El 4 de noviembre el regidor de Zapopan, Jalisco, Pedro Kumamoto, anunció una “mega–alianza” de su partido, Futuro, con Morena, PT, PVEM y Hagamos, para poner fin a los gobiernos “naranjas”.
Si buscan una opinión sobre las razones, el contexto o los pronósticos de lo que sucedió hace unas semanas con el partido Futuro están leyendo el texto incorrecto. Durante la universidad fui el estudiante más holgazán de ciencia política, y aún más cuando se trataba de política local —jalisciense. Nunca he estado al tanto de los debates internos o externos de los partidos y jamás he militado en ninguno. Me avergüenza, pero considero necesaria mi confesión de ignorancia de las jiribillas y los encontrones de la vida pública de mi estado.
Aun así, me he atrevido a escribir estas palabras porque la decisión de Futuro de aliarse con Morena, Partido del Trabajo y Verde Ecologista ha creado en mí la necesidad de hablar de un tema que trasciende un país, un partido, una presidencia municipal —e incluso un voto. Me entristece profundamente ver cómo amigos, compañeros y conciudadanos han decidido, en plenas facultades de su conciencia, torcer su dignidad. Para entender semejante nivel de incongruencia individual no es necesario tener un doctorado, ni saber leer o escribir.
Cada uno de los miembros de Futuro que decidió apoyar y que decidió permanecer después de hecha la alianza también decidió activamente apoyar a un modelo de sistema político al que supuestamente dicen combatir. La evidencia sobra. Sin embargo, poco se ha hablado del pobre intento de argumentación de los responsables de semejante suicidio moral.
Aquí nos tienen escuchando sus piruetas mentales. Como trapecistas en el circo saltan de un manubrio a otro sin ser capaces de ver que eventualmente caerán al vacío. El pragmatismo sin ideales es simplemente indefendible.
En cada respuesta que veo tratando de explicar tal yuxtaposición encuentro argumentos encorvados y brumosos. No se puede esperar más que vómito verbal, lleno de conceptos vacíos o detalles superfluos, para justificar tal disonancia de principios.
Se inducen a sí mismos una especie de miopía mental, creyendo que los valores tienen fronteras. Que la confusión moral tiene límites físicos que terminan en las fronteras con Aguascalientes, Durango, Nayarit, Colima y Michoacán. No importa cuántas veces repitan “Jalisco” y se aferren al débil federalismo en el que vivimos, la incongruencia es la misma en todos lados.
Si el miedo a desaparecer fue su principal razón, ¿por qué no ser sinceros? Pero ni siquiera decidieron tomar esa salida, deshonrosa pero valiente. Aquí nos tienen escuchando sus piruetas mentales. Como trapecistas en el circo saltan de un manubrio a otro sin ser capaces de ver que eventualmente caerán al vacío. El pragmatismo sin ideales es simplemente indefendible. Y han probado con hechos lo que nunca van a lograr con ruedas de prensa y comunicados, que el cinismo obsceno de Morena es precisamente la única característica que comparten.
Cada uno de ustedes ha tomado libremente ese camino. Cada uno de ustedes ha decidido ser una hoja de muérdago que se alimenta de un fresno moribundo. No hay mayoría que respalde el ataque ético que han hecho voluntariamente a su dignidad. Se pueden escribir cientos de tomos y malgastar millones de palabras, las cuales nunca serán suficientes para explicar su confusión moral. ®