Life in plastic it’s fantastic

¿Hacerse o no una cirugía estética?

Las cirugías plásticas existen desde hace miles de años y sirven para varios propósitos. Uno de los más socorridos es el del embellecimiento. ¿Por qué lo hacemos? ¿Porque nos lo dicen o porque queremos?

Ilustración de Sarah Rogers/The Daily Beast.

Piel clara, ojos azules, una melena rubia recogida con un moño, 29 centímetros de hegemonía: Barbie. Todos los juguetes en el mercado representaban a niños. Ruth Handler —creadora de Barbie— concibió a la muñeca después de observar que su hija jugaba con figuras de muñecas de papel a las cuales le gustaba darles papeles de adultos. En 1959 Mattel Inc. lanzó a Barbie como un modelo adolescente a la moda, pero luego esta muñeca empezó a aparecer con diferentes carreras.

Icónica por varios motivos, uno de ellos es la validación. Gran parte del éxito puede ser debido a que fue el primer juguete que representaba a una mujer independiente, fuerte, que trabajaba: Barbie veterinaria, Barbie doctora, Barbie cocinera… una mujer bella que se comía el mundo y, por supuesto, volvió loca a Ken y a todas las niñas que veían en ella un futuro reflejo.

La validación está puesta en 29 cm de una geometría corporal perfecta en la cual perteneces o no. Se podría decir que el fenómeno Barbie tiene un papel muy importante en cuanto a marcar una posición digna de mujer que se va construyendo en una sociedad occidental. La transferencia de significados que se da desde la vorágine social están totalmente contextualizados en el imaginario social: lo válido y lo que no lo es.

El “otro” es un espejo que nos valida y nos hace escalar en la sociedad posmoderna occidental. Camila Perotti, psicóloga, reflexiona:

Marcamos esa relación con el otro porque estamos todo el tiempo ahí, en relación y organizamos lo que vamos a hacer para el otro. Es todo el tiempo esto de estar en relación con el otro: el otro me mira y me dice, no es solamente mi deseo sino el deseo del otro y de el otro. Hay muchas cosas que se ponen en juego para hacer las cosas que uno hace, uno no actúa por actuar porque sí, estamos todo el tiempo mediados por eso. Hay momentos de introspección en que uno está solo pensando en uno, pero sino siempre estamos en la máquina esa de relación con el otro, porque vivimos en sociedad y así nacimos. Nacimos con otro.

La cirugía plástica aparece hace muchos años como una herramienta que despliega una matriz clave en el seno de una sociedad posmoderna y de consumo. El término cuerpo máquina se utiliza para insertar el cuerpo en una sociedad de consumo, interpretándose desde un dualismo. Una parte material, corpórea y física y otra espiritual, inmaterial, espiritual y mental separa la mente de la anatomía y ésta es dependiente de la mente. En esta noción se puede tomar al cuerpo como un instrumento motriz donde la eficiencia y la eficacia son característicos y con ello se inicia una carrera hacia la perfección corporal y lucha contra la muerte. Dice la doctora Perotti:

La identidad se construye con el cuerpo todo junto. Para pensarlo muy gráficamente: está el ser, el alma o lo que sea y el cuerpo, entonces al unirse lo psíquico con nuestro cuerpo hay que hacer una aceptación. Por ejemplo, los bebés a los meses empiezan a tocarse los pies, las manos, se tocan el pupo, los genitales, eso es todo un reconocimiento del cuerpo, uno tiene que familiarizarse con eso —el cuerpo y lo que descubrimos— para hacer la unión entre lo que uno es y lo que le tocó de cuerpo físico para poder ser. Es algo muy primitivo, lo construimos sin darnos cuenta, el cuerpo es mediado entre nosotros y los otros. Yo mediante el cuerpo tengo una pantalla hacia el otro, “yo estoy adentro mío” y estoy atrás y el cuerpo mediatiza con el mundo, lleva la escena, está funcionando y es como los otros no ven cómo nos identificamos nosotros.

El cuerpo es un objeto cargado de simbolismo cultural, es decir, que el cuerpo en tanto designado como objeto puede ser moldeado y transformado por la cultura en la que está inmerso; si no te gusta algo o mejor dicho a la sociedad no le gusta, lo cortas, te rellenas, te pones a la medida ideal. La necesidad de cambiar lo que no nos agrada de nuestro cuerpo se relaciona directamente con la idea que manejamos hoy, el ideal: ser fashion, tetona, labios grandes, delgados pero con curvas (y no quiere decir que estos parámetros cambian en unos años).

De acuerdo con Peter Freund y Meredith McGuire (Health, Illness, and the Social Body: A Critical Sociology, Nueva Jersey: Trinity College, 2003), estas relaciones —cuerpo y concepción— se dan en un doble sentido. Por una parte, el contexto sociocultural influye en determinar la significación y la importancia del cuerpo o ciertos aspectos relacionados con lo corporal. Refiriéndose al concepto de construcción social del cuerpo estos autores plantean que la sociedad y la cultura, en cierta medida, contribuyen a dar forma a sus miembros como si se tratara de moldes para troquelar objetos. Pero, quizá, la influencia social más poderosa sobre el cuerpo no es la que se da directamente en su construcción, sino indirectamente mediante la construcción de las ideas sobre el cuerpo. Por ejemplo, no todas las sociedades comparten las mismas ideas sobre el cuerpo: lo que en unas se identifica con la salud y la belleza, en otras se considera enfermizo y feo.

Nicolás Rosso tiene 23 años y decidió hacerse una rinoplastia hace dos años. Dice:

Estuve años acomplejado, pero años, estaba súper incómodo con mi nariz, interfería un montón en mi autoestima, no estaba cómodo con mi cuerpo. Era cuestión de que se había traspasado la nariz, una cuestión de inseguridad muy grande y todo radicaba en eso. Me había cansado, por sentirme mal ya no tenía más ganas de sentirme así y fue también por un lado estético, un lado de imagen y la repercusión que iba a tener esa imagen obviamente, pero creo que ese también fue el combo, el lado anímico y el lado estético.

La modernidad le da la bienvenida a un cuerpo controlado también por los avances de la medicina, que se consolida y perfecciona; hay un cambio en la vida académica y disciplinar sobre el horizonte de las prácticas sociales. En la Antigüedad se consideraba el cuerpo humano en términos biológicos naturales como destino, actualmente, y a través del desarrollo de prótesis y extensiones corporales, el cuerpo rebasa su dimensión biológica. Dice Perotti:

La temática de la cirugía plástica existe desde hace muchos años, pero fue teniendo más auge con el surgimiento del consumismo y el capitalismo porque empezó a circular el estereotipo de mujer: cara perfecta, cuerpo perfecto; yo creo que hace varias décadas que permanece el mismo estereotipo. Creo que muchas de las personas de la sociedad aspiran a eso pero que es un idealismo muy difícil de alcanzar por cuestiones básicas de raza y de biología.

La primera cirugía plástica de la que se tiene registro es la rinoplastia, que surgió hace más de 2,600 años de la era común. En India, en aquel entonces, existía un macabro castigo para los criminales: la amputación de la nariz, terrible práctica con las que se les marcaba para siempre. Aunque había personas inocentes que recibían este castigo. Sushruta, un hombre que deseaba darle una segunda oportunidad a estas personas, desarrolló una técnica, y como no se conocía la anestesia embriagaba a sus pacientes.

En Europa no comenzaron hasta el siglo XVI. Aunque pasaron cientos de años los europeos realizaban rinoplastias muy parecidas a las de la India, solo que los injertos los tomaban de la frente o del brazo. Estos métodos se volvieron más refinados y eficientes durante la Primera Guerra Mundial, cuando la cirugía plástica ayudaba a los soldados heridos y desfigurados. El bisturí llegó a ofrecer una segunda oportunidad a quienes deseaban una vida normal. Cuando al fin surgió la esterilización y se inventó la anestesia la cirugía plástica se convirtió en una opción atractiva para todo aquel que se quería hacer un arreglo.

Life in plastic.

En el siglo XX se popularizaron las operaciones en nariz, orejas y senos. Los primeros implantes estaban rellenos de cera de abeja, que también se usaba para hacer rinoplastias.

Los estereotipos de personas entonces eran definidos por personas blancas, y los rasgos diferentes a los que aparecían en personajes de la televisión y los concursos de belleza eran considerados feos e indeseables. Muchas personas se operaban para no ser discriminadas y ser un miembro aceptable de la comunidad. Los senos pequeños eran la gran sensación porque le daban una imagen juvenil a las mujeres, y los pechos grandes eran considerados salvajes y primitivos, algo que claramente cambió en la segunda mitad del siglo XX.

Las cirugías se volvieron más avanzadas con la invención de la microcirugía, lo cual permite la reparación de tejidos en un plano microscópico. Los procedimientos cosméticos se volvieron aún más populares en el 2000 gracias al botox y a los rellenos de ácido hialurónico.

Llegué a sentirme sumamente acomplejado, de hecho, había llegado a un punto en el que estaba súper pero súper incómodo si alguien me miraba de costado, o alguien casualmente se detenía a mirarme ya automáticamente pensaba que me estaba mirando la nariz, que era mi nariz, que yo estaba feo con mi nariz, y demás. O me he sentido lindo para salir a tal lugar, tenía el pelo cortado como me gustaba y la ropa que me gustaba y sentía que la nariz la cagaba, entonces la verdad es que en algún momento estuve muy acomplejado hasta que decidí operarme y, bueno, en algún momento se va a ir y sólo queda esperar un tiempo hasta operarme.

Muchas veces la cirugía plástica es una herramienta de salvación para quienes se la pueden realizar porque saben que tienen la posibilidad de cambiar algo basándose en el hecho en que la cirugía está, la sociedad te lo ofrece: ¿no te gusta? Sacamos, ¿querés más? ponemos.

No es casualidad que muchas encuestas muestren que la mujer es la principal consumidora de esta tecnología. El cuerpo es la principal bandera y lo que se hace con él está promovido por un discurso, sobre todo el peso que se le da a las mujeres, en una sociedad que toma sus cuerpos como la única vara de aprobación: tenes que ser como una Barbie, perfecta y productiva, si no no servís. Con respecto al papel de la mujer y las cirugías estéticas Camila Perotti argumenta que el hombre se debe sentir muy acomplejado también, y añade:

Para mí viene por este lado: el hombre siempre es el fuerte y la mujer es la débil. Como no tiene las capacidades para hacerse cargo de ese cuerpo que le tocó y de ser fuerte porque “es débil”, tiene que hacerse todos esos cambios para sentirse bien. Está relacionado con la cultura patriarcal, la debilidad y que siempre la mujer es vista como un objeto de goce: siempre estuvo planteada así, un objeto del hombre, que siempre tiene que estar preparada, lista, espléndida para que el hombre la mire, la elija como si fuera un zoológico y fueran todas leonas y vienen a buscarlas y tienen que estar ahí paradas para quien elige.

Tamara Goldsztajn, una de las administradoras del grupo “Enfermedades de implantes mamarios” que creó su amiga Angie, cuenta su experiencia con la cirugía estética:

En mi caso hacía dieciséis años que tenía implantes —un montón—. Hacía varios años que tenía los implantes encapsulados, pero me decían que no podía tener ninguna implicancia en mi salud. Sin embargo, en la pandemia me enteré de que estaban rotos, uno de los dos estaba roto y explotado, y para hacerla corta tengo silicona en la axila del mismo lado en donde se rompió el implante. Cuando dicen no pasa nada si se rompe, no es así, hay chicas que tienen migraciones de silicona en el cuello y en otras partes. El riesgo es que a partir de esto se puede formar un cáncer, yo me tengo que controlar cada seis meses.

Angie Monasterio, creadora del grupo https://www.instagram.com/p/CD1ORDpFVbs/

En el grupo que administran junto a su amiga y una compañera más hablan de las “enfermedades de implantes mamarios” y dan información al respecto.

El grupo lo creó mi amiga Angie en 2018 porque ella empezó con un montón de síntomas pasándola súper mal y le decían que era psicológico, que estaba en su cabeza y no era nada; le hacían estudios, no encontraban la causa, nadie le daba con el diagnóstico. Entonces empezó a buscar y encontró un grupo en Estados Unidos, a partir de ahí empezó a ver que había más chicas con síntomas. Nosotras nos pusimos esta causa en el hombro por el hecho de decir y pensar: “Si yo hubiera tenido toda esta información no me hubiese operado”, seguramente muchas chicas con esta información van a decir prefiero quedarme chata, estar saludable, estar feliz y punto.

No todas las experiencias son iguales, ni a todos les pasa lo mismo, pero el mensaje de Tamara es claro:

Obvio que yo me siento incómoda, me pongo push up, porque soy la misma desde que tengo veinticinco —la edad en que me operé—, pero es una decisión que tomo y es ridículo poner en riesgo mi vida someterme a otras cirugías. Yo creo que uno para decidir tiene que saber, si vos no sabes no estás decidiendo, están decidiendo por vos, la información es clave.

En la época de los años veinte las mujeres se desarrollaron en una “época de libertad”, tenían un look sin curvas y restaban importancia a la cintura, y no usaban sostenes. Durante la edad de oro de Hollywood, que duró desde 1930 hasta 1950, los estereotipos de belleza femenina fueron marcados por las estrellas de cine de la época, como Marilyn Monroe, que mostraban más curvas. En la década de los sesenta, cuando el movimiento del feminismo estaba en auge, el cuerpo “ideal” se mostraba alto, delgado, con curvas. Los ochenta estuvieron marcados por la era de la supermodelo, que generó la necesidad a las mujeres de estar en forma; la modelo icónica de esta época fue Cindy Crawford. En los años noventa se vio un aumento de la anorexia, o delgadez extrema. A partir de los 2000 el estereotipo se ha volcado al “cuerpo saludable”, vientre plano, nalgas grandes, pechos grandes, y para lograr este estereotipo se vio un auge en la cirugía plástica. Sin dejar de mencionar en estos últimos años las redes sociales y el impacto que tienen es un arma de doble filo: la construcción de ideales cada vez más marcados y, por otro lado, la idea de libertad y aceptación, como explica Perotti.

La exposición de Instagram no es la misma de Facebook, y ahora cada segundo que vives lo publicamos en Instagram, que está buenísimo, pero llega un momento que te mete en una vorágine que todo el tiempo tenés que estar bien, producida, y los filtros te ayudan estar listos y siempre espléndida.

Nuestros cuerpos están culturalmente mediados y son representados y configurados por la cultura y por las diversas instituciones sociales, culturales y comunicativas. Socialmente destruimos “lo que no va” y con la cirugía estética lo reparamos, y es una de las mejores alternativas para obtener una imagen corporal idealizada, aceptada, valorada. Dice Tamara:

Lamentablemente, yo veo que cada vez hay más, yo decidí operarme porque la imagen que se pide es tenés que tener tetas: no sos lo suficiente femenina, no sos lo suficiente mujer si no tenés tetas. Yo diría que el 90% de las influencers tienen implantes, hasta las que menos pensás tienen, ¿entonces qué se vende? Súper superficial.

Nicolás cree que hay dos polos:

Está éste de que no te importe nada, la autoestima, hay que reforzar ese lado y después está el otro lado de: si querés hacerlo hacé lo que se te cante. Y si bien, yo coincido con que hay una parte de autoestima baja y todo ese tema, no me parece que, si alguien no tiene ganas de fumarse algo de su cuerpo que no le gusta, por más autoestima alta o baja que tenga no se la tiene por qué aguantar. Entonces recurro más a la parte de que está bueno seguir lo que uno quiere hacer, hace lo que se te cante la gana, sacarse el gusto de hacerte la operación, sea por algo estético o por un complejo gigante más lo estético.

Hay muchas posturas sobre el tema, y es importante comprender que cada persona es única y singular, pero hay una relación clara entre el otro, sociedad, cuerpo y validación; en este sentido Perotti dice:

Por eso hablamos de cuerpo mediador de nosotros con el mundo, no es algo ajeno o algo sin consecuencia una cirugía plástica, lo ideal es hacerla de forma consciente, ideas claras, que esté mediado el deseo que sale de adentro y no las otras bases —inseguridad, pertenecer, cumplir un estereotipo—, que además despiertan otras patologías como anorexia o una base de acción, queriendo más y más transformando el cuerpo en uno que no conocía.

Es importante hacerse algunas preguntas: si me la hago ¿por qué debo, por qué tengo, o por qué quiero? ¿Y quiero? ¿Cómo sé si quiero? Decidirlo debería ser una decisión personal y no porque el sistema y Barbie me lo imponen con todo lo que eso conlleva. Dice Perotti: “Uno puede amar vestirse bien, amar todos los días levantarse, ponerse base, máscara de pestañas, sombras, pero haciéndolo con el deseo, porque si lo hago porque tengo que estar producida para el otro caemos en una dependencia muy grande”.

Así que, si querés hacerte una cirugía hacela, si no querés no, que nadie te imponga y obligue. Éste es un amable recordatorio para entender —y cómo cuesta— que lo que se nos exige es un cuerpo mediatizado que está atravesado por imaginarios sociales, medios de comunicación, discursos estéticos médicos influyentes, opinión de sujetos o la mirada del otro. Por más difícil que sea es un desafío aprender a habitarse y entender que si algo no es como se exige igual está bien, porque al fin y al cabo el cuerpo es mío y yo decido sobre él. ®

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Publicado en: Apuntes y crónicas

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