Cyborg

Poema

En las máquinas
que soplan,
sin respirar,
envejecidos miembros
que, tras rogar a Dios,
quien les da muerte gloriosa,
pero muerte,
sucumben a la flor
del algoritmo,
fraternal por útil
y de dudas imparcial,
toca mi dedo
las vacías enormidades
que con frialdad
y altruismo
de su injerto metálico
conmueven
y tornan las neuronas
en quiméricas vajillas
matemáticas,
aceite es la sangre,
que sin glucosa
a mis excesos
abona garantía;
quién es el hombre,
y con orgullo tétrico
reparo en que es un qué
que evapora a quien lo habita,
tímido silencio
en los ojos sin fondo
para un público que,
absorto,
contempla al forastero,
como ante el espejo
con amnesia
asoma su futuro,
y en la familiaridad insólita
el alma se intimida
sin saber,
oh cósica materia objetiva, 
que el territorio,
al ardor de mercurio
de la máquina,
es abstracto
y la privacidad ficticia,
carnes asistidas
con carnes de titanio
esparcen su poder
con la progresiva libertad
del cálculo binario,
que al tiempo
hace perder su nombre
y lo sorprende
en satisfecha eternidad,
y la sustancia,
antes inmutable,
es artificio renovable
que en innúmero cambio
muda su dios
y exhibe su vacío,
al infinito se llega
si se adelanta el reloj
cada mañana;
de las sombras del río
aparece el bípedo inoxidable
cuyo pasado
son los quietos cristales,
sin raíces, del laboratorio,
biónico espectro
que un eclipse
melancólico
no ahoga,
pero, súbito,
dilata,
nadie que observe
que posea
en lugar de neón
una pupila,
instintos congelados
bajo tenue irradiación
de estrella que guía,
pero inerte,
adónde, tú lo ignoras,
pero sueña
por los hombres
maquinales
la rara mutación
de un hoyo negro;
pantanos industriales,
que enternecen
al vidente en trance,
en los que emerge
el ciclo vital que,
al carecer de aliento,
anula el herraje
de la muerte,
y ciego,
con las manos prodigiosas,
su creador
abraza al ejemplar
de los circuitos
y su calor errático
se extingue
y las hiedras eléctricas
lo absorben,
en par perfecto
se cruzan los lugares
y lo humano, tan breve,
adquiere una apariencia
de museo,
donde el nuevo ser
pasea y se pregunta
qué monolito
es este que sí come
y qué maravillas
tan pobres nos diera,
si existiera. ®
Compartir:

Publicado en: Poesía

Apóyanos:

Aquí puedes Replicar

¿Quieres contribuir a la discusión o a la reflexión? Publicaremos tu comentario si éste no es ofensivo o irrelevante. Replicante cree en la libertad y está contra la censura, pero no tiene la obligación de publicar expresiones de los lectores que resulten contrarias a la inteligencia y la sensibilidad. Si estás de acuerdo con esto, adelante.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *