sonora abrió las puertas de la Maestría en Literatura Hispanoamericana. Hasta hoy han egresado ocho generaciones. Se abrieron los primeros blogs de autoras y autores sonorenses.
En 2006 inició la revista digital Andante26 del ISC, la cual fue la primera en funcionar como una publicación híbrida en donde reunían textos, audios y videos sobre varias disciplinas artísticas, sobretodo abordando la literatura.
En 2007 la escritora Claudia Reina obtuvo premios en tres categorías diferentes —novela, cuento y dramaturgia— en el Concurso del Libro Sonorense. Ha sido la única vez que sucede esto. Falleció el narrador Leo Sandoval.
En 2009 se publicó la novela Tardarás un rato en morir, de Imanol Caneyada, tras haber ganado un año antes el Concurso del Libro Sonorense. Fue el primer libro que después de haber sido publicado por el Gobierno del Estado se reeditó por una editorial nacional en 2013. En junio sucedió el incendio en la Guardería ABC en Hermosillo en donde murieron 49 niñas y niños. A raíz de este suceso se ha escrito Nosotros somos los culpables (Grijalbo, 2010) de Diego Osorno, 49 razones para no olvidar (El auténtico, 2014) de Lourdes Encinas, la obra de teatro El día que ardió el mundo (ISC, 2016) de Fernando Muñoz, la novela 49 cruces blancas (Planeta, 2018) de Imanol Caneyada, así como decenas de crónicas, poemas y ensayos académicos.
En 2010 surgió el proyecto del Centenario y Bicentenario, en el que se realizaron numerosas actividades en todo el país con motivo de los 200 años del inicio de la Independencia y los 100 años de la Revolución Mexicana. En Sonora se publicó una página web con 100 libros de historia de Sonora para descarga gratuita, pero una vez que terminó el año celebrado el sitio cerró. El Congreso del Estado, El Colegio de Sonora y el Instituto Sonorense de Culturas publicaron libros conmemorativos.
En 2011 se publicó la novela A ras de vuelo, de María Antonieta Mendívil. Además de abordar un tema poco tocado en nuestra tradición literaria, el de los fumigadores del Valle del Yaqui, se publicó en la editorial Tusquets en 2011.
En 2012 se publicó el primer número de la revista de literatura Pez banana, la cual se ha consolidado como una de las mejores publicaciones literarias del país. Empezó a popularizarse Facebook y Twitter, las cuales rápidamente se utilizan para promocionar eventos culturales. Falleció el narrador Sergio Valenzuela en Magdalena de Kino, autor de una serie de novelas que retratan diversos periodos de Sonora.
En 2013 se publicó el libro de cuentos Nenitas, de Sylvia Aguilar Zéleny, y el de crónica Matar, de Carlos Sánchez. Estos dos libros abrieron las puertas para que el Gobierno del Estado coeditara sus ediciones del Concurso del Libro Sonorense con editoriales del centro del país.
En 2013 se publicó el libro de cuentos Nenitas, de Sylvia Aguilar Zéleny, y el de crónica Matar, de Carlos Sánchez. Estos dos libros abrieron las puertas para que el Gobierno del Estado coeditara sus ediciones del Concurso del Libro Sonorense con editoriales del centro del país. En este mismo año falleció el novelista Miguel Méndez, el historiador Julio César Montané y la escritora Emma Dolujanoff.
En 2014 falleció el escritor Gerardo Cornejo, quien dejó una amplia obra literaria compuesta por novelas, cuentos, ensayos, antologías, crónica y poesía.
En 2015 se publicó la novela Hotel de arraigo, de Imanol Caneyada. Con este libro obtuvo el Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares. En ese año se realizó la primera edición de Teatro breve, un evento que convocó en cada una de sus ediciones a escritores para escribir una obra exclusiva. En la Feria del libro se realizó la primera mesa de booktubers sonorenses.
En 2016 se publicó Poesía reunida e inédita de Abigael Bohórquez. Abrieron sus puertas en Hermosillo las librerías Porrúa en abril, la librería independiente Hypatia a mitad de año y Gandhi en diciembre. El premio efectivo del Concurso del Libro Sonorense pasó de 30 mil a 60 mil pesos y se lanzó la Biblioteca Digital Sonora, que hasta la fecha ha digitalizado, para su descarga gratuita, más de 250 libros de historia y literatura sonorense.
En 2017 se publicó Cuentos reunidos y una autobiografía, de Edmundo Valadés. El mecanismo de participación del Concurso del Libro Sonorense se digitalizó, uno de los primeros certámenes que lo hizo a escala nacional. Se publicó el documental web Los desiertos de Sonora, de Patricia Godoy.
En 2018, por primera vez en la historia del Concurso del Libro Sonorense, tres autoras lo ganaron: Selene Carolina en cuento, Fernanda Ballesteros en crónica y Claudia Reina en dramaturgia. Falleció Óscar Monroy, el autor sonorense más prolífero de la historia.
En 2019 Cristina Rascón fue nombrada Coordinadora Nacional de Literatura en el Instituto Nacional de Bellas Artes. En marzo de ese año se recibieron 40 mil libros, revistas y discos para las bibliotecas públicas del estado. Es el mayor número de material recibido por el Gobierno del Estado en una sola entrega. Falleció la doctora Raquel Padilla Ramos.
En 2020 el escritor Guillermo Munro obtuvo el premio Ariel a mejor guión adaptado por su novela La ruta de los caídos, publicada en 2012, y que se llevó a la pantalla en 2019 en la película Sonora. A raíz de la pandemia de salud ante el covid–19 todas las actividades presenciales se suspendieron. Fue así como en el transcurso del año se realizaron más de cien actividades en línea entre presentaciones de libros, talleres, cursos, conferencias y charlas organizadas por los institutos de cultura y grupos independientes.
Si a finales del siglo XX Gerardo Cornejo aseguró que la literatura sonorense había llegado a la mayoría de edad, en los últimos veinte años llegó a su madurez. A partir del 2021 están todas las condiciones para que se inicie un relevo generacional significativo. ®